A Messi le mira con asombro todo el mundo y se le reconocen sus cualidades únicas. Todo tiene una explicación mental, física y técnica. ¿Por qué es tan bueno?
La excepcionalidad de Leo Messi (33 años) no admite discusión. No se trata de una virtud episódica. La verdadera conquista del argentino ha sido convertir la genialidad en algo rutinario. "Messi es Maradona todos los días", sentenció con clarividencia Jorge Valdano. Es su día a día. ¿Pero cómo explicar a un talento tan especial? ¿Cuántas veces nos hemos preguntado cómo es capaz de desarrollar todo lo que piensa en un campo de fútbol?
Muchos estudios científicos se han aproximado a la figura de Messi para dar respuesta a algo tan extraordinario. Todos destacan las capacidades cognitivas y las habilidades motoras como elementos decisivos de su hegemonía futbolística a nivel individual. Acaba de conquistar su octavo Pichichi. En Messi, como podrán evaluar en los tres capítulos analíticos sobre su juego, cohabitan la inteligencia, la técnica y la condición física superiores al resto para ser el jugador que es.
Messi es capaz de hacer cosas inimaginables para cualquier mortal. Y el cerebro es la clave de todo su proceso creativo. En cada acción los futbolistas realizan complejos cálculos geométricos, aerodinámicos y probabilísticos en minúsculos intervalos de tiempo, aunque sea de forma instintiva y no lo racionalicen en su interior. La inteligencia asume un rol principal en el juego.
Entender la singularidad de Messi no es posible sin un análisis detallado de cómo actúa su cerebro. Está más activo que el del resto y este hecho le permite tomar mejores decisiones. A través de los estímulos visuales y la experiencia procesa la información a gran velocidad. La sincronización de los hemisferios, el funcionamiento de la corteza motora y la actividad neuronal ofrecen luz a su caso. Y una jugada muy simbólica emerge como el reflejo perfecto de su grandeza.
La estadística siempre muestra una perspectiva elocuente, que no definitiva, sobre las virtudes de un jugador. Messi encabeza casi todas las temporadas la lista de los más regateadores del fútbol europeo. Según datos de Opta, que tiene pormenorizados 755 partidos del '10' con el Barcelona —faltan 23 en la lista— desde su irrupción en el primer equipo, ha hecho 3.216 quiebros buenos entre todas las competiciones. La cifra es rotunda y a la misma le caben pocos añadidos más. Desde este punto de vista, no ha habido un futbolista más desequilibrante a nivel individual a lo largo de la historia.
Su técnica en el regate viene determinada, como comprobarán de forma desmenuzada en este segundo episodio, por la estabilidad de los movimientos y el poderoso cambio de ritmo gracias a su potente tren inferior y centro de gravedad bajo. Su cabeza piensa y el tronco, brazos y piernas lo despliegan. Sin florituras ni excesos. Su facilidad para sortear rivales en espacios reducidos no deja de sorprender pese al paso del tiempo. Resulta casi imposible de frenar.
Si el regate puntualiza la calidad fuera de lo común de Messi, el disparo descorcha su impacto mayúsculo en los partidos. Messi es el gol. La autoridad que exhibe en el golpeo de balón le ha convertido en uno de los máximos realizadores de siempre, solo por detrás de Cristiano Ronaldo, Bican, Pelé y Romario, aunque a tiro de todos está. Su prodigiosa técnica para patear el balón queda retratada a la perfección en los lanzamientos de falta, especialidad en la que es un experto consumado, entre los mejores de todos los tiempos. Tuvo grandes maestros en el vestuario del Barcelona como fueron Ronaldinho o Henry.
Messi se empezó a destapar en este apartado a partir de 2009. Con la mirada clavada en la pelota, se enfrenta a cada libre directo con una gama de movimientos casi imperceptibles en una secuencia dinámica. Pero detrás hay una fórmula cuidada. La observación biomecánica de su ejecución en las faltas pone en valor (ver en el tercer capítulo) un método que combina el balance y rotación del cuerpo, el control en el apoyo y el efecto que da a la hora de disparar. Además, posee una gran capacidad de improvisación para variar direcciones y alturas. Es esta otra cualidad irrebatible de Messi. La originalidad en todo lo que hace.