Aun sin patologías previas, con rutina en el gimnasio y con una alimentación cuidada, el directivo de Osasuna ha sufrido el coronavirus y la horrible experiencia del hospital.
El directivo de Osasuna Txuma Iso no olvidará nunca el 16 de octubre de 2020. Aquel día le comunicaron que tenía COVID. El martes anterior, día 12, se había sometido a una PCR debido a los casos que se habían dado en el filial rojillo. En esa primera prueba dio negativo. El día 15 pasó la prueba que exige la LaLiga, para ir a ver el partido de los rojillos en Eibar, y al día siguiente recibió la llamada del doctor del club comunicándole que había dado positivo.
Veía la luz blanca del final del pasillo y pensé: ‘Ese es San Pedro que me está llamando’. Pasé bastante miedo
Txuma Iso
Txuma Iso relató para AS cómo comenzó la pesadilla que todavía no ha acabado para él: “A los diez minutos de recibir la llamada del doctor y de Fran Canal me llamaron los rastreadores y me dijeron que tenía que ir al centro médico Doctor San Martín. El miércoles por la tarde había empezado a notar sudores, escalofríos… Yo las gripes y los catarros siempre los paso muy fuertes y no le di importancia porque había dado negativo el martes. Ese viernes comencé a notar pinchazos en el pecho, pero lo achacaba todo a la supuesta gripe”. Fueron precisamente esos pinchazos en el pecho los que pusieron en alerta al médico que le atendió en Doctor San Martín: “Me dijo que me tenían que hacer una placa y se vio que tenía una neumonía bastante fuerte. Tenía prácticamente todo el pulmón derecho cogido y un poco el izquierdo”. De ahí acudió al hospital y le mandaron a casa, con un ingreso domiciliario y una vía puesta por si en algún momento le tenían que administrar algún medicamento.
Desafortunadamente, su estado empeoró: “El domingo por la noche me empecé a encontrar fatal. Me bajó la saturación de oxígeno a 80. Llamé a una ambulancia y cuando vinieron me dijeron que me estaba dando un infarto pulmonar y me trasladaron al hospital”. Txuma afirma que lo pasó muy mal en las semanas posteriores al diagnóstico: “Yo nunca he tenido ningún problema de salud, salvo el típico catarro o gripe. Me asusté cuando me dijeron que me estaba dando el infarto y que me iban a ingresar. Había ratos que me iba, no sabía dónde estaba. Cuando me vi en el pasillo de urgencias del hospital me asusté. Veía la luz blanca del final del pasillo y pensé: ‘Ese es San Pedro que me está llamando’. Pasé bastante miedo”. Estremece cómo continúa su relato, recordando los días que pasó ingresado: “No fue nada agradable. Después de ponerme cinco dosis de Remdisivir no podía ni coger una botella de agua. No quise que fuera nadie a verme porque era exponerles. Mi mujer estaba en casa confinada. Es muy fuerte lo que ves allí y lo que escuchas por los pasillos, los gritos de otras habitaciones… Cuando salí del hospital estuve tres semanas con ingreso domiciliario”.
Txuma Iso insiste en que: “Esto no es un juego. Es muy duro estar en el hospital y saber que estás en manos de no sabes qué porque no hay nada que te pueda curar. Yo lo he pasado muy mal”. El caso del directivo, quien fue diagnosticado de COVID con 53 años, es la prueba de que el coronavirus no entiende de edades: “Me cuido muchísimo la alimentación. Iba cuatro días a la semana al gimnasio, hacía mucho ejercicio aeróbico. Siempre me he cuidado y no tenía ninguna patología previa. Encontrarte con esta situación te mata. Es duro”.
Secuelas graves
Después de cuatro meses sigo con síntomas. Tengo dolor de cabeza, en el lado derecho del pecho, calambres en las piernas, me agoto con nada. Los dolores de cabeza y pecho son diarios
Txuma Iso
La pesadilla de Txuma Iso todavía no ha acabado, le han quedado secuelas graves que le impiden hacer la vida de antes: “Después de cuatro meses sigo con síntomas. Tengo dolor de cabeza, en el lado derecho del pecho, calambres en las piernas, me agoto con nada. Los dolores de cabeza y pecho son diarios. Duermo con oxígeno. Me estoy empezando a desesperar porque han pasado cuatro meses y no veo una salida a corto o medio plazo. Para las 4 o 5 de la tarde me entra la pájara y no quiero ni salir de casa. Y si lo hago es acompañado porque no sé cuándo me va dar la pájara. La última me dio hace unos días. Se me caen los brazos, me quedo muerto. Me miré la saturación de oxígeno y me había bajado a 84. Intentas ser fuerte, pero le das muchas vueltas a todo”. A Txuma le enerva ver imágenes a diario de las imprudencias que comete la gente: “Cuando veo a la gente de fiesta, de botellón, sin mascarilla y saltándose todas las medidas… Yo a esa gente les llevaría a un hospital y que vean lo que hay, a ver si la gente se conciencia. También me molesta mucho que a la gente la denuncian y la mayoría ni paga la multa. ¿Para qué se ponen medidas si la gente se las salta a la torera y no tienen castigo ninguno? Entiendo cómo está la economía, pero yo hubiera sido partidario de un confinamiento mucho más duro”.
Txuma soñaba con vivir el centenario de Osasuna en El Sadar, pero el día del aniversario rojillo, el 24 de octubre, salía del hospital para seguir recuperándose en casa. Todavía está pendiente de alguna prueba para ver si todavía tiene alguna lesión en el pulmón. No quiere acabar la conversación sin dar las gracias a todos los sanitarios: “Con lo que están pasando, es impresionante cómo se vuelcan. Lo dan todo y siempre están con una sonrisa”.