Una promesa, una inscripción y un viaje frustrado de Peio Godoy para ver a su Real Sociedad
Una promesa, una inscripción y un viaje frustrado de Peio Godoy para ver a su Real Sociedad

Un año de COVID-19: Real Sociedad

Una promesa, una inscripción y un viaje frustrado de Peio Godoy para ver a su Real Sociedad

Peio Godoy prometió comprarse la camiseta de la Real con la inscripción ‘COVID-19’ si su mujer superaba la enfermedad. Y ahora busca alternativas para vivir la final de Copa del 3 de abril sin poder viajar.

Peio Godoy es un buen ejemplo de todo lo que ha quitado el coronavirus a los aficionados al deporte, concretamente al fútbol. Y en su caso, a la Real Sociedad. No es lo más importante, pero sí es un elemento más de nuestras vidas cotidianas que se ha visto completamente alterado por culpa de esta pandemia mundial. “Yo era uno de los muchos aficionados que tenía todo organizado para viajar a Sevilla y vivir un 18 de abril de 2020 inolvidable. Tengo amigos allí con un bar y lo íbamos a convertir en nuestra sede txuri-urdin, nos íbamos a juntar un montón allí para disfrutar de los momentos previos y, por qué no, cuando fuéramos campeones. Habíamos alquilado una casita en las afueras con varios amigos. Pero todo se vino abajo, lo vivimos con una gran tristeza, porque la Real es una ilusión de nuestras vidas, y ahora intentamos organizarnos sin salir de casa el 3 de abril, porque la final no tendrá público. El coronavirus nos ha quitado los abrazos, nos ha quitado disfrutar de la vida en la calle como antes y nos ha fastidiado el ir a Anoeta, que es algo que echo mucho de menos”, relata Godoy.

Yo era uno de los muchos aficionados que tenía todo organizado para viajar a Sevilla y vivir un 18 de abril de 2020 inolvidable

Peio Godoy

Este acérrimo y veterano aficionado txuri-urdin también ha sufrido dentro de su familia el rigor del coronavirus. Su mujer, Idoia Etxeberria, trabaja en la Residencia de Mayores Yurreamendi de Tolosa, el primer centro de ancianos al que golpeó con dureza la COVID-19 en Gipuzkoa. “Fueron momentos duros. Porque sucedió todo al principio del confinamiento, cuando esta historia estaba empezando, y todo eran dudas en incertidumbres. Idoia fue una de las 25 trabajadoras de la residencia que se contagiaron, y fallecieron 14 de las 28 personas mayores que cuidaba. Fue duro porque al no saber nada, te pones siempre en lo peor. Ella estaba en una habituación aislada, no salía para nada durante dos semanas, y los demás con mascarilla y con muchas precauciones, por si también te habías contagiado, pero no presentabas síntomas. Idoia lo pasó más o menos bien, tuvo síntomas al principio, pero luego no estuvo mal. Pero fueron días complicados, y me hice la promesa de que sí salíamos de esta situación bien, me compraría la camiseta de la Real con la inscripción COVID-19”, rememora. La elástica está en su casa. Porque Idoia superó el coronavirus, y hoy vuelve a estar en Yurreamendi ayudando a nuestros mayores, ya con la ayuda de las vacunas, que han sido una bendición para estos centros. Peio no sabe qué hacer con la camiseta, aunque no descarta regalarla a alguna subasta para intentar recaudar algo de dinero con el que ayuda a alguien que lo necesite.

Primer vuelo

Fueron días complicados, y me hice la promesa de que sí salíamos de esta situación bien, me compraría la camiseta de la Real con la inscripción COVID-19

Peio Godoy

Peio e Idoia iban a subirse a un vuelo por primera vez en sus vidas a mediados del pasado mes de enero. “Nunca hemos montado en avión y pensamos que no había mejor ocasión para ello que viajar a Arabia para disfrutar de nuestra Real en la Supercopa. Pero hasta eso nos lo ha quitado el coronavirus. Así que seguimos sin volar en nuestra vida. Miramos billetes, precios... cuando la cosa parecía que se relajaba algo. Pero luego hablamos con el vicepresidente de la Real y nos comentó que no creía que dejaran entrar público en las gradas y que igual se traía para nuestro país la edición de este año. Decidimos esperar por si acaso siguiendo su recomendación, hasta que nos enteramos de que ya no podíamos viajar”, certifica Godoy, que ahora se centra en organizar lo mejor posible la final del 3 de abril en su casa. “Estuve en la que ganamos en 1987 y también en la de 1988, y no me iba a perder la del año pasado. Ahora que vemos casi imposible poder viajar, voy a intentar llevar la grada a mi casa, para que parezca que estamos allí. Estoy hablando con un amigo para que me ayude a instalar una webcam encima de la televisión que nos grabe animando en el sofá de casa durante la final. Queremos que quede grabado ese momento en el que celebramos los goles de la Real, y en el que Illarra levanta la Copa de campeones. Porque ese es nuestro deseo y nuestra ilusión. Hasta voy a intentar conseguir una réplica del trofeo para tener en casa. Al menos, algo que nos ayude a llevar toda esta pandemia, que nos ha quitado a todos tantas cosas. Eso es el fútbol y la Real para nosotros, nuestra ilusión. Y el coronavirus nos ha cambiado la manera de disfrutarlo”.

Ahora que vemos casi imposible poder viajar, voy a intentar llevar la grada a mi casa, para que parezca que estamos allí.

Peio Godoy
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