El exjugador del Real Valladolid lleva sin poder abrir su negocio de fútbol indoor desde el 14 de marzo de 2020 por culpa del coronavirus
El 14 de marzo de 2020 se le detuvo el tiempo a Dragan Isailovic, exjugador del Real Valladolid. Desde entonces, no ha podido volver a la normalidad de su negocio, Ingoal Club, las primeras instalaciones de fútbol indoor de Valladolid. El que fuera el fichaje más caro de la historia del club que preside Ronaldo abrió en octubre de 2017 "un negocio que no existía en la ciudad". Con motivo del coronavirus se vio obligado a cerrar y todavía no ha reabierto. "Tomamos la iniciativa antes de que se nos prohibiera. Recuerdo que esos días teníamos un montón de trabajo, pero lo cancelamos todo antes de que nos obligasen", explica el serbio.
Desde entonces, "y mientras en el BOE se hable de distancia social y de la prohibición de hacer deporte con contacto", Ingoal seguirá cerrado, mientras nadie encuentra soluciones para su situación. "A pesar de que los 2.000 metros cuadrados de la nave (en la que hay dos campos de fútbol de reducidas dimensiones), de los siete metros de altura y de las dos puertas muy grandes, que ayudan a la renovación del aire, nadie se ha parado a estudiar el caso", se lamenta. "Me ofrecí a la Junta a facilitar el trabajo de los rastreadores, apuntando nombres y apellidos de los que juegan, que los grupos sean burbuja, que jueguen con mascarilla después de medirles la fiebre yo y de darles el balón desinfectado, que no se duchen ahí…Pero nada. Ni por esas. Las instituciones se limitan a decir 'que lo sienten' y que 'así está media España'", expresa.
Va a haber ayudas, pero solo para clubes deportivos, no para el sector privado. Yo no la quiero para mí, yo quiero ayuda para salvar mi negocio y para que no me desahucien
Dragan Isailovic
Como si "reinventarse de lo reinventado" fuera fácil, le invitan a que lo haga cuatro años después de rizar el rizo. En consecuencia, aunque ha tenido la "comprensión" de los dueños de la nave, que le han "bajado la renta", su negocio sigue siendo, a la fuerza, deficitario. "Cuando no estás abierto, es imposible generar dinero, y todo son gastos: tienes tu alquiler, luz, agua, alarmas, seguros de responsabilidad civil, dos trabajadores en ERTE…", recuerda el exjugador. Esto ha derivado en una situación personal difícil, ya que, para cobrar la ayuda por cese de actividad, Isailovic ha tenido que renunciar a otro empleo. "No me dejan trabajar en nada. Pensaba montar otra cosa y no puedo hacerlo. Estoy muy limitado. Va a haber ayudas, pero solo para clubes deportivos, no para el sector privado. Yo no la quiero para mí, yo quiero ayuda para salvar mi negocio y para que no me desahucien", reclama.
Horizonte difícil
Desde hace mucho, Dragan ha destacado por su carácter emprendedor. Por este mismo, llevó a cabo "una inversión alta" en sus instalaciones para colocar una pista de pádbol, el fútbol-tenis de toda la vida, pero en una pista de pádel. Sin embargo, solo ha podido abrirla unos días en octubre, diez en diciembre y diez en enero, porque, aunque no tiene contacto, como también se practica en interior… Aunque le permitieran volver a alquilar esa pista, difícilmente le daría, igual que con la academia de tecnificación de niños. "Ayuda, pero no salva el negocio. Yo vivo de la gente que viene a echar la tarde con los amigos. Estoy esperando a que acepten el deporte en grupo en el exterior, porque yo voy un paso por detrás", cuenta el que fuera delantero, que prosigue: "Ingoal es un sitio especial, único, que no existe".
Isailovic no pide que le ayuden "por ser Dragan", sino "por intentar salvar el negocio de aquí". " Yo vine con 22 años a Valladolid y llevo 23 aquí; mi vida está aquí y quiero seguir aquí", reconoce el que fuera delantero, cuyo hijo milita en el Juvenil del Pucela, y que defiende el deporte como sano y necesario para la salud física y mental y que, desde su negocio, ha colaborado con diferentes oenegés y asociaciones de la ciudad como Inclusport (que trabaja en la inclusión social de colectivos como personas con capacidades diferentes) o como la Fundación Eusebio Sacristán, además de con los veteranos del Real Valladolid, de los que forma parte, y que se reunían algunos jueves en sus instalaciones a jugar las típicas pachangas.
El día de la marmota
Con todo, el coronavirus no solo ha afectado al serbio en lo económico. Y es que, después de un año, como la sociedad en general, se siente "como en el día de la marmota". Acostumbrado a rodearse "de gente deportista", en Ingoal completa partidillos cuando falta gente y cuenta anécdotas a pequeños y mayores. "Estoy acostumbrado a que la gente se quede a tomar unas cañas y me pregunten cómo me sentí cuando jugué contra el Real Madrid en el Bernabéu, cuando Rivaldo nos marcó de chilena en el Camp Nou… Papás y mamás traen a los críos a celebrar el cumpleaños, no dejan de ser gente de mi edad que ahora tienen nenes y cuando los traen les explican quién fui", narra Dragan Isailovic, sin llegar a verbalizar ese deterioro mental.
Aun así, no piensa en tirar la toalla: "Nunca lo he pensado. Me tendrá que desahuciar un juez; tendrá que venir y decirme 'lo hago por esto y por esto', y yo le dejaría claro que me echan por no poder abrir mi negocio". Porque él quiere volver a abrirlo; es más, bromeando con un conocido, deseaba que le tocase la lotería, algo que, sin embargo, no le llevaría a cambiar de vida. "Haría lo mismo porque tengo la vida que quiero, la que a mí me gusta. Siempre pensé que este era un negocio para seguir en él muchos años más, porque el fútbol es algo para toda la vida, pero, después de pedir varios préstamos, estoy gastando el dinero sin saber cuándo se va a terminar esto", reflexiona.
Siempre pensé que este era un negocio para seguir en él muchos años más, porque el fútbol es algo para toda la vida
Dragan Isailovic