La pandemia provocada por el coronavirus ha tenido consecuencias inmediatas en el mundo del fútbol. La Liga tuvo que frenar en marzo y, desde entonces, el calendario ha sido modificado y reajustado en numerosas ocasiones, repercutiendo en la preparación y salud de los futbolistas.
Llegó la hora de despedir al 2020, un año marcado por la pandemia del coronavirus, que ha tenido consecuencias muy negativas también en el mundo del deporte. Los primeros casos de positivos en los clubes impulsaron a La Liga a parar la competición en el mes de marzo durante dos jornadas a la espera de acontecimientos. La suspensión y el aplazamiento de partidos empezó a ser una constante y el estado de alarma decretado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, terminó por frenar el fútbol. Una interrupción atípica, ya que era la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que el deporte de élite era forzado a parar. Aunque ese período de inactividad forma parte del pasado, todavía es reciente en la preparación y forma física de los jugadores. Además, el incremento de lesiones musculares ha sido un efecto inmediato del confinamiento. En la Premier, por ejemplo, según ‘PremierInjuries’, se han superado las cien lesiones musculares en las ocho primeras jornadas disputadas, un incremento de más del 15% respecto a la temporada anterior.
Con el inicio del estado de alarma, y durante tres meses, La Liga y AFE buscaron un principio de acuerdo para el retorno de la competición doméstica cuando la pandemia estuviera bajo control. Los denominados ‘pactos de Viena’ tenían como objetivo la reanudación de la Liga para poder terminar la temporada e intentar evitar un descalabro económico. La “guerra” entre Rubiales y Tebas se dio una tregua y aceptaron un acuerdo factible para que el fútbol masculino regresase, siempre anteponiendo la salud de los deportistas y con dependencia de la evolución de la pandemia.
Así, y en una situación de crisis económica en los clubes españoles, donde todos los clubes de Primera División, salvo el Getafe, alcanzaron acuerdos de reducción salarial en sus plantillas, el Ministerio de Sanidad dio luz verde al protocolo del Consejo Superior de Deportes (CSD) para retomar los entrenamientos de fútbol masculino. Por su parte, la RFEF dio por finalizadas las competiciones regulares no profesionales, sin descensos y con una reducción en los playoffs de ascenso, mientras que la Liga Iberdrola se dio por concluida con el FC Barcelona como equipo campeón.
Finalmente, el fútbol regresó. El Gobierno de España, mediante el CSD, compartió un comunicado en el que hacía oficial la vuelta de La Liga con un derbi entre Sevilla y Betis el 11 de junio. Con los ERTEs y los bolsillos de los equipos tiritando, se sumaba la vuelta de la competición a puerta cerrada, sin espectadores en los estadios. A esta caída de los ingresos había que añadirle una incógnita más: el riesgo de las lesiones.
El estado físico de los futbolistas después de meses de confinamiento, trabajo específico en casa y con poca preparación de intensidad competitiva y amistosos, generaba una incertidumbre sin respuesta y un reto mayúsculo para el deporte profesional. La vuelta prematura de la competición no estaba respaldada por la totalidad de los entrenadores y jugadores y algunos no dudaron en hacer públicas sus quejas y pedir más tiempo de preparación. El temor y los pronósticos se convirtieron en realidad, y la inactividad de los deportistas por una situación sin precedentes en el fútbol en España, terminó con el incremento de lesiones en las plantillas.
El coronavirus, efecto similar a una lesión del deportista
Además, no solo son las bajas por lesión, también los positivos por coronavirus son un contratiempo para el jugador y para el club. Entre las posibles secuelas de la enfermedad, aunque no se presente sintomatología, César Quesada, exfutbolista y actual jefe médico del Elche CF, destaca una de las consecuencias más temidas: las alteraciones en la coagulación. “Es una preocupación que tenemos todos. La mayor posibilidad de padecer riesgos trombóticos. Por supuesto, si existe una infección en el pulmón importante, la persona que lo haya sufrido tienen unas secuelas de la capacidad pulmonar. Otros pequeños daños como la falta de olfato o gusto puede influir en cómo se alimenten”, apunta Quesada.
Por otra parte, ser positivo por coronavirus o contacto estrecho confina al jugador. Esto repercute en sus entrenamientos y rendimiento inmediato tras el parón en cuarentena. Para el cuerpo técnico y para el jugador, tal y como expresa Quesada, “no es un temor el coronavirus desde un punto de vista médico, aunque sí para su entorno”. “Todos tienen que tener el máximo cuidado. El problema a nivel de rendimiento en el covid, tanto por contacto como por padecerlo, son los días de baja, las circunstancias alrededor de él, el estar confinado, que se reduce la capacidad física de manera brusca. Luego la vuelta tampoco tiene que hacerse de forma brusca”, explica el responsable médico del Elche.
Como parte del pasado quedaron las pretemporadas fuera de España, con las masas rodeando a los futbolistas y los clubes recaudando millones de euros, mientras el equipo se preparaba para un nuevo inicio de temporada. Las famosas giras, más modestas o menos según el club, y que son una oportunidad única para los aficionados extranjeros de ver a sus ídolos de cerca y no a través de la televisión, fueron suspendidas por la situación global de la Covid19. Con la liga española poniendo punto y final en julio, con una Champions y Europa League en agosto, y con el cierre de fronteras de numerosos países como medida frente al coronavirus, este año las pretemporadas han sido en casa.
Y aunque en 2020 no se han cogido billetes de avión para ponerse a punto, las pretemporadas han seguido su cauce. En su planteamiento se han producido desigualdades entre clubes, algunos con menos semanas de acondicionamiento y también con menos tiempo para hacer amistosos. Por ejemplo, mientras el Levante y el Athletic Club disputaban 6 partidos amistosos, y la Real Sociedad, el Villarreal y el Eibar cinco, el Real Madrid y el Atlético de Madrid solo tuvieron tiempo para programar uno. Real Madrid, Getafe, Barcelona, Atlético y Sevilla jugaron competición europea durante el mes de agosto y el Elche, el playoff de ascenso. Esto ha condicionado sus pretemporadas, con menos vacaciones, pero también con un inicio de la Liga posterior al resto de clubes. El Real Madrid y el Getafe, que fueron los primeros en caer eliminados, no empezaron la temporada hasta el 19 de septiembre y Barcelona, Sevilla, Atlético y Elche comenzaron el 26. De este modo, el calendario estuvo condicionado para que estos equipos se enfrentaron en las primeras jornadas, que quedaron aplazadas.
Vivir un confinamiento nunca antes experimentado ha supuesto una involución para los futbolistas de élite. La cuarentena suponía una gran incógnita con respecto a los cambios fisiológicos de los jugadores y se presuponía una disminución del rendimiento y un aumento del riesgo de lesiones con el regreso a los entrenamientos. De hecho, tal y como apunta un estudio de Cristiano Eirale, coordinador médico del PSG, la pretemporada es siempre un período donde se produce un aumento en la incidencia y prevalencia de las lesiones. Con esta premisa, los preparadores físicos y fisioterapeutas de cada equipo han tenido que adecuar y desarrollar programas específicos de formación para la prevención de esas lesiones, con un seguimiento exhaustivo y específico de la carga de cada jugador.
Para Aiderson, preparador físico del senior femenino del Fuenlabrada, en los meses en casa “se prestó mucha atención a estímulos inespecíficos, que ayudaban a mantener la forma física pero que no ofrecían estímulos cercanos a los que se enfrentan en la competición”. Después del parón, retomar la actividad física con una pretemporada tan exigente era un mar de dudas, más cuando lo que antes se preparaba en más de un mes y medio, ahora se veía reducido a la mitad. Asimismo, la falta de entrenamiento, según el estudio de Eirale, provoca cambios en la masa y la composición corporal, pérdida de eficiencia en los sistemas neuromuscular y cardiovascular y, por consiguiente, una pérdida de fuerza, velocidad, flexibilidad y resistencia, lo que repercute en un aumento en el riesgo de lesiones. “Si vienes de un parón como al que nos hemos enfrentado, no se le permite al jugador generar una progresión acorde, te obliga a saltar procesos que a la larga radica en la pérdida del rendimiento y, en el peor caso, lesiones”, recalca Aiderson.
Aunque ha habido menos semanas de pretemporada, también el tiempo de inactividad por vacaciones ha sido menor. De este modo, los jugadores han perdido menos forma que en otros inicios de pretemporada con más descanso. “La ausencia de un buen periodo de descanso entre temporadas y el hecho de que el final de la 2019-20 y el inicio de la 2020-21 haya sido muy comprimido en partidos puede tener repercusiones a corto y medio plazo sobre el riesgo de lesión”, señala Moisés de Hoyo, preparador físico del CD Leganés.
Sin giras y sin partido amistoso cada tres días, los preparadores han tenido más tiempo para dedicarlo a conocer y analizar las necesidades de cada futbolista. “Desde el punto de vista del preparador físico, se utiliza este periodo para conocer al jugador, identificar qué carencias tiene, qué tipo de entrenamiento tolera y cual no, cuál es su perfil de rendimiento en partido, cuál debe ser su plan de trabajo individualizado”, señala de Hoyo. Pese a que son muchos quienes apuntan a las pretemporadas como la base sólida y fundamental de los éxitos futuros del equipo, para Moisés, “no tiene sentido pensar que el trabajo condicional que haces durante la pretemporada te vaya a servir para rendir a un máximo nivel en mayo”. “Lo más importante es crear un modelo de entrenamiento en pretemporada y mantenerlo durante la temporada”, manifiesta.
A pesar de haberse considerado el desentrenamiento con sus características y consecuencias más comunes, la experiencia sin antecedentes ha sido un reto y una incógnita a la par. Algunas semanas de inactividad o menos nivel de actividad son suficientes para la disminución de las capacidades fisiológicas. Sin embargo, el confinamiento ha representado un factor desconocido que no corresponde al descanso vacacional de verano y que ha tenido efectos fisiológicos, pero también psicológicos. Con una temporada diferente a la habitual, con carga de partidos y poco espacio para la pretemporada y la prevención en la salud física de los jugadores, se ha elevado, notoriamente, el factor riesgo de las lesiones. De este modo, los clubes se enfrentan cada día al desafío de afrontar una exigente temporada con la necesidad extrema de volver a la normalidad, aun cuando esta ni se asemeja.
A más fútbol físico, más lesiones
El fútbol actual va a una velocidad de vértigo. La posesión es solo una clave más para alcanzar el dominio del partido y lograr la victoria, pero no es la base más importante en la gran mayoría de los equipos. El fútbol del tiqui taca pierde adeptos a favor de un estilo más vertical y directo, con un punto de velocidad indispensable. Así, equipos como el Liverpool, el Tottenham, el Leipzig, el Dortmund o el vigente campeón de Europa, el Bayern, están imponiendo su juego en su país y en Europa.
Aunque el fútbol rápido y vertiginoso es el favorito en las apuestas por los títulos, también ocupa la pole como el estilo con un mayor riesgo de lesiones. “El fútbol se ha convertido en un deporte más físico, donde las acciones a alta intensidad y con poca recuperación entre ellas se han incrementado exponencialmente en las últimas décadas. Por este motivo el número de lesiones musculares ha aumentado temporada tras temporada”, señala Moisés de Hoyo. Después de la vuelta a la competición, que exige un alto nivel de intensidad y rendimiento, hay músculos que se ven más afectados. “Lo normal es que la musculatura más afectada sea la isquiotibial, seguida de aductores, cuádriceps y gemelos, ya que suele ser la más implicada en acciones de alta intensidad y sprint. Igualmente, estructuras tendinosas y articulaciones pueden resentirse después de un periodo de inactividad seguido de un incremento brusco de la carga de entrenamiento, como ha ocurrido este año”, añade el preparador físico del CD Leganés.
Lo normal es que la musculatura más afectada sea la isquiotibial, seguida de aductores, cuádriceps y gemelos, ya que suele ser la más implicada en acciones de alta intensidad y sprint
Moisés de Hoyo
Al igual que hay músculos que se resienten más después de un parón y dan lugar a las temidas lesiones, también están los grandes “olvidados” que deben mimarse con el mismo cuidado que el resto. “Debe prestarse también atención a los eslabones débiles, esa musculatura que no se ve pero que son vitales y que poco trabajados durante la temporada, como son el psoas ilíaco, músculos paravertebrales, rotadores y flexores de cadera”, explica Aider. Asimismo, las condiciones genéticas de los jugadores también son un factor imprescindible en el riesgo de lesión y supone una ventaja o desventaja para el futbolista. “Los jugadores más explosivos o que acumulan un mayor volumen de esfuerzos de alta intensidad en partidos son los que tienen una mayor predisposición a lesionarse”, subraya de Hoyo.
En el proceso de cuidado de una lesión la parte más importante es la prevención. Este factor es esencial en la plantilla de un equipo para cosechar los objetivos marcados y la principal meta de cualquier preparador físico: que tus jugadores rindan a un gran nivel sin percances físicos. “ Soy partidario del trabajo de fuerza durante toda la temporada, porque creo firmemente que ayudan a reducir los índices de lesión”, manifiesta Aiderson. Además de la buena preparación con ejercicios de fuerza, es fundamental el trabajo de cardio para reducir la fatiga en los jugadores. “El trabajo orientado a la mejora de la resistencia específica juega un papel importante en fútbol, sobre todo en la capacidad que debe tener el jugador de recuperarse lo más rápido posible entre esfuerzos de alta intensidad y de soportar la fatiga”, señala de Hoyo. “Se ha observado que los momentos finales de partido suelen ser los más propicios para la aparición de la lesión. De ahí, que una de las funciones que tenemos los preparadores físicos es identificar los periodos de máxima exigencia de partido e intentar reproducirlos en los entrenamientos, para que el jugador esté lo suficientemente preparado para mitigar los efectos de la fatiga en partido”, añade.
César Quesada no considera que se haya antepuesto el espectáculo a la salud de los jugadores: “Se ha intentado con muchas maniobras y novedades, como los 5 cambios por partido o las paradas por hidratación, proteger esa salud. Tampoco podíamos irnos más adelante para intentar hacer una temporada normal. Ya está suficientemente comprimido el calendario. Ahora mismo hay dos componentes, una preparación de pretemporada corta y una dificultad para la recuperación entre esfuerzos de los partidos, dos elementos que pueden hacer aumentar la probabilidad de lesiones entre los jugadores”.
El hábito de vida, el gran olvidado
Aunque los futbolistas están controlados y tienen un seguimiento exhaustivo diario, cuando abandonan la ciudad deportiva, en su vida privada no entra, de la misma manera, el cuerpo técnico de un club. Los malos hábitos, una dieta desequilibrada, el estrés, así como las horas y la calidad de sueños son factores que influyen en el riesgo de lesiones. “La complejidad de reducir la aparición de lesiones, se debe fundamentalmente al carácter multifactorial de éstas”, indica Moisés de Hoyo.
Pese a que se conocen la gran mayoría de agentes que pueden producir una lesión, la complejidad de estas y su posible repercusión en cada jugador, cuya fisiología es diferente, supone un problema para la prevención. “El jugador está controlado normalmente unas 4-6 horas al día, el resto del tiempo perdemos parcialmente el control. Lo que hace el jugador cuando no está con nosotros puede llegar a ser muchas veces hasta más importante para la reducción del riesgo lesional”, expresa de Hoyo. Así, equipos como el CD Leganés, y en boca de su preparador físico, “se emplean herramientas que ayudan a conocer la relación existente entre estrés-recuperación, tales como análisis de la variabilidad de la frecuencia cardiaca, respuestas hormonales, perfiles de daño muscular y alteraciones de los niveles de fuerza y amplitud de movimiento tras partido”.
La influencia de la salud mental
No todas las lesiones son cuestión de la salud física, también una mente sana influye en el riesgo lesional de un futbolista de élite. Vivir una pandemia ha dejado secuelas psicológicas y ha repercutido en los niveles de estrés y de ansiedad de los jugadores. Un deportista tiene que estar concentrado al 100% para dar su mejor rendimiento y reducir la probabilidad de sufrir un contratiempo en forma de lesión. Por ello, no solo una base física y muscular es fundamental, para la salud del deportista es esencial tener una buena base psicológica.
El estrés tiene dos polos. La parte positiva es que puede favorecer a mejorar el rendimiento del futbolista. La parte negativa, por otro lado, hace referencia a la falta de recursos para gestionar las situaciones estresantes o un agotamiento físico y mental que conlleva consecuencias en el rendimiento y en la salud del deportista. Para María Moreno, graduada en Psicología y estudiante del Máster en Psicología del deporte de la UNED, “un nivel de estrés 0, sea en el ámbito deportivo o en nuestra vida cotidiana no es bueno, pero tampoco un nivel de estrés elevado”.
El incremento de lesiones musculares tiene multitud de factores y el psicológico es uno de los más difíciles de gestionar, especialmente, cuando se entra en un círculo vicioso. “Una de las principales manifestaciones del estrés en los deportistas puede ser el desgaste o el agotamiento psicológico que tiene consecuencias físicas. Estas lesiones son situaciones potencialmente estresantes que pueden provocar más estrés, es decir, si me lesiono, el miedo y la incertidumbre que me va a provocar esta lesión va a elevar mi nivel de estrés”, explica la psicóloga.
En este círculo vicioso entra en juego la presión social y el mantenimiento de la imagen pública. Ser demasiado autoexigente o no ser capaz de sobreponerse a una lesión repercute en incrementar una reincidencia. “Cuando más son el objetivo mediático se entra en un circulo imparable donde la presión aumenta y el nivel de estrés y de miedo aumenta. Al final, provoca que, si no desciende uno de los niveles, tampoco lo haga el otro. Para prevenir este tipo de situaciones, los clubes trabajan con diferentes claves y herramientas para para tratar las distintas variables psicológicas intervinientes".
Las circunstancias actuales han golpeado la economía del fútbol a nivel internacional. Para intentar contrarrestar las pérdidas, la UEFA y la FIFA alientan e incrementan no solo el número de partidos, sino que también ha entrado una nueva y posible competición en la esfera del fútbol: “La Superliga europea”. Todo forma parte del espectáculo. Ya se sumó la Liga de Naciones y ya provocará una reinvención y reajuste del calendario el Mundial de Fútbol de Catar. Pero la bomba puede saltar por los aires en cualquier momento.
Algunos futbolistas, protagonistas y grandes perjudicados, no se han mordido la lengua con la sobrecarga de partidos a nivel de clubes y selecciones. Uno de los que ha hablado muy claro es Toni Kroos, centrocampista del Real Madrid: “Somos los títeres de la FIFA y la UEFA. Se planean competiciones como la Liga de Naciones o la expansión prevista del Mundial de Clubes para exprimir todo económicamente, por supuesto, también para exprimir todo de cada jugador físicamente".
Para Markel Bergara, exjugador de la Real Sociedad y del Getafe, entre otros, “no se piensa demasiado en el jugador”. “El futbolista es consciente que si quiere mantener los ingresos recurrentes que estaba teniendo o los que tiene estipulados en su contrato son en base a unas condiciones que han cambiado por la pandemia. El jugador es consciente que tiene que hacer esfuerzos y le está tocando hacer más esfuerzos de lo habitual”, manifiesta.
Además, para el centrocampista vasco, no todos los jugadores tienen la capacidad para adecuarse a la sobrecarga de partidos, pues hay quienes están más acostumbrados a jugar cada 3 días: “Yo siempre he pensado que los futbolistas internacionales son jugadores superiores al resto. Los números de partidos que juegan ese tipo de jugadores es muchísimo mayor que un jugador tipo de Primera División. Lo toleran mejor que los otros futbolistas de Primera, ya que se acostumbran a ello desde que son jóvenes”.
Todo apuntaba a una mayor desigualdad entre “grandes” y “pequeños” en la temporada 2020-2021. Con la probabilidad de contar al mismo tiempo con positivos por Covid19 y lesionados, la calidad de la plantilla pasaba a ser aún más imprescindible para competir con garantías. Una posibilidad que aumentaba los favoritismos del Real Madrid, FC Barcelona o Atlético de Madrid y los alejaba del resto. Sin embargo, termina el año y Real Sociedad, Villarreal y Sevilla se presentan como serios candidatos a ser la sorpresa. Y no solo curre en España, con fecha del 14 de diciembre, el líder de la Premier League era el Tottenham, el líder de la Bundesliga, el Leverkusen, el líder de la Serie A, el Milan, y el líder de la Ligue 1 el Lille. Todos forman parte de dieciseisavos de la Europa League.
“Creo que ahora se notan y se ven más las carencias cuando una plantilla no está bien equilibrada. Si hay competencia en todos los puestos, esto hace que en estas situaciones sea el equipo más competitivo. Ahora más que un once, hace falta una plantilla buena”, señala Markel Bergara. Así, y con la reducción de los favoritismos, los equipos se están beneficiando y también el espectáculo. “Favorece a que equipos con presunta menor calidad puede igualarles en lo físico. Ya no es tan raro ver perder a un equipo grande, es algo que en el fútbol no estábamos tan acostumbrados, pero debe ser parte del día a día por la gran carga de partidos que tienen lo equipos y jugadores con más exigencia”, concluye Quesada.