Se cumplen 38 años de la presentación del Pelusa como jugador del Barça después de una negociación eterna de casi cuatro años que acabó con un viaje relámpago de Núñez a Buenos Aires para cerrar una operación que se hizo oficial en el Palau..., donde también se conoció su marcha.
El fichaje de Diego Maradona por el Barcelona se cerró un 28 de mayo de 1982, hace ahora 38 años, en Buenos Aires. Una expedición del Barça, encabezada por el presidente, Josep Lluís Núñez, había aterrizado en Ezeiza para una operación relámpago que había que rematar con Argentinos Juniors y Boca. A Núñez le acompañaban Joan Gaspart y Joan Ignasi Brugueras, 'súperabogado' para grandes fichajes. Josep Maria Minguella, histórico agente que después tendrá su apartado especial, hacía de puente en la negociación después de cinco años de arduo trabajo. Era su primer gran fichaje.
Un día después, Núñez estaba de regreso a Barcelona con el fichaje en el bote y varias ideas claras en la cabeza. La primera, que la incorporación de Maradona iba a resultar "un gran negocio". Y, como tal, que la nueva ampliación del Camp Nou sería inminente. Núñez, eufórico y sin rastro de jetlag, se fue al Palau Blaugrana a ver un Barça-Cotonificio de semifinales de Copa de baloncesto (donde, por cierto, dio la orden de que el fichaje se anunciase de manera oficial por megafonía después de recibir el OK de la AFA). Resultaba increíble ver tan entero a Núñez, que había sido recogido por su esposa , María Lluisa Navarro, después del rocambolesco episodio que cerró el fichaje y que tenía un apellido, Paisenjovich, poco recordado por la historia. Paisenjovich, abogado, reclamó 28 millones de minuta por su intervención en las negociaciones. El Barça se negó a pagarlos y Boca y Argentinos se hicieron cargo del mismo para terminar de desbloquear la operación.
Cuando el 29 de mayo Núñez aterrizó en Barcelona procedente de Buenos Aires con escala en Madrid, la operación todavía no estaba firmada de puño y letra. Joan Ignasi Brugueras, el súperabogado, bajó del avión con cinco contratos bajo el brazo: dos con Argentinos, uno con Boca, otro publicitario y otro con el futbolista. Las cifras del contrato, por cierto, no quedaron claras al inicio: según La Vanguardia, el Barça pagaría 230 millones de pesetas como entrada y, luego, 73 millones de pesetas en cada una de las seis temporadas del contrato ("o firma seis años o no se hace la operación", cuentan que esgrimió Núñez para amortizar el fichaje). Según periodistas argentinos desplazados en Alicante, donde estaba la selección preparando el Mundial, el Barça había pagado cinco millones y medio de dólares a Argentinos, 1,8 a Boca Juniors; y pagaría 90 millones de pesetas al jugador por cada temporada. Finalmente, quedó establecido oficiosamente que el Barça pagó seis millones de dólares a Argentinos, dos a Boca y Maradona renunció a 94 millones de comisión para salir del popular bario de Paternal, calle Lascano 2257, a tres manzanos del estadio de Argentinos, y volar a Barcelona para vivir en la calle San Francisco, en el exclusivo barrio Pedralbes.
Maradona, dijo Núñez, no cobraría más que Bernd Schuster. Una aclaración que recordó a la que treinta años después se vivió en la Ciudad Condal cuando se aclaró que Neymar no cobraría como Messi.... Diego, según diversas fuentes, acordó cobrar 30 millones anuales, cuatro más que Schuster, pero cuatro menos que el entrenador, Udo Lattek. Cuentan que el alemán no era partidario del fichaje del Pelusa porque Littbarski podía haber fichado por el Barça...
En parte, Núñez tuvo que justificar su apuesta económica. Lo hizo a través de la famosa cláusula de renuncia según la cual el Barça, de estar descontento con el jugador, podía prescincir de Maradona... "La operación ya no cabe pensarla en términos globales, sino fragmentada", explicaba Núñez, que también recordaba que, a través de Maradona Productions, la expotadora de la imagen del jugador que se inventó Jorge Czysterpiller, el Barça se iba a beneficiar de esa máquina de hacer dinero que era Maradona y sus anuncios con Coca-Cola, McDonald's...
El 4 de junio de 1982, Maradona cogió un avión desde Alicante, donde estaba concentrado con Argentina en vísperas del Mundial (en el hotel Montiboli de Villajoyosa), para firmar su contrato con el Barça en un viaje relámpago en el que cupo todo. Nicolau Casaus, hombre clave en el fichaje del que también hablaremos posteriormente, apareció en las oficinas del carrer Urgell al grito de "me he dormido". Eran las once de la mañana. Maradona ya llevaba cuarenta minutos en las oficinas de Núñez, a las que había llegado en el Mercedes del presidente procedente de El Prat, donde había aterrizado a las 10:20 horas. "Pa amb tomaquet i pernil", cuentan las crónicas que le pidieron para desayunar a las 11.30 de la mañana porque el Pelusa se moría del hambre. A las 12.23, Maradona salió rumbo al Camp Nou. En La Siberia (las oficinas del Camp Nou habían sido bautizadas así por estar junto al Palau de hielo en las...) se agolparon los periodistas. Maradona, que no coincidió por minutos con Schuster y Simonsen, que habían ido a recoger sus pertenencias al Camp Nou, pero sí con Víctor, Artola y Olmo, fue presentado, pisó el césped del Camp Nou ("una mesa de billar") y, antes de volver a Alicante para concentrarse con Argentina, disfrutó del marisco del restaurante Las Indias. Almejas, langostinos y un buen bife para cerrar un día inolvidable. "Una boda", según los presentes, por la cantidad de directivos del Barça, Boca y Argentinos Júniors que hacían de comensales.
Uno de los primeros viajes oficiales de Nicolau Casaus como vicepresidente del Barça fue a Argentina. Nacido en Mendoza, se había trasladado a Igualada muy niño, con cinco años. Por aquella época, octubre de 1978, César, goleador histórico del club azulgrana en los cincuenta, hacía de ojeador en Argentina, así que Casaus se marchó con César a ver jugar en directo a ese chico del que tanto hablaban. Casaus quedó prendado del Maradona de las chabolas de Villa Fiorito ("mueve la pelota como Pelé") e hizo buenas migas con Diego, que no había sido seleccionado para el Mundial de su país pero del que ya había noticias en Europa. De hecho, es menos conocido que el Sheffield United estuvo a punto de ficharlo en 1977. Finalmente, las exigencias económicas de Argentinos Juniors y del futbolista hicieron desistir a los Wizards, que ficharon a un tal Alejandro Sabella, que luego sería el seleccionador de Messi en el Mundial 2014... Pero los vínculos con Casaus ya se habían establecido. "Para mí el señor Casaus es mi segundo padre deportivo. Después de mi entrenador; es la persona que más quiero y en la que más confianza tengo". Casaus llegó a decir, cuando el fichaje de Maradona se puso en solfa por la fuga de divisas y el control de la Dirección General de transacciones exteriores: "Ni el Gobierno podrá impedir que sea del Barça".
Un paréntesis sobre las divisas. El Barça tuvo que sacar menos de las inicialmente establecidas para tener la luz verde al fichaje. En principio, debía recibir un crédito del exterior por valor de 2.400.000 dólares (unos 264 millones de pesetas), que disminuyó a 1.333.750 (146 millones) en virtud de una operación financiera realizada a través de una empresa argentina. Unas gestiones realizadas en Argentina con Argentinos y Boca Juniors, aprovechando coyunturas favorables en la paridad del peso con el dólar, permitieron una operación en la que la empresa Argentina Concesionaria Vial Metropolitana (COVIMET) actuó como mandataria del club azulgrana. Antes de ese crédito, el Barça ya había sacado 650.000 dólares, la cantidad que por entonces se permitía emitir sin necesidad de acudir a las financiaciones exteriores.
Pero volvamos al fichaje. Antes de Casaus, alguien muy relacionado con el Barça ya lo había visto. Josep Maria Minguella, cazatalentos que siempre podrá presumir de haber estado en medio de los fichajes de Maradona, Stoichkov o Messi entre otros grandes, explicó en Sport su visión de cómo se gestó el fichaje. El título del artículo, "negocié el fichaje de Maradona con una pistola encima de la mesa", ya resulta prometedor. Reproducimos, por su interés, parte del mismo: "A Diego lo descubrí muy joven y casi por casualidad. Era tan bueno que se lo ofrecí al Barça: concretamente a su gerente, Jaume Rosell, padre de Sandro. El club, entonces presidido por Montal, lo descartó. Sólo tenía 16 años, y entendí que no apostaran por él en aquel momento convulso. Dos años más tarde, comenzaron las negociaciones de verdad, que se cerraron en 1980 tras un largo proceso. Todo estaba atado, pero al cabo de 15 o 20 días me llamó Julio Grondona, el presidente de la AFA. Había problemas con el tránsfer, me dijo, y tuve que volver a Argentina".
"Negocié el fichaje de Maradona con una pistola encima de la mesa"
Josep Maria Minguella
Aquí llega uno de los episodios que retrasaron el fichaje de Maradona. En plena dictadura de Jorge Rafael Videla, a Minguella le tocó entrevistarse con el Ministro de Bienestar Social, el almirante Lacoste. "Me citó en un escenario digno de una película de terror, porque después supe que allí llevaban a muchos desaparecidos de la dictadura. Tras un portalón militar en el que me recibió un soldado, entré en un túnel oscuro con una pequeña luz al final. Allí estaba el almirante, que enseguida me lo dejó claro. “Ahora no pueden fichar a Diego. Lo necesitamos para su Mundial (España'82)".
Así que Maradona no se movió de Argentina, pero de Argentinos se fue cedido a Boca Júniors en 1981. Para reactivar el fichaje, a Minguella le tocó negociar con Domingo Tesone, que era el nuevo presidente de Argentinos (antes, las conversaciones habían sido con Próspero Consoli). Antes que presidente de Argentinos, Tesone era comisario. "Cuando nos reunimos la primera vez, se sacó una pistola de la sobaquera y la dejó sobre la mesa: espero que no le moleste", cuenta Minguella.
Minguella, Casaus, César, Próspero Consoli, el almirante Lacoste, Domingo Tesone, Jorge Czysterpiller, Núñez, Gaspart, Joan Ignasi Figueras. Una negociación interminable. Pero cinco años después, Maradona iba a jugar en el Barcelona.
El 27 de julio, después de sus vacaciones tras el fracaso con Argentina en el Mundial 82, Maradona regresó a Barcelona para presentarse con el resto de la plantilla. Esta vez no era un viaje relámpago como el que había hecho desde Alicante. Venía para quedarse y empezar a entrenar a las órdenes de Lattek. Maradona venía marcado por el durísimo marcaje de Gentile en el Mundial. "Sé que hay muchos Gentiles, pero confío en los árbitros españoles". Una frase, tal vez premonitoria, de lo que le iba a ocurrir un año después. Maradona aterrizó acompañado de su agente, Czysterpiller, pero no de su pareja, Claudia Villafañe; y se marchó a cenar con otro argentino, Osvaldo, que jugaba en el filial. De los nervios, contaban las crónicas, se cortó al afeitarse. Al día siguiente, Maradona se olvidó de las botas en su presentación. Tanto, que desapareció de escena cuando los jugadores del Barça se disponían a escuchar la tradicional misa de inicio de temporada en la capilla instalada en los túneles de salida al campo.
El 4 de agosto, Maradona debutó con la camiseta del Barça en partido amistoso. El club azulgrana estaba de stage en Papendal (Holanda) y se desplazó a Alemania para medirse al S.V. Meppen. Ganó 0-5 y la atracción, cómo no, fue Maradona. "La relación que tengo con los pibes es ya de amistad. Quini, Alexanco, Migueli... Son todos bárbaros", reflexionó feliz después de su primer día de azulgrana. Después de perderse el Teresa Herrera, Maradona jugó en Mallorca su primer partido en territorio español como futbolista del Barça. Formó parte de este once: Amador; Gerardo, Migueli, Alexanco, Manolo; Marcos, Víctor, Maradona, Esteban; Quini y Pichi Alonso. El Barça ganó 1-2 y parecía preparado para el Gamper, pero el estreno de Maradona ante el 'soci' resultó decepcionante. El Barça cayó en las semifinales por penaltis ante el Internacional de Porto Alegre. "Nos pesa la responsabilidad en el Camp Nou", dijo Lattek. El Barça jugó el tercer y cuarto puesto ante el Colonia y, al fin, Maradona marcó su primer gol en el Camp Nou. El Barça volvió a perder y Mundo Deportivo tituló: "¿Dónde vas, Barça? Núñez, sin embargo, estaba tranquilo: "Maradona me ha convencido". Pero las cosas no marchaban. El Barça viajó a Asturias para jugar el Trofeo Costa Verde. Perdió contra el Estrella Roja la semifinal (1-0) y ganó el tercer y cuarto puesto ante el Oviedo (1-0). La semana fue de runrún. Helenio Herrera había aparecido en el Costa Verde y se le empezó a vincular con el Barça, Latte acusó a los jugadores ("parecían once jefes") y Núñez bajó al césped durante la semana para arengar a sus jugadores.
Maradona estaba listo para debutar en la Liga española. Nada menos que en Mestalla, ante el Matador Kempes, ídolo che ("le daré un abrazo, es un buen amigo", había dicho Diego). Era el 4 de septiembre de 1982. El Barça jugó con: Artola; Gerardo, Migueli, Alexanco; Manolo; Schuster, Víctor, Urbano; Maradona, Quini y Marcos. Carrete le dio la bienvenida con alguna entrada dura pero Maradona no se arrugó e hizo el 0-1 del Barça. No fue suficiente. Tendillo e Idígoras remontaron el partido para el Valencia. 63.000 personas se emocionaron y Maradona demostró que la vida que le esperaba en la Liga no iba a ser fácil.
Deportivamente, Maradona tuvo pocos episodios memorables como jugador del Barça. Apenas ganó tres títulos (Copa, una Supercopa que no jugó y una Copa de LaLiga). Suele recordar con mucho cariño el barcelonista el gol que marcó en el Bernabéu (Copa de la Liga) regateando a Sandokán Juan José sobre la línea de gol, estrellando contra el poste al central del Madrid con su recorte seco con la parte inversa de su mágico tobillo izquierdo. Pero uno de los días que Maradona no podrá olvidar jamás fue el 20 de octubre de 1982, cuando las casi cien mil personas que llenaban el Pequeño Maracaná de Belgrado, y que celebraban con pasión balcánica ese día la liberación de la capital yugoslava en la II Guerra Mundial, se pusieron en pie para aplaudir el partido que jugó Maradona ante el Estrella Roja y, sobre todo, su histórico gol: la vaselina de Dios en Belgrado. Maradona se deshizo de sus dos marcadores, Jovin y Rajkovic, y condujo el balón con su maestría habitual y ese estilo tan memorable, hasta llegar al semicírculo del área. Entonces, vio algo adelantado a Stojanovic y le colocó el balón por arriba. Pero revisiten el vídeo. No es una vaselina más. En una distancia cortísima, el balón coge una altura inaudita en ese arte del juego. Seguramente, el mejor gol que marcó como jugador del Barcelona.
"Es uno de los goles más bonitos que he hecho en mi vida"
Maradona, sobre su gol ante 100.000 personas en Belgrado
"Ciertamente es uno de los goles más bonitos que he marcado en mi vida, sólo comparable a uno que conseguí con Argentina ante una seleccción del resto del mundo. Agradezco a la afición de Belgrado su comportamiento", aseguró aún sudoroso después del partido. En la capital serbia todavía se habla de aquel gol, que el diario "Politika" resumió como "perla preciosa". Otros tiempos en la antigua Yugoslavia. Lo peor para el Estrella Roja aquella noche no fue el 2-4, sino la reprimenda del Consejo Ejecutivo de la Asamblea de la República de Serbia por utilizar la luz artificial durante el partido, un derroche imperdonable en tiempos de Tito, cuando el ahorro de energía estaba vigente para todos.
Futbolísticamente, ya es bien conocido que los 700 días de Maradona en el Barça estuvieron marcados por una misteriosa enfermedad y por la lesión sufrida después de una escalofriante entrada por detrás de Andoni Goikoetxea, central del Athletic. De la enfermedad, hay dos versiones. Una, la oficial, que tuvo una hepatitis que le dejó varios meses KO. Así lo explicaba Jaume Langa, ex fisioterapeuta del Barça, en el documental FC Maradona: "Fue una hepatitis al cien por cien, porque yo estuve durante unos meses yendo a su casa a ponerle un producto. Seguro que era hepatitis". La extraoficial habla de una enfermedad venérea. En el documental Fútbol Club Maradona, el periodista Fabián Ortiz, que trabajó en As, explica: "Digo lo que sé; que es lo único que me atrevo a hablar, de las cosas que sé. Y esto lo sé porque mi pareja de entonces trabajaba dentro de la organización, de lo que se llamaba First Champions Productions, pero que la gente conocía como Maradona Producciones. La hepatitis, en realidad, fue una enfermedad venérea que Diego contrajo aquí por prácticas sexuales sin mucho cuidado, digamos. Entonces, como eso era intolerable y no se podía contar eso a los medios de comunicación, desde el club se generó una manera de explicarlo que fuera razonable durante el tiempo que tardara en rehabilitarse".
Una de las grandes pasiones de Maradona en su tiempo en Barcelona fue el tenis. Relativamente cerca del mágico Real Club Tenis de Barcelona, donde se celebra el histórico Godó, Diego se construyó una cancha. El tenis no era lo que mejor se le daba, pero le ponía pasión y se busca sparrings. Dos de ellos, Marc Bardolet y David Fernández, dejan su huella en el documental 'FC Maradona'. "Conocí a Diego por una casualidad en el verano de 1982. Lo hice a través de un torneo de tenis que se jugaba en Barcelona. Vino su hermano y me dijo si quería ir a jugar a su casa con su hermano, que él también jugaba al tenis. Lo primero que había hecho fue ponerle el escudo del Barça en medio de la piscina", cuenta Bardolet. David Fernández admite que estaba lejos de ser Vilas: "Gran parte de su estancia en Barcelona la pasó jugando al tenis. Era muy voluntarioso… Toda la magia que tenía con los pies, la perdía cuando tomaba la raqueta".
Maradona, lógicamente, también atacó la noche de Barcelona, aunque casi siempre prefirió el anonimato de casa. Las malas lenguas acusaron a su clan de bajar al centro de Barcelona y llevar malas influencias a su residencia en Pedralbes cuando Claudia no estaba en casa. Aficionado al "whiskola", Maradona flirteó por primera vez con la cocaína a los 24 años en Barcelona. "Ha sido el mayor error de mi vida", admitió. Su adicción se convirtió en su perdición en Nápoles, donde su relación con el clan de los Giuliano terminó con su detención y con su carrera en Italia después de que Argentina hubiese dejado a la anfitriona por el camino en el Mundial de 1990. Pero esa es otra historia.
El 24 de septiembre de 1983, Maradona sufrió "una fractura del maleolo peroneal del tobillo izquierdo, con desviación. Arrancamiento del ligamento lateral interno con desgarro". Es el parte médico de urgencia que los doctores del Barça, Bestit y González Adrio, redactaron antes de llevar a Maradona a la Clínica Asepeyo de Barcelona. Estamos hablando, por supuesto, de una de las entradas más famosas de la historia de LaLiga, la de Andoni Goikoetxea Golaskoaga. El Barça ganaba 2-0 al inicio de la segunda parte en el Camp Nou, pero el partido debía estar caliente porque Schuster había realizado una dura entrada a Goiko, que había lesionado al alemán la temporada anterior. Puede decirse sin miedo a error que las cosas estaban feas entre Barça y Athletic. Demasiadas cosas pendientes. Y sobre la franja del minuto 55 de partido, Goikoetxea cazó a Maradona, que fue retirado en camilla en mitad del silencio atemorizado del Camp Nou, que contenía la respiración. El Barça ganó 4-0, pero la realidad del partido ya se jugaba en las entrañas del estadio. El jugador, maraeado, fue trasladado a la Asepeyo para ser intervenido. Mientras, Clemente dijo en la sala de prensa que estaba "orgulloso" de sus jugadores ante las preguntas agresivas de los periodistas y pidió respeto para Goiko, "reconocido defensa internacional". Menotti atacó con dureza: "Deberá morir alguien para que algo cambie". Y Casaus, el "padre deportivo" de Diego, atacó con dureza a Goikoetxea: "Primero mandó al quirófano a Schuster y ahora, a Maradona. Hemos de hacer algo o mataremos el fútbol".
"Deberá morir alguien para que algo cambie"
César Luis Menotti
La operación de Maradona, practicada por el doctor González Adrio, duró un par de horas. "Hagan lo que quieran conmigo, pero quiero volver", dijo el argentino. Claudia Villafañe, su pareja, casi se desmaya. Quini, siempre impresionante, apareció en la clínica a las cuatro de la mañana con su esposa María Nieves. A Diego lo acompañó también su familia. Su padre y su hermano Lalo, que salieron de la Asepeyo con mejor cara de la que entraron. A Diego se le diagnosticaron no menos de cuatro meses de baja, pero el 8 de enero ya estaba jugando. Fue contra el Sevilla y con goles, para el delirio del Camp Nou.
A Maradona llegó a visitarlo hasta el alcalde de Barcelona, Pascual Maragall. El asunto cogió casi dimensión de cuestión de estado. Proteger o no hacia las estrellas, avanzar hacia el fútbol como 'show business'. El árbitro de aquel Barça-Athletic, Jiménez Madrid, defendió su actuación ante el Comité de Competición: "La lesión de Maradona fue fortuita. Fue un partido donde se jugó con ardor y vigor. No vi mala intención en las jugadas consideradas como violentas o fuertes. La entrada de Goikoetxea al jugador argentino del Barcelona no me pareció grave, porque si así hubiera sido, le habría mostrado la tarjeta roja de expulsión". El 28 de septiembre, a las 22:40 horas, Goikoetxea supo que le había caído una sanción de 18 partidos. El central la calificó como una "salvajada" y Pedro Aurteneche, presidente del Athletic, anunció recursos. Goikoetxea sólo acabaría cumpliendo seis partidos de sanción.
"Nunca voy a poder perdonar a Goikoetxea, alentaba a sus compañeros para que me pegaran"
Maradona, después de un partido en San Mamés
Maradona se tomó su pequeña revancha el 29 de enero. Recuperado, marcó los dos goles que tumbaron al campeón de Liga (1-2). Uno de ellos, de cabeza en un córner. Una rareza que dolió en el Athletic. Pero Maradona acabó el partido indignado. "Nunca voy a poder perdonar a Goikoetxea. Alentaba a sus compañeros a que me pegara; me decía que no me podía dar porque tenía toda la prensa a favor y por eso que fueran los otros los que me cazaran". Aquel partido dejó muchas heridas. Y faltaba la final de Copa...
Había cuentas pendientes entre Barça y Athletic... El 5 de mayo de 1984, Maradona empezó a escribir el principio de su fin en el Barça. La salvaje final de Copa que conquistó el Athletic con gol de Endika, terminó como el rosario de la aurora, con Maradona dando patadas karatekas. Una lluvia de objetos le despidieron antes de entrar en el túnel de vestuarios del Bernabéu. Maradona no pidió perdón. Dijo que no se arrepentía de nada y que volvería a San Mamés cuando tocase. Pero Maradona ya no estaba pensando en volver. Czysterpiller le había encendido la bombilla del traspaso y a Núñez empezaba a molestarle el argentino. Con el adiós de Menotti y la llegada de Venables en la cabeza, las piezas iban encajando en el puzzle.
Mientras se cocía la sanción de tres meses por los incidentes de la final de Copa, el descabello final, Maradona había elegido su destino. Iría a Italia, por entonces la mejor Liga del mundo con diferencia. El 24 de mayo, La Gazzetta dello Sport publicó en su portada "el trueque del siglo". Maradona jugaría en el Udinese y Zico, en el Barcelona. Lo más rocambolesco es que la operación estaría tutelada por la Juventus, que querría desprenderse de Boniek y juntar a Maradona con Platini. Pero Maradona tenía otros planes. Un señor llamado Corrado Ferlaino, presidente del Nápoles, había puesto en marcha una operación que cambiaría la historia del club partenopeo. La prensa italiana especuló con que, como en el caso del Udinese, la Juventus andaba detrás de la operación y el Nápoles no sería más que un club puente. No debían saber la rivalidad con los vecinos del norte. Antonio Juliano, director general del Nápoles, y Dino Celentano, directivo, aterrizaron en Barcelona para cerrar el trato cuando Maradona había cogido un avión para jugar con el Barça en Estados Unidos...
Roberto Fulla, representante argentino, había sido el encargado de ofrecer a Maradona por Italia por expreso mandato de Jorge Czysterpiller. Fulla encontró al Nápoles, que realizó una oferta de ocho millones de dólares, unos 1.200 millones de pesetas. Núñez sometió a votación la oferta inicial en Junta directiva. De los 19 directivos, hasta 15 votaron a favor del traspaso del jugador. Sólo Joan Gaspart, Joan Ignasi Brugueras, Pere García Vila y Albert Arnan firmaron en contrato. Hasta Nicolau Casaus, "padre deportivo" del jugador, se había posicionado por la venta. Casaus, por cierto, había viajado con el equipo hacia Nueva York, donde una legión de periodistas italianos se había desplazado para seguir los pasos del astro argentino en sus últimos días como jugador del Barça.
Quedaba todo el mes de junio para negociar, pero lo primero que hizo Ferlaino fue reunirse con Federico Sordillo, presidente de la Liga de Fútbol Profesional de Italia, para que diese luz verde a la financiación del fichaje. Mientras, el Barça, que terminaría descartando a Hugo Sánchez y fichando a Steve Archibald, negociaba en Roma con el Liverpool, con motivo de la final de la Copa de Europa, para llevarse a Ian Rush. El galés dijo que no quería moverse de las islas.
El 20 de junio, después de un viaje relámpago a Argentina (sólo estuvo día y medio) para ver a su familia y, seguramente, poner sobre la mesa su idea de irse a Italia, Maradona llegó en pie de guerra a Barcelona. Había conocido que Núñez le había abierto un expediente por unas declaraciones anteriores en las que criticaba al presidente. "El expediente es antidemocrático (...). Si me ponen dos millones y medio de multa, todavía me deberán medio millón del Torneo de Burdeos... (Maradona había conseguido tres millones de pesetas para el equipo de un partido amistoso en Francia). Núñez, que andaba en la Eurocopa acompañando a la expedición de la FEF, contestó desde Marsella: "Lo último que me faltaba por oír es que es antidemocrático". Todo estaba roto entre Maradona y el Barça. Lo que falta era resolver la partida de póker.
"Catalunya es un gran lugar para vivir..., menos para un futbolista"
Maradona, el día de su marcha del Barça
Y, al final, fue verdad. El 30 de junio, último día para la inscripción de jugadores extranjeros en Italia, Diego Maradona se convirtió en jugador del Nápoles. Corrado Ferlaino cogió un aerotaxi, el segundo en dos días (cada aerotaxi cuesta 1,2 millones de pesetas), y llegó al aeropuerto de Barcelona, donde esperaría a Joan Gaspart, vicepresidente del club azulgrana, en un despacho que la cadena HUSA, propiedad de Gaspart, tenía en El Prat. Gaspart le haría esperar, porque había estado con Juliano, Czysterpiller y Minguella, en Sant Andreu de Llavaneras, pero el trato estaba cerrado.
He aquí una estampa curiosa. Josep Lluís Núñez dio por hecho que Maradona era del Nápoles en el Palau Blaugrana, donde asistía al partido de ida de la final de la Copa de Europa de hockey patines (6-2 del Barça al Liceo). Había sido en el Palau, dos años antes, cuando había dado la orden de que por megafonía se anunciase el fichaje de Maradona. Del Palau, Núñez se marchó al Mini-estadi, donde se jugaba la Copa Generalitat (el Barça amateur jugaba ante el Manresa). Allí, en otra imagen icónica, confesó al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, que Diego se marchaba. "Se va muy a pesar mío", informó, aparentemente resignado, a los medios.
Mientras Nápoles, donde aficionados del club partenopeo habían llegado a encadenarse en las oficinas del club para que Ferlaino cerrase la operación, Maradona esperó a que el trato estuviese cerrado para hablar. "Catalunya es un gran lugar para vivir..., menos para un futbolista", llegó a decir. También que se sentía como "un bebé recién nacido" y que, al fin, había roto las cadenas. Maradona fue una historia incompleta en el Barça.