Puede parecer poco, pero es un privilegio incalculable: en la historia del club blanco sólo 664 futbolistas han vestido su camiseta en partido oficial y de ellos... 95 solamente lo hicieron una vez. Del barítono puertorriqueño Ordóñez a Fabinho, hoy estrella en el Liverpool, del escocés Watson a Lopetegui, Marcos Alonso Júnior, Pablo Sarabia o el húngaro Nemes, que devino en magnate inmobiliario en Alicante. Fichajes extraños, canteranos, futbolistas sin suerte... Esta es la historia de esos hombres que saborearon, aunque fuera en un único baile, lo que es jugar para el Madrid.
"Es una experiencia única". Lo dicen muchos futbolistas cuando consiguen debutar con el Real Madrid y en el caso de algunos de ellos, lo es literalmente. Una experiencia única. Porque nunca más pudieron repetirla. A lo largo y ancho de los 118 años de historia madridista un total de 664 hombres han vestido esa camiseta y 95 de ellos tuvieron que contentarse con hacerlo una sola vez. O, visto de otro modo, disfrutaron de ese privilegio reservado a tan pocos. Un pequeño club de 'one match men' dentro del mayor club de la historia.
El rastro de los primeros años en los libros del club, que disputaba diferentes competiciones hoy extintas (el Campeonato Regional, el Mancomunado...), es complejo, pero dos de los casos más antiguos y a la vez más llamativos los brindaron Arturo Mengotti en los años veinte y Eduardo Ordóñez en la década siguiente. El primero, el hermanísimo del primer olímpico madridista, Adolfo, plata en los Juegos de París 1924 con Suiza (el país paterno) y que cuando dejó el fútbol fue el primer representante de Nestlé en España. Arturo era cancerbero y se centró tanto en sus estudios que sólo se puso una vez bajo palos en duelo oficial, en el Campeonato Regional. El caso de Ordóñez da para un libro que, al parecer, su familia está preparando. Nacido en San Juan de Puerto Rico, llegó al Madrid en 1926 porque su padre era abogado, en realidad fue importante en el Atleti, fue el primero en irse traspasado del club rojiblanco al madridista, 1931, para jugar sólo jugó un partido. Lo mejor lo guardó para su vida tras el fútbol. Sus dotes para el canto le llevaron a ser cantante de ópera. Como barítono, en 1941 representó 'La Tempestad' en Bilbao y hasta se atrevió con un clásico de Verdi, el 'Rigoletto'. Las crónicas de la época le atribuyen elogiosas críticas y una voz sorprendente. También fue periodista, actor y dramaturgo. Por si fuera poco, regresó a Puerto Rico para ser el entrenador de la selección boricua en 1959. Su único partido con el Real Madrid, el 12 de marzo de 1933, una derrota por 4-2 en Santander, aún así le sirvió para apuntarse aquella Liga 1932-33.
Una década que alumbró a un pionero. El camino a este 'Real Brasil' actual y que encumbraron nombres como Didí, Roberto Carlos y Pelé lo desbrozó antes que nadie el brasileño Fernando Rubens Pasi Giudicelli, que boina calada casi hasta las cejas, se calzó las botas en la sexta jornada de la Liga 35-36 contra el Racing y nunca más se supo de él, porque emigró a Francia.
Antes que Cunningham, Beckham, Owen o Bale, uno de los primeros británicos en pisar el Madrid fue el escocés John Fox Watson. Veteranísimo central del Fulham, llegó al recién estrenado nuevo Chamartín en 1947 con 31 años para ser también asistente del entrenador, jugó un encuentro de Liga (una derrota 3-1 contra el Celta) y se volvió en Inglaterra. Por entonces, los futbolistas extranjeros eran aún rara avis y auténticas apuestas. Pasó algo parecido durante el boom del fútbol húngaro. György Nemes arribó a Madrid en 1950 tras salirse en el Racing de Santander pero, de blanco, una úlcera de estómago operada y una pierna rota cortaron las alas de este extremo internacional con la selección magiar. Su paso por el Madrid fue tan decepcionante que la prensa de entonces, el Diario Información, no tuvo piedad. "Nemes no es 'miope', ha cobrado más de veinte mil duros de ficha". Parte de ese dinero, del que ganó en el Hércules y de su trabajo como corresponsal le valieron para convertirse en un pequeño magnate inmobiliario de la costa alicantina.
En los sesenta hubo los dos casos más paradójicos. Morollón y Gerardo Ortega, o lo que es lo mismo, un partido, un gol y ese fue el punto y final. El primero, por cierto, terminaría siendo el máximo goleador de la historia del Real Valladolid y además internacional con España. Ortega, cuatro décadas después, aún recordaba en este periódico con un punto de dureza aquella única escena en la película del Madrid. Y fue europea, contra el Apollon chipriota en la Copa de Europa. "Estaba en una nube. Hacía sólo año y medio que había salido del colegio de Huérfanos donde había estado interno... La noche antes no dormí, sabía que iba a jugar. El caso es que el Bernabéu me vino muy grande, no daba la talla para jugar en el Madrid".
Los debuts masivos han sido cosa de huelgas y de José Mourinho, empeñado en apropiarse estrenos de canteranos en partidos intrascendentes para poder colgarse la medalla. En 1982, la plantilla profesional del Madrid fue una de las cuatro de Primera División que secundaron el paro convocado para el 11 de abril de ese año (Castellón, Valencia y Zaragoza fueron los otros tres equipos que hicieron huelga). Ese día, los blancos jugaron en Castellón con jugadores del Castilla. Ganaron los cachorros blancos 1-2 con goles de Míchel y Salguero. El ‘Madrid’ jugó ese día con Ochotorena; Juanito, Espinosa, Salguero, Casimiro; Fraile, Francis, Míchel; Serrano, Juliá y López Miró. También jugaron Chendo y Bernardo. De aquel equipo, Juanito, Espinosa, Casimiro, Serrano, Juliá y López Miró son los jugadores que cuentan en su historial deportivo su efímero paso por el primer equipo del conjunto blanco. Muchos pudieron haber brillado, caso de Juanito, un formidable lateral derecho que tuvo la mala suerte de romperse en uno de los históricos duelos del Castilla ante el West Ham en la Recop de Europa. O Espinosa, un notable central, que triunfó en el Sporting de Gijón en los 80 y 90. Junto con 'el otro Casimiro' (el actual madrididista Casemiro se llama, en realidad, Casimiro) formaban parte del Castilla que disputó la final de Copa ante los mayores en 1980.
Dos años más tarde, en 1984, en la segunda huelga del fútbol profesional español, y esta vez secundada por todos los equipos de Primera División, los blancos empataron en Gijón (1-1). Entonces acudió el equipo Juvenil que estaba al mando de Toni Grande y algunos de ellos utilizaron un sobrenombre para evitar ser acusados de esquiroles y eso que solamente cumplían órdenes del club. Pues bien, de esos 13 jugadores que empataron en El Molinón, sólo uno jugó más de un partido de blanco con el primer equipo: fue El Pipiolo Losada…
En los ochenta de la movida madrileña apareció Julen Lopetegui por la antigua ciudad deportiva blanca. Como el central Juan Carlos Mandiá, sólo jugó un partido oficial con el Madrid. El destino les hilvanó como entrenadores del Castilla. El gallego cogió el filial blanco en la 2007-08 y el año siguiente pasó a manos del actual técnico del Sevilla. Mandiá, mano derecha de Míchel en los últimos años, recuerda para AS aquella única experiencia con la elástica blanca, un 0-0 en Balaídos en Liga, en 1988. "Como mi debut era en Vigo y yo soy de Lugo, mi familia fletó un pequeño autobús para ir a verme". Era un Madrid con nervio. "Beenhakker fue muy cálido con nosotros y recuerdo a Camacho echándonos la... (se corrige) dándonos instrucciones a los jóvenes antes del partido".
El zaguero venía del Castilla y solventó la papeleta, pero no hubo segunda llamada. "Quizá me faltaba algo de nivel para el Madrid", admite. A Mandiá poco dado a guardar sus recuerdos como futbolista, le pica la curiosidad por encontrar imágenes de aquello ("entonces no emitían mil partidos como ahora") y conserva la vieja camiseta de ese día gracias a su madre y a su hija. "Ellas han evitado que se perdiera".
En la época más reciente, gracias a baremos como Transfermarkt, la web especializada en establecer el valor de mercado de los futbolistas profesionales, podemos saber lo que han terminado valiendo muchos de esos jugadores que sólo tuvieron un día de gloria en el Madrid. Y pasan de los 250 millones de euros. En la última década sólo tuvieron esa única aparición fugaz estrellas actuales como Fabinho (70 millones), internacionales españoles como Marcos Alonso (45M€) y Pablo Sarabia (40M€) y talentos que terminaron en Primera como Willian José (30M€), Omar Mascarell (10M€), Joselu (7,5M€), Álex Fernández (7,5M€), Mosquera (6M€), Juanfran (5M€), Cristo González (5M€), Tejero (3M€), Javi Sánchez (3M€), José Rodríguez (3M€) o Juankar (2,5M€).
Este último, el Galgo de Boadilla, hoy en el Panathinaikos griego, redondeó su debut y canto del cisne con el Madrid el 3 de octubre de 2010 en un 6-1 al Deportivo con una entrevista postpartido antológica en El Larguero. "Cuando llegué al vestuario estaban todas las taquillas ocupadas, así me cambié al lado de un extintor...", explicó, ufano, antes de revelar que Mourinho tiene un arma secreta para ganarte en las distancias cortas. "Es un buen tío y además ¡huele muy bien!".
Otro de los más viajeros ha sido el mediocentro Marcos Tébar, que se estrenó en la última jornada de la 2008-09 de la mano de Juande Ramos, en El Sadar y acaba de retirarse recientemente tras convertirse en todo un veterano del fútbol... de la India. Sólo tuvo esa actuación aunque pasó cuatro años a caballo entre el filial y el primer equipo. "Cuando me fui a otros equipos me preguntaban cómo era compartir vestuario con Zidane, Raúl, Guti o Cristiano", admite, riendo, a AS. La elástica con el 37 que vistió ante Osasuna luce en su salón en Madrid. Premio a un madridista "desde niño" y casi también a su padre, también hincha blanco. "¡Estaba casi más emocionado que yo!", bromea.
Zidane no ha sido tan prolífico como lo fue Mou, aunque ha incluido en ese club de los futbolistas que saborearon el Madrid aunque fuera por un día a su hijo mayor, Enzo, con 21 años. Ocurrió en noviembre de 2016 contra la Cultural en Copa y el mayor de la descendencia Zidane no ha logrado levantar su carrera desde entonces. Hizo las maletas para irse a Suiza y Portugal y ahora las tiene en el trastero, porque está sin equipo.
Los últimos, de momento, son los castillistas Marvin y Sergio Arribas, en San Sebastián en la primera jornada de esta Liga. Pero su historia en el Madrid sigue su curso. Están a tiempo de traspasar esa barrera invisible del primer y único día en el Real Madrid.