Se cumplen 90 años del primer Mundial de la historia. Un torneo lleno de anécdotas y con algunas de las primeras estrellas del deporte. El anfitrión se llevó el título.
90 años. Ese es el lapso de tiempo que ha pasado desde la primera celebración de un Campeonato del Mundo de Fútbol por primera vez en la historia. Desde entonces, se han disputado 20 ediciones de un campeonato y han sido siete campeones más de un torneo en el que, cada cuatro años y con la excepción de los años 1942 y 1946 por la Segunda Guerra Mundial, todas las naciones compiten por alzarse con la gloria y con el preciado título de campeón del mundo.
Todo empezó con la creación de la FIFA, que planteó en su primer congreso el día 21 de mayo de 1904 en París la posibilidad de formar un torneo internacional en el que pudieran participar las diferentes naciones del mundo. El primer interesado en la idea fue Robert Guérin, representante francés y primer presidente del organismo. Sin embargo, la llegada del también francés Jules a la presidencia de la FIFA supuso el impulso definitivo.
En 1928, se aprobó en plena celebración de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam la propuesta de organizar un campeonato del mundo a partir de 1930, aunque la decisión final de la sede se tomaría en un Congreso que la FIFA celebró en Barcelona entre el 17 y el 18 de mayo de 1929.
Varios países europeos presentaron su candidatura, aunque finalmente fue Uruguay quien se llevó el gato al agua, gracias a su promesa de asumir los gastos del torneo y sobre todo por la conmemoración de la Jura de su Constitución. Sus victorias en fútbol en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 también fueron un acicate para sus aspiraciones de albergar la primera cita mundialista de la historia.
La designación de Uruguay como sede provocó el malestar en varias naciones europeas. Varios de ellos declinaron participar debido al largo viaje que debían emprender en barco hasta el país charrúa, ya que esto último suponía costes casi inasumibles. España renunció a la cita, pese a que estaba invitada, y lo hizo entre otros motivos, por los mencionados anteriormente.
Finalmente fueron 13 las selecciones nacionales que decidieron ser partícipes de esta primera Copa del Mundo, con Uruguay de anfitriona. Solamente cuatro equipos europeos (Francia, Yugoslavia, Rumanía y Bélgica) disputaron el torneo ante las renuncias de otras como Suecia e Inglaterra. Por parte del continente americano participaron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Paraguay y Perú.
Sin clasificación por eliminatorias como lo conocemos actualmente, se constató con una fase de clasificación formada por cuatro grupos, el primero formado por cuatro equipos, mientras que los otros tres lo formaban tres equipos cada uno. Una decisión final que dirimía de la idea original, que era un torneo de eliminación directa, pero el escaso número de participantes obligó a configurar una fase de grupos.
El ganador del partido en la fase de grupos se adjudicaba dos puntos en el casillero, uno en caso de empate y ninguno en caso de derrota. Se decidió que, en caso de que dos equipos estuviesen igualados a puntos tras la última jornada, se produjera un partido de desempate. Pasaron solamente los líderes de cada uno de los grupos, de tal manera que accedían directamente a las semifinales.
- Grupo 1: Argentina (6 puntos), Chile (4 puntos), Francia (2 puntos) y México (0 puntos)
- Grupo 2: Yugoslavia (4 puntos), Brasil (2 puntos) y Bolivia (0 puntos).
- Grupo 3: Uruguay (4 puntos), Rumanía (2 puntos) y Perú (0 puntos)
- Grupo 4: Estados Unidos (4 puntos), Paraguay (2 puntos) y Bélgica (0 puntos).
La primera semifinal se disputó el día 26 de julio de 1930 entre Argentina y Estados Unidos, que acabo con goleada de la albiceleste por 6-1 en el marcador. La segunda semifinal se celebró al día siguiente, el 27, entre Uruguay y Yugoslavia, que finalizó con victoria charrúa también por 6-1 en el marcador.
La final del torneo la disputaron las selecciones de Uruguay y Argentina. Una final que ya desde el primer momento tuvo sus momentos de polémica. En lo relativo a los clubes, ninguno de los equipos se puso de acuerdo acerca del balón con el que debían disputar la final. La resolución sobre ese tema, acabó con que cada equipo jugaría una parte con su esférico, según las versiones de los medios locales.
Con referencia a los aficionados, entre 10.000 y 15.000 hinchas se desplazaron hasta Montevideo para presenciar una final marcada, precisamente, por la tensión derivada de la rivalidad existente entre ambos países. Algunos futbolistas argentinos denunciaron las presiones y los insultos que recibían de los hinchas uruguayos durante la disputa del campeonato.
La final acabó con la victoria local por 4-2. Uruguay se adelantó con gol de Pablo Dorado a los 12 minutos. Carlos Peucelle igualó la contienda en el minuto 20 y Guillermo Stábile en el 37’ dieron la vuelta al primer gol de Uruguay, que firmó la remontada con los goles de Pedro Cea, Victoriano Iriarte y Héctor Castro para sentenciar la final y proclamarse campeón de la Copa del Mundo por primera vez. La alegría fue tal que, al día siguiente, se declaró fiesta nacional en el país.
Uruguay se llevó el primer Mundial de la historia, que se celebró en su país. Y es importante destacarlo porque fue un aspecto clave para entender lo que sucedió durante todo el torneo y, especialmente, en la final contra Argentina.
No cabe duda de que la Celeste tenía, sino el mejor, uno de los mejores equipos del Mundial. Nasazzi, Cea o Scarone eran algunas de las estrellas de una generación histórica. Fueron capaces de superar a sus rivales en la primera fase: ganaron a Perú por 1-0 para luego arrollar a Rumanía 4-0. En la semifinal, otra goleada: 6-1 ante Yugoslavia. Se presentaron al último partido contra la otra gran favorita, la Argentina de Stábile.
Fue en la final donde más se palpó el ambiente agresivo que sufrían las selecciones visitantes cuando jugaban contra el anfitrión. La Albiceleste se llevó la peor parte por la rivalidad que existía entre los dos países. Los futbolistas argentinos han declarado en varias ocasiones que pasaron miedo en aquel 30 de julio de 1930. El marco de violencia era tal que hasta el árbitro del encuentro, el belga John Langenus, aceptó el trabajo bajo la condición de tener un barco a su disposición para dejar el país en caso de problemas de seguridad.
Los 90.000 espectadores uruguayos que abarrotaban el Estadio Centenario de Montevideo insultaron a los rivales sin parar y les lanzaron objetos. Todos debieron ser cacheados antes de entrar para evitar que portaran armas de fuego. Dentro del campo, los futbolistas uruguayos fueron muy agresivos, repartiendo incontables patadas y golpes. Por si fuera poco, algunos jugadores visitantes aseguraron haber sido amenazados por la policía y el ejército.
Esto hizo mella en la moral de los argentinos, que acabaron sucumbiendo a pesar de irse al descanso ganando por 2-1 con goles de Peucelle y Stábile. "Mejor que perdamos, sino aquí morimos todos" comentó en el vestuario el defensor Fernando Paternoster. Incluso Luis Monti, una de las estrellas del equipo y de los más odiados por la afición ‘charrúa’, no jugó la segunda parte por miedo, según reconoció años después su compañero Francisco Varallo. Entró a la caseta llorando. Más tarde se supo el motivo: habían amenazado de muerte tanto a él como a su familia si ganaban el partido. "Cuando se caía al suelo un jugador uruguayo, Monti corría a ayudarlo a levantarse. No debió jugar ese partido", contaba Varallo.
Finalmente, Uruguay pudo remontar el partido. Los goles de Dorado en la primera mitad y de Cea, Iriarte y Castro en la segunda le dieron a la Celeste el primer Mundial de la historia, un título que puedo repetir veinte años después en Brasil.
Clave en la modernización de Uruguay como país y joya de la corona del fútbol en su momento, la construcción del Estadio Centenario estuvo ligada a la organización del Mundial. El uruguayo Juan Sacasso fue el arquitecto del estadio que iba a albergar los principales partidos de la competición.
Su construcción, que comenzó cinco meses antes del comienzo del torneo, no pudo concretarse antes del inicio de éste, debido a las condiciones climatológicas adversas que obligaron a que se disputasen los seis primeros partidos de los 18 del Mundial en otros dos recintos deportivos y a retrasar su apertura al 18 de julio, en lugar del 13, fecha en la que empezó la competición.
Todos los elementos del estadio tienen un significado especial. Sus cabeceras se llamaron Colombes y Ámsterdam como homenaje a los oros olímpicos de la selección en los años 1924 y 1928. Además, cabe mencionar la Torre de los Homenajes donde se erige la Tribuna Olímpica, dónde se sitúa hoy el Museo del Fútbol Uruguayo.
La repercusión que tuvo su construcción y su relevancia provocaron que la FIFA lo declarara como "Monumento Histórico del Fútbol Mundial" en el año 1983. También sirvió como sede para las ediciones de la Copa América en los años 1942 y 1956, para jugar el primer partido de la Copa Intercontinental en 1960 y actualmente, este estadio es utilizado por la selección de Uruguay en los partidos oficiales en los que le toca ejercer como equipo local.
Ante la imposibilidad de celebrarse el partido inaugural en el Centenario por las lluvias torrenciales, el Gran Parque Central fue la primera gran alternativa. Se trata del estadio más antiguo de toda América y el decimoquinto en la historia. Fue el escenario principal de los partidos de la 'Celeste' desde su inauguración en 1900 hasta 1930 con la construcción del Estadio Centenario. No solo es trascendente por lo deportivo, sino también por estar vinculado a la historia de Uruguay.
El aforo inicial fue de 5.000 personas, aunque tras dos remodelaciones posteriores se amplió primero a 15.000 espectadores y en la actualidad, a más de 34.000 espectadores. En él se jugó el otro partido inaugural del torneo entre Estados Unidos y Bélgica con victoria norteamericana (3-0), además de otros cinco encuentros de la primera fase, el Yugoslavia-Brasil (2-1), Argentina-Francia (2-1), Chile-México (3-0), Yugoslavia-Bolivia (4-0) y Estados Unidos-Paraguay (3-0).
Con respecto al Estadio Pocitos, fue inaugurado por el mismo arquitecto que el estadio Centenario, Juan Sacasso, en el año 1921, con una capacidad para mil espectadores. Hasta el año 1933, fue propiedad del Club Atlético Peñarol, momento en el que los ‘Carboneros’ se mudaron al Centenario. En 1940, la cancha desapareció ante los proyectos de rehabilitación de los terrenos dónde se había edificado la cancha para la construcción de un barrio residencial de alto valor inmobiliario.
Solamente albergó dos partidos de la fase de grupos del campeonato. El primero, el Francia – México, que acabó con victoria francesa por 4-1 con la efeméride de que el delantero francés, Lucien Laurent, pasó a la historia por ser el primer goleador mundialista; y el Rumanía Perú, que terminó con triunfo rumano por 3-1 en el marcador.
El presidente de la FIFA, Jules Rimet, viajó en el Conte Verde hasta Uruguay junto a tres árbitros de la competición, tres de las selecciones europeas que disputaron la primera edición y con él, el trofeo de la Copa Mundial de la FIFA con el que posteriormente se le dedicó un homenaje brindándole su nombre.
Rimet ordenó a su creador, el orfebre Abel Lafleur, la creación del trofeo como homenaje al campeón del torneo. Éste era de color dorado con una representación de Niké, la diosa griega de la victoria, que a su vez sujetaba una copa con forma octogonal, y contaba con una base de mármol donde se grababa a los campeones del torneo. José Nasazzi, capitán de la selección de Uruguay, fue el primer jugador de la historia en levantar este galardón tras la victoria en la final sobre Argentina.
Es a partir de 1946 cuando la Copa adquiere el nombre del que era el promotor del torneo, tras un Congreso realizado en Luxemburgo. Desde su creación, solamente cinco selecciones levantaron, al menos, una vez dicho trofeo. Uruguay en 1930 y 1950 en Brasil con el famoso Maracanazo, la propia Brasil en tres ocasiones (1958, 1962 y 1970), Italia en 1934 y 1938, Alemania Federal en 1954 e Inglaterra en último lugar en el año 1966.
José Nasazzi: es el jugador más laureado de la historia de Uruguay. Además del Mundial de 1930 ganó dos medallas de oro en Juegos Olímpicos, cuatro Copas América y dos campeonatos urugayos. Uno de los centrales más temidos en la década de los ’20 y los ’30. Los historiadores de fútbol hablan de él como defensor portentoso con un gran liderazgo. Fue elegido mejor jugador del Mundial de Uruguay.
Guillermo Stábile: el primer máximo goleador de un Mundial de fútbol. Anotó 8 goles en Uruguay, siendo, para muchos, el mejor jugador de aquel torneo. Leyenda de Huracán, tras 119 partidos y 102 goles con el Globo se marchó a Europa, donde jugó en Italia y Francia. Después destacó como entrenador, especialmente con la selección argentina, con la que ganó seis Copas América.
Bert Patenaude: el norteamericano de ascendencia francesa fue la gran estrella de Estados Unidos en Uruguay 1930. Tiene el récord de ser el primer jugador en marcar un hat-trick en un Mundial, aunque estuvo muchos años en duda ya que uno de los tantos se lo daban a su compañero Tom Florie. Finalmente, la FIFA acredito el hito. Hizo toda su carrera en su país y pertenece al National Soccer Hall of Fame.
Héctor Scarone: conocido como el ‘Mago’, Scarone era considerado como uno de los mejores delanteros del mundo. Hizo la mayor parte de su carrera en Nacional, equipo del que es segundo máximo goleador con 301 goles, pero también jugó en Barcelona, Inter Milan y Palermo. Como Nasazzi, ganó el Mundial, dos Juegos Olímpicos y cuatro Copas América. Sigue siendo el cuarto máximo anotador de la Celeste.
José Pedro Cea: otro delantero total. El mejor compañero de Scarone en el Mundial de 1930. Fue el máximo goleador de su selección en el torneo con cinco tantos en cuatro partidos, incluido uno en la final clave para llevarse el título. Hay que sumarle dos Copas América y dos Juegos Olímpicos. También fue ídolo de Nacional de Montevideo con el que ganó el título en 1933 y 1934. Como entrenador, dirigió a la selección uruguaya, ganando la Copa América de 1942.
Luis Monti: italo-argentino, Monti era un mediocampista de gran calidad y uno de los líderes de la selección argentina. No pudo levantar el título en Uruguay, pero si cuatro años más tarde en el Mundial de Italia 1934 jugando para la selección azzurra (en aquella época se podía cambiar de selección si se tenía la nacionalidad). Tiene un gran palmarés: en Argentina ganó tres copas de Primera División con San Lorenzo y una con Huracán. En su etapa en Italia levantó cuatro Serie A y una Coppa Italia con la camiseta de la Juventus.
Milutin Ivkovic: fue el capitán de la selección yugoslava y su principal referente. No llegó a levantar ningún título, pero su figura fue siempre recordada. Jugó casi toda su carrera en el SK Jugoslavija (235 partidos). Podía jugar de central y de lateral. Fuera del fútbol, se matriculó en medicina en la Universidad de Belgrado en 1925 y se graduó seis años después. Sin embargo, fue arrestado varias veces por ser comunista y acabó fusilado en 1943.
El Mundial de Uruguay fue uno de los más especiales de la historia. No solo por ser el primero, también por la cantidad de anécdotas y detalles que dejó para los anales del deporte. El fútbol en aquella época era muy diferente al actual. Desde el propio juego hasta los entrenamientos, pasando por las normas tenían poco que ver con lo que vemos actualmente. Un ejemplo es que para aquel torneo muchos de los futbolistas usaron boina. El motivo, el duro cuero del que estaban hechas las pelotas. Los futbolistas preferían protegerse la cabeza para evitar chichones.
Hablando de balones, cabe recordar que para la disputa de la final, Argentina y Uruguay presentaron cada uno el suyo. Ante la indecisión para elegir uno, el árbitro del encuentro, el belga John Langenus, decidió que se jugaría la primera parte con el argentino y la segunda con el uruguayo. Sorprende que la primera mitad se la llevase la Albiceleste por 2-1 y los anfitriones pudiesen remontar en la segunda para finalizar 2-4.
Otra anécdota que permite entender el gran cambio que ha dado el fútbol sucedió en el partido por el tercer y cuarto puesto. Bueno, mejor dicho, en el ‘no partido’, ya que nunca llegó a jugarse. Debían enfrentarse Yugoslavia contra Estados Unidos. Sin embargo, los europeos no se presentaron ya que aseguraron sentirse gravemente perjudicados por el árbitro en su semifinal contra Uruguay. Lo más llamativo es que habían perdido 6-1.
Aquel Mundial lo jugaron 13 equipos. Aunque estaban invitadas otras selecciones europeas, sólo cuatro decidieron viajar. El resto se echó para atrás por diferentes motivos. El principal era lo lejos e inaccesible que estaba Uruguay. Solo se podía ir en barco y el viaje era largo y peligroso. Otra de las razones principales era el costo que suponía para los países. El gobierno uruguayo se comprometió a ayudar a los equipos, pero los precios eran desorbitados. Se cuenta que los jugadores franceses no querían participar, pero Rimet, presidente de la FIFA, los obligó. El sorteo de la competición se realizó solo tres días antes del comienzo, algo impensable en la actualidad.
Otro detalle curioso lo protagonizó la selección de Rumanía. Tenían el apoyo total de su rey, Carol II, criado en Escocia, donde se aficionó al fútbol. Incluso algunos historiadores aseguran que se sumaba a entrenamientos con el resto de chicos. Sin embargo, el problema era que la mayoría de sus jugadores trabajaban para la empresa de petróleo Anglo-Persian Oil Company (la actual BP), y la misma no les permitía dejar sus puestos de trabajo durante los tres meses que estarían fuera. En ese momento, decidió intervenir Carol II, que habló con su primo Jorge V de Inglaterra, y este ayudó para aprobar la petición. Así, Rumanía pudo participar en el primer Mundial de la historia.