A Jesús Gil no le temblaba el pulso con los técnicos, llegando a utilizar a seis en una misma temporada. Con Luis Aragonés y con Antic tuvo una relación más especial, pero con el resto no tuvo miramientos...
Para mí echar a un entrenador es como tomarme una cerveza. Puedo echar a 20 en un año. Hasta cien si hace falta". Así era Jesús Gil y Gil, tanto para lo bueno como para lo malo. El que fuera presidente del Atlético de Madrid nunca se escondió y no le temblaba el pulso a la hora de tomar decisiones, aunque fueran erróneas y posteriormente lo admitiera. Tuvo peleas y trifulcas con jugadores, dirigentes rivales, árbitros y con los entrenadores, un colectivo con el que tuvo sus más y sus menos durante los años que estuvo al frente del club madrileño.
Gil probó con técnicos de todos los colores, españoles, extranjeros, algunos que venían precedidos de una gran fama y otros de la casa. La nómina de entrenadores fue muy larga y hubo dos con los que su trato fue especial y diferente: Luis Aragonés, con el que mantuvo una relación de amor-odio, y Radomir Antic, con el que consiguió el doblete y al que recurrió posteriormente en momentos muy complicados. Hasta seis entrenadores tuvo en la campaña 1993-94, donde Gil se acostaba con un técnico y se levantaba con otro. En esa campaña, en la que el Atlético acabó decimosegundo en LaLiga, batió su propio récord.
Menotti, Clemente, Jair Pereira, Maturana, Sacchi, Ranieri... Nombres ilustres que estuvieron bajo el mandato de Gil. Hubo dos etapas diferenciadas en su relación con los entrenadores. Desde la campaña 1987-88 hasta la del doblete, 1995-96, a Gil le costó atinar con los técnicos. Durante sus ocho primeros años en la entidad, solamente en un ejercicio, temporada 1991-92, empezó y acabó el mismo entrenador: Luis Aragonés. Ese año el Atlético fue tercero en LaLiga, ganó la Copa del Rey y llegó hasta los cuartos de final de la Recopa. La llegada de Radomir Antic le dio una estabilidad hasta entonces desconocida y el técnico serbio aguantó tres años. Pero su salida provocó de nuevo otra catarsis de técnicos y, lo que es peor, el descenso a Segunda en una temporada que había comenzado un entrenador de gran prestigio, como Claudio Ranieri. Luis Aragonés cerró el círculo y con él dejó la presidencia en 2003. El 'Sabio de Hortaleza' desoyó importantes ofertas para llevar al Atlético a la máxima categoría, lo que acabó logrando. Con Luis, lo dicho, amor-odio a partes iguales.
Porque Luis fue el primero que desató la ira del presidente nada más llegar al Atlético. Aragonés quiso saber qué iba a pasar con su futuro nada más aterrizar Gil en el club. Según el entrenador, el fallecido Vicente Calderón le había prometido el puesto de mánager general y 70 millones de pesetas de sueldo. Se produjo un altercado entre entrenador y presidente, que estuvieron a punto de llegar a las manos. Luis entró en el despacho de Gil: "Tú aquí no eres nadie", a lo que Gil respondió: "A mí me han elegido los socios, a ti no". El primer entrenador de la era Gil en el Atlético fue de campanillas: César Luis Menotti. El argentino había dirigido al Barcelona, al Boca Juniors, además de a la albiceleste. Pero la fama de Menotti no le valió de mucho y el 22 de marzo, antes de acabar la temporada, Gil le despidió. José Armando Ufarte, una leyenda atlética, cogió el equipo de manera provisional, pero finalizó Briones, quien fue una especie de apagafuegos en el Atlético. Esa campaña acabó con futbolistas históricos fuera del equipo: Quique Setién, Quique Ramos, Landaburu...
La temporada 1988-89 fue muy movida y trajo hasta cinco cambios de entrenador: Maguregui, Briones, Atkinson, Addison y, de nuevo Briones. "A Maguregui la plantilla se le fue de las manos", dijo cuando le cesó. El 13 de octubre de 1988 llegaron Atkinson y Addison. El 18 de enero de 1999 echó al primero del que dijo: "Vino aquí de guapo y de vividor. Es intransigente, informal y cabezón". Gil mantuvo a Addison como principal responsable. El ejercicio acabó de nuevo con Briones en el banquillo y ya asomaba Clemente.
"Vino aquí de guapo y de vividor. Es intransigente, informal y cabezón"
Sobre Ronald Atkinson, en 1989
La campaña 1989-90 llegó con el técnico vasco en el banquillo rojiblanco. Fue la etapa de Pizo Gómez, Bustingorri, Abadía, Patxi Ferreira... Clemente hizo un fútbol poco estético pero práctico. Clemente tampoco aguantó el año. "Como no íbamos a seguir juntos la próxima temporada, lo mejor es dejarlo ya", dijo Gil cuando le cesó el 27 de febrero. Fichó a Joaquín Peiró, pero Briones, una vez más, fue quien tuvo que sentarse en el banquillo hasta la llegada del Galgo del Metropolitano. Una temporada anodina, con el Atlético cuarto en LaLiga.
La temporada 1990-91 comenzó a lo grande en este sentido y Peiró dejó el equipo al acabar la pretemporada. Gil fichó a Tomislav Ivic, procedente del París Saint Germain, un entrenador que le dio al equipo un gran resultado. Fue la temporada del récord de imbatibilidad de Abel, que permaneció 1.275 minutos sin encajar un gol (14 jornadas). El Atlético de Ivic ganó la Copa, aunque fue Iselín Santos Ovejero quien se sentó en el banquillo en la final ante el Mallorca. Fue la temporada en la que llegó Schuster al club.
En la campaña 1991-92 el Atlético lo lideró Gil en el palco y... Luis Aragonés en el banquillo. Pelillos a la mar. El presidente tuvo una temporada tranquila y El Sabio de Hortaleza aguantó todo el año. El Atlético peleó casi hasta el final por el título liguero y se llevó la Copa en el histórico partido ante el Real Madrid en el Bernabéu (0-2), con goles de Schuster y Futre. Una temporada después, ejercicio 1992-93, Luis siguió en el banquillo, pero ya no aguantó hasta el final. El 5 de febrero cesó el entrenador madrileño, tras un partido copero ante el Barcelona (0-5) y llegó Omar Pastoriza, aunque Ovejero se tuvo que sentar en el banquillo como técnico puente: "Se nota que es un profesional que viene a trabajar, a triunfar y que no viene a llevárselo, que el dinero no le importa". Duró 30 días en el cargo. "No vuelvo a entregar el club a un entrenador que haga y deshaga lo que quiera". Ovejero volvió a hacer la labor oscura para que acabara el ejercicio Cacho Heredia. Esa campaña fue la última de Schuster y Futre y el club se transformó en Sociedad Anónima Deportiva.
En la campaña 1993-94 Gil rizó el rizo. Jair Pereira, Cacho Heredia, Emilio Cruz, José Luis Romero, Ovejero, D'Alessandro... Jair Pereira dejó el equipo a mediados de octubre: "Si Gil está nervioso es su problema. Yo estoy muy tranquilo y no he pensado en mi destitución", dijo poco antes de irse. Nadie fue capaz de enderezar el rumbo de un equipo que coqueteó con el descenso. Fue D'Alessandro quien tomó el mando del equipo el 21 de marzo. En el último partido liguero el Atlético ganó al Rayo Vallecano y evitó la promoción: "Se acabó la pesadilla", dijo el entrenador cuando finalizó el choque.
"Nunca pude hablar con él porque cuando se acostaba me levantaba yo".
Sobre Alfio Basile, en 1995
La temporada 1994-95 comenzó con un entrenador de gran prestigio, el colombiano Pacho Maturana sentado en el banquillo del Atlético. Pero el equipo, al que habían llegado jugadores como Geli o Simeone, fue un desastre casi desde el inicio de temporada y volvió a estar en puestos de promoción. Gil cesó a Maturana y regresó D'Alessandro, pero esta vez no fue tan efectivo. Gil fichó a Alfio Basile para el banquillo, pero el drama volvió a sobrevolar la entidad del Vicente Calderón. El 6 de junio, a poco de finalizar el ejercicio, Basile explotó: "Usted es un demagogo mentiroso y no tiene ni idea de fútbol". Las palabras de Basile dieron como resultado su salida del club y fue Carlos Sánchez Aguiar quien tuvo que certificar que el Atlético siguiera en Primera con un dramático partido en el Sánchez Pizjuán. Gil posteriormente diría sobre Basile: "Nunca pude hablar con él porque cuando se acostaba me levantaba yo".
Antic trajo el buen fútbol, una temporada inolvidable y tres años de tranquilidad. Fue el Atlético del doblete, con Imperioso celebrando el título por las calles de Madrid. El equipo jugó la Champions, ilusionó a los suyos, Gil fichó a estrellas como Vieri y Juninho... Pero la salida del técnico serbio y la entrada de Jesús Gil en política propiciaron lo peor. En la campaña 1998-99 fue Sacchi el elegido para el banquillo. En la pretemporada introdujo muchas novedades en Los Ángeles de San Rafael, montó un gimnasio y desde un principio dejó patente su obsesión por la táctica. Educado y simpático, no terminó de cuajar en el Atlético. Fue la etapa de jugadores procedentes del Calcio, de los Torrisi, Serena, Jugovic... El Atlético merodeó por la parte media baja de la tabla y Sacchi tuvo que irse. Llegó Carlos Sánchez Aguiar, pero acabó el ejercicio Antic, quien regresó el 22 de marzo. El Atlético jugó la final de Copa ante el Valencia, el 26 de junio, perdió, y llegó a las semifinales de UEFA. Tras el partido copero Gil despidió en el estadio olímpico de Sevilla a Antic y anunció su sustitución por Ranieri, el técnico del Valencia que acababa de ganar el título. "Un mal trago que había que pasar". Otro capítulo más de la especial relación de Gil con sus entrenadores.
En la temporada 1999-00 llegó el descenso. La plantilla era de muchos quilates, con Hasselbaink en la punta de ataque. Pero fue el año de la intervención judicial y el 22 de diciembre la Guardia Civil entró en el estadio Vicente Calderón. Una situación impropia para un club como el Atlético. Ranieri no convenció a nadie, el equipo se metió en una vorágine de malos resultados, incapaz de levantarse y Gil volvió a tirar de Antic. Pero descendió. Y perdió la final de Copa, el 27 de mayo, ante el Espanyol, la de gol de Tamudo a su amigo Toni Jiménez. Fernando Zambrano acabó la temporada.
El primer añito en el infierno tuvo a Zambrano en el banquillo. Pero fue Marcos Alonso quien llevó las riendas del equipo durante toda la temporada, aunque al final se le dio el mando a Carlos García Cantarero. Lo único positivo y reseñable fue la irrupción de un chaval de las categorías inferiores, Fernando Torres, que daría mucho que hablar en años posteriores. El segundo año del infierno trajo de nuevo a Luis Aragonés al banquillo del Atlético. Y llegó el ascenso. Y en la temporada 2002-03, la última de Gil, fue el Sabio de Hortaleza quien fue llevando al equipo a la transición para los posteriores años en Primera. Luis y Gil. Gil y Luis. Dos grandes personalidades que coincidieron durante años en el Atlético.