Xavi, cinco años esperando el retorno del rey
Xavi, cinco años esperando
el retorno del rey

Especial Xavi

Xavi, cinco años esperando el retorno del rey

Hace un lustro, el Camp Nou homenajeó a uno de sus jugadores más emblemáticos. Un adiós apoteósico, pero sin tintes de despedida. Todo el mundo sabía que, más pronto que tarde, Xavi estaría de vuelta. Tras colgar las botas en las dunas de Doha, ha iniciado una carrera triunfal como entrenador en Qatar. El banquillo del Barça le espera…

Sus padres estaban en el palco, a pocos metros del abono que tienen asignado durante la temporada en el Camp Nou. Joaquim y Maria Mercè nunca habían visto un partido en la zona noble del coliseo blaugrana y ahora estaban a punto de ver la despedida de su hijo en primera línea. Acompañados de sus otros tres vástagos, de los padres de Nuria, la esposa de su hijo, y por varios amigos del futbolista, los padres de Xavi nunca olvidarán ese 23 de mayo del 2015. Era el último partido de Liga, contra el Deportivo, totalmente intranscendente porque el Barcelona ya se había proclamado campeón varias jornadas antes, pero las gradas estaban abarrotadas. Más de 80.000 corazones latían junto al hombre que les había robado el corazón.

El homenaje

Todos querían despedirse de Xavi Hernández tras 17 temporadas en el Barcelona. Una enorme pancarta de agradecimiento se desplegó en las gradas ante los ojos vidriosos de unos padres que no podían estar más henchidos de orgullo. Con pasillo incluido del rival, Xavi saltó al terreno de juego con el brazalete de capitán que había lucido a lo largo de toda la temporada.

El partido acabó con un 2-2 en el marcador. Antes, el central del Depor, Alberto Lopo, le pidió angustiado al descanso que bajaran las revoluciones. El equipo rival se estaba jugando la permanencia. El egarense no acabó el partido: fue sustituido en el minuto 84. Luis Enrique quería que viviera su noche más mágica y que recibiera cuantos más aplausos y felicitaciones mejor.

Fue al final del encuentro cuando la emoción se desbordó. Primero Xavi levantó el trofeo de La Liga entregado de manos de Angel María Villar. El capitán lo primero que hizo fue alzar el título, enseñarlo a la afición y ponérselo en la cabeza. Después de las fotos con los compañeros y con el título, llegó el momento de dar la vuelta de honor al estadio. Visiblemente emocionado, el jugador recibió un baño de multitudes, con una afición totalmente entregada a sus pies.

Sin embargo, no iba a ser todavía este su último partido con la camiseta del Barcelona ni tampoco el último encuentro en el Camp Nou. Siete días más tarde, el egarense levantaba el trofeo de la Copa del Rey en el coliseo blaugrana tras vencer 3-1 al Athletic. Y aún le quedaba una bala más en la recámara, quizás la más esperada y ansiada por el barcelonismo: la final de la Champions ante la Juventus en Berlín.

El 6 de junio del 2015, Xavi Hernández puso un epílogo brillante en su carrera en el FC Barcelona, levantando la Champions por cuarta vez. Pero esta vez era más especial, si cabe. No sólo porque lo hacía como capitán sino porque ponía punto y final a una carrera extraordinaria con un nuevo triplete. Era su título número 25 y seguramente uno de los más especiales.

Ese año había tenido sus tiras y aflojas con Luis Enrique. No era titular y no tenía toda la presencia que él esperaba, pero asumió siempre su suplencia, pensando antes en el equipo que en él mismo. Es verdad que técnico asturiano le había advertido en pretemporada que no tendría todos los minutos, pero también le insistió que lo consideraba un jugador vital, tanto dentro como fuera del campo. Y Xavi, que tenía ya un pie y medio en el New York City de la mano de Ferran Soriano, aceptó el reto.

Y no se arrepintió. Y seguramente Luis Enrique tampoco. Y aún menos tras su desencuentro con Leo Messi en el primer entrenamiento del 2015, donde saltaron chispas, tantas que podrían haber acabado electrocutando el club. Pero Xavi ejerció de certero electricista y supo desconectar la corriente cuando estaba a punto de cortocircuitear el club. No sería la primera vez que el centrocampista ejerciera sus dotes de mediador de la ONU: siete años antes tuvo que convencer a Pep Guardiola para que no fulminara a Samuel Eto’o.

Hizo de electricista entre Luis Enrique y Messi para que el club no cortocircuitara como siete años antes convenció a Guardiola para que no fulminara a Etoo

Messi, reconducido por Xavi, reaccionó con furia en el campo al envite del entrenador y sacó toda su rabia en un final de temporada espectacular que llevó al equipo a ganar por segunda vez en su historia el triplete.

Xavi jugó 22 minutos en su último partido. Sustituyó a Iniesta en el minuto 68, justo tras el gol de Luis Suárez, que ponía en resultado a favor para los blaugrana, 2-1. Después llegó el 3-1 de Neymar en el último suspiro. El egarense dio en el campo una última exhibición de manejo y control de pelota. Era su partido número 767. Nadie en la historia del club había jugado tantos partidos oficiales en el FC Barcelona.

La tostadora y el gol

Pero todo final tiene un inicio. Y el de Xavi Hernández empezó con una tostadora. Fue el primer regalo que le hizo a su madre con el dinero que recibió del club blaugrana como infantil en el fútbol base. Con esas 3.995 pesetas en la mano, se fue orgulloso a casa para decirle a su madre que escogiera lo que quisiera. Los dos fueron raudos a una tienda de electrodomésticos cerca de la plaza Progrés, donde Xavi jugaba cada tarde después de acabar el colegio, para comprar la tostadora. Era su forma de redimirse de todas las veces que Maria Mercé le había dado dinero para que fuera al horno a comprar pan después del colegio, y que se había olvidado, al entretenerse dando balonazos a la pelota con sus amigos en la plaza del Progrés, para desespero del pobre kioskero, que veía como el balón acababa en el techo de su puesto cada dos por tres.

Con esas 3.995 pesetas se fue a casa para decirle a su madre que fueran de compras y escogiera lo que quisiera. Se compró una tostadora.

Xavi tuvo la suerte de encontrarse con Joan Vilà o Joan Vilà la suerte de encontrarse con Xavi. Fue su entrenador durante cuatro años, desde infantil A a juvenil A, ejerciendo asimismo de mentor y casi de pigmalion. El técnico vio muy rápidamente que tenía entre manos algo excepcional y que si era capaz de moldearlo se convertiría en una pieza única. Con Vilà, el egarense aprendió el ADN blaugrana hasta las últimas consecuencias: el amor por el balón, el rol de la posesión y el respeto por el equipo y los compañeros.

La quinta del Troya fue su batallón de camaradería. Durante los años en el fútbol base formaron un grupo indisoluble, que iban subiendo de peldaños y categoría de manera unísona. David Prats, Antonio Hidalgo, Toni Lobo. Sergio García y David Bermudo conocieron a Xavi desde la etapa del infantil y ya no se despegaron de él. Algunos de ellos como Prats, Lobo o García, están trabajando ahora el el staff de Xavi como ayudantes en Al Sadd.

Xavi Hernández ya era el capitán de los infaltiles cuando jugaban en los antiguos campos anexos al Miniestadi.

Aunque el momento más mágico de su etapa en el filial lo vivió en el Santiago Bernabéu durante el play off de ascenso a Segunda en 1998, cuando se enfrentaron al filial del Real Madrid. Con Van Gaal en el palco en el partido de vuelta -hacía tiempo que seguía a un centrocampista menudo que “nunca pierde un balón y lee antes que nadie la jugada”-, el Barcelona B se impuso 0-2 y ascendió a Segunda. Van Gaal robó en parte el protagonismo de los chavales por su manera tan entusiasta y desatada de celebrar los goles de Luis y Miguel Angel, que fue muy criticada por parte de los directivos blancos, sobre todo porque el play off ya estaba decidido desde el partido de ida tras el 5-0 en el Mini. En aquel equipo estaban también Carles Puyol, Gabri y un chaval que iba para estrella, pero que se acabó quedando a medio camino por culpa de su mala cabeza: el malagueño Mario Rosas.

Sus inicios en el primer equipo estuvieron ligados con el gol, aunque no fuera precisamente una de sus grandes virtudes. Marcó en su debut en el partido de vuelta de la final de la Supercopa de España ante el Mallorca, 2-1, aunque finalmente el equipo balear se llevó el trofeo, y también marcó un gol importante en Pucela ante el Valladolid (0-1), que dio los tres puntos al Barcelona cuando Van Gaal estaba más en la cuerda floja que nunca. De hecho, la leyenda negra cuenta que ese tanto que marcó de cabeza tras un rebote a un remate de Rivaldo, no fue celebrado por algunos de los pesos pesados de aquel vestuario, que empezaban a estar hasta la coronilla de los métodos duros e intransigentes del técnico holandés.

Xavi, con el número 26, tras marcar el gol que salvó la cabeza de Van Gaal. Scabarían ganando la Liga.

Xavi conocía muy bien cómo se las gastaba Van Gaal. Un día en su primera temporada en el primer equipo, el holandés le llamó a su despacho y le preguntó qué le parecía como había jugado el domingo, Xavi le contestó que no fue su mejor partido, y el técnico le inquirió: “No, está claro. Ha sido el peor”. Para lo bueno y para lo malo, el ex entrenador del Ajax siempre iba de frente.

Aquella temporada Xavi acabó jugando 17 partidos de Liga y marcando un gol, ese que no dicen las malas lenguas no fue celebrado por los pesos pesados. Y le sirvió para levantar su primer título de Liga.

Si hablamos de goles, el más recordado por la afición y también por el propio Xavi fue el que logró en el Santiago Bernabéu el 25 de abril del 2004. Aquella temporada fue la primera de Frank Rijkaard en el banquillo y los blaugrana rezumaban ilusión con un Ronaldinho como principal abanderado. Sin embargo, no fue hasta ese partido, que fueron realmente conscientes que estaban a las puertas de romper definitivamente la hegemonía blanca. El tanto que dibujó Xavi, con una vaselina prodigiosa a pase de Ronnie, sigue siendo uno de los iconos del barcelonismo del siglo XXI, una imagen con tanto poder, que para muchos refleja el fin de una etapa y el inicio de otra: el monopolio blanco y la resurrección blaugrana. Y el centrocampista puede disfrutarla siempre y cuando quiera gracias a una fotografía enmarcada y una pintura al óleo que tiene en casa de tan representativo momento.

Para los amantes de las estadísticas y los números, Xavi marcó un total de 85 goles en su carrera, repartidos de la siguiente manera: 58 en la Liga, 12 en la Champions, 9 en la Copa, 4 en la Supercopa de España, 1 en la UEFA y 1 en Mundial de Clubs. Como anécdota, sólo se quedó ‘seco’ en una competición: la Supercopa de Europa.

El divorcio y el dolor

Pero para sequía la que llegó tras su primera Liga con el primer equipo, temporada 1998/99. Cinco años de pesadilla, donde fueron triturando técnicos y presidentes de manera frenética. Van Gaal, Serra Ferrer, Carles Rexach, otra vez Van Gaal, Toño de la Cruz (un partido) y Radomir Antic se sumaron a Josep Lluís Núñez, Joan Gaspart y Enric Reyna, en una ruleta rusa de nombres y apellidos con un mismo resultado: cero títulos en cuatro temporadas.

Además Xavi era puesto en solfa por algunos sectores de barcelonismo que querían enfrentarlo a Pep Guardiola, convirtiendo su situación en un muro casi insalvable para un chaval de 20 años.

Cuando Galliani le ofreció a Xavi cinco veces lo que cobraba y a su padre dirigir al filial del Milan, Maria Mercè amenazo con divorciarse si se iban del Barça

Por suerte, la aparición de Adriano Galliani, con su maletín ‘rossonero’ lleno de billetes, para llevárselo al Milan de Zaccheroni, le hizo ver que su juego estaba siendo valorado en Europa. El vicepresidente acudió a su víctima como Mefistófeles a Fausto, regalándole los oídos y los bolsillos, pero la aparición de su madre, Maria Mercè, rompió el hechizo. Su amenaza de divorcio si el chaval cogía las maletas hacia la capital lombarda deshizo cualquier tentativa. Joaquim tuvo que quitarse de la cabeza la idea de entrenar el filial del Milan, tal como le había prometido Galliani entre las cláusulas del contrato, que por cierto, quintuplicaba el sueldo que cobraba Xavi en el Barcelona.

El culerismo recalcitrante de Maria Mercè cerró las puertas a una oferta irrenunciable. El joven centrocampista tragó sapos y culebras, soportando temporada tras temporada de fracasos estrepitosos y crisis abiertas en canal. Una etapa que futbolísticamente no le aportó mucho, pero que le sirvió para fortalecer su carácter y endurecer su alma. Aún no olvida cuando un comentarista de un medio de comunicación le llegó a definir como “el cáncer del Barça”.

La maestría de Xavi tirando faltas le hizo compartir esta suerte con el propio Leo Messi. Se sofronizaba, que diría Luis Aragonés.

La llegada de Frank Rikjaard, de Ronaldinho y de Joan Laporta aportó confianza, magia y empuje a un proyecto nuevo que empezaba casi de cero. Con el holandés, le costó tiempo y paciencia ganarle la mano, porque Rijkaard apostaba por un mediocampo cargado de músculo más que de cabeza. También era ya uno de los veteranos del equipo -sumaba su sexta temporada-, pero el vestuario le seguía viendo como un canterano. Hasta el día que se ganó los galones. En un partido de la Liga, iba a lanzar una falta, cuando el holandés Giovanni Van Bronckhorst se adelantó sin pedirle permiso. El egarense, curtido ya en mil batallas, se echó encima del defensa, recriminándole la acción. Al descanso se armó la marimorena, con el centrocampista, agarrando el cuello del internacional. Desde ese día, Xavi se ganó el respeto de todos. Había dejado de ser simplemente el canterano.

Sin embargo, la desgracia asoló pronto la figura de Xavi. Una grave lesión de cruzados en la rodilla derecha se le cruzó por el camino, haciendo migajas una temporada que apuntaba a histórica. El 2 de diciembre del 2005, en una jugada fortuita en un entrenamiento, en un giro brusco, el blaugrana notó un chasquido en la rodilla, echándose al suelo y reclamando la asistencia del masajista Angel Mur, quien fue el primero en darse cuenta de la gravedad de la lesión.

Operado por su cirujano de confianza, Ramon Cugat, el tiempo de baja previsto era de seis a siete meses, por lo que su presencia de cara al Mundial de Alemania estaba más en peligro que nunca. Sin embargo, Luis Aragonés le prometió un hueco si lograba recuperarse a tiempo, objetivo que le sirvió como principal motivación para acortar plazos en su recuperación.

En un tiempo récord, cinco meses, Xavi regresaba a una convocatoria. Si bien pudo ayudar al equipo en el tramo final de la Liga para ganarla tras seis años de sequía, no pudo hacerlo en la final de la Champions en París ante el Arsenal (2-1), donde permaneció todo el partido en el banquillo.

Respecto a las lesiones, Xavi tuvo una convivencia bastante cómoda. Aparte de la lesión de cruzados, sólo en el tramo final de su carrera en el Barcelona tuvo problemas en el sóleo. Aunque durante los primeros años lidió como pudo con su hombro derecho, siendo intervenido al final por sus numerosas luxaciones. El responsable fue Bolo Zenden. El extremo había sido campeón infantil de judo en su país y quiso demostrarle al canterano sus habilidades con una efectiva llave de hombro. El resultado fue desastroso: al tirarlo al suelo, le dislocó directamente el hombro derecho. A Van Gaal le dijeron que se había caído de la ducha, con la complicidad de los médicos, pero el técnico siempre albergó la sombra de la duda.

Pelopo

Se lo merece, Leo es el mejor del mundo sin discusión

Xavi, el día que Messi ganó el Balón de Oro por delante de él y de Iniesta

Tres años después de aquella final de la Champions en París, Xavi tocó el cielo con las manos. El centrocampista era proclamado ‘MVP’ en la final contra el Manchester United (2-1) en Roma. Un año antes había sido elegido mejor jugador de la Eurocopa. Un año y medio después de la final estaba compartiendo en París, con Leo Messi y Andrés Iniesta, el sueño de levantar un Balón de Oro, con el aval del Mundial de Sudáfrica, pero finalmente el trofeo se lo llevó el crack argentino. “Se lo merece siempre Leo, porque es el mejor del mundo; no hay discusión”, fueron sus primeras palabras tras conocer que había quedado tercero en la gala.

Fueron, sin duda, los años dorados del barcelonismo. “Sabíamos que éramos superiores a cualquier rival y que les podíamos ganar”, recuerda Xavi. Con Pep Guardiola en el banquillo se forjó un equipo admirado por todo el mundo, sólo comparable al mítico ‘Dream Team’ de Johan Cruyff, al que superó además con creces en títulos.

La camadería de ese vestuario era irreductible. El gesto de los capitanes, Puyol y Xavi, cediendo el título de la Champions a Eric Abidal para que levantara el trofeo en la final de Wembley del 2011, tras superar un cáncer de hígado, fue un mágico colofón a una etapa gloriosa.

Quién le iba a decir a ‘pelopo’, así se llamaban entre ellos la generación dorada del fútbol base blaugrana en una alusión al pelo corto y ligeramente rizado que lucían muchos de ellos (pelo polla), que iba a ser uno de los líderes del mejor Barça de todos los tiempos, flanqueado por dos genios como Sergio Busquets y Andrés Iniesta. Por cierto, Xavi llegó a ponerle el nombre de ‘Pelopina’ al yate de siete metros de eslora que tenía amarrado en el puerto de Palamós y que finalmente tras unos pocos años de uso -intentó sacarse el título de patrón con escaso éxito- lo donó a la organización solidaria de Open Arms para que salvara vidas en el Mediterráneo.

El ‘pelopo’, con el paso del tiempo, se convirtió en ‘máquina’ Y al final de esos años dorados acabó siendo ‘maqui’. Para el resto de mortales, era simplemente Xavi. No hacía falta añadir ningún apellido. En el mundo del fútbol solo había un Xavi, cualquiera que se llamara igual, tenía que añadir su apellido para ser identificado.

"Que viva España"

Xavi durante la celebración del triunfo en el Mundial. Fue uno de los destacados.

“Grité ‘¡Que viva España!’, pero puede que viniera de unas cuantas cervezas. Lo dije porque lo sentía así. Quise decir también viva el fútbol español y nuestra selección, que nos ha dado tanto”. De esta forma respondía en una entrevista en ‘El Pais’ a aquellos que se sorprendieron el día que el internacional se puso en la tarima que se había instalado en la Plaza Colón de Madrid para celebrar la conquista de la Eurocopa del 2008. Espoleado por Pepe Reina y por una multitud entregada, el jugador dedicó una de las frases que más le han perseguido. Y es que Xavi nunca ha escondido su nacionalismo catalán, pero siempre respetando los símbolos españoles.

Platini me pidió disculpas personalmente por haber nombrado a Keita mejor jugador del Mundial

Xavi

De hecho, su relación con la selección ha tenido sus más y sus menos. Empezó con la gesta del Mundial sub’19 en Nigeria, donde hubo un amago de retirada, “comíamos fatal y las condiciones del hotel eran insolubres”, y fue candidato a mejor jugador del torneo, pero se lo acabó llevando el malillense Seidou Keita, que posteriormente jugaría en el Barça. “Vino Michel Platini a pedirme disculpas porque el trofeo era para mí”, recordó el blaugrana.

Después llegó la medalla de plata en los JJOO de Sydney, donde un futuro ex compañero, Samuel Eto’o, les arrebató el oro. Su relación con Iñaki Sáez hizo aguas definitivamente en la Eurocopa del 2004 en Portugal. Faltaban aún dos años para que se encontrara con la horma de su zapato: Luis Aragonés.

El sabio de Hortaleza le dio la batuta de la selección y el empujón definitivo que necesitaba de confianza. A partir de aquí, La Roja se erigió como el mejor equipo del mundo. Empapados del tiqui taka, la selección fue capaz de encarrilar dos Eurocopas y un Mundial. La marcha de Luis Aragonés y la llegada de Del Bosque no afectó su rol en el equipo. Aunque el seleccionador salmantino fue relegando su papel en el campo, no fue hasta el Mundial de Brasil del 2014 cuando se abrió la caja de Pandora. Su ausencia en el último partido de la liguilla del grupo ante Australia -Del Bosque le había prometido la titularidad- fue la gota que colmó el vaso para el blaugrana, quien decidió dar un paso atrás y dejar la selección.

Las dunas

En el verano del 2014, y antes de empezar las vacaciones tras el fracaso estrepitoso en el Mundial de Brasil, Xavi envió un emotivo mensaje a los amigos más íntimos para informales personalmente que había decidido dejar el Barcelona, ya que sentía que su etapa en el club blaugrana se había finiquitado, tras perder además el título de Liga en casa en el último partido ante el Atlético de Madrid. El centrocampista estaba exhausto tras 16 temporadas en el club y quería un cambio de chip. El primero que llamó a la puerta fue el New York City de Ferran Soriano. La oferta era generosa en todos los sentidos y la posibilidad de ir a la Gran Manzana atraía también a su mujer, Nuria Cunillera, además de la opción de mejorar su inglés, que en aquellos tiempos era más macarrónico que otra cosa.

No me puedes dejar tirado

Luis Enrique a Xavi

Todo parecía atado y bien atado cuando apareció Luis Enrique. Una llamada del asturiano cambió el curso de la historia. ‘Lucho’ desplegó todo su carisma para convencer a Xavi de quedarse un año más, asegurándole que tendría un rol importante, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. “No me puedes dejar tirado”, concluyó Luis Enrique. Xavi claudicó y le dio su palabra al técnico que seguiría un año más.

La temporada no pudo acabar mejor: el segundo triplete de la historia del club. Pero Xavi ya había decidido su destino. Sin embargo, fue muy diferente al previsto. Qatar le abrió las puertas a liderar un proyecto deportivo y además a formarse como entrenador dentro de las instalaciones de Aspire. Tras hablar con Guardiola y Raúl sobre su experiencia en el fútbol qatarí, Xavi se marchó con su familia a Doha, para fichar por tres temporadas por el Al Sadd.

Xavi fue acogido con un cariño inusual en Doha. Desde el primer día le dieron el brazalete de capitán y se erigió como el mejor embajador del fútbol qatarí. De hecho, sus comentarios generosos entorno a la monarquía que rige el país le han costado más de una crítica en las redes sociales, pero el centrocampista es una persona fiel a sus principios y nunca criticara a quienes se han portado bien con él desde el primer día.

Durante las cuatro temporadas que capitaneó al Sadd participó en un total de 90 partidos, marcando 24 goles, dando 28 asistencias y sumando un total de cuatro títulos: una Liga (2018/19), una Copa Emir (2017), una Copa (2017) y una Supercopa de Qatar (2017). Su cuenta pendiente sigue siendo la Champions asiática, donde llegó en dos ocasiones a semifinales. De hecho, su último partido como futbolista fue el 20 de mayo del 2019, en un partido de Champions en Teherán, contra el Persépolis (2-0), en el que el Al Sadd no se jugaba nada al estar ya clasificado para los octavos de final.

La llamada del banquillo

Hacía tiempo que Xavi llevaba meditando cuándo empezaría a formarse como entrenador con la clara intención de sacarse el curso que imparte la RFEF en Las Rozas, dirigido especialmente para los futbolistas de elite. Había realizado sus pinitos en el centro de formación Aspire ayudando a la selección de Qatar sub’21, pero casi más como un consejero que otra cosa. En mayo del 2018 decide dar el paso, apuntándose para ir combinando los cursos para conseguir los dos primeros títulos, A y B, con su participación en Al Sadd. Con Víctor Valdés como alumno aventajado, “un día acabamos todos aplaudiéndole por su extraordinaria exposición en un trabajo”, el blaugrana compartió clases con Raúl, Capdevila, Xabi Alonso o Michel Salgado, entre otros.

Ha arreglado sus diferencias con Xabi Alonso, con el que se negó a rodar un anuncio después de la Tormenta de Clásicos con Mourinho

Con Xabi Alonso tuvo tiempo para limar asperezas. La relación con el jugador vasco se fue deteriorando durante los brutales duelos entre Guardiola y Mourinho, con dedo incluido en el ojo del técnico luso a Tito Vilanova, hasta el punto que Xavi se negó a participar en un anuncio junto a Xabi Alonso. Eran tiempos tan difíciles que hasta Iker Casillas llamó a Xavi para intentar encontrar una entente por el bien de la selección. Ambos jugadores lograron reconducir una situación que iba camino a enquistarse y afectar a todos los estamentos del fútbol. Semejante gesto de cordura y solidaridad llevó a los jueces del premio Príncipe de Asturias del Deporte a otorgar a los dos jugadores ‘ex aequo’ el galardón en el 2012.

Tras completar el primer curso y obtener las dos primeras licencias, Xavi completó en Qatar su última temporada antes de colgar las botas, ganando el título de Liga. Su papel en el equipo era de tal calado que prácticamente ejercía a veces de entrenador con permiso del veterano portugués Gustavo Ferreira, que delegaba muchas de sus funciones.

Xavi regresó un año después a Las Rozas para completar el curso de entrenador que le habilitaba a entrenar equipos de Primera. Con el título bajo el brazo, su carrera en el banquillo del Al Sadd daba el pistoletazo en julio de 2019 en una pretemporada en Catalunya. Rodeado de gente de máxima confianza, incluido su hermano Oscar, y con la ilusión de un novato, el centrocampista ganó su primer título en su estreno oficial, conquistando la Supercopa de Qatar al poderoso Al Duhail de Rui Faria. Equipo al que ganaría unos meses más tarde la final de Copa ‘Stars League’, y que significaría la destitución del que fuera ayudante de Mourinho.

Como entrenador ha dirigido un total de 39 partidos oficiales, con un balance de 21 partidos ganados, 7 empatados y 11 perdidos, sumando 100 goles a favor por 67 en contra.

Actualmente el Al Sadd ocupa la tercera plaza en la QSL, a diez puntos del Al Duhail, líder destacado a falta de cinco jornadas, lidera su grupo en la Champions tras dos jornadas y pasó de ronda en la Copa Emir teniendo que jugar las semifinales. La pandemia del coronavirus dirá si se reanudan o no las competiciones. Por ahora, está previsto que reanude la Liga el próximo 24 de julio.

Mucho se ha comentado y escrito sobre la visita que recibió Xavi Hernández, a mediados de enero, por parte de una delegación del FC Barcelona, tras la eliminación del equipo blaugrana en semifinales de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid (2-3). El director general, Oscar Grau, y el secretario técnico, Éric Abidal, se personaron en Doha con la excusa de visitar a Ousmane Dembélé, que se estaba recuperando en la capital qatarí de su enésima lesión, fuera de las instalaciones del club y con la supervisión de Aspetar, un centro médico que trabaja con la selección francesa. Pese a que el club se apresuró en enviar, a través de las redes sociales, una foto del desangelado encuentro, el verdadero motivo de la visita se desveló minutos después: Grau y Abidal venían a reunirse con Xavi para ofrecerle el puesto de entrenador del FC Barcelona en sustitución de Ernesto Valverde.

Entre la oferta soñada y el respeto al ADN

Lo cierto es que a Xavi le sorprendió las prisas y las formas de los representantes blaugrana. Querían que firmara cuanto antes porque necesitaban tener el nombre del candidato antes del lunes para poderlo presentar en la Junta Extraordinaria. En el primer encuentro -hubo un total de tres-, el egarense preguntó si Valverde ya había sido destituido. La respuesta fue que no. Fue el primero de los muchos desencuentros durante los tres días que estuvo la delegación del Barcelona en Doha. Xavi no estaba dispuesto a apuñalar a Ernesto Valverde.

Cuando le visitaron Òscar Grau y Abidal se negó a apuñalar a Ernesto Valverde

Ante la primera negativa de Xavi, que pidió un poco más de tiempo para poder meditarlo con los suyos, Grau y Abidal le dieron 24 horas. La oferta del Barcelona era muy tentadora: plenos poderes deportivos. Pero había una serie de recovecos que dificultaban el sí del técnico. Primero, su sensación de que todavía estaba un poco verde para asumir tanta responsabilidad, segundo, su petición de nombres en el staff y en la dirección deportiva se aplazaba hasta la próxima temporada, y tercero, pero no menos relevante, seguían sin informar a Valverde sobre su destitución.

En el segundo encuentro -una cena en el hotel The Torch con la presencia de su representante Fernando Solanas-, la comitiva blaugrana fue a tumba abierta: un papel en blanco para que pusiera todas sus condiciones. Abidal y Grau se comprometían a un contrato para lo que restaba la temporada y dos años más, la posibilidad de traer a todo su staff, remodelar los servicios médicos, empezando por el responsable Ramon Canal, y dar la vuelta al calcetín al fútbol base, con el regreso de Joan Vilà como máximo responsable. El resto de peticiones, entre ellas, la incorporación de Carles Puyol a la dirección deportiva y la de Jordi Cruyff a la gestión del club, se aprobarían de cara al siguiente curso.

Sin embargo, Xavi seguía sin verlo claro. Valverde seguía sin estar informado por el club y todos los ‘inputs’ que recibía era que esperara un año más; al fin y al cabo sólo contaba con seis meses de experiencia en el banquillo.

Jugadores como Leo Messi, Sergio Busquets y Jordi Alba también le llamaron durante esos días para abrirle las puertas de par en par al vestuario.

La tercera reunión fue la más breve de las tres y ante la premura de tiempo del Barcelona, que insistía que tenía que conocer ese domingo la decisión de Xavi, el técnico acabó rechazando la propuesta. Con todo el dolor de su corazón porque su sueño es entrenar al Barcelona, pero creía firmemente que su momento aún no había llegado.

La sorpresa fue mayúscula cuando unos días después, durante la presentación del nuevo entrenador, Qique Setién, el presidente Josep Maria Bartomeu recordó que el único candidato al banquillo, que se había retransmitido casi en directo las negociaciones, era el de Xavi, como dejando caer que había sido el filtrador de las informaciones. Y aún más grave si cabe fue que Abidal negara de forma tajante la oferta a Xavi en una entrevista al diario Sport, llegando a retar de forma un tanto chulesca al técnico: “Si tiene la oferta, que la enseñe”. Unas respuestas que reafirmaron, aún más si cabe, el no de Xavi a los dirigentes de este Barça.

Mi fútbol es proactivo, quiero la pelota, quiero dominar, jugar al ataque, buscar la superioridad numérica...

Xavi

“El sistema se puede cambiar durante un partido, la idea nunca”. Bajo esta premisa se fundamenta la filosofía de juego de Xavi como entrenador donde el balón en el único protagonista. “Mi fútbol es proactivo, quiero la pelota, quiero dominar, jugar al ataque, buscar la superioridad numérica…”, son los conceptos que manejaba el centrocampista cuando empezó en el fútbol base y que quiere plasmar de nuevo como entrenador. Una idea que estaba instalada a fuego lento en el disco duro de Johan Cruyff y que supo subliminar Pep Guardiola, sus dos referentes futbolísticos incuestionables, junto a Luis Aragonés y Joan Vilà.

Con Johan Cruyff, “una de mis grandes lamentaciones es no haber podido entrenar con él”, tuvo largas y fructíferas cenas futbolísticas durante los últimos años de vida del entrenador holandés. Su relación con la familia Cruyff se fue acrecentando hasta el punto de colaborar en el proyecto de Fundación Cruyff con una escuela de fútbol en Terrassa, la ciudad natal de Xavi, y participar activamente en las iniciativas de Special Olympics. Asimismo, forjó una gran amistad con Jordi Cruyff, hasta el punto que formará parte de su proyecto deportivo cuando regrese al Barcelona.

“De Johan Cruyff aprendí muchísimas cosas, pero la que más me impactó en su capacidad de darle la vuelta a la tortilla y positivizar las cosas”, comentó el técnico en AS en su primera entrevista tras sacarse el título de entrenador en Madrid.

“Guardiola fue un entrenador que supo sacar lo mejor de todos nosotros”, recuerda Xavi. La exigencia, el perfeccionismo y vivir el fútbol las 24 horas es otra de las grandes lecciones que aprendió del técnico de Santpedor.

Xavi lanzaba la falta, si la pelota entraba le decía, “lo ve, se ha sofronizado”, y si fallaba, “aún le falta mucho para sofronizarse”

Luis Araganés y su motivación a Xavi

De Luis Aragonés asimiló a gestionar un grupo y a liderar un proyecto. Las anécdotas que podría contar sobre el sabio de Hortaleza son infinitas, pero a Xavi siempre le hizo gracia una en particular: cada vez que iba a lanzar una falta en el entrenamiento, se le acercaba Luis Aragonés para decirle, “usted lo que tiene que hacer es sofronizarse”, Xavi se le quedaba mirando sin saber qué decir, y Luis insistía, “venga hombre, sofronícese”. Y Xavi lanzaba la falta, si la pelota entraba le decía, “lo ve, se ha sofronizado”, y si fallaba, “aún le falta mucho para sofronizarse”. Nunca supo Xavi en qué consistía ese concepto, que el sabio de Hortaleza iba intercambiando ideas y recuerdos como una locomotora.

Y Joan Vilà, su entrenador en el fútbol base, supo inocularle en vena el ADN blaugrana, que ya no ha abandonado su cuerpo. Una forma de ver el fútbol donde el espacio y el tiempo son conceptos tan integrados como en la teoría de relatividad de Einstein. “Si yo tengo un espacio y tiempo para pensar entonces puedo desarrollar mi juego, como entrenador tengo que ofrecer herramientas a mis jugadores para que tengan el mayor número de espacio en el máximo de tiempo. Si eres un delantero y vienes al mediocampo estás utilizando recursos que vas a necesitar más tarde cuando estés cerca del área. Para eso hay otros jugadores, para servirte un balón cerca del área y puedas explotar tus virtudes. Si Messi es tan bueno es porque es el mejor jugador a la hora de utilizar el tiempo y el espacio, el más rápido en la toma de las decisiones”.

Récord y futuro

Iniesrta, Messi y Xavi posan en el Camp Nou con el histórico Balón de Oro cuyo podio copó La Masía.

Cincuenta partidos. Ni uno más ni un menos. Esta es la cifra de encuentros que le faltan a Leo Messi (718) para superar a Xavi Hernández (767) y erigirse como el jugador que más veces se ha enfundado la elástica blaugrana en la historia. Pero antes de llegar hasta aquí habrá otros récords que fagocitará el crack argentino. El primero será el del mítico delantero del Athletic, Telmo Zarra, que logró un total de seis ‘pichichis’ a lo largo de su dilatada carrera, los mismos que ahora cuenta el atacante blaugrana. Teniendo en cuenta que tiene ya muy encarrilado el séptimo (19) -aventaja en cinco goles al segundo, Karim Benzema (15)- parece inevitable que a final de temporada caiga este nuevo récord. El siguiente será Edson Arantes do Nascimiento, Pelé, que desde hace ya cinco décadas ostenta un récord que parecía inalcanzable para cualquier mortal: el de máximo goleador en un solo club (643), en su caso, en el Santos. Leo (627) está ya a sólo 16 goles de alcanzar a la estrella brasileña. Otro récord que será conquistado, casi con toda seguridad, antes de que finalice el 2020. Y el siguiente en la lista será ya Xavi Hernández, quien podría perfectamente ver arrebatado su récord entre febrero y marzo del 2021, si no se tuercen las cosas y se confirma su promedio de 50 partidos por temporada. En el caso del medio blaugrana, habrá sido capaz de mantenerlo casi durante seis años.

Pero hasta que ese día llegue, Xavi sigue siendo el jugador que más veces ha vestido la camiseta blaugrana en la historia del club. Su balance, para aquellos amantes de las estadísticas, es el siguiente: 505 en Liga, 157 en Champions, 70 en Copa del Rey, 14 en Supercopa de España, 13 en UEFA, 5 en Mundial de clubs y 3 en Supercopa de Europa.

En 767 encuentros con el Barça ha ganado un total de 25 títulos: 8 Ligas, 4 Champions, 3 Copas del Rey, 6 Supercopas de España, 2 Supercopa de Europa y 2 Mundiales de Clubes.

Estos 767 encuentros le sirvieron para ganar un total de 25 títulos: 8 Ligas, 4 Champions, 3 Copas del Rey, 6 Supercopas de España, 2 Supercopa de Europa y 2 Mundiales de Club.

Un palmarés espectacular al que se suma los tres trofeos de caza mayor en la selección española: dos Eurocopas y un Mundial.

“Mi sueño es entrenar un día el FC Barcelona”. Xavi Hernández no ha ocultado nunca que su mayor reto es sentarse en el banquillo del club blaugrana. Estuvo muy cerca de coger el tren a mitad de esta temporada, pero el egarense consideró que era demasiado pronto y aún más precipitado. Tiene muy claro que su momento llegará, pero también que ha de estar muy preparado porque el Barcelona es un barco de dimensiones descomunales, que sólo se puede gobernar con liderazgo y con un rumbo firme y claro.

Xavi dirigiendo un amistoso del Al Saad en la pretemporada que hizo en España.

Ahora mismo hay un acontecimiento que podría precipitar el regreso de Xavi al club blaugrana: las elecciones del Barcelona en el 2021. Por ahora sólo hay un candidato que ha anunciado su voluntad firme de presentarse: Víctor Font. Con un proyecto sólido e ilusionante, en el que lleva ya varios años trabajando, Font se presenta con la carta de Xavi como mayor reclamo electoral: “Xavi será la piedra angular de nuestro proyecto”. Eso no quiere decir que el técnico se haya comprometido en exclusiva con el presidenciable, pero sí es cierto que tiene una gran amistad con Font, y que su proyecto es el que mejor se adapta a sus necesidades para liderar el primer equipo.

También el ex presidente Joan Laporta ha anunciado su ilusión de volver a presentarse de cara a las próximas elecciones. En su caso, aún no está claro quién será el elegido para llevar las riendas del Barcelona. Su deseo sería el regreso de Pep Guardiola, pero el ahora entrenador del Manchester City ya ha manifestado, por activa y por pasiva, que no está por la labor de volver a entrenar el Barcelona. Así pues, el nombre de Xavi Hernández también está entre las opciones que se plantea Laporta, aunque en su caso le tira un poco para atrás, según él mismo reconoció, que el egarense tenga “tantos ex compañeros todavía en el vestuario”.

Aún se desconoce el nombre del candidato continuista, tanto en la presidencia como en el banquillo, pero en cualquier caso parece claro que Xavi Hernández se presenta como uno de los grandes nombres propios de las próximas elecciones al FC Barcelona.

El proyecto deportivo que tiene Xavi en mente abarca un total de diez años, no todos han de ser al frente del primer equipo forzosamente. Tiene muy claro que su prioridad, cuando coja las riendas del primer equipo, es “rodearme de gente de la máxima confianza y leal” porque desgraciadamente ha visto durante su etapa como jugador muchas traiciones y puñaladas, la mayoría de veces por culpa de los egos. “Apartaremos a la gente tóxica que está en el club” es una de sus consignas, dejando bien claro que necesita un ambiente sano en el primer equipo para empezar con buen pie su proyecto.

Apartaremos del club a la gente tóxica

Xavi, sobre su plan para entrenar al Barça

Guardiola ya lo hizo en su día cuando Laporta le dio la oportunidad de entrenar el primer equipo, tomando una decisión que deportivamente podría ser traumática, pero que era necesaria para poder gestionar el vestuario y modular el ambiente de autocomplacencia: echar a Ronaldinho, Deco y Eto’o. El camerunés fue salvado a última hora por la campana, entre otros, por Xavi, que reclamó al técnico una segunda oportunidad para el delantero.

Xavi es consciente que si coge el equipo en el 2021 va a tener que tomar decisiones, tan o más traumáticas, que las que asumió Guardiola en verano del 2008. Pero también tiene muy claro que ha de marcar su camino desde el primer día y demostrar su liderazgo en todas y cada una de la toma de sus decisiones.

El ex jugador lleva ya más de un año gestando un proyecto ilusionante con el que aterrizar en el FC Barcelona. Aún no están todas las piezas cerradas, pero a día de hoy se presenta como la única tabla de salvación para un Barcelona que asiste exhausto como Messi empieza a encarar el tramo final de su carrera. La era post Messi se presenta como lo más parecido al Apocalipsis para el aficionado culé, dejando en una simple anécdota la hecatombe que supuso la marcha de Ladislao Kubala. En aquel entonces, el Barcelona tenía a un ‘mago’, Helenio Herrera, para gestionar los últimos años de ‘Laszly’, ahora tendrá un ‘mito’, Xavi Hernández, para capear el adiós del mejor jugador de todos los tiempos.

Los culés llevan cinco años esperando el retorno del rey.

 

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