La II República y el III Reich firman tablas
La II República y el III Reich firman tablas

100 AÑOS DE LA SELECCIÓN: LAS HISTORIAS MEJOR GUARDADAS (IV).

La II República y el III Reich firman tablas

Los dos primeros partidos entre España y Alemania, en 1935 y 1936, tuvieron una evidente carga política en las gradas e igualdad sobre el terreno de juego.

Eran tiempos convulsos. Época entre guerras en las que el deporte en general y el fútbol en particular luchaban por la supervivencia. Aquel mes de mayo de 1935 aún estaba reciente el recuerdo del Mundial de 1934 disputado en la Italia de Mussolini. A pesar de las diferencias políticas de sus estados, el III Reich de Hitler gobernaba en Alemania y la II República en España, las federaciones de ambos países acuerdan disputar un partido amistoso. La fecha elegida el 12 de mayo. El escenario el Mungendorsfer stadion de Colonia.

España venía de ser eliminada de mala manera en los cuartos de final mundialistas en un partido de desempate en Florencia ante el anfitrión. Un encuentro con tinte de batalla campal, como lo fue el primero (1-1). La sensación había sido que tenían que ganar los locales por lo civil o lo criminal. Alemania, sorprendentemente, había sido eliminada por Checoslovaquia (3-1) en semifinales y se tuvo que conformar con ganar el tercer y cuarto puesto a Austria.

Para la Selección, con 15 años de vida, esa primera gran cita contra Alemania significaba su 54 cita internacional, muy lejos de las 112 de los alemanes, que habían estrenado su palmarés en 1908. Los locales eran claros favoritos también por la secuencia de los partidos jugados. Uno por mes desde el comienzo del año y tres en mayo, por los tres de España en todo 1935. Además, solo habían perdido uno en los tres últimos cursos, precisamente contra los checos en Roma (3-6-34). Enlazaban desde entonces siete victorias consecutivas.

El primer partido, en Colonia...

Las crónicas de la época que se pudieron leer en territorio español, en La Vanguardia, el ABC, el Mundo Deportivo, hablan todas unánimemente de un desbordado nacionalismo alemán no solo en el estadio (75.000 aficionados) sino por toda la ciudad. Era más que un partido de fútbol. Todo el recinto estaba adornado por banderas esvásticas y los alemanes hicieron pasillo al equipo español con el saludo nazi como palio intimidatorio.

Una entrada del partido.

En el palco no estaba Hitler -dicen que solo presenció un partido de fútbol en su vida- pero sí el alcalde de la ciudad, Gunter Riesen y el ministro de Educación, Bernhard Rust, autor de la lapidaria frase: “toda función de la Educación es crear nazis’. Anfitriones ambos del embajador español, Francisco Agramonte. Los himnos, el ‘Deutschland über alles’ y el de Riego, fueron representados en directo. El primero un par de veces. La primera sorprendió a los jugadores españoles antes de llegar a la lugar establecido para la formación oficial y respetuosamente formaron una circunferencia sobre el círculo central para escucharlo inmóviles y la mirada en el césped.

Ricardo Zamora, lesionado, siguió el partido desde la banda.

España vestía con su uniforme clásico: camiseta roja y pantalón azul. Alemania de blanco, con el cuello rojo y pantalón negro. Ante la ausencia de Zamora, tocado, que se quedó en el banquillo, Jacinto Quincoces fue el capitán español. Amadeo García Salazar, el seleccionador con Moncho Encinas como entrenador. El árbitro, el belga Langenus, siempre había visto ganar a España en todos los partidos que le había dirigido hasta entonces. Frío para la época del año y amenaza de lluvia en un cielo encapotado. 

El equipo español posa antes del inicio del partido.

A los pocos minutos de comenzar el encuentro, en un balón dividido, Quincoces y Lecue chocan entre sí y tienen que abandonar el terreno de juego, siendo sustituidos por Areso y Pedro Regueiro (en los amistosos sí se aceptaban los cambios). Ambos vuelven a los siete minutos. Se adelanta Alemania con un gol de Conen (11’), pero España mantiene su juego de ataque y Lángara remonta con dos goles antes del descanso.

Una vista general de la grada abarrotada.

Tácticamente, la novedad la aporta Alemania que retrasa a su mediocentro al puesto de defensa central y el delantero centro pasa al eje del medio campo. Del clásico 1-2-3-5 de la época al 1-3-3-4. En la segunda parte, la Selección mantiene el tipo y completa una victoria histórica que es celebrada como se merece sobre el propio terreno de juego. Las fotos nos muestran a algunos jugadores alborozados y con el puño en alto como manifiesta respuesta al saludo nazi que los alemanes habían ‘sacado a pasear’ con creces al comienzo del partido.

Los jugadores españoles celebran la victoria.

La Prensa alemana destacó el acertado juego de contraataque del equipo español y su seguridad defensiva. El portero Guillermo Eizaguirre, Quincoces y el extremo Ventolrà fueron los más valorados. Este encuentro continúa siendo la única victoria española en territorio alemán.

...el segundo fue en Montjuic...

Con ese buen sabor de boca se despidió la Selección de ese año 1935, mientras los alemanes disputaron 11 amistosos más. Prueba fehaciente de la dispar profesionalidad de los dos equipos por aquellos tiempos. Antes de encontrarse de nuevo contra Alemania en Montjuic nueve meses después, España abrió el año enfrentándose a Austria, el legendario Wunderteam en fase de renovación, en el Stadium (Metropolitano), con una derrota más que honrosa (4-5), que, sin embargo, rompió la racha de 21 encuentros sin perder en casa.

El estadio de Montjuic lleno hasta la bandera para el partido.

Escoció en el tiempo mucho más la derrota que estaba por venir. Los alemanes se presentaron en Barcelona con ganas de revancha y mostraron su superioridad futbolística ante un desconocido equipo hispano en el que Amadeo García apenas realizó cambios: Zamora volvió a la portería en el que sería su último encuentro internacional; Aedo entró por Quincoces y Emilín por Gorostiza en el extremo izquierda.

Zamora reprendió a los jugadores alemanes que alargaron el saludo.

Montjuic se llenó hasta las banderas… esvásticas y republicanas que convivían con naturalidad en lo más alto del estadio. Insistieron los alemanes con su saludo nazi brazo en alto y palma abierta. Alguno de sus jugadores lo prolongó más de la cuenta tras los himnos lo que le costó una reprimenda en la distancia de Ricardo Zamora, como la foto adjunta atestigua. Desilusión entre los 60.000 aficionados que acudieron al estadio y dejaron en taquilla 300.000 pesetas de la época.

Los capitanes se saludan antes del inicio del partido.

Fue mejor Alemania que movió más su banquillo: solo cinco jugadores del encuentro anterior. Las crónicas se cebaron con la Selección. “Ahora no hay furia, ni táctica, ni entusiasmo”. Se escribió también sobre ‘la desgana, la desvaída apatía y la falta de sangre del equipo’. La afición local pidió a gritos que Solé, jugador del Espanyol, entrara por Muguerza y así se hizo a la media hora de juego. Repitieron los alemanes la táctica del tercer defensa en perjuicio del quinto delantero. Solo Zamora, y los defensas Zabalo y Aedo se salvan del suspenso general con el que se califica su actuación. Mientras, el seleccionador se quejaba de las dimensiones de Montjuic. “Este estadio es un campo neutral, no llega el apoyo del público al equipo”.

Así, con una victoria para cada equipo, se saldaron los dos primeros enfrentamientos entre España y Alemania, en los que la política también jugó su partido.

Lángara, el gol de la época

Consagrado a nivel doméstico en la Liga española por sus marcas realizadores con el Oviedo tanto en Segunda como en Primera y a nivel internacional por su actuación en el Mundial 34 de Italia, en el que estuvo elegido para el mejor once del Campeonato tras dos partidos y dos goles, Isidro Lángara alimentó su leyenda goleadora con sus dos tantos a Alemania en Colonia. Lástima que el celo propagandístico nazi indujera a borrar las imágenes de los goles del delantero vasco del resumen del partido y no quede huella gráfica de su instinto goleador.

Lángara fue el autor de los dos goles de España en Colonia.

En aquella década de los 30, decir Lángara era decir gol. La temporada de su estreno en Primera, 1933-34, ya terminó como máximo goleador: 26 tantos en 18 partidos. También la 1934-35 (27 en 22 partidos) y la 1935-36 (28 en 21). Todavía hoy mantiene la mejor media goleadora de la historia de la Liga (1,16 goles por partido, teniendo en cuenta la temporada y media que jugó en España diez años más tarde).

Con la Selección jugó 12 encuentros y marcó 17 tantos. Una tacada de cinco contra Portugal (11-3-34, partido clasificatorio para el Mundial 34), cinco dobletes y uno en dos encuentros, el día de su debut contra Yugoslavia (24-4-32) y el de su despedida contra Suiza (3-5-36).

… Y el tercero,’amigos y empate’ en Berlín

Tampoco estuvo exento de matices políticos el tercer enfrentamiento entre Alemania y España a nivel selecciones. En plena Segunda Guerra Mundial, el 12 de abril de 1942, volvieron a enfrentarse en un estadio Olímpico de Berlín a rebosar (100.000 aficionados) y donde el III Reich festejaba con honores recibir al equipo representativo de la España franquista, que se había convertido en aliado en el frente de batalla.

Martorell no pudo hacer nada en el gol alemán.

Otra muestra de exaltación patriótica en la que junto a las banderas esvásticas, se dejaban ver las banderas de la España franquista y de la Italia de Mussolini, aprovechando que el árbitro de turno era de esa nacionalidad, también afín a la causa. Mientras Hitler preparaba sus últimos escarceos bélicos, las dos selecciones diputaron un partido que, curiosamente, acabó en empate.

Las gradas del Olímpico de Berlín, abarrotadas.

Los hombres de Eduardo Teus (seleccionador) y Ricardo Zamora (entrenador) igualaron con un tanto de penalti marcado por Campos, que contrarrestaba el conseguido por Decker 20 minutos antes. El once español vestido de azul con pantalón blanco y que al escuchar los himnos saludó con el brazo en alto por imperativos obvios, estuvo formado por Martorell; Teruel, Juan Ramón; Gabilondo, Germán, Mateo; Epi, Jesús Alonso (Arencibia, 35’), Mundo (Martín, 39’), Campos, y Emilín.

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