Ha muerto José Luis Capón: adiós al torito de embajadores
Ha muerto José Luis Capón: adiós al torito de embajadores

'IN MEMORIAM'

Ha muerto José Luis Capón: adiós al torito de embajadores

Atlético desde niño, desde que su tío le llevaba al Metropolitano, vio cumplido su sueño cuando debutó con la camiseta rojiblanca en 1970. Nueve años en el Calderón, 269 partidos y 6 goles. Y lo mejor de todo, el reconocimiento de la afición cuando fue homenajeado en 1980.

José Luis Capón. Atlético y castizo. Castizo y atlético. Esa sería la mejor forma de definir a uno de los jugadores carismáticos del Atlético de Madrid. Su afición por los colores rojiblancos los heredó y los prolongó con su prolífica etapa en la que vistió la casaca colchonera: “Yo era aficionado del Atlético desde pequeñito. Vivía en Legazpi y e iba en Metro hasta Cuatro Caminos para ver al equipo al Metropolitano. Tenía un tío, que era guardia, que me esperaba allí en la puerta del subterráneo e íbamos juntos a los partidos”. El fútbol, como para muchos niños, era una válvula de escape de aquel Madrid de barrio de finales de los 50: “Yo era un pícaro de niño. Era un chico de barrio y siempre me escapaba del colegio. Lo hacía para jugar. Mi padre, y también mi tío, me castigaban. Yo era muy inquieto. Ellos vieron la manera perfecta de que me desfogase: con el fútbol”.

Sangre rojiblanca por sus venas. Capón fue un lateral que dejó huella en el Atlético. Jugó 269 partidos como rojiblanco y marcó seis goles.

Su vida futbolística y personal la desarrolló junto a un compañero, vecino y amigo: Salcedo. Juntos comenzaron a dar patadas al balón sin un horizonte fijo hasta encontrarse defendiendo los colores de su club en un mismo vestuario. “Mi carrera siempre estuvo ligada a la de Salcedo, gran amigo mío. Empecé con 12 años en un equipo de barrio junto a él”. Para Capón, su infancia eran recuerdos de balón, familia y el barrio. “Un día un ojeador vino a verme. Me dijeron que querían hacerme una prueba con el Plus Ultra. A ella me llevó el panadero de mi barrio. Mi padre ya no estaba y yo no tenía cómo ir. Era una época bonita, vivía en un barrio con un gran ambiente familiar. Los entrenamientos me apasionaban”.

Capón durante un partido de semifinales de Copa de Europa contra el Celtic de Glasgow. El Atlético accedió a la final después de eliminar a los escoceses.

La casualidad, el amor por el Atleti y la amistad con Salcedo hicieron que Capón pudiera fichar por el equipo colchonero. El Madrid le quería, pero el destino para el joven muchacho era el club de su vida, por el que suspiraba desde las gradas del Metropolitano cuando iba con su tío. “De repente, el Madrid se interesó por Salcedo y por mí. Sin embargo, él me llamó para decirme que también tenía una oferta del Atlético. Que yo hiciese lo que quisiera. Llamé al Atleti para ver si me quería y me dijeron que sí. Ni lo dudé. En cuestión de 24 horas pasé de vestir de blanco a fichar por el Atlético”.

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Dos cesiones. Capón fichó por el Atlético y para que se fogueara le cedieron al Reyfra. Regresó a la disciplina rojiblanca y a la siguiente volvió a marcharse con destino a Burgos. A partir de ahí, ocho años más en el Atlético.

Se fogueó en el Reyfra y en el Burgos antes de llegar definitivamente al Atlético. De joven pudo firmar por el Madrid, pero tras su etapa burgalesa, el Barcelona también llamó a la puerta del que sería mito rojiblanco. “Luego, después de fichar por el Atleti, jugué en el Reyfra. Más tarde me cedieron al Burgos, que militaba en Primera, e hice una gran campaña. Así, en 1972 ya formaba parte de la primer plantilla del Atlético. Antes de eso, el Barça se interesó por mí tras mi gran campaña en el Burgos. ¡Pero no sabían que pertenecía al Atleti!”, recordaba Capón. El sueño se empezaba a cumplir: “Jugar en el Atleti era muy difícil, porque era una época gloriosa del club. Aún así, nunca fui reserva. Yo admiraba a Gárate, Ufarte, Melo, Calleja y de repente me vi allí”.

Llegó como el sustituto de Calleja en 1972, pero por detrás de Panadero Díaz. Sin embargo, la casualidad volvió a colocar a Capón en primera línea. “Lo dejó Calleja y yo fui su sustituto. En principio, habían fichado a Panadero para ese puesto. Sin embargo, no pudo jugar al principio, ya que no tenía todos los papeles en regla. Así que me dieron la oportunidad. Me otorgaron mucha confianza y respondí. Jugué y me quedé con el puesto. Y así hasta llegar a casi 300 partidos”. Tras su debut esa temporada, se quedó en el Atlético durante los ocho años siguientes. Jugó 269 partidos como rojiblanco y marcó seis goles. Lateral izquierdo desde siempre, no titubeaba si tenía que jugar en la banda derecha. “Donde más cómodo estaba era de lateral izquierdo, aunque podía jugar en ambas bandas”, presumía Capón.

Sin embargo, el exrojiblanco tuvo que vivir en primera persona el momento más amargo de la historia del Atlético. Formó parte del once que disputó la final de la Copa de Europa frente al Bayern de Múnich. “Fue el momento más triste de mi carrera. Podíamos haber sido el mejor equipo de Europa”.

En una imagen de 2011 Capón señala el cartel de su homenaje con el Atlético.

Si hay algo que enorgullecía a Capón por ser atlético es la afición del club madrileño: “Nuestra hinchada es lo que enriquece a la entidad”. Unos seguidores que siempre quisieron al ‘Torito de Embajadores’: “Me llamaban el ‘Torito de Embajadores’. Yo vivía en la calle Jaime I, que era por donde bajaban a las reses al matadero. Y de ahí el nombre. No sé por qué será, si será el bigote o que lo entregaba todo, pero los aficionados me querían mucho”. Su reconocimiento le llegó con el partido de su despedida. El 25 de noviembre de 1980 vio como el estadio Vicente Calderón le rendía un merecido tributo. Además, recibió la Medalla de Plata al Mérito Deportivo. Pero su mayor orgullo siempre será sentirse castizo y rojiblanco. Rojiblanco y castizo. El ADN de Capón. Descanse en paz.

Recuerdos y reconocimiento. Capón, que vivió una de las noches más tristes del Atlético, cuando perdió la final de la Copa de Europa ante el Bayern de Múnich, recibió la Medalla de Plata al Mérito Deportivo. En la imagen, junto a dos atléticos insignes: Bernando Salazar y Petón.

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