Jugador, capitán, director deportivo y seleccionador. Nadie en el fútbol español presenta un curriculum como el suyo. Los éxitos le llegaron desde los despachos, pero siempre se sintió futbolista.
Fernando Ruíz Hierro (Vélez-Málaga, 23-3-1968). Jugador, capitán, director deportivo y seleccionador. La selección es el Fernando Hierro FC. La cita es en un hotel muy futbolero de Madrid, el Monterreal, donde durante mucho tiempo se concentró con el Real Madrid. Juega en terreno conocido
¿Qué le queda por ser en la Federación?
-Presidente. Es broma… No es fácil ser internacional. Luego tuve la suerte de ser el primer director deportivo de la RFEF y luego seleccionador. Soy un caso único en el fútbol español. Me siento muy orgulloso. Siempre me encantó defender esa camiseta. Son 18 años. Siempre me encontré cómodo. Me gustaba. Siempre volvía con ganas.
-En todas las facetas de las que hablamos usted cerró la puerta por fuera. Debe ser de los pocos españoles que conjuga el verbo dimitir. Es un bicho raro.
-No. Me guío por sensaciones. De jugador, terminó el Mundial de Corea y Japón y tenía 35 años. No me veía en otra fase de clasificación con otros 10 o 12 partidos. Nada mejor que cerrar un ciclo con un Mundial. Apartarte y no ser un problema para nadie. La Federación y Camacho lo sabían desde seis meses antes. Lo hice por cariño y respeto.
Después, de director deportivo me fui por dos razones: una porque quería probar otras cosas en mi vida y la segunda porque quería cambiar muchas cosas y en la Federación entonces no estaban acostumbrados a cambios. Teníamos que actualizarnos al mundo en cuanto a organización y profesionalización.
-¿Y como seleccionador?
-Entendí que ya había ejercido un año como director deportivo en unas condiciones muy difíciles, tres presidentes… Yo sé por qué fui y sé por qué me marché. Y entendía que no me podía quedar otra vez de director deportivo después de ser seleccionador. No podía seguir. Todo el mundo me iba a mirar de otra forma y aunque tenía contrato hasta Qatar 2022, lo mejor era irme.
-De todo, se queda con su etapa de jugador. En el fondo usted nunca dejó de serlo.
-Sí. Lo mejor evidentemente es ser jugador, pero disfruté muchísimo los cuatro años de director deportivo con los tres títulos. Cuando llegué a ese cargo la gente me decía que no iba a tener mucho trabajo, pero sí tenía contenido. No solo era la absoluta, eran todas las demás selecciones con sus respectivos Campeonatos; las Territoriales, la FIFA, la UEFA… Fueron años extraordinarios. Cada día aprendía una cosa nueva. Todo el mundo nos quería ver. Éramos el espejo de todos por lo que conseguimos. Lo ganamos todo con todas las selecciones…
“Éramos el espejo en el que todos se miraban. Se sentía cariño, respeto y admiración por nosotros. Transmitíamos compromiso, esfuerzo, solidaridad”
-Se le cae la baba…
-Es para ello, fueron cuatro años muy grandes y creo que no disfrutamos lo suficiente. No lo supimos disfrutar. Quizás por la inmediatez de los títulos y porque el futbol no para. No nos dimos cuenta de lo que estábamos haciendo. Lo que desprendía aquel equipo. El mundo del fútbol sentía cariño, respeto y admiración por nosotros.
“Todo fue muy deprisa y el fútbol no para. Con el tiempo valoraremos lo que conquistamos de verdad”.
-A lo peor lo disfrutamos cuando pase otro tiempo largo sin ganar, como había sucedido antes.
-Sí, con el tiempo sí. Desgraciadamente nos daremos cuenta cuando desaparezcan todos los integrantes de aquella selección, ya quedan pocos. Habría que hacerles un homenaje. Juntar a toda aquella generación. Puesto por puesto todos estaban entre los tres mejores del mundo. Eran gente muy normal, razonable. Se divertían jugando al fútbol. Disfrutaban de lo que hacían. Transmitían compromiso, esfuerzo, solidaridad. Trabajamos como un equipo, no como una selección. Y para ello fue muy importante la figura de Vicente del Bosque.
-Túnel del tiempo. Viajemos a su primer partido con la selección.
-Estaba en el servicio después de un entrenamiento con el Valladolid y me dijeron que me pasara por el club que me estaban llamando urgente. Así me enteré. Debuté después contra Polonia en Riazor. 23 minutos. Entré por Andrinúa.
-Y de repente se encuentra que va al Mundial del 90.
-Sí. No tenía ninguna esperanza. Me equivoqué. Tenía 22 años. Aquello era un Master diario. No jugué, pero me empapé de todo. Solo podía estar agradecido a Luis Suárez. Era un premio. Me hubiera gustado jugar aunque hubieran sido tres minutos, pero reinaba el agradecimiento. Yo me entrenaba, me entrenaba… por si acaso. Él no me dio ninguna explicación. Era hombre de pocas palabras. Comencé a darme cuenta de lo que era la Selección…
-Lo dice por aquella comparecencia de todo el equipo ante la Prensa después del primer partido…
-Por ejemplo. Fue después de empatar contra Uruguay. Usted estaba allí y vio a todos los jugadores sentados en el estrado. Fueron tiempos duros. Yo decía dónde me he metido. Aquello era el alto nivel. Fue tremendo.
-Tras el paréntesis del 92, llega su gran noche: el gol a Dinamarca en Sevilla y el pase al Mundial de EEUU.
-Ese fue mi gran día sí. Solo nos valía la victoria. A los pocos minutos nos quedamos con uno menos por la expulsión de Zubi. Sale Cañizares. Fue una noche maravillosa. Recuerdo mi gol, pero también lo que apoyó la gente. Como anécdota diré que cuando llegué a casa, en el contestador había ciento y pico de mensajes y llamadas perdidas. No había móvil, claro.
-Llega el Mundial y la hemeroteca dice que no jugó el partido decisivo contra Italia…
-No. No lo jugué. Tenía unas molestias en el abductor y entre Javi (Clemente) y el médico decidieron que no fuera titular. Jugué la última media hora. Nunca le pregunté a Javi por qué no me puso y eso que teníamos una gran relación. Pero me dejó fuera.
-Vivió de cerca el codazo de Tassotti a Luis Enrique…
-Sí, fue un mazazo. Era otra vez toparnos con nuestro muro, nuestro tope. La oportunidad de Julio Salinas y luego el contraataque en el que nos meten en el gol. Muchas veces nos decíamos que el día que pasáramos de cuartos, volaríamos. Cada vez que llegaba el partido de cuartos, nos mirábamos y nos decíamos esta película ya la hemos visto muchas veces. Nos poníamos a mirar la maleta, era todo puro victimismo. Como siempre hasta aquí llegamos… Era la sensación de todo el equipo. Sabíamos hasta dónde podíamos llegar. Pero ese no era nuestro tope. Éramos mejores. Nos faltaba una gran victoria. Pensábamos que llegaría el día que ganaríamos una tanda de penaltis.
“En mis tiempos de jugador, llegábamos a cuartos y mirábamos la maleta, era puro victimismo”
-En la Eurocopa 96, tampoco sucedió.
-Tampoco. Jugamos un gran partido contra Inglaterra, pero fallamos en los penaltis. Siempre nos daba la sensación de que nos íbamos para casa cuando mejor estábamos jugando. Yo le he dado muchas vueltas al penalti que fallé. Quise tirar fuerte, la quería tirar ahí, a la cabeza del portero. En las vacaciones todo el mundo me lo recordaba. Fue un verano difícil.
“Siempre nos daba la sensación de que nos íbamos para casa cuando mejor estábamos. No nos ganaban por fútbol sino por cabeza”
-Seguimos con las penas. Mundial 98, eliminados a las primeras de cambio y además se despide un amigo suyo: Zubizarreta.
-Tuvimos un mal día y nos fuimos a casa. Ya sabíamos que era el último partido de Zubi. Me quedé con él en el campo abrazándole y dándole las gracias por todo. Y cuando me despido me dice: “lo siento mucho, ahora todo va a ir para ti”. Yo sabía que me lo decía porque iba a pasar el primer capitán. Luego en la ducha le pregunté que a qué se refería exactamente y me dijo “te vas a enterar de lo que es ser capitán. Todo lo tendrás que solucionar tú. Te ha tocado. No lo eliges tú”.
-Inmediatamente, después del verano, llega el partido de Chipre que le cuesta el puesto a Clemente, seleccionador y amigo del alma.
-Fue una noche muy dura. Había una gran agresividad. Se nos iba alguien que con nosotros había hecho una familia. Javi era mucho más cariñoso de lo que pudiera parecer. Respetaba a la gente dentro y fuera del campo. Lo que pasa es que él jugaba, jugaba con sus ruedas de Prensa, jugaba con protegernos a nosotros para que fuéramos intocables. Todo ya venía de la Eurocopa de Inglaterra, que lo vivimos en directo. Le decíamos que no hacía falta que nos defendiera más, pero él seguía pensando que éramos sus niños y que nos tenía que ayudar siempre. Veíamos que estaba asumiendo muchas críticas. Todo se enfocaba contra él. A nosotros no nos tocaban.
-Se va Clemente y llega Camacho, dos personalidades completamente distintas.
-Distintas pero a la vez un poco parecidas. Jose también tenía la personalidad de asumir toda la responsabilidad. Conocía a Camacho del Madrid. Cuando llega me encuentro con un seleccionador con una gran preparación. El día de su debut en Granada contra Rusia, llega y me tira muchos folios de papel y me dice que los lea por la noche y que hablaríamos al día siguiente. Me los leí.
Eran mis estadísticas del último mes con el Madrid y de los últimos partidos con la selección. Estaba todo. Dónde perdía los balones, dónde los ganaba, dónde perdía los duelos, por dónde iniciaba el juego, los kilómetros recorridos, la alta intensidad. Cosas que yo no había visto nunca.
Hablamos al día siguiente, me enseñó más vídeos y a los 31 años llegó un señor que me enseñó a defender. Había tenido a entrenadores con fama de defensivos, como Clemente y Capello, que no eran así realmente. Había tenido a Floro con fama de ser muy táctico… Pero cuando pasó aquello me di cuenta de que Camacho tenía razón y que no podía saltar a todos los balones de cabeza, ni ir a todos los cruces. Iba a todos los sitios y luego tenía que defender. No tenía que hacer tantos esfuerzos. Así llegaba al minuto 80 y no podía con mi alma.
-En la Eurocopa, no juega el partido decisivo contra Yugoslavia. ¿Qué paso exactamente ese día?
-Estaba roto. Tenía una lesión en el abductor del día de Eslovenia. Una roturita, pero tenía buenas sensaciones. Le decía a Camacho que podía, que estaba bien, pero él me pidió que fuera a la sala de Prensa y dijera que era duda, que no sabía si podría jugar. Él ya tenía decidido que no iba a jugar. Pero no quería que el rival lo supiera. Me decía que a todo el mundo que me preguntara yo le dijera que estaba muy bien.
-Corea y Japón 2002. Se despide de la selección antes del último partido contra Corea.
-Sí. Ya lo habíamos hablado seis meses antes. Y llegado el día, Jose me dice que podíamos utilizar el anuncio de mi despedida para desviar un poco la atención del partido como tal, para hablar de otra cosa. Lo utilizamos como un arma.
-Le entró una llorina importante.
-Es muy duro que llegue el momento, aunque lo tengas decidido. Lloré de alegría, de pena, por los buenos recuerdos, por los cuatro Mundiales y los dos Europeos, por los 88 partidos… Lloras por muchas cosas no porque fuera a ser el último partido. En ese momento pensé que me lo pasaba bien allí y que por qué no se podía alargar. Pero tenía claro que me tenía que ir. No podía ser un problema para nadie. Mi trayectoria me permitía poder elegir el día del adiós y yo lo hice. Me daba miedo pasar un año de dudas, si me llamaban o no me llamaban más. También se iba Camacho.
-Al margen del arbitraje de Al Gandour, no cree que España tenía que haber ganado a Corea, sí o sí.
-Al terminar el partido, salí el último del campo y después de todo me dije que habíamos perdido la gran oportunidad. Jugamos bien. Si hubiéramos metido uno… Son errores humanos, pero son sensaciones. Lo que me jorobó fue que en el cambio de campo en la prórroga nosotros fuéramos a beber agua a la banda y no nos dejaran y los coreanos estaban bebiendo. Ese gesto del árbitro pudo pasar inadvertido, pero para nosotros fue concluyente. Por eso montamos en cólera. ¿Por qué nosotros no? Esa sensación me hace pensar. Que luego es una tontería, porque al final todos bebimos agua.
-En el tiempo desde que se retira de jugador hasta que vuelve de director deportivo, había encontrado una explicación lógica de por qué sus distintas selecciones nunca habían ganado nada.
-No había una explicación lógica. Ni yo ni nadie la podíamos tener. Lo intentábamos pero llegaba el momento en que no, no podíamos. Era más de cabeza que de juego. No nos eliminaban porque los rivales fueran superiores a nosotros.
-¿Y cómo tantas cabezas de tantos jugadores de tantas generaciones se podían poner de acuerdo para fallar en el momento oportuno?
-Porque al final todos pensábamos en lo que nos había pasado la vez anterior. No sé qué situaciones se daban pero pensábamos siempre en lo peor. Si se llegaba una tanda de penaltis pasaba algo; si se llegaba bien a un partido, pasaba algo y cuando te pasa cuatro o cinco veces seguidas, llegas a pensar que eso no es para nosotros. No era un mal día, a los dos años otro mal día, y así sucesivamente. No. No nos echaba el fútbol, nos echaban las circunstancias. No eran derrotas futbolísticas.
-Y todo termina en el 2008
-Sí y exactamente fue en la tanda de penaltis contra Italia. Por eso al partido siguiente contra Rusia hacemos el mejor partido en mucho tiempo. Un espectáculo. Había llegado el momento y para esos jugadores que habían estado conmigo sobre el campo, los Casillas, Xavi, Puyol… y ellos dicen este es nuestro momento. Y lo fue.
-Llega al cargo de director deportivo y lo primero que tiene que hacer es nombrar un seleccionador. Luis anuncia a varios meses vista que se va.
-Me manda el timing. Con todo el respeto del mundo yo tenía que adelantarme. Sabía que se podía hacer mejor o peor. Pero lo tenía que hacer rápido y eso no era ninguna falta de respeto para los profesionales. Desgraciadamente tenía que ser así. Tenía que buscar un seleccionador. Reaccionar. Y tomé la decisión de elegir a Del Bosque y presentar su nombre a la Federación.
-Fueron duros los meses de convivencia con Luis Aragonés, verdad.
-Yo de Luis tengo muy buenos recuerdos. No fueron meses fáciles, no lo fueron, pero tampoco fue lo que decía la genta dice. No fue ese run-run que se dijo. Cuando la Federación le dice que me va a fichar de director deportivo, Luis dice que encantado de la vida, que perfecto. A partir de ahí, el primer día que me siento con él y su equipo de trabajo, lo primero que me dijo fue que la selección absoluta era su parcela y que ahí mandaba él, que de las otras divisiones no quería saber nada. Yo, entonces, me involucré mucho con las categorías inferiores. Entendía que la ‘A’ era muy del seleccionador y tenía razón. Era verdad. Luego mantuvimos una relación correcta. Tuvimos nuestras conversaciones largas hablando de muchas cosas. Mi sensación es que yo con él fui respetuoso en su tema de seleccionador. Él tenía su personalidad y yo la mía. Él no entendía la figura del director deportivo para la selección absoluta. Él quería ser solo seleccionador, ese era su territorio, su terreno y de los ‘pequeños’ no quería saber mucho.
-Llega al Mundial de Rusia como director deportivo y acaba como seleccionador.
-A tres días de empezar la competición, tenía que hacer lo que hice. Por responsabilidad y por muchas cosas más. Solo tenía ese camino: decir sí o venirme para España. Yo no me podía quedar allí si no era como seleccionador. Había que intentar que aquello fluyera.
-Rubiales le desautoriza cuando destituye a Lopetegui. Usted no estaba de acuerdo con esa decisión.
-Yo no estaba de acuerdo con muchas cosas. Creía que Julen tenía que seguir. Lo que había sucedido pasa en el fútbol en todos los ámbitos, con los jugadores, los entrenadores… Era muy claro, o aceptaba o me volvía. Y en ese momento entendí que al fútbol español no le podía hacer eso. Sabiendo que tenía mucho más que perder que de ganar. La imagen de España no podía ser esa. Lo que ocurrió nunca había pasado antes de un Mundial. Jamás. Hay que verse allí dentro, como yo estaba, sin seleccionador. La decisión del presidente fue que lo tenía que asumir yo. No propuse a nadie. Acepté. Es mi forma de ser. Estaba convencido de lo que tenía que hacer.
“Yo creía que Julen tenía que seguir. En mi caso, o aceptaba ser seleccionador o me tenía que volver para casa”
-Era cara o cruz y salió cruz.
-Y si hubiese salido cara estaría también aquí con usted y explicando lo mismo. Cuando tomo la decisión de ser seleccionador tomo la decisión de que al terminar el Mundial me voy de la Federación. Lo que sí quiero decir es que al volver del Mundial, cuando me fui de vacaciones, la gente tuvo un comportamiento ejemplar conmigo por la calle. De agradecimiento.
-Al equipo le afectó mucho todo lo ocurrido
-Todo se nota cuando se cambia de entrenador en esas circunstancias.
“A Iniesta le dije que no iba a jugar contra Rusia. Fue una decisión futbolística, no un castigo. Siento adoración por él.”
-¿Cómo se le ocurre en el último partido sentar en el banquillo a Iniesta, su niño bonito?
-Lo hablé con Andrés antes. Fue al único jugador que le dije en la concentración que no iba a jugar. No fue fácil. Entendía que el partido nos iba a pedir una cosa y que a Andrés lo íbamos a necesitar más tarde, o en la prórroga si había. Fue solo una decisión futbolística. No era un castigo. Como entrenador entendía que en la última media hora me podía ganar el partido. Así de claro. Me sentía yo peor que él, seguro. Estaba convencido de que Rusia iba a bajar su físico y ahí íbamos a encontrar su espacio y frescura. Acabamos jugando con Rodrigo, Isco, Iniesta y Aspas, cuatro delanteros. Y los laterales. Yo por Andrés sentía y siento adoración.
A balón parado
Clemente. “Un fenómeno”
Camacho. “Un tío muy preparado”.
Raúl. “Un 9 en todo. Tenía que haber disfrutado de esos cuatro años”
Luis. “Aprendí mucho de él y disfruté”.
Del Bosque. “Un hermano mayor”
Sergio Ramos. “Ha roto todo el sentido común de las estadísticas”.
Piqué. “Él y Sergio han sido los dos mejores centrales de la historia del fútbol español”.
Iniesta. “Calidad brutal. No puede ser que fuera tan bueno”.
Xavi. “Su ritmo ha marcado una época. Cuando comenzaba a dar vueltas es que estaba todo controlado”.