México-86, todo menos lindo
México-86, todo menos lindo

100 AÑOS DE LA SELECCIÓN: LAS HISTORIAS MEJOR GUARDADAS (I).

México-86, todo menos lindo

Miguel Muñoz y sus hombres cayeron en los penaltis en cuartos de final pero antes fueron protagonistas de toda serie de sucesos insólitos.

Desde el 11 de mayo que la Selección despegó hacia tierras mexicanas hasta el 24 de junio que regresó tras quedar eliminada en la tanda de penaltis de los cuartos de final contra Bélgica, se vivieron en el seno de la expedición un sinfín de vicisitudes que afectaron a todos los estamentos del grupo y que obligatoriamente perjudicaron la convivencia con situaciones tan grotescas como esperpénticas.

Aquí quedan reflejadas las más significativas pero se vivieron muchas más: desde la expulsión de tres periodistas del hotel de concentración del equipo por sus comentarios sobre un directivo, a una batalla constante entre los estos, técnicos y jugadores por el control del poder, sobre todo en lo relacionado con los viajes y el protocolo, pasando por el diario que escribió un miembro de la Junta es la que no deja títere con cabeza.

La venganza de Moctezuma

A pesar de las sugerencias, recomendaciones y cuidados que se tomaron para que los componentes del equipo no fueran atacados por la denominada ‘‘venganza de Moctezuma, o lo que es lo mismo, una intoxicación en forma de salmonelosis o infección parasitaria, cuatro futbolistas: Calderé, Gordillo, Rincón y Gallego cayeron enfermos. No se llegó a saber por qué, ni dónde, pero el caso es que quedaron fuera de combate.

Para los interesados fue en la cena de convivencia en la que Rocío Jurado actuó en directo en la propia concentración del equipo en Tlaxcala y para otros, como pensaba el doctor Jorge Guillén, se contagiaron en Puebla, en el primer día de fiesta que se dio a los jugadores, por comer o beber algo en mal estado a pesar de estar advertidos.

Ni Calderé, el más perjudicado, ni Gordillo, no quería que le administraran suero, pudieron jugar por esta causa el primer partido contra Brasil. El cuadro médico más preocupante por la alta fiebre que presentaba fue el del azulgrana que se tuvo que quedar ingresado en el hospital México-Americano de la capital mexicana. No se desplazó a Guadalajara con el resto de la expedición y viajó posteriormente ya recuperado.

El positivo de Calderé

En plena recuperación de sus males gástricos, el barcelonista comenzó a incubar una bronquitis-neumonía y en el hospital entre el doctor local Rodríguez Noriega, miembro de la FIFA y responsable de la comisión antidopaje y el doctor de la Selección, le recetaron un producto, Bisolvon Compositum. Ese medicamento estaba prohibido en la lista de fármacos de la ley antidopaje por contener efedrina que fue, finalmente, el causante de la irregularidad sucedida cuando Calderé pasó el control después del segundo partido contra Irlanda del Norte, en el que jugó 30 minutos.

Por supuesto, el médico español reflejó en la documentación pertinente antes del partido que el jugador había sido tratado con dicho medicamento, pero la ley señalaba que solo se podía consumir 72 horas antes de jugar por lo que la FIFA se puso de parte de los médicos responsables del antidopaje, amonestó al doctor español por recetar el producto, sancionó a la RFEF con 25.000 francos suizos de multa (1,8 millones de pesetas/11.000 euros) y, afortunadamente, eximió al futbolista de toda culpa.

Calderé marcó los dos primeros goles de España en la victoria frente a Argelia. Fueron en el minuto 17' y en el 68'.

“Yo me tomé lo que me dieron”. De hecho, Calderé jugó el siguiente partido contra Argelia y marcó dos tantos. Goles muy celebrados por sus compañeros que ya conocían la situación de su compañero aunque no se había hecho pública.

Maceda, un partido y para casa

El central del Real Madrid había sido operado de menisco en su rodilla derecha el 11 de marzo, disputó con su club los siete últimos partidos de la Liga y la final de la Copa de la UEFA y aparentemente estaba recuperado de su lesión por lo que fue incluido por Miguel Múñoz en la lista definitiva para el Mundial.

La realidad resultó ser bien distinta. Según se supo ya en tierras mexicanas, el jugador llegó con una atrofia en el cuádriceps de la pierna operada y para colmo de males en un entrenamiento tuvo un choque con Calderé que le produjo un fuerte derrame en la misma rodilla. Hasta tres veces tuvieron que sacarle líquido antes de decidir que estaba en condiciones de jugar el debut contra Brasil.

Maceda jugó contra Brasil su único partido del Mundial de México.

Disputa el partido completo pero al final su rodilla acaba completamente hinchada y el futbolista se encontraba evidentemente mermado en sus condiciones y con dolores. Como el presidente del club blanco, Ramón Mendoza se encontraba con la Selección, comienzan los roces con los médicos de la Selección y se decide que el jugador no está para jugar más y que regrese a España cuanto antes para ponerse en manos de los galenos del club.

Estos echaban en cara a sus colegas de la RFEF que el jugador había salido en perfectas condiciones de Madrid y que no les habían informado de las tres extracciones realizadas en la rodilla maltrecha. Maceda, por su parte, reconoció que había forzado mucho la recuperación. “El afán y las ganas que tenía por jugar el Mundial eran grandes. Me operé, forcé la rodilla y jugué partidos incluso en malas condiciones para estar aquí. Lógicamente, ahora me entristece dejarlo todo".

Se vivieron momento muy tensos entre ambas partes y el futbolista llegó a declarar que no volvería a jugar en la Selección, aunque luego echó marcha atrás. El caso es que Muñoz se quedó sin uno de sus pilares. Un jugador que no tenía un reemplazo natural. Nada más volver a casa se le realizó una artroscopia en la rodilla lesionada.

Durmiendo con el enemigo

Lo sucedido nada más terminar el tercer partido contra Argelia fue surrealista. Las versiones son contradictorias en algunos puntos, pero la realidad es que la expedición española acabó concentrada en Querétaro en el mismo hotel (Hacienda Rustica) de la selección con la que finalmente se tuvo que enfrentar en octavos de final, Dinamarca. Todo comenzó al finalizar el encuentro. Múñoz decide que no quiere quedarse en Monterrey, donde el grupo tenía reservado un hotel y prefiere viajar esa misma tarde para México DF. Los responsables del asunto consiguen reservas en un vuelo y también encuentran habitaciones en un hotel cercano al aeropuerto. El avión en cuestión tuvo casi cuatro horas de retraso. La presencia de las mujeres y familiares de los jugadores hacía más cordial la espera, pero al seleccionador no pareció gustarle la idea de que todos pudieran pasar la noche juntos en el mismo hotel y volvió a cambiar de opinión.

Ya no se duerme en la capital. Quiere viajar inmediatamente a Querétaro en autobús, 220 kilómetros y unas tres horas de trayecto, para dormir ya en la ciudad donde tienen que jugar el siguiente partido y de paso que todo el equipo presencie en directo el duelo del que saldría el próximo rival: Alemania-Dinamarca. Nadie logra convencerlo de que aquello es una locura. Como la llegada a Querétaro estaba prevista para el día siguiente, esa noche no hay hotel reservado. El técnico insiste con modales no acordes con su campechanía habitual y los empleados se tuvieron que poner a buscar alojamiento.

Muñoz, casi siempre campechano, acabó muy enfadado con los problemas de alojamiento.

Finalmente encuentran uno cerca del destino. Mejor no haberlo encontrado. Cuentan los que allí pararon, algún jugador se llegó a tumbar en la cama, que las cucarachas jugaban al fútbol por las escaleras del hostal-pensión y que las habitaciones además de tener las paredes descorchadas y tener goteras no tenían la mínima condición de salubridad. Aproximadamente eran las cuatro de la madrugada. Algunos jugadores dicen que se quedan allí, que no quieren dar más vueltas, pero finalmente todos se suben al autobús.

En ese momento vuelven a surgir contradicciones informativas, pero la realidad es que la expedición acaba en el hotel Hacienda Rústica, donde está hospedada Dinamarca. Las previsiones eran quedarse allí. Si los nórdicos perdían tenían que cambiar de sede o en el caso contrario ocupar el alojamiento de Alemania, que sería quien tendría que abandonar la ciudad. Ganan los vikingos y al asimilar que van a compartir hotel con el enemigo durante tres días más ponen el grito en el cielo. Además, se enteran de que la Prensa española también está allí alojada y ellos no habían dejado, anteriormente, estar a la de su país.

Butragueño fue el héroe del partido contra Dinamarca.

El recurso de marcharse al hotel de Alemania queda abortado. Los germanos dicen que se quedan allí y viajarán a Monterrey la víspera de su encuentro contra Marruecos. La FIFA insta a España a abandonar las instalaciones en las que acaban de aposentarse, pero los federativos se hacen fuertes y terminan convenciendo a los organizadores de que las instalaciones eran grandes, como así sucedía, y que las dos selecciones podían convivir perfectamente, una en cada ala del establecimiento. Eso sí, las zonas comunes tenían que repartírselas. Y allí que se podía ver a los nuestros con los Laudrup, Lerby, Elkjaer, Morten Olsen… y compañía en perfecta camaradería compartiendo las mesas de juego y la barra del bar. Los españoles sin la compañía de sus mujeres y los daneses con ellas desde el primer día de la concentración.

Las primas de nunca acabar

Hasta la víspera de jugar contra Dinamarca, los jugadores y los federativos no solucionaron el asunto de las primas que los primeros cobrarían por su participación mundialista. Tensión máxima, reuniones eternas, amenazas por parte de los futbolistas de hacer pública una nota informativa que llegó a estar redactada y que hubiera ido acompañada de una comparecencia de todos ellos ante los medios de comunicación…

La campaña de publicidad de la Selección para El Corte Inglés fue de lo más comentado antes del torneo.

Desde un principio la RFEF mantenía que los premios ya se habían fijado en una reunión de la Junta directiva en España y que estaban cerrados. El presidente, José Luis Roca, hasta llegó a dar cifras. 2.500.000 por pasar la primera fase; 1.000.000 por los octavos; 1.250.000 por los cuartos; 1.500.000 por las semifinales y 2.000.000 por la final. Total 8.250.000 por ganar el Mundial, más un tanto por ciento de los ingresos publicitarios de los patrocinadores.

La versión de los jugadores es que solo estaba negociada la primera fase, pero no las eliminatorias. Finalmente hubo un acuerdo que aunque no se llegó a hacer nunca oficial, suponía un buen aumento. Por los octavos cobrarían millón y medio; por los cuartos, dos y medio; por las semifinales tres y medio y por la final cinco. Un total de 15 millones. Por desgracia se quedaron a mitad de camino.

La revolución de los suplentes

La convivencia diaria de los periodistas con el equipo permitía entrever que los profesionales que no entraban en los planes de Múñoz no tenían el más mínimo inconveniente en demostrar y manifestar su malestar casi a voces. Primero fue de forma más reservada en el seno del grupo, pero después trascendió a la opinión pública en sus declaraciones. Carrasco y Setién, que no se estrenaron, fueron los primeros en ‘saltar’ después del segundo partido.

“No tengo nada que hacer aquí. Sé que no voy a jugar. Deseo que España gane el Mundial, sobre todo por mis compañeros, pero si lo sé antes me quedo en Barcelona", manifestó Carrasco. Por su parte, Quique Setién afirmó: "Lo que no admito de ninguna forma son las diferencias en el trato humano y, en mi opinión, se están dando claramente. Existe un trato diferenciador de los directivos para con los jugadores titulares y los reservas”.

Gallego y Julio Salinas juegan a billar durante la concentración.

La situación empeoró horas antes del partido contra Argelia. Muñoz mandó al siempre diligente Ángel Mur, masajista a la sazón, a convocar a los jugadores. A 16 de ellos, uno por uno, los citó. “A la una en la sala de reuniones, con el seleccionador". Ellos iban a ser los inscritos para el encuentro. A los cinco restantes: Urruti, Carrasco, Setién, Rincón y Gordillo, que estaba lesionado, los convocó directamente para ir al estadio.

Esta situación fue la gota que colmó el vaso y los jugadores solicitaron una reunión urgente con el seleccionador para que explicara esa discriminación con algunos de ellos, no ya para jugar o no jugar, sino para la simple charla táctica y exigieron que no se volviera a repetir. Muñoz aguantó el golpe, pidió excusas a su manera. "No era mi intención molestar ni discriminar a nadie. Como estos cinco no iban a jugar, me pareció conveniente que no estuviesen en la reunión".

Setién, Carrasco y Rincón, declinaron sentarse en el banquillo del equipo, a pesar de que podían hacerlo y vieron el partido entre el público. Rincón se presentó al día siguiente con la maleta en el hall del hotel gritando que se marchaba para España. Le convencieron sus compañeros para que se quedaran, aunque hay quien asegura que la maleta estaba vacía y que había sido simplemente una medida de fuerza.

La ‘oculta’ lesión de Gordillo

Si Maceda tenía que abandonar la concentración. Calderé pasar por el susto del positivo, no fue tampoco para Gordillo un Mundial para recordar. Primero fue la infección gástrica que le dejó fuera para el primer partido y después, en el segundo, contra Irlanda del Norte, sufrió un fuerte golpe en el peroné que le obligó a abandonar el campo y ser sustituido precisamente por Calderé.

Ante las quejas de dolor del jugador inmediatamente se le hacen unas radiografías de la zona afectada y se descarta que pueda existir una fractura. Como el jugador no mejoraba es sometido a nuevas placas, hasta en tres ocasiones más y tampoco se refleja una lesión grave. La realidad es que el jugador intenta reincorporarse a la disciplina de entrenamientos del grupo, pero no puede. No vuelve a jugar. Y al regreso a Madrid, los médicos del club blanco le someten a nuevas pruebas y se le detecta una fractura de peroné.

Un nuevo incidente después de los ocurridos días antes con Maceda. El doctor Jorge Guillen que había seguido paso a paso la lesión del jugador, medio desesperado, susurra. “Solo puedo pensar que la radiología española está mejor que la mexicana” y los colegas del club blanco certificaron que ese tipo de fracturas no es fácil de descubrir en las radiografías y que ellos habían tenido que hacer cinco con contrastes para encontrar la lesión.

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