Chile tendrá una difícil misión en la Copa América de Brasil. Los ahora dirigidos por Reinaldo Rueda acudirán al certamen a defender los dos títulos logrados durante las ediciones anteriores, en 2015 como locales y en la versión centenario de 2016 en Estados Unidos. Sin embargo, el panorama en la Roja será muy distinto al que exhibía cuando, en forma brillante, se adjudicó ambos torneos, disputando finales inolvidables para sus seguidores frente a Argentina.

La escuadra chilena vive un proceso de redefinición futbolística, que comenzó con la llegada de Rueda en 2018, luego del inesperado y doloroso fracaso en las Eliminatorias para el Mundial de Rusia. Con la labor del DT colombiano se esperaba una renovación del plantel, ante la inminencia del declive en sus rendimientos de las grandes figuras, pero en los partidos de preparación para la Copa de Brasil las actuaciones de los jugadores emergentes no conformaron.

La Roja hoy juega distinto. No es la forma que encandiló y resultó vital para la obtención de los títulos de América. El elenco chileno dejó de ser el equipo de acciones veloces y fluidas con el balón para sustentar un estilo ofensivo. La recuperación pronta del balón y en campo contrario tampoco es su recurso defensivo más empleado. El cuadro que conduce Rueda desarrolla una propuesta más cuatelosa, sin el ritmo elevado de antes y con mayor énfasis en la tenencia del balón, lo que no cuaja completamente por la falta de cambio de velocidad en la zona ofensiva.

Los cambios del colombiano en su llegada a Chile, en relación a lo fue su sello distintivo, tuvieron que ver con el estilo futbolístico y los nombres del plantel. Sin embargo, el sistema táctico 1-4-1-2-3 continuó inalterable y parecía una extensión de lo que realizaba antes el equipo. Pero en los partidos previos al certamen en Brasil, la oncena se reformuló posicionalmente con los esquemas 1-3-4-1-2 y 1-3-4-2-1. Una sorpresa, pues ambos dispositivos no aparecían en el repertorio reciente del DT. Fue sin duda un reconocimiento del bajo funcionamiento colectivo y reflejó la intención de corregir el rumbo de cara a la defensa de los títulos más importantes del fútbol chileno.

Reinaldo Rueda llegó con justificados y grandes pergaminos a la selección chilena. Campeón de la Copa Libertadores con Atlético Nacional de Medellín y antes bimundialista con las clasificaciones de Honduras y Ecuador, tomó el relevo en la banca de la Roja con la pesada obligación de prolongar el momento de gloria de la escuadra nacional. Su labor no ha sido fácil, por el irregular funcionamiento del equipo y la exclusión de algunos históricos integrantes del plantel, y por lo tanto el certamen en Brasil será una prueba de enorme valor a su proceso, que exhibe como contenido central las próximas Eliminatorias del Mundial de Qatar 2022.

Arturo Vidal es el jugador sobresaliente en Chile con miras a la Copa América de Brasil. Dejó el Bayern Munich para fichar sorpresivamente en el Barcelona y el paréntesis en sus carreras de Alexis Sánchez y Claudio Bravo, debido a distintas situaciones, lo ubicaron en el liderazgo futbolístico del bicampeón de América. Mediocampista interior con un juego de alta intensidad y fuerte vocación ofensiva, impulsa con sus bríos al equipo. El papel calza plenamente con su carácter y no le hace el quite a esta responsabilidad, sobre todo ahora que Chile afronta la compleja misión de revalidar los títulos continentales.