Cerca de las Estrellas, el primer programa en la televisión española dedicado a la NBA, marcó a toda una generación. Al frente estaba Ramón Trecet, que ahora ingresa en el Hall of Fame.
El 4 de febrero de 1988, los Bucks ganaron en Milwaukee a Boston Celtics (111-101). Eran unos grandes Bucks (Terry Cummings, Jack Sikma, Sidney Moncrief…). Y eran, claro, unos Celtics de leyenda con uno de los quintetos más célebres de la historia de la NBA: Dennis Johnson, Danny Ainge, Larry Bird, Kevin McHale, Robert Parish. Tres días después, un 7 de febrero, ese partido se emitió en diferido en Televisión Española. Fue la primera noche de Cerca de las Estrellas, un programa que acercó la NBA a España cuando la gran Liga era todavía otro mundo, algo que sonaba a ciencia-ficción, a cómics de superhéroes. Era, claro, la NBA que estaba a punto de conquistar el mundo. La que iba cerrando los prodigiosos años 80. La de las batallas Lakers-Celtics. La de Magic Johnson, Larry Bird, el ascenso de Michael Jordan y el camino hacia Barcelona 92, el Dream Team y una conquista del mundo que ya no se detuvo a partir de ese gigantesco punto de apoyo.
En España apenas se habían podido ver antes algunos partidos, en diferido y rascando en finales o en la aventura de Fernando Martín en Portland Trail Blazers (temporada 1986-87). Mientras, la NBA enhebraba su primera edad de oro en Estados Unidos, tocaba tierra en el resto del mundo e iniciaba una relación particular con España, la casa del Dream Team durante los Juegos Olímpicos. En ese clima, entre la generación Magic-Bird y la supernova Jordan, entre la elección de Barcelona como sede olímpica y la formación del Dream Team, llegó Cerca de las Estrellas. Un programa que lo cambió todo y que convirtió en un referente, para siempre, a Ramón Trecet, su director y presentador. Que ahora entre como contribuidor en el Hall of Fame del baloncesto español, cuyo acto se celebrará el próximo 21 de octubre en el Estadio de la Cartuja.
Nacido en Hernani (1 de julio de 1943), Ramón Trecet trabajaba en Radio Nacional desde 1970 y había hecho sus pinitos en la televisión pública (la única, por entonces) cuando llegó la llamada que cambió su trayectoria profesional. Su introspección en la cultura musical estadounidense le había llevado a recorrer ese país y adentrarse también en su deporte, por entonces mucho más alejado de nosotros que ahora. Eso lo convirtió en el hombre ideal para ponerse al frente de un proyecto que revolucionó la forma de consumir televisión deportiva en España con un estilo moderno, diferente y muy americano. Resúmenes de partidos, mesa de opinión, secciones de highligths, la jugada tonta de la semana… y, como colofón, un partido en diferido para una experiencia que se convirtió en una sesión de culto para la noche de los viernes.
Trecet cubrió Juegos Olímpicos y otros grandes eventos internacionales y narró ACB en TVE mientras seguía con su trabajo en Radio 3 (el programa Diálogos 3 estuvo en antena en la radio pública desde 1986 hasta 2008). Después colaboró con Marca, Terra, Yahoo… Sus apodos de jugadores y coletillas para determinadas acciones (ding dong, catacrock, chof chof…) se colaron en el vocabulario popular. Su forma de narrar reflexiva, desenfadada, con análisis y digresiones, anticipó un estilo que estaba por venir. Y su figura se convirtió en imposible de separar de la llegada de la NBA a España y su ascenso hacia el esplendor. De todo eso, y de su entrada en el Hall of Fame de nuestro baloncesto, habló Ramón Trecet con AS.
Entra en el Hall of Fame del baloncesto español y lo hace, además, en la primera promoción.
Para mí significa lo máximo, lo más grande que podía alcanzar en el mundo del baloncesto. Por ser, además y como tú dices, en la primera promoción. Y comunicado oficialmente por el propio presidente de la Federación, un Jorge Garbajosa al que conozco desde que era un chaval. Un chaval él, yo no he sido un chaval nunca (risas). Estoy absolutamente abrumado.
Entra como contribuidor, y creo que la palabra define a la perfección lo que hizo y aportó al aterrizaje de la hoy fortísima cultura de la NBA en España.
Precisamente por eso estoy abrumado, por esa consideración. Si cuando empecé en el baloncesto jugando en mi colegio con catorce años me hubieran contado esto, al que me lo hubiera dicho le habría dado una paliza (risas). Pero ves que hay un ambiente propicio a que la gente se acuerde de las cosas que se pusieron en marcha y del momento en que sucedió. Porque el proyecto de Cerca de las Estrellas se puso en marcha en 1987, un tiempo en el que había una expectativa que apuntaba directamente a Barcelona 92. Quedaban cinco años y había pasado uno desde que nos habían dado los Juegos. Poco después, David Stern me metió a un despacho en Nueva York y me dijo que Estados Unidos iba a mandar un equipo absolutamente profesional a Barcelona. Era la primera vez, y eso me pareció celestial. Y cuando salió el equipo… para mí el único Dream Team que ha habido.
¿Cómo un periodista vinculado sobre todo al mundo de la música acaba embarcándose en esa aventura que fue Cerca de las Estrellas?
Por esa otra profesión, en la música, iba una media de un mes al año a Estados Unidos a seguir giras, hablar con artistas, entrar en bibliotecas a investigar… Seguía la NBA desde hacía tiempo y en un momento determinado me llaman de la tele, en la que ya había trabajado en programas musicales y conocía a todo el mundo. Y hay que subrayar que RTVE era la única tele que había entonces en España. Ese día que me llaman, me dicen que tiene una idea y me dicen exactamente esto: 'necesitamos un perro verde con pintas rojas y ese eres tú’. 'Necesitamos alguien que sepa inglés, alguien que sepa de baloncesto, alguien que haya visto NBA…'. Yo pregunto cómo va a ser y me dicen que van a emitir un partido a la semana que nos van a mandar de EE UU inmediatamente después de que termine. Entonces no había las conexiones vía satélite que hay hoy, claro. Recuerdo que cuando llegué a casa le dije a mi mujer que no me podía creer que el viernes siguiente iba a empezar a retransmitir un partido de la NBA en España. Y a partir de ahí, lo que se vio….
¿Cómo recuerda esas primeras narraciones sin los medios, la inmediatez, la tecnología que hay ahora?
El partido solía llegar en cinta dos días después, nos lo mandaban por avión inmediatamente. El inmediatamente de entonces, claro (risas). Y yo tenía entre día y medio y dos días para prepararlo. Primero veía el partido y tomaba notas frenéticas. Ellos a la vez me mandaban una estadística súper completa de todo lo que había pasado. Y si había alguna jugada que fuera difícil de juzgar, tenía la posibilidad de ver el vídeo las veces que quisiera. Como hacen ahora los árbitros. Le decía al técnico 'dale para atrás siete segundos'. Lo que siempre hacía era no ver los últimos cinco minutos del partido. Intentaba narrar con la emoción de quien no sabe el resultado. Además, siempre llevábamos para comentar el partido un jugador, un entrenador, un árbitro, un preparador físico... No queríamos tener a nadie fijo, queríamos que desfilase gran parte del mundo del baloncesto español. Como grabábamos los viernes, intentábamos llamar a gente de los equipos que venían a jugar a Madrid y estaban en la ciudad. Si había estadounidenses en el equipo, intentábamos que vinieran ellos, y eso dejó anécdotas muy curiosas…
Llegué a casa y le dije a mi mujer que no me creía que iba a retransmitir la NBA en España
¿Alguna que se pueda contar?
Claro. Después de grabar, solíamos llevar al invitado a comer. A comer bien (risas). Una vez, era un entrenador americano. En el restaurante, el productor, que era el que pagaba, dijo que había angulas en la carta y que quién quería. Yo le dije a este entrenador que las probara, que le iban a gustar. Después de la comida le pregunté y me dijo que eran igual que fideos pero con sabor a pescado (risas). No volvimos a pedir angulas con ninguno de los invitados...
El programa, además, introdujo un formato y un estilo más parecido al estadounidense y que por entonces no tenía nada que ver con lo que se hacía en España.
Cuando iba a Nueva York, por ejemplo, por el tema musical, siempre cogía un hotel cerca del Madison Square Garden y me ponía en contacto con ellos para ir a ver todos los partidos que podía aunque por entonces yo no tenía nada que ver con la NBA ni con el baloncesto todavía. Aunque el baloncesto no había despegado allí como lo hizo después a partir de Michael Jordan, yo veía los programas de televisión y veía las cosas que ya hacían… La jugada tonta de la semana, por ejemplo, nos pareció que daba otra dimensión, que desposeía al baloncesto de su exceso de seriedad.
Y era algo a lo que para nada estábamos acostumbrados aquí.
Por pura competitividad y la calidad física de los jugadores, en la NBA pasaban cosas absolutamente increíbles. Alguien lanzaba desde detrás de la canasta y la metía, un tío volaba desde la cancha y aterrizaba en la tercera fila de aficionados…
Con Cerca de las Estrellas también llegaron a España los fines de semana del All Star, con todas las estrellas en el mismo partido, los concursos de triples y mates…
Sí, tengo un recuerdo muy especial. Hubo un concurso de mates al que nosotros no llegamos a tiempo porque había sido un par de años antes, el que ganó Spud Webb. Era un jugador que no es que fuera bajito, es que medía 1,72 aproximadamente. Durante las primeras semanas nos iban ofreciendo material y yo les dije a los americanos si tenían ese concurso. En el siguiente envío me lo mandaron. Yo no lo había visto y la primera vez que lo vi cómo se levantaba del suelo… era una cosa espeluznante. Era tan bajito que caía desde tan arriba después de hacer los mates... era para él como hacer un salto con pértiga. Me quedé completamente fascinado. Para nosotros era inconcebible todo aquello.
Usted consiguió que todos los aficionados al baloncesto, y muchos que no lo eran, repitieran expresiones como ding dong, chof chof, catacrock…
Chof chof empezó con Michael Jordan. Yo dije que al menos cada quince días teníamos que dar un partido de Michael Jordan. Y cuando empezaba estábamos todos con la adrenalina puesta, sabíamos que en cualquier momento iba a despegar. Cada vez que tiraba una suspensión, 'chof chof'. Era como una especie de admonición también: idos preparando para lo que viene. Catacrock nació en un partido de la Final que juega Detroit Pistons contra Portland Trail Blazers (1990). Los Pistons están a punto de perder y yo ya le había dicho al contacto de la CBS que cuándo salía el avión para Detroit porque parecía claro que íbamos a volver allí. Pero los Pistons, que habían ido todo el partido perdiendo, tuvieron uno de esos arranques que tenían. Y Vinnie Johnson, al que llamábamos Microondas, metió una canasta alucinante para dar la victoria a los Pistons y yo dije lo de catacrock. Porque fue algo así como 'se le ha roto la vajilla a todo el equipo de Portland'. Y efectivamente, ahí acabó la Final.
¿Qué es lo que más ha cambiado en el mundo del baloncesto desde entonces?
Lo que siempre hacía era no ver los últimos cinco minutos del partido. Intentaba narrar con la emoción de quien no sabe el resultado
Yo pienso que han cambiado tres cosas. El desarrollo físico de los jugadores, que ahora son capaces de hacer cosas inverosímiles, a veces en detrimento a la calidad técnica del juego. La segunda cuestión es el marketing. David Stern introdujo en la NBA una serie de factores de marketing absolutamente nuevos. Habló de eSports aplicados a los deportes tradicionales, fue el primer dirigente estadounidense que se dio cuenta de que los deportes digitales iban a cobrar una importancia como la que estamos viendo ahora. La figura de marketing elevada al cubo, y como consecuencia la llegada entonces de sponsors enormes y ahora la llegada de los grandes magnates del tema digital. Y esos siguen pensando que como les ha costado dos años llegar a mil millones de fortuna personal, esto del baloncesto es igual. 'Ficho a tres y venga'. Pero el baloncesto es un poco más sutil. El marketing tiene una importancia extraordinaria.
¿Y la tercera cosa?
Otra que aprendí en Estados Unidos: tienes que tener un canal de televisión que esté permanentemente machacando con tu producto. La gran cuestión es ofrecer lo que haces gratis. Ahora te metes en Youtube y tienes cientos de miles de cosas relacionadas con la NBA. Y te ponen el resumen de un partido diez minutos después de que haya acabado. Al ser gratis, haces marketing. No vendes el resultado de ese partido sino la calidad de lo que van a poder ver en los siguientes. Eso en Europa no se entendió así en su momento.
¿Echa de menos todo aquello de antes o le gusta más lo de ahora?
No echo de menos, yo creo que los medios técnicos han ido evolucionando de manera exponencial. Yo no tenía la posibilidad de dar un partido en directo todos los días. Era imposible técnicamente hablando. El precio de los satélites entonces era una absoluta locura. Además, yo estuve haciendo NBA en TVE siete u ocho años. Los que están ahora en Movistar llevan 25 años. En esos 25 años, con las mejores técnicas y la cantidad de montajes que se pueden hacer… yo tenía un equipo técnico de seis personas. Un programa como Informe Robinson, que por cierto es excepcionalmente bueno, era imposible hacerlo hace treinta años. Y ahora fíjate.
¿Su jugador favorito ha sido Michael Jordan?
Mi favorito por motivos emocionales es Essie Hollis, al que trajimos en San Sebastián a jugar en el Askatuak y aquello fue… De la NBA habría que distinguir al que te emociona del que lo ves y dices 'qué buenísimo es'. Jordan me emocionó en muchos momentos, pero a lo mejor ha habido otros que me emocionaron más. La gran tragedia de LeBron James, por ejemplo, ha sido encontrarse con esos Warriors que se encontró. Si no, habría sido campeón tres veces más. Pero te encuentras con ese equipo, que no sé ni cómo llamarlo… El que más me ha emocionado ha sido Jordan, sí.