Más de seis meses después, la Euroliga regresa a escena. La temporada más incierta (por la pandemia) vuelve con los mismos 18 equipos y con el CSKA como campeón desde 2019.
1.- "Como decíamos ayer..." Respuesta
2.- Una Euroliga muy española: Madrid, Barça, Baskonia, Valencia… Aíto y Pascual Respuesta
3.- Efes, Madrid, Barça y CSKA, póquer de favoritos Respuesta
4.- Final Four: Road to Köln Respuesta
5.- Diez países y diez realidades distintas Respuesta
6.- Protocolos y reglas, en la vuelta del basket europeo Respuesta
"Como decíamos ayer..."
La pandemia puso fin a la temporada 2019-20 un 6 de marzo. Los aficionados del Barça (frente al Bayern) y del Baskonia (contra el Alba Berlín) fueron los últimos en poder disfrutar de baloncesto europeo en vivo. Después todo paró. Era una semana con jornada doble y el Armani Milán, con restricciones en la zona norte de Italia desde finales de febrero, había recibido al Madrid a puerta cerrada y después disputado su partido frente al Valencia Basket en la Fonteta también sin público. Los casos aumentaban en España (uno de los primeros focos conocidos llegó por el Atalanta-Valencia de la Champions) y Trey Thompkins, uno de los integrantes de la expedición madridista a Milán, se convirtió en el primer jugador en dar positivo.
El coronavirus truncó muchos sueños. El Anadolu Efes, con un Larkin imparable (había sido seis veces el mejor de la jornada), marchaba como un tiro; el Madrid y el Barça ya estaban clasificados para los playoffs (eran segundo y tercero, respectivamente), el Valencia Basket peleaba por colarse entre los ocho primeros y así repetir en la Euroliga el curso siguiente y el Baskonia había cogido aire en la lucha por el playoff con tres victorias seguidas.
La fase regular estaba en su recta final. Faltaban seis jornadas, después llegarían los playoffs (al mejor de cinco partidos) y la Final Four de Colonia. Pero la Euroliga, con una situación más complicada que las Ligas nacionales (aunque sólo acabaron tres: la española, la alemana y la israelí) al tener que gestionar la pandemia en diez países diferentes, anunció la cancelación definitiva de la campaña el 25 de mayo. Adiós a un curso sin campeón.
Casi siete meses después de aquel parón, el mejor baloncesto europeo vuelve. La Euroliga ha redactado un amplio protocolo y una reglamentación especial para intentar que el curso se desarrolle con los mínimos contratiempos posibles. Una tarea complicado con el aumento de casos en todos los países y la aparición de nuevas restricciones que dificultarán los viajes, pero la competición pretende que no haya otra temporada con asterisco.
Curso nuevo, vida nueva. Continúan los 18 equipos de la pasada temporada, que empezarán desde cero. El Valencia Basket y el Alba Berlín no sólo pelearán por firmar una buena temporada sino también por la permanencia en la élite (seguirá en la Euroliga el equipo que mejor acabe el curso, siempre que se meta entre los ocho mejores). El Bayern Múnich y el Asvel Villeurbanne, en calidad de invitados, intentarán dejar buena imagen, al igual que otros equipos que tampoco tienen su plaza asegurada (Khimki Moscú, Zenit San Petersburgo y Estrella Roja). La Euroliga anunció al principio del curso pasado que las Ligas (ACB, Bundesliga, ABA y VTB) dejarían de dar un billete a la competición. Habría tres invitaciones y una posible plaza para el subcampeón de la Eurocup.
El Anadolu Efes se enfrenta a la dura papeleta de repetir un año mágico. El CSKA, con Mike James al frente, ha reforzado bien su juego interior (Shengelia-Milutinov). Y el Armani ha vuelto a tirar la casa por la ventana (Datome, Delaney, Shields, Hines...) para ver si este año sí puede dar el paso al frente que llevan años esperando en Milán.
El Fenerbahçe arranca una nueva etapa sin Obradovic en el banquillo, lo mismo que el Zalgiris post-Jasikevicius. El Panathinaikos, tocado por la crisis y en venta (25 millones), ha dicho adiós a Nick Calathes y en el Olympiacos, ¿veremos uno de los últimos bailes de Spanoulis? Uno de los que gresesa de la NBA es Ante Zizic, pretendido por el Madrid pero que al final acabó en el Maccabi por el culebrón Campazzo.
Ni el Madrid ni el Barça, con un ojo puesto en la NBA, han dado por cerrada su plantilla y en Vitoria afrontan el reto de prolongar la racha de playoffs (llevan cuatro años entre los ocho primeros) y colarse en su quinta Final Four. En Europa vuelve a volar el balón, con permiso de la pandemia. "Como decíamos ayer...".
Una Euroliga muy española
La Euroliga, como siempre desde su nacimiento en 2000, volverá a tener mucho protagonismo español. Cuatro equipos de los 18 son de la ACB, de largo, la mejor liga nacional del continente, un representante más que los tres de Rusia y dos más que Turquía, Grecia y Alemania. Hay clubes sobresalientes y también entrenadores, donde España iguala con Grecia, cuatro técnicos cada uno en los banquillos. Aparte de Pablo Laso (Real Madrid) y Jaume Ponsarnau (Valencia), arrancarán la competición Aíto García Reneses (Alba Berlín) y Xavi Pascual (Zenit San Petersburgo). Los griegos cuentan con Bartzokas (Olympiacos) y Vovoras (Panathinaikos), más Itoudis (CSKA) y Sfairopoulos (Maccabi). Mucho prestigio acumulado en clubes, jugadores y técnicos.
Entre los equipos ACB, ambición a pares. Me explico, el Madrid y el Barça salen a pelear el título, los dos a la vez, algo que no siempre ocurre; mientras que el TD Systems Baskonia y el Valencia Basket tiene como gran desafío alcanzar el playoff de cuartos y luego… quién sabe, incluso soñar con la Final Four de Colonia. Al equipo taronja, además, el único de los tres sin la presencia garantizada en la competición en la 2021-22, concluir entre los ocho primeros le supondría encadenar tres años seguidos en la élite, para lo que el club lleva lustros trabajando.
Vayamos uno a uno, el primero, el Real Madrid, porque iba segundo cuando la suspensión de marzo y porque ha sido uno de los grandes de la década, dos títulos y presente en siete de las nueve últimas Final Four. Laso y el bloque continúan, lo que es una garantía, y los refuerzos de Alocén y Abalde aportan energía, velocidad, físico y descaro a un grupo veterano. Todo bien por ahí, pero la crisis económica ha frenado (más allá de la operación Abalde, que llegó a estar en el alero) cualquier incorporación. En fútbol y, por supuesto, en baloncesto (recuerden que a Alocén se le fichó en 2019). Lo que deja a la plantilla sin relevo para el gran Tavares y pendiente de que no haya lesiones y de que Garuba de la zancada al frente esperada. El croata Ante Zizic era la apuesta interior y, dadas las cifras que se manejaban, una gran oportunidad según los estándares anteriores del mercado, que no son los del verano de 2020 con una merma de ingresos alarmantes en los grandes de Europa.
Ahí no queda todo, resta lo más importante: Campazzo. Su marcha a la NBA durante el curso, si no hay volantazo inesperado, dejará al Real cojo y sin timón, ya que la permanencia de Laprovittola no parece la solución. Estaría entonces el Madrid obligado a fichar, o al menos eso parece, entre los descartes NBA o directamente de las filas de algún equipo europeo en el que las previsiones presupuestarias iniciales no cuadren. Sin la certeza, tampoco, de que se produzca esa contratación. Así que se intuyen carencias y, a la vez, algún exceso, como en el puesto de escolta donde pueden juntarse Llull, Abalde, Carroll, Rudy, Causeur y hasta Taylor. El club y Laso tendrán que saber jugar sus cartas según les lleguen.
En el Barça, y siempre a priori, la mano de naipes parece más previsible. Incluso en algunas quinielas le dan como principal favorito por delante del Efes turco. La presencia de Jasikevicius en el banquillo aporta liderazgo, orden ofensivo y una idea muy clara, y arriesgada, de defender con cambios continuos. Con Calathes hay un base cerebral, uno de los mejores de la competición, aunque poco anotador y aún menos tirador-metedor, eso no es un secreto. Abrines vuelve por sus fueros y Mirotic sigue siendo el referente, con una posible retirada de azulgrana en el horizonte tras renovar hasta 2025 (tendría entonces 34 años). También hay incertidumbres de las que nadie se escapa, como el papel de caudillo ofensivo de Heurtel y si la recuperación e integración de Higgins va a ser plena, una pieza que al nivel que ofreció en Moscú resultaría decisiva.
El cierre de los duelos clave genera dudas con este grupo de jugadores, que acumula resbalones en los minutos de la verdad y que, tras perder la final en la burbuja de Valencia, han continuado en la Lliga Catalana y en la Supercopa. Además, el papel testimonial de Pustovyi remarca la falta de un pívot. Muchos rumores y muy poco dinero sin recurrir a hipotecas. Como el Madrid, preguntas que esperan respuesta, en el caso culé con un agravante que le apremia: no juega la Final Four desde 2014, en la que cayó por 38 puntos ante los blancos un mes antes de celebrar su última Liga. Más de seis años de sequía.
Para ganar una Euroliga hay que hilar finísimo y tener una pizca de suerte, pero para disputar los playoffs el Baskonia y el Valencia deberán maximizar igualmente sus recursos. Mucha competencia, tanta que es posible que alguna plantilla con aspiraciones de Final Four vea los cruces de cuartos por la televisión.
El TD Systems Baskonia encara el curso como campeón ACB, lo que le dará una mezcla de tranquilidad (que nadie se relaje con Dusko Ivanovic) y seguridad con un apetito recién estimulado. Vildoza, que ha aprendido a resolver y lo disfruta, es el ejemplo. Pierriá Henry amenaza con su mejor versión, la de Kazán (MVP de la Eurocup), un buen base con una capacidad asombrosa en el uno contra uno y para robar balones. El lituano Giedraitis, el gran fichaje, ha caído de pie y el crecimiento de los jóvenes, de Kurucs, Raieste y Sedekerskis, puede elevar el techo del bloque. La previsión es que haya otra incorporación, un base-escolta tras el adiós de Carrington. Por dentro, se espera la recuperación del gigante Fall y Jekiri ofrece garantías y conoce la Euroliga. Alec Peters tiene mucha calidad y quiere explotar en Europa tras salir por la puerta de atrás del CSKA y del Efes. Su lanzamiento de tres es de élite. También como ala-pívot, el polivalente Polonara, que sabe competir. Si las piezas encajan, que aún no lo han hecho, Vitoria puede disfrutar de nuevo con su escuadra. El playoff, el gran reto.
El mismo objetivo que el Valencia Basket, que quiere consolidarse en la Euroliga con el nuevo pabellón en camino. Para eso es obligatorio que termine entre los ocho primeros. El club ha apostado por la continuidad en el banquillo de Jaume Ponsarnau (tercera temporada) y ha respondido bien a un duro golpe, la pérdida de Abalde rumbo a un Madrid con el que mantiene una rivalidad en los despachos. Ha adquirido jugadores con mucho talento, de esos que se labran un nombre, y ahora debe acoplarlos. Quizá el pegamento pueda ser Nikola Kalinic, la navaja suiza (aunque sea serbio) de Obradovic en los tiempos de vino y rosas del Fenerbahçe. Un alero capaz de jugar al cuatro y de intercambiar casi cualquier posición defensiva. Tácticamente muy útil.
Loyd y Doornekamp también se marcharon en verano y, a cambio, han llegado Prepelic y Derrick Willliams, número 2 del draft, que encara su tercer destino diferente en su tercer curso en Europa (antes, Múnich y Estambul). Debe poner su calidad ofensiva al servicio del grupo y no al revés. Respecto a Prepelic, máximo anotador de la pasada ACB con el Joventut (22,3 puntos), tendrá que aunar integración y aportación deportiva. En el Madrid no funcionó en la pista, muchas veces como tercer base, sin embargo, se adaptó bien al grupo. Y en Badalona sobresalió en la cancha sin hacer piña fuera. Un desafío personal, el Valencia le espera. Para la dirección se ha incorporado Martin Hermannsson (sobrino de un ex, Jon Stefansson) tras una más que buena campaña en el Alba Berlín. Combinará al timón con Van Rossom y Vives, mientras que Quino Colom ha dejado de contar. Dubljevic seguirá siendo el emblema taronja, el montenegrino del Turia, muy bien respaldado bajo el aro por Tobey, cuya reciente renovación es muy importante. Mimbres parece haber, pero póngase a hacer un cesto. No es fácil. La Euroliga vuelve a hablar español, veremos si elevamos la voz en mayo en Colonia con el Lanxess Arena y la afamada catedral gótica de testigos. Esperemos que para entonces con público, con mucho público.
Efes, Madrid, Barça y CSKA, póquer de favoritos
El vigente campeón de Europa es el CSKA de Moscú, que ganó el título en Vitoria en mayo de 2019, y lo seguirá siendo, como mínimo, hasta mayo de 2021. Dos años de reinado garantizados después de que por primera vez en 63 temporadas, desde el nacimiento de la Copa de Europa en 1958, el curso se cerrara sin un vencedor por la cancelación que forzó la pandemia. Quizá por este motivo la Euroliga que se avecina valga doble. O triple, si añadimos las dificultades sanitarias, organizativas y económicas (sin público o con pocos aficionados en la grada, las cuentas se resentirán) a las que deberán hacer frente los clubes para poder disputar los partidos y proclamar un campeón sin que se vea afectada la integridad de la competición.
Tratemos de olvidar momentáneamente la crisis del coronavirus, si eso es posible, para centrarnos en lo deportivo, en la pelea de los 18 equipos por levantar un título después de disputar entre 39 y 41 encuentros (34 de la fase regular, de 3 a 5 de playoffs y dos de la Final Four). Sobre el papel, cuatro escuadras parten como grandes favoritas. ¿Saben cuáles…? Las mismas que encabezaban la clasificación cuando llegó el parón el 12 de marzo: Anadolu Efes, Real Madrid, Barcelona y CSKA. Los cuatro, a pesar de sus envidiables presupuestos, se han ajustado algo el cinturón, al menos, no lo han ensanchado. En una Euroliga de 18 clubes y 94 fichajes, a más de cinco de media, los cuatro potentados solo presentan seis novedades en conjunto: una el Efes (el universitario Erten Gazi) y otra el Barça (Nick Calathes), y dos el Madrid (Carlos Alocén y Alberto Abalde) y otras dos el CSKA (Toko Shengelia y Nikola Milutinov).
De los cuatro, la única cara nueva en el banquillo es la de Jasikevicius, porque Laso suma diez cursos de blanco, Itoudis, siete en Moscú y Ataman, cuatro en Estambul, en un Efes que dominó con puño de hierro en las 28 jornadas disputadas en la 2019-20. Fue el mejor sin premio y se siente víctima de una injusticia histórica, así lo asegura el técnico turco. Su hambre de gloria ha aumentado. Un bloque redondo al que el reloj le dice que ahora es la hora: Larkin (MVP no oficial de la competición), Micic, Krunos Simon, Singleton y Dunston como quinteto de referencia y Balbay, Beaubois, James Anderson, Moerman y Pleiss como amplio fondo de armario. Un equipazo con continuidad, en el que Ataman mueve los hilos con precisión de un baloncesto veloz y de ataque, nada especulativo.
El Barça, que ha subido en las quinielas al juntar a Calathes con Mirotic bajo la batuta de Jasikevicius, y el Madrid, con la incertidumbre de la marcha inminente de Campazzo a la NBA y un juego interior justo de efectivos, tratarán de plantear batalla al aspirante turco. Como el CSKA, que con sus dos nuevos interiores titulares y la recuperación tras una grave lesión de rodilla del MVP de la última Final Four, Will Clyburn, ha subido un peldaño. Quizá ande algo justo, eso sí, de piezas exteriores. El cinco titular podrían formarlo Mike James, Hilliard, Clyburn, Shengelia y Milutinov. En la recámara, Hackett, Kurbanov, Voigtmann, Bolomboy...
A la estela, el Maccabi, que marchaba cuarto igualado con el equipo ruso. Y el reforzadísimo Armani Milán en el segundo año de Messina y Sergio Rodríguez. Los amarillos dan estabilidad al magnífico trabajo de Sfairopoulos y conservan a sus jugones: Wilbekin, Tyler Dorsey y Elijah Bryant. Avdija entrará en el draft y volará a la NBA, pero ahí andará Casspi si los problemas físicos le permiten jugar con cierta regularidad. Y Zoosman. El fichaje estrella ha sido el pívot croata Ante Zizic, de 23 años, que estuvo a un paso de firmar por el Madrid. La contención económica del club blanco abortó su incorporación. Su regreso a Europa ha generado muchas expectativas. También aterriza con contrato temporal su compatriota y NBA Dragan Bender, los dos en estrecha conexión con el mánager Nikola Vujcic, otro croata ilustre. Ambos pasaron por la academia del exjugador en Split. A ver. La salida de Quincy Acy puede hacer daño defensivamente a un colectivo donde no se discute el estilo: gran ritmo, mucho peso del juego del perímetro y muchas trampas y cambios defensivos.
El paso al frente más rotundo lo ha dado el Armani Milán. Lo ha demostrado en la Supercopa italiana después de tres semanas largas de competición y en el Torneo de Kaunas. Messina y Stavropoulos, el mánager general, han traído talento y experiencia competitiva a la capital de Lombardía: Delaney, Punter, Shields, Datome y Hines, un quinteto de lujo y a la vez totalmente nuevo. El universitario Moretti y Zach LeDay completan las siete altas. Ideas claras y rotación amplísima, porque ahí sigue el Chacho con mando en plaza, y siguen Roll, Moraschini, Micov, Brooks, Tarczewski y Biligha. Cantidad y variedad. Se antojan factores clave la presencia interior de Hines, la combinación de Micov (lesionado en un ligamento del codo para varias semanas) y Datome y un arsenal exterior fantástico con Sergio, Delaney y Punter para generar juego y/o puntos. El objetivo, entrar en el playoff y pelear luego por alcanzar la Final Four, por devolver a la élite al tres veces campeón de Europa que lleva 29 años (Estambul, 1992, donde coincidió con el Estudiantes) sin colarse entre los cuatro mejores ¿Este año sí?, se preguntan en Milano. A saber…
Entre los que llegan de tapados se esconde el Fenerbahçe, uno de los dominadores de la década que ha bajado la persiana a la etapa Obradovic y abre una nueva con menos recursos (la reducción presupuestaria es de un 40%, muy lejos de los 30 millones de antaño). Menos arsenal y más imaginación con el serbio Igor Kokoskov al mando, primer europeo en dirigir en la NBA y campeón de Europa con Eslovenia en 2017. Y con la garantía de la continuidad de Maurizio Gherardini en los despachos. De Colo y Vesely se mantienen, y han aterrizado en la zona asiática de Estambul los bases Lorenzo Brown y Kenan Sipahi, que regresa tras militar en el Betis; los aleros Ulanovas y Dyshawn Pierre; los ala-pívots Barthel y Jarell Eddie, que viene del UCAM Murcia; y el cinco Johnny Hamilton. Una aclimatación acelerada a la nueva realidad. Brown pone el ritmo y Kokoskov juega con los espacios, la solidez se la deben trabajar como grupo. Aún lejos del objetivo. Por detrás asoman aspirantes como el Olympiacos y el Khimki, y luego el Panathinaikos, el Valencia, el Baskonia…
Bartzokas arrancará en el banquillo de El Pireo tras llegar hace unos meses con el curso empezado. La vuelta a casa de Kostas Sloukas es la gran apuesta de la Armada Roja. Asimismo desembarcan el escolta Aaron Harrison y el pívot Hassan Martin, hasta seis novedades para arropar a Spanoulis y Printezis, que conservan un peso importante pese al paulatino declive físico. Y ha renovado el espectacular McKissic.
Mientras, en el otro equipo moscovita, en el Khimki, la apuesta se redobla, pero la poca fiabilidad, un año sí y otro también, del colectivo que lidera Shved le ubica en la parrilla por detrás de lo que lo haría la simple suma de sus individualidades. La consistencia defensiva es la eterna asignatura pendiente. Ahora, si es por nombres, juzguen: a los Jovic, Bertans, Shved, Timma, Karasev, Monia, Jerebko y Devin Booker se les han unido esta campaña Errick McCollum, Voronov, el exmadridista Jordan Mickey y Greg Monroe. Kurtinaitis tiene trabajo…
Se avecina la Copa de Europa más difícil, en la que disputar un partido ya es ganar. Llegar a la meta y acabar la competición será el gran desafío. La Euroliga se la juega.
Final Four: Road to Köln
La Final Four 2021 se celebrará, si no hay ningún contratiempo, en el Lanxess Arena de Colonia del 28 al 30 de mayo. La ciudad alemana fue la opción escogida para 2020, pero la pandemia de la COVID-19 provocó la cancelación de la temporada antes de su conclusión. “De la misma forma que honramos las aspiraciones de todos los equipos cuyas temporadas fueron cortadas la pasada primavera, hemos decidido llevar la Final Four a Colonia por las mismas razones por las que quisimos hacerlo originariamente. Llevarla por primera vez en diez años a un gran pabellón de una ciudad que no tiene equipo propio demuestra lo dedicados que estamos en captar nuevos aficionados para la Euroliga”, declaró a principios de septiembre Jordi Bertomeu, presidente de la máxima competición continental.
El Lanxess Arena fue inaugurado en octubre de 1998 y tuvo un coste de 132 millones de euros. El pabellón germano, con capacidad para 18.000 espectadores en eventos deportivos, es el hogar del Kölner Haie (hockey hielo), el VfL Gummersbach (balonmano) y el Köln RheinStars (baloncesto). En él se han disputado una decena de Finals Four de la Champions League de balonmano además de celebrarse 130 conciertos desde su nacimiento. El primero grupo en tocar fue Depeche Mode el 5 de octubre de 1998; la música de Cher, la última en sonar.
La Final Four no es un formato nuevo en el baloncesto europeo: en 1966 se estrenó en Bolonia con el Simmenthal Milano (actual Armani) como ganador final. Continuó un año más en Madrid, con el equipo blanco doblegando al vigente campeón, para luego parar durante 21 años, hasta 1981. Desde ese año, todos los títulos se han decidido a través de este modelo, con un cambio en el control de la competición en 2001: los clubes, agrupados bajo la ECA, tomaron el poder en detrimento de la FIBA.
En los últimos 19 años, la Final Four se ha disputado en once países diferentes. España, con 5, ha sido la principal sede: dos en Barcelona, dos en Madrid y una en Vitoria. Alemania se convertirá en la segunda cuando se juegue en Colonia con tres. Berlín fue la sede de las otras dos. Italia (Bolonia y Milán) y Turquía (Estambul) han acogido dos rondas finales.
Solo siete equipos han logrado alzar la copa en estos últimos 19 años, con Panathinaikos y CSKA Moscú como primeros en el ránking con cuatro cada uno. Los rusos, además, son el conjunto con más participaciones: solo han faltado en dos ocasiones (2002 y 2011) y acumulan ocho presencias consecutivas. En España, Barça y Madrid, con dos, son los únicos clubes españoles que han conquistado el título en ese lapso, lo que eleva a nuestro país a la segunda plaza del podio junto a Rusia (gracias a los del CSKA). La primera es Grecia: a los trofeos del PAO hay que sumar los dos del Olympiacos.
Diez países y diez realidades distintas
El 1 de octubre arranca la temporada 2020-21 de la Euroliga pero, con equipos de diez países diferentes, ésta debe afrontar diez realidades distintas de la pandemia.
España (Real Madrid, Barcelona, Baskonia y Valencia)
En la Supercopa no hubo ningún contratiempo, pero la temporada arrancó el 19 de septiembre tocada por el coronavirus, con tres partidos que tuvieron que cambiar de fecha. En la segunda jornada, también pasó lo mismo con un Valencia-Andorra, aunque por ahora el calendario se mantiene (la ACB trabaja con 17 distintos por la COVID-19, con la opción de aplazar partidos o posponer jornadas). España es el país europeo con una mayor incidencia del virus y se esperan medidas más restrictivas este otoño. La semana pasada, el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) incluyó a España dentro de los siete países europeos que más le preocupaban.
Alemania (Alba Berlín y Bayern Múnich)
El número de positivos va en incremento (superan los 2.000 nuevos contagios cada día) y el gobierno de Angela Merkel ha apostado desde agosto por un endurecimiento de las restricciones. El ministro de Sanidad ha recomendado no abandonar el país, aunque insiste en que el sistema sanitario no está aún sobrecargado. La temporada de la Bundesliga comienza el 6 de noviembre, aunque antes se disputarán los torneos coperos (17 de octubre). Habrá 18 equipos: sube el Chemnitz y ha renunciado el Bremenhaven. En un principio estaban prohibidos los grandes eventos hasta el 31 de octubre, aunque el gobierno ha decidido prorrogarlo hasta el 31 de diciembre. Podría ir a más, ya que han acordado que el próximo año no haya Carnaval.
Italia (Armani Milán)
Italia decretó que el estado de emergencia duraría, al menos, hasta el 15 de octubre, pero el país transalpino es todo un ejemplo en esta segunda ola: ha invertido en prevención (test a todos los contactos, pruebas rápidas en los aeropuertos...) y, por el momento, registra una incidencia menor que otros países. Italia ha probado el regreso de los aficionados a las canchas durante la Supercopa, que arrancó el 29 de agosto con un Reggia Emilia-Fortitudo que reunió a 590 aficionados y acabó con el Armani Milán levantando el título. Todos los seguidores que acudieron a estos partidos tuvieron que firmar una declaración de responsabilidad. La temporada regular empezó la semana pasada y siguen los mismos 16 equipos de la pasada campaña: no hubo ni ascensos ni descensos.
Rusia (CSKA, Khimki y Zenit)
Hace semanas superó el millón de casos y aunque Vladimir Putin anunció por sorpresa una vacuna rusa (la Sputnik-5 será registrada el 15 de octubre), la situación en el país es preocupante, como en la mayoría de Europa. En Moscú, por ejemplo, han pedido a los mayores de 65 años que no salgan de casa. En cuanto a su baloncesto, los 13 equipos de la anterior temporada en la VTB (una liga que reúne a clubes de los países del Este) continúan y el Khimki-Zenit del 20 de septiembre abrió la temporada. El CSKA ya ha anunciado que jugará sus partidos de la Euroliga con público. "Utilizaremos el Megasport Arena para nuestros encuentros de la Euroliga. Es más caro, pero queremos que más gente disfrute de nuestro juego", ha dicho Vatutin, presidente del CSKA. La idea es que haya una entrada del 50%, por lo tanto, se podrían congregar 7.000 personas. En la VTB están jugando con público, poco, pero un millar de aficionados acuden a los partidos.
Lituania (Zalgiris Kaunas)
Ronda los 4.000 casos desde el inicio de la cuarentena (está viviendo un repunte en los últimos días) y obliga a pasar una cuarentena a todos los que llegan de zonas de riesgo, entre ellas, España. La Liga, que sí tuvo campeón la pasada temporada (el Zalgiris), arrancó el 19 de septiembre y cuenta con diez equipos. El Zalgiris ha decidido no poner abonos a la venta, sino entradas, dos semanas antes y en asientos alternos. Si son convivientes, los aficionados podrán sentarse juntos, pero sólo en formato de dos en dos. Ya redujo aforo y puso medidas de seguridad para el Zalgiris-Milán que se jugó una semana antes de la suspensión de la Euroliga.
Israel (Maccabi)
Una de las únicas tres ligas europeas que llegaron a retomarse en junio (ganó el Maccabi) y que volverá el 18 de octubre. El país se encuentra sumido en un absoluto caos, los casos se han multiplicado en las últimas semanas y el gobierno decidió confinar de nuevo al país el 18 de septiembre. Una semana después de aquello endureció más las restricciones tras tener récord de contagios en un día. En agosto, Israel anunció un test rápido (a partir de la saliva) y muy barato (25 céntimos) para combatir la pandemia, que vive allí una segunda ola: más de la cuarta parte de los positivos se han contagiado en las últimas dos semanas.
Grecia (Olympiacos y Panathinaikos)
Otro de los países que ofrece peores datos en esta segunda ola de la pandemia. Kyriakos Mitsotakis, primer ministro griego, ha amenazado con otro confinamiento si los datos no mejoran (el país estuvo confinado seis semanas entre mediados de marzo y principios de mayo). Además, la bomba ha estallado en la educación donde los alumnos protestan por las insuficientes medidas en colegios e institutos. Itoudis, técnico del CSKA, y Papanikolaou, alero del Olympiacos, dieron positivo en la pretemporada. La campaña arranca el 10 de octubre para el Panathinaikos, campeón del curso 2019-20 a pesar de que no se pudo finalizar. Con la interrupción de la competición, el Olympiacos no logró el ascenso (tampoco hubo descensos) y seguirá en Segunda División.
Francia (Asvel Villeurbanne)
Aunque en un principio pospuso el cierre de la temporada 2019-20 a septiembre, finalmente decidió suspender la competición. El 15 de septiembre se disputó el primer partido oficial (Leaders Cup de la Segunda División) y el 23 de septiembre arrancó la temporada 2020-21 en la Pro A. La pasada semana superó el medio millón de infectados y el gobierno francés ha decretado zonas de alerta máxima (Marsella, Aix en Provence, la Isla de Guadalupe...) y de alerta reforzada (entre ellas París), con el cierre de la hostelería total o a las 22:00 horas.
Serbia (Estrella Roja)
El verano no ha sido fácil en Serbia. Tras ofrecerse como sede si la Euroliga llegaba a reanudarse, en el país balcánico vivieron un emperoamiento de la pandemia en julio: toques de queda, limitación del horario en hostelería y servicios, protestas, el cierre de fronteras... La situación ha mejorado bastante, pero desde el gobierno piden que la población no se relaje, poniendo de ejemplo a Montenegro, que hace unos días tuvo 589 positivos de 780 pruebas realizadas. El 23 de julio, la ABA decidió que la competición comenzara el 2 de octubre. Se creó un cómite experto en COVID-19 y han estado trabajando en varios escenarios.
Turquía (Fenerbahçe y Anadolu Efes)
Fue la última gran liga europea en echar el cierre por la pandemia (17 de marzo). En el sorteo del próximo curso, Omer Onan, director general de la ING Super League, habló de la intención de que la competición comenzara con, al menos, un 50% de aforo. La fecha de inicio fue el 26 de septiembre, aunque comenzó sin público. Entre las medidas que han adoptado destacan penas de cárcel (entre tres meses y dos años) para los positivos que mientan sobre sus contactos o de una información parcial. El gobierno de Erdogan atribuye a los equipos de rastreo parte del éxito en la lucha contra la pandemia en esta segunda ola.
Protocolos y reglas, en la vuelta del basket europeo
La Euroliga ha trabajado en los últimos meses junto a los médicos de la competición y de los 42 clubes de la Euroliga y la Eurocup, el sindicato de jugadores y de entrenadores de la Euroliga, la unión de árbitros, las ligas nacionales y la ULEB para elaborar unos protocolos que permitan el desarrollo, más o menos normal, de la temporada 2020-21.
El escrito recoge desde normas básicas de higiene (lavado de manos, distanciamiento social, el uso de mascarilla o la importancia de la ventilación) a pautas para los pabellones e instalaciones de entrenamiento (el número de personas que puede haber en cada zona) y para los hoteles, transporte, producción de TV, medios, espectadores... Cada club tendrá dentro de su plantilla un responsable COVID-19 y todos los agentes del baloncesto (jugadores, miembros del cuerpo técnico y árbitros) deberán realizarse una PCR tres días antes de cada partido.
La Euroliga determina que los protocolos se irán revisando y adaptando periódicamente dependiendo de la evolución de la pandemia y también existirán una serie de regulaciones especiales, que se incluirán en los estatutos de la competición. Si un partido no se puede llevar a cabo en la fecha programada por las restricciones en un país, este será reprogramado hasta un máximo de tres veces. El reglamento, también especifica, que el partido puede trasladarse a un lugar alternativo. En el caso de superar los tres aplazimiento o si no hubiera fechas disponibles, se dará por perdido el partido al equipo local (0-20). Lo mismo ocurrirá si un equipo tiene menos de ocho jugadores aptos por la COVID-19.
Si un equipo se niega a jugar sin causa justificada, el partido se le dará por perdido la primera vez, y quedará descalificado si reincide. Si se trata de eliminatorias de la Eurocup o el playoff de la Euroliga, el club quedará automáticamente eliminado.
Además, el reglamento también especifica fecha límites para la disputada de cada fase. La liguilla de la Euroliga debe acabar antes del 13 de abril de 2021 y los playoffs, del 5 de mayo. En la Eurocup, las fechas límites son el 22 de diciembre (primera fase) y el 23 de febrero (Top-16).
Por último, en el caso de que la temporada deba suspenderse, las posiciones provisionales vigentes cuando ocurrió el parón pueden considerarse definitivas, ya sea para reanudar la competición o para que los equipos avancen a una posible siguiente fase. Si es necesario, los equipos jugarán los partidos restantes / aplazados para garantizar que el número de encuentros jugados esté equilibrado entre todos los equipos del mismo grupo.