José Manuel Calderón recibe a AS en las oficinas de la NBPA, en Manhattan, donde comienza su nueva vida profesional una vez anunciada su retirada como jugador.
La NBPA, la Asociación que vela por los intereses de los 450 jugadores de la NBA, es uno de los puntos neurálgicos de una liga en plena expansión y en la que los deportistas disfrutan de unas condiciones profesionales en muchos aspectos envidiadas en el resto de competiciones profesionales gracias, en gran parte, al trabajo de un sindicato que es referencial en el deporte estadounidense. Por su peso específico y por su historia, ya que fue el primero en formarse en una de las grandes ligas (MLB, NFL, NBA, NHL), en 1954 y gracias al empeño del legendario Bob Cousy, el base que ganó seis títulos de campeón con los Celtics a caballo entre los años 50 y los 60. Sus oficinas, en plena Sexta Avenida de Manhattan, siguen el ritmo de una NBA que nunca se detiene y en la que la voz de los jugadores tiene una fuerza esencial, con Michele Roberts al frente, la única mujer con un cargo similar en el deporte estadounidense, y una ejecutiva que preside Chris Paul y en la que son vicepresidentes, entre otros, Andre Iguodala y el español Pau Gasol.
Allí, en unas preciosas instalaciones que cuentan con su propia cancha de baloncesto y su gimnasio, todo a disposición de cualquier jugador de la NBA que pase por Nueva York, recibe José Manuel Calderón a AS, a punto de que se haga oficial su retirada como jugador de baloncesto y su ingreso en esa NBPA como asistente especial de Michele Roberts, un cargo de nueva creación y que básicamente conectará la toma diaria de decisiones, en todos los ámbitos, con el mundo de los jugadores. El extremeño, que deja atrás dos décadas de baloncesto profesional, catorce años en la NBA y ocho medallas en 193 partidos con la Selección absoluta, se muestra feliz, sonriente y tranquilo. Transmite una satisfacción serena y no mira con nostalgia al capítulo que se cierra sino que afronta con ilusión una etapa que le va a permitir dejar su huella en el latido diario de la Liga y, era una prioridad para él, dedicar más tiempo a su mujer y a sus tres hijos, con los que vive también en Manhattan, a una parada de metro del que ya es oficialmente su nuevo trabajo. Desde esa rutilante cancha de baloncesto que aparece de pronto entre mobiliario de oficina y salas de reuniones, Calderón repasa con AS la carrera del que es, sencillamente, uno de los mejores jugadores españoles de la historia.
Antes de dar este paso de retirarse y unirse a la Asociación de Jugadores (NBPA), ¿apuró sus opciones de seguir en las canchas?
Sí. Me vine a vivir a Nueva York cuando vi que las opciones que estaban saliendo para jugar un año más no me convencían demasiado. Eran para ser tercer base, o para ayudar a un jugador joven en mi puesto, que era en realidad lo que me podía haber atraído más… No iba a tener un rol importante y por eso empiezo a plantearse si realmente quiero seguir haciendo eso una temporada más. No me gusta perder, y si encima de perder muchos partidos estás en un equipo en reconstrucción, con mucha gente joven y en el que no juegas demasiado… Iba a tener que entrenar como el que más aunque iba a jugar poco, a ganar pocos partidos y a volver a perderme muchas cosas de la vida de mis hijos. Así que empezó a dejar de parecerme tan positivo jugar una decimoquinta temporada en la NBA, que había sido una especie de objetivo que tenía marcado.
¿Y cómo aparece en escena el sindicato de jugadores?
Me estaba haciendo a la idea de que no iba a jugar más al baloncesto como profesional. Decido esperar al inicio de los training camps. Quería ver si había algo interesante cuando las franquicias empezaran a entrenar pero no quería esperar más, ese era el limité que fijé con mi familia. Y me vengo a Nueva York para seguir entrenando pero también porque es donde queríamos estar y donde mejores opciones tenía: tal vez hacer algo con la propia NBA, con la asociación de jugadores, con los Knicks o los Nets… Quería una transición con una flexibilidad que me permitiera pasar más tiempo con mi mujer y mis hijos, algo que he echado mucho de menos durante mis veinte años como profesional. Cuando los equipos empiezan a entrenar y no he cerrado nada, tomo la decisión. No quería estar pendiente de si había una lesión en algún equipo, y no es igual esperar a diciembre o enero sin dejar de trabajar duro para ver si alguien te llama con 28 años que con los 38 que tengo yo. Michele Roberts, la directora ejecutiva de la Asociación de Jugadores, la principal responsable de todo, me propone crear un cargo nuevo para que fuera su asistente especial. Ella quería tener cerca un jugador en la toma de decisiones diaria, alguien que le ayudara a aportar desde el punto de vista de los jugadores de la NBA. A los que integran el Comité Ejecutivo (Chris Paul, Andre Iguodala, también Pau Gasol…) les pareció de maravilla que pudiera ser yo el que ocupara ese nuevo cargo. Y estoy muy contento, puedo aportar muchas cosas y sentar las bases para que otros puedan seguir un camino parecido a modo de transición. Tengo la flexibilidad que quería y puedo hacer muchas cosas en muchos ámbitos, aprender, ver el negocio del baloncesto profesional desde otro punto de vista… Y voy a estar mucho más con mi mujer y mis hijos.
Algo en lo que no deja de insistir.
Acaba de pasar Halloween y es el primer año que lo disfruto con ellos sin estar pensando si al día siguiente tengo que entrenar, si tengo partido… Sigo vinculado con el baloncesto pero puedo vivirlo también de otra manera. El otro día fui con uno de mis hijos a ver el Knicks-Celtics en el Madison y nos lo pasamos de maravilla.
El suyo es un caso obvio de familia totalmente integrada y feliz en Estados Unidos, por eso no quiso ni plantearse un posible regreso a Europa.
Como cualquier familia, decidimos juntos. Dónde queremos vivir, dónde queremos que estudien nuestros hijos… En su día, en 2005, decidimos venir a Estados Unidos porque era mi sueño. Vine sin saber nada, solo para vivir esa experiencia y volver a Europa si no funcionaba. Y fue bien. Por motivos puramente deportivos me podría haber planteado volver. Pasé a la NBA cuando empezaban mis mejores años, así que no pude demostrar todo lo que me habría gustado en la Liga española y en la Euroliga. Así que podría haber vuelto para terminar mi carrera en Europa y ver si ganaba el título, a ver cómo lo hacía en la ACB… pero habría supuesto volver a empezar otra vez con la rutina de los entrenamientos y los partidos. Y estamos muy felices en Nueva York, con nuestros tres hijos y la educación que tienen aquí, nos hemos traído también a un perro… Cuando jugué en los Lakers también nos encantó Los Ángeles, pero está más lejos de España y en Nueva York tenía la posibilidad de estar cerca de las oficinas de la NBA, la NBPA… lo que me apetecía hacer ahora.
Pero los equipos europeos han seguido llamando hasta este mismo verano, ¿no?
Sí, siempre han estado pendientes de la situación y nosotros siempre les decíamos que no íbamos a volver, a ningún equipo. Llamaban para tantear, para interesarse por mi situación… Cuando el año pasado estaba jugando poco también querían saber qué tenía en mente para este verano… Pero mi sueño era jugar en la NBA. Aquí he podido ir tomando mis propias decisiones y he tenido la suerte de que quitando el primer traspaso (de Toronto Raptors a Detroit Pistons en enero de 2013), siempre he podido decidir en verano y no en mitad de temporada y viendo dónde quería yo jugar.
¿De la NBA también hubo ofertas concretas?
Hubo cosas. Alguna interesante en equipos de aspiraciones altas que no se concretaron y otras que, la verdad, era yo el que no tenía muchas ganas de que salieran adelante… Así que fui haciéndome a la idea de que iba a retirarme.
Un momento al que supongo que ya habría dado vueltas en los últimos años.
Claro. Es uno de los consejos que quiero dar desde la Asociación a los jugadores: no puedes llegar a septiembre sin tener equipo. Tienes que ser honesto contigo mismo, saber cuál es tu situación. Hay jugadores a muy buen nivel a los que no les sale lo que buscan. Es algo que sucede. Yo empecé de suplente, fui titular muchos años, volví a ser suplente y acabé con un rol de tercer base por si había alguna lesión, de estar preparado para cuando tocara jugar… Hay que entender dónde estás y cuál es tu rol en cada momento. Y sabía que este momento estaba cada vez más cerca, es algo que vas preparando en tu cabeza. Y estoy muy contento, también me apetecía hacer otras cosas.
Habla de las cosas que le apetecía hacer en los despachos pero no de la posibilidad de entrenar, algo que han dicho que se le daría bien otros entrenadores, compañeros suyos… Quizá, por su forma de jugar y por lo bien que hablaban de usted siempre sus compañeros, había llegado a parecer un paso casi natural.
Sí, es algo que ha dicho mucha gente y me gusta. Pero por ahora lo veo como algo para hacer de forma más individual. Con mi hijo, por ejemplo. Es lo mismo por lo que no quería volver a Europa: sería volver a viajar constantemente, a entrenar, a estar todavía más pendiente de preparar el siguiente partido, llegar el primero a las instalaciones e irme el último, quedarme trabajando en casa cuando se fueran todos a dormir… Otra vez mucha presión, mucho tiempo invertido justo ahora que necesito lo contrario. Por eso prefería algo como lo que voy a hacer, con menos viajes y más flexibilidad. Seguir en el baloncesto, pero haciendo otras cosas. Entrenar es algo que seguirá estando ahí, claro que me puede picar el gusanillo más adelante. Ahora voy a aprovechar para tocar otros palos, voy a seguir en contacto con jugadores y entrenadores…
"Me ha faltado el anillo de campeón de la NBA"
Calderón
Decía hace un momento que hay que entender dónde se encuentra uno como jugador en cada punto de su carrera. Y esa parece una de las claves para que haya jugado catorce años en la NBA cuando la media de permanencia en la Liga es de cuatro temporadas y media. Está claro que no se trata solo de jugar muy bien, que también…
Son muchas cosas, sí. Siempre me supe adaptar a lo que necesitaba de mí cada equipo, cada entrenador. Siempre he entendido el baloncesto como algo colectivo. Después tuve temporadas mejores y peores en lo estadístico, pero me he sentido igual de querido y de importante metiendo 20 puntos y metiendo 5. Igual si hubiera sido un jugador más egoísta o si a veces hubiera optado por tirar más habría logrado más cosas a título individual… pero seguramente no habría estado catorce años en la NBA. Mis hijos al final conocen a LeBron James, Kevin Durant, Giannis Antetokounmpo… Es normal, pero LeBron solo hay uno y en la NBA hay muchos jugadores, con roles muy distintos e importantes.
Podría haber hecho más cosas a nivel individual… y haber sido all star, que es algo que no tuvo lejos en sus mejores años en Toronto Raptors.
Sí que lo vi cerca un par de temporadas, se hablaba de ello pero ni me quitaba el sueño ni era yo el típico jugador de All Star, que le encantaba a todo el mundo. Yo era más de ganarme el respeto de mis compañeros, de los entrenadores rivales… No era de highlights y estadísticas. Pero aunque no me importaba demasiado, sí son cosas que se piensan porque son premios al trabajo, el reconocimiento a las horas que echamos los jugadores. Yo he jugado con LeBron, y él es tan bueno porque al final trabaja tanto como cualquiera o más. No hay más secreto. Al final los reconocimientos, como pasa con las medallas con la Selección, premian las horas que has echado. No sales, no vas a tomar algo con tus amigos cuando te llaman, dejas de hacer cosas con tus hijos… Sacrificas mucho y es increíble cuando obtienes el premio por ello.
Hablando de medallas con la Selección, ganó ocho con la absoluta. ¿Cuál fue la más especial?
Seguramente lo normal sería decir que la del Mundial 2006, que fue el torneo que lo cambió todo. Pero me quedo con el oro en el Eurobasket de Lituania en 2011 porque no pude estar por lesión en el primero que ganamos, en Polonia en 2009. Por eso fue muy especial, lo de dos años antes había sido un palo. Cuando trabajas tanto y te lesionas en el peor momento, es muy duro.
Y encima habían perdido la final de 2007 contra Rusia, en Madrid y como campeones del mundo.
Sí, pero eso no lo tenía en mente. Eso son cosas del deporte. Si pierdes un partido, si el entrenador te pone a jugar mucho o poco… son cosas que pasan. Las lesiones son algo mucho peor. Tener que quedarte en casa viendo a tus compañeros sabiendo que no puedes estar con ellos… Yo no he tenido ninguna grave, pero sí varias que acabaron siendo muy significativas.
Porque no estuvo en Lisboa con los Júniors de Oro, después se perdió la final de Pekín 2008, lo que comentaba del Eurobasket 2009…
Sí, lo de Lisboa es otro ejemplo. Después de haber ganado el oro europeo del 98, no pude estar en Lisboa con aquel equipo. Lo de Pekín es distinto porque me perdí la final pero estuve en el torneo y estuve con el equipo. Era parte del grupo, uno de los doce. No es como estar fuera sin poder ayudar.
Si solo pudiera sumar uno de estos dos títulos a su palmarés con cuál se quedaría, ¿oro olímpico o anillo de campeón de la NBA?
Es que hemos ganado tres medallas olímpicas, y eso es algo increíble. Pusimos el listón tan alto que parece que por no tener un oro ya faltaba algo. Y vete a cualquier deportista a decirle que tienes tres medallas olímpicas pero que está mal porque ninguna es un oro. Perdimos tres veces seguidas, dos en la final y una en semifinales, contra una Estados Unidos con los mejores jugadores del mundo y algunos de los mejores de la historia. Y perdimos pudiendo ganar para un país como España donde el número de gente que juega al baloncesto es mínimo comparándolo con lo que se mueve aquí. Me habría encantado ganar un oro, pero lo cierto es que lo que conseguimos fue alucinante. Sí que me ha faltado más el anillo porque era mi gran objetivo en la NBA. Tuve la oportunidad cuando jugué la final con los Cavaliers, pero no pudo ser.
Eso fue en 2018 y sus Cavs perdieron con los Warriors, el mismo equipo que les derrotó en 2017, año en el que usted firmó por unas horas con ellos en marzo, a las puertas de los playoffs. Pero entonces otra lesión, en este caso de Kevin Durant, obligó al equipo de la Bahía a cambiar de idea y romper el acuerdo para fichar un alero, por si acaso. Esos Warriors acabaron siendo campeones…
Pero eso no me importó porque fueron unas horas y no llegué a sentirme parte de aquel equipo. No me puse la camiseta, no estuve con mis compañeros… Si simplemente hubiera pasado un día y me hubiera dado tiempo a estar un poco con el equipo, ya habría sido distinto. Firmé el contrato, lo mandé y me puse a hacer maletas mientras esperaba a que me lo devolvieran pero entonces se lesionó Durant y nunca llegó ese contrato. No me dio tiempo a sentirme parte de los Warriors. No se puede estar pensando en todos los ‘y si’ que tiene el deporte. Y si hubiera jugado en los Warriors, y si el tiro de Pau Gasol en la final de 2007 hubiera entrado… Es lo que hay. Lo de los Warriors queda como una anécdota que puedo contar. Y, eso sí, hay camisetas del equipo con el número 8 y mi nombre.
"No tenía que volver a Europa para demostrar nada a nadie"
Calderón
¿Ah, sí?
Sí. Mi padre y mi hijo tienen. Algún amigo cercano también… Los Warriors ya las habían encargado y las tenían con ellos cuando nos enfrentamos estando yo en los Hawks, con los que acabé firmando para jugar esos playoffs. Así que me preguntaron si las quería y les dije que sí, que cómo no. Y me las quedé.
Esos Warriors ganaron tres títulos entre 2015 y 2018 y batieron casi todos los récords habidos y por haber. ¿Es el mejor equipo al que se enfrentó como profesional?
Sí. Eran muy buenos, muy competitivos. Costaba muchísimo encontrarles debilidades. Tenían de todo.
¿Y el mejor jugador con el que coincidió es LeBron James, que además fue su compañero de equipo?
Sí, porque es el más completo. Puedes decir que Stephen Curry es el mejor tirador, Kevin Durant el mejor anotador, que Kyrie Irving tiene el mejor manejo de pelota… pero LeBron es el que hace todo aunque no sea el mejor tal vez en nada. Y después he convivido con él y he visto que se entrega como el que más, que quería ganar siempre, que apoyaba a sus compañeros…
Dígame qué rivales le daban los mayores dolores de cabeza, con quiénes le cambiaba la cara cuando veía en el calendario que le tocaba jugar contra ellos.
En los últimos años muchos, porque la posición de base ha evolucionado hacia jugadores muy rápidos, muy anotadores, que tienen más el balón. Cualquier noche te aparece un Kemba Walker, un Russell Westbrook; Curry, James Harden cuando jugaba de base, Damian Lillard… Antes, cuando empecé, era más Allen Iverson, por lo rápido que era, y el Derrick Rose anterior a sus lesiones de rodilla, el que fue MVP. Aunque para mí siempre fueron especiales Steve Nash y Jason Kidd porque eran más parecidos a como me gustaba a mí jugar. Pasaban, hacían muchas cosas al margen de anotar…
¿Es por eso que parece que para los europeos es más difícil triunfar en la NBA si eres base? En los últimos años han regresado a Europa Sergio Rodríguez, Teodosic, De Colo….
Es complicado porque depende de dónde caigas, del rol que tengas. Del entrenador, los compañeros, de si te adaptas a lo que requiere de ti la NBA… No todo es blanco o negro. No eres mejor por estar más años en la NBA ni eres peor que los grandes bases de Europa si no juegas aquí. Yo no me pongo por delante de ninguno de los que has nombrado solo porque yo haya jugado catorce años en la NBA. Igual si yo hubiera vuelto a Europa lo habría hecho peor que ellos. Todo depende de la situación en la que caes; del momento, del equipo… Ahora el puesto de base es para jugadores anotadores, rápidos, que tiran por fuera y penetran… El base europeo sigue siendo más director de juego y por eso igual le cuesta más cuando tiene que dar el salto a la NBA, salvo que se encuentre con dos aleros que anoten mucho y le faciliten las cosas.
Cuando usted llega, es solo el cuarto español en la NBA por detrás de Fernando Martín, Pau Gasol y Raúl López. Justo después se masifica la presencia de europeos allí. ¿Se notó mucho desde dentro cómo fue cambiando la forma de percibir al jugador europeo en la NBA, cómo se normalizó su presencia y se le dio más confianza y responsabilidad?
Sí, ha cambiado mucho. El baloncesto europeo se ha ganado el respeto del estadounidense y además todo está más cerca ahora en este deporte. Están las redes sociales, la televisión, los campeonatos de selecciones… Aquí en EE UU se han dado cuenta de que el resto del mundo se les ha ido acercando. Saben que en Europa ahora se trabaja mejor, que si hay un Luka Doncic que hace lo que hace en la Euroliga con 19 años, es obvio que lo hará también en la NBA y que solo es cuestión si es a corto o medio plazo.
"Hay camisetas de los Warriors con el número 8 y mi nombre"
Calderón
Y, concretamente, los representantes españoles en la NBA que casi dan una campanada histórica contra Estados Unidos en Pekin 2008, ¿notan más respeto de los estadounidenses cuando vuelven a la NBA después de los Juegos?
España se había ido ganando el respeto por ese partido pero también por el Mundial 2006, porque volvimos a estar muy cerca en 2012, luego en 2016... Vieron que no éramos un buen equipo que había hecho un buen torneo y se había metido en una final, que estábamos ahí siempre. El baloncesto español es muy respetado y más después de este último Mundial, en el que por las ausencias mucha gente no creía en la Selección. Pero España jugó muy bien. Y cuando no jugó tan bien, supo ganar los partidos. En este tipo de campeonatos hay que saber jugar, tener experiencia, espíritu de equipo. Da igual que tengas mucho talento si no sabes jugar así cuando llegan los momentos decisivos.
¿Se alegró especialmente por el título y el MVP de Ricky Rubio, que es base como usted y al que no siempre le habían salido del todo bien las cosas con la Selección?
Es que vuelvo a lo que hablábamos antes de las estadísticas. En el puesto de base muchas veces pecamos de ser demasiado poco egoístas, de no tirar cuando podemos hacerlo… Ricky ha hecho un Mundial increíble, pero no creo que en otros torneos anteriores haya jugado peor. Simplemente no necesitaba meter 20 o 25 puntos porque estábamos Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Rudy Fernández, yo… Pero eso no significa que jugara mal. ¿Para qué vas a anotar más si está Navarro metiendo 30 puntos todos los días? Ricky ahora se ha ido adaptando a lo que necesitaba España, igual que Marc, que hizo partidos de 30 puntos y de 2. Pero si el día de los 30 no los hubiera metido, seguramente no estaríamos hablando de un Mundial ganado por España… Ricky es un gran jugador, me siento muy identificado porque es más joven que yo pero su carrera me recuerda a la mía. Se ha ido adaptando bien a lo que ha ido teniendo alrededor, y eso es lo que hace buenos a los bases.
¿Se ha acordado durante sus catorce años en la NBA de alguien en concreto por sus críticas o porque no entendiera en su momento su decisión de irse a Estados Unidos? ¿Alguien a quien le haya apetecido pasarle alguna factura?
Entonces igual me tienes que dar el periódico entero (risas). No, qué va. Lo cierto es que hay de todo, gente que te apoya y gente que no y que estará leyendo esta entrevista y pensando que me tenía que haber retirado hace tres años. Es normal. He jugado para aquellos a los que les gustaba verme… y a los que no, perfecto también. Todo te ayuda, las alabanzas y las críticas. Había gente que decía que no valía ni para jugar en la Liga española pero son cosas en las que nunca he entrado ni entraré. La gente, además, no suele saber ni la mitad de las cosas y cuando no se tiene la información es mejor estar callado. No voy a dedicarme a regresar a Europa o jugar un año más para demostrar qué puedo y qué no puedo hacer. No es mi perfil, nunca he sido ese tipo de persona. Y a partir de ahí, que cada uno tenga la opinión que quiera sobre mí.
Y al contrario, ¿ha habido algún entrenador que le haya marcado especialmente en su carrera?
La verdad es que he aprendido de todos. De Casadevall, el primero que tuve como profesional. Quintana, con el que debuté en Europa y fui a la Selección. Ivanovic me hizo llorar pero me hizo más duro; todos los que tuve en la cantera, la NBA… Podría nombrar a todos. Con todos tengo buena relación, todos te ayudan a crecer y de todos he aprendido cosas. Luego, a partir de ahí, con unos tienes mejor trato que con otros.
Si alguno de sus tres hijos le dice que quiere ser jugador profesional de baloncesto, ¿le supondría una alegría o un disgusto?
Yo me fui de casa con 13 años para jugar así que si a uno de mis hijos le sale una oportunidad así y no le dejó aprovecharla estaría siendo un hipócrita. Yo encantado. Lo que no van a tener nunca por mi parte es presión. Al mayor le gusta, entrena… los otros dos no tienen ningún interés. Prefieren el tenis y el fútbol. Lo que quiero es que prueben de todo y hagan lo que les guste, sin presión.
Jugó en siete franquicias NBA, entre ellas Knicks y Lakers. ¿Son tan especiales, tan distintas a las demás como parece desde fuera?
Son algo parecido a lo que suponen en España el Real Madrid y el Barcelona de fútbol, sí. La historia, las ciudades en las que juegan, Nueva York y Los Ángeles, los medios de comunicación... Es difícil competir contra eso, todo lo que pasa en esos dos equipos tiene una importancia tremenda, se hace mucho más grande. Sí, son como el Madrid y el Barça.
Nadie ha tirado tan bien desde la línea de tiros libres como usted en la temporada 2008-09, cuando acabó con un 98,1%, 151 anotados de 154 intentados. Dígame la verdad, ¿se acuerda de los tres que falló?
Sí que me acuerdo (risas). Fueron dos en casa, en Toronto, uno seguro contra los Pacers. Y el otro fue en Nueva Orleans. La verdad es que estoy orgulloso, fue divertido, la NBA me dio una placa… No es fácil ser el mejor de una Liga como la NBA en algo. Para mí fue algo importante por mi trabajo, como el tiro de tres. Llegué a la NBA con un 16% y ese aspecto se veía como el punto débil de mi juego. Luego tuve temporadas del 46% de acierto en triples. El premio a muchas tirando solo en Villanueva de la Serena.
Ahora que habla de su pueblo, ¿le ha tocado llevar muchos jamones a compañeros de la NBA?
Sí, sobre todo en mi período en Toronto. Es curioso porque durante unos años en las guías de la NBA ponía que yo tenía una granja de cerdos y tuve que explicar muchas veces que no era así, que lo que tenía era un negocio relacionado con eso, pero que no iba a España y me ponía a dar de comer a los cerdos personalmente.
¿Tiene fotos en su casa de sus años como jugador?
Sí, la verdad es que sí.
¿Y qué fotos son?
Pues una de mi primer año en la NBA con Kobe Bryant, una foto muy bonita. Esa está en casa de mis padres. Luego la mayoría de las que tengo son con otros españoles, fotos de partidos en los que hemos coincidido. Tengo una abrazándome con Pau Gasol, tengo con Sergio Rodríguez, más de una con Víctor Claver, también con Ricky… Y luego tengo una con Dirk Nowitzki, otra con LeBron James…
Termino. ¿Cómo le gustaría que se recordara al José Manuel Calderón jugador, una etapa de su vida que se acaba de cerrar?
Siempre he dicho que para mí lo más importante ha sido el respeto de mis compañeros, que ellos hablaran bien de mí. También los entrenadores. Que digan que he sido un jugador de equipo, que lo he dado todo en todos los sitios en los que he estado. Que me he adaptado siempre, que me he centrado en el colectivo y he sido un jugador de equipo. A partir de ahí, lo que les digo a mis hijos es que hay que ser buena persona. Que sean buena gente y que luego habrá quien les ame y quien les odio.