La Real Academia Española define éxtasis como “estado placentero de exaltación emocional y admirativa”. Por otro lado, la institución por excelencia del castellano describe la palabra bajón como “deterioro acusado de la salud o el ánimo”. Estos sentimientos no son ajenos para aquellos que han viajado a Gandía cada verano desde los 17 hasta los 21 años, para los que han disfrutado de ese espectáculo psicodélico que es Las Vegas o para los que han visto a su nuevo vetusto equipo de football, los Raiders.
Y es que de los Raiders y de la montaña rusa que conlleva verles he venido a hablar. No tengo el placer de ser seguidor del equipo más rockero de la NFL. No tengo el placer o he sido medianamente inteligente, según como se mire, porque los de Jon Gruden, Chucky para los ‘colegas’, defienden a parche y sable (mirad su escudo) su diploma de irreverentes en el universo del ovoide con todo el sufrimiento que eso pueda conllevar. Por eso, siempre hay que echarles un ojo y sólo uno.
Cuando todos nos empeñamos en que van a ser unos losers, someten a uno de los aspirantes como los Ravens en la primera jornada. Cuando todos nos empeñamos en decir que fue cosa del comienzo, conquistan el Heinz Field de unos Steelers a los que dieron de su propia medicina. Medicina para nosotros, los 'entendidos'...
Su edge rusher Mad Max, y es que el apodo le viene como anillo al dedo, desayuna, come, merienda y cena quaterbacks rivales. Su safety Abram sigue empeñado en tacklear más duro que nadie. Su receptor Henry Ruggs III no quiere volver a escuchar una queja de por qué fue elegido él antes que CeeDee Lamb o Jerry Jeudy en el draft, por eso corre más rápido que nadie buscando la yugular del pobre defensive back que tenga que sufrirle. Y qué decir de Darren Waller y Derek Carr, bien merecen un punto y aparte.
El ala cerrada Waller, bisnieto del pianista de jazz Fats Waller, fue elegido en sexta ronda por los Baltimore Ravens. En el equipo córvido pasó tres años en un papel más secundario que el de un extra en 'El Retorno del Rey'. Sin embargo, en los Raiders es Frodo llevando el anillo hasta la zona de anotación rival. Y como todo Frodo tiene su Sam, Waller tiene a Carr. Sé que no me equivoco si digo que el mariscal del equipo de negro y plata es uno de los jugadores más queridos de la liga. Todo corazón, todo pundonor y todo carisma. Además, este comienzo de la competición está volviendo a mostrar ese Carr nivel MVP que ya rozó en la campaña 2015-2016, la última en la que los suyos vivieron las eliminatorias.
Ya marchan 2-0, los piratas de esta nuestra pasión. Disfruten de su enorme comienzo porque todos sabemos que sólo ellos podrán encontrar la manera de acabar con su buen momento, y la encontrarán. No les quepa ninguna duda. Una alegría con fecha de caducidad y, por ello, se disfruta el doble, como la vida misma vaya. Por todo ello y por más, qué vivan los Raiders y qué Viva Las Vegas.