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La grandeza de un deportista llamado Rubén Nova

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La grandeza de un deportista llamado Rubén Nova

Hace unos años la historia que vive hoy este deportista podría haber protagonizado aquel anuncio de una marca deportiva que decía algo así: “La grandeza no está en un solo lugar, ni en una persona especial. La grandeza está donde hay alguien tratando de encontrarla”. Lo mejor y peor de esta historia es que es real como la vida misma. No hay anuncio de por medio, sino un deportista con un ADN de infinita grandeza. Un ejemplarizante canto a la vida y al aquí y ahora. “Si hubiera caído de otra manera, igual no estaba hablando contigo ahora. Podría haberme matado o haberme hecho un rasguño sólo en el codo. Pero no me paro a pensar en lo que no fue”, cuenta Rubén Nova (30 años), futbolista del Andratx, de la Tercera División mallorquina, y que sufrió el pasado 10 de julio un accidente de moto, cerca de Banyalbufar (en la Sierra de Tramuntana), que le provocó la fractura de la vértebra D-4 y le ha dejado sin movilidad de pecho para abajo. Hoy, tres meses después de llegar al Hospital referencia en España en lesiones de médula ubicado ubicado en Toledo, está a punto de recibir el alta para regresar a su querido Andratx (Mallorca). Todo en un tiempo récord. Motivado por su entusiasmo y espíritu deportivo. Sueña con entrar en la cantina del Sa Plana para rodearse de su gente y tomar unas cervezas. “Estar con la gente aunque sea para hinchar balones”, afirma con una aceptación extraordinaria. Como le dice su novia: “Va a ir por la vida por donde quiera”. Y el próximo 21 de noviembre competirá en el campeonato nacional de parabádminton con su amigo Javi, que tuvo un accidente con la bici y coincidieron en el hospital de Toledo: “Yo estoy perfecto, pero en una silla de ruedas. Tengo mis dolores de espalda y neuropáticos, pero de verdad estoy bien. Iremos de novatillos al campeonato, pero me apetece un montón”.

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Hace unos años Rubén Nova militó en las categorías inferiores del Mallorca, desde Infantiles hasta Juveniles. Central con 1,87cm de altura. “Coincidí con gente como Pedro Bigas, Sergi Enrich, Ximo Navarro, Tomeu Nadal, Emilio Nsué… No asumí que estaba en el Mallorca. Era titular, iba a los campeonatos de España, pero no le presté la máxima atención al fútbol. Recuerdo un día que Vicente Engonga, cuando yo era cadete, me vino y me dijo ‘Tú tienes que ser el puto central del Mallorca’. Me quedé alucinado. Me gustaba al fútbol, pero también me gustaba estar con mis amigos. Llegué a jugar contra el Barça de Rochina, Thiago Alcántara, Dos Santos, Oriol Romeu y les ganamos 3-2 en casa. Lo de Thiago era espectacular. Pero yo ya en juveniles me marché al San Francisco con una exigencia menor”. Rubén podía haberse quedado pensando años después que dejó escapar un tren. Pero optó por disfrutar del fútbol y la vida. Así es como llegó al Ferriolense con 19 años, a 35 minutos en coche de su pueblo (eso para un isleño es como un trayecto de dos horas para los de la península). “Me enamoré de aquel club. El Andratx estaba en Preferente, pero yo quería jugar en Tercera. Me encandiló el club por el presidente, el delegado, los entrenadores que tuve. Estuve ocho años en los que jugamos una fase de ascenso a Segunda B. Me convertí en capitán después de que Álex Calero viniera a darme el brazalete en su partido despedida. Buf, es que me acuerdo de aquel día y me emociono. Luego, me despedí después de esos ocho años con muchas lágrimas en el vestuario, por la charla final que me tocó dar y por lo que dijo el entrenador sobre mí, resaltando el hecho de que nunca hubiera cobrado un euro y que siempre lo diese todo”.

"Un día se me acercó Vicente Engonga, cuando yo era cadete, y me dijo ‘Tú tienes que ser el puto central del Mallorca'. Pero en aquella época no le presté la máxima atención al fútbol"

Hace tres años volvió a jugar en el equipo de su pueblo, en el Andratx. En su primera temporada creyó vivir una de las mayores injusticias de su carrera deportiva, en la fase de ascenso de Preferente a Tercera. “Acabamos terceros y nos metimos en la fase de ascenso. En la primera eliminatoria marqué en el segundo partido, de cabeza. Luego nos tocó en la segunda y última eliminatoria contra el Ibiza (en el que ahora juega uno de los hijos de Simeone). En el primer encuentro en casa logramos el empate en el minuto 95, con el gol más bonito que recuerdo en mi carrera con un cabezazo desde el punto de penalti. Marchamos después para Ibiza y empezamos perdiendo el partido. En el 87’, con 1-1, quiero enganchar un cabezazo en un centro, me empujan, me caigo y cuando voy a caer al suelo consigo sacar una chilena y poner el 1-2. Algo increíble, inimaginable. Luego el árbitro decidió añadir 12 minutos. El típico arbitraje de un colegiado de Ibiza. Luego nos pitaron un penalti en contra en el minuto 100 y acabamos 2-2. Nos eliminaron porque en su liga ellos quedaron mejor. Pero al año siguiente subimos por todo lo grande. Quedamos campeones, algo que nunca había conseguido el club. El último partido con el campo lleno. Yo marqué ocho goles en toda la temporada. Fue mejor sufrir ese pequeño atraco porque el sabor de esa temporada fue increíble”. En la temporada siguiente, en la 2019-20, que acabó suspendiéndose por la pandemia, el Andratx, de José Contreras (“le quiero como a un padre”), iba en sexta posición, a dos puntos de la fase de ascenso. Pero llegó aquel playoff exprés con los cuatro primeros clasificados en ese momento de competición y la suspensión de la liga regular.

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Hace unos meses, Rubén Nova circulaba un viernes tarde con su Triumph Bonneville en la zona de la Sierra de la Tramuntana. Venía de dar un presupuesto para una reforma de un baño. Trabajaba desde hace varios años en el negocio familiar (Proyectos y obras Nova2000), en el que también están su hermano, su madre y su padre. La temporada de fútbol estaba en stand-by con el tema del COVID. Fue entonces cuando sucedió todo: “Si yo hubiese ido rápido la moto cae conmigo para abajo. Me comí una curva que no esperaba. A la moto no le pasó nada. Me caí como en un precipicio de tres metros. La ambulancia vino porque un vecino vio el accidente. Me acuerdo de todo. De la ambulancia, de los bomberos... Yo estaba aturullado y con un dolor increíble. No podía mover las piernas. Mi preocupación era que avisaran a mi familia y a mi novia, que había quedado con ella para cenar. Mi familia vino a las 4 de la mañana al hospital. Me acuerdo de todo, eso sí, ya en el hospital estaba con morfina”. Su vida cambió por completo. Pero se lo tomó con filosofía. Sus mensajes en redes sociales eran del tipo: "Las muestras de apoyo me vienen que te cagas”, “hoy es un gran día, me puedo duchar solo”, “los médicos lo ven negro, pero yo voy a pelear” o “cuando llegué tenía que beber agua en jeringuilla, quién lo diría”. Mensajes acompañados de videos dando auténticas lecciones de superación. Llegó encamado y sin poder valerse por sí mismo. “En Toledo es todo rehabilitación. A partir de la lesión que tú tienes, los fisios trabajan con tu lesión. Sobre todo, el equilibrio. Antes me iba mucho para adelante o para atrás. Al principio lo primero que hacía era doblarme para que me cabeza tocara las piernas, yo le decía a Alfredo (su fisio) que no podía. Que me dolía un huevo. Pero al final he ido ganando flexibilidad y fuerza. Tengo mucho equilibrio. Te enseñan en terapia a vestirte. A pasarte de la silla a la cama. De la cama a la silla. Pasarte a la ducha, luego al coche. Te enseñan a ser independiente. Si en el futuro, un día logro mover un dedo del pie, bienvenido será. Pero mi realidad es otra y ya estoy acostumbrado a mis bitutores (órtesis que protegen y estabilizan el miembro inferior durante la marcha) y andador. Voy a saltitos caminando con el andador para que los órganos no estén siempre sentados”, explica.

"Me comí una curva que no esperaba. A la moto no le pasó nada. Pero yo me caí como en un precipicio de tres metros. Sentí un dolor increíble. No podía mover las piernas"

Él, a diferencia de muchos de nosotros, ni se queja de la nueva normalidad. Su madre se instaló en Toledo, pero un rebrote por Covid en el hospital obligó a restringir las visitas y que su madre volviera a Mallorca. Se encuentra, como bromea él, “pasando unas vacaciones” en Toledo. Pasó una vez por el psicólogo y no más. “No lo necesito, de verdad que tuve suerte porque podía haber muerto. Momentos malos solo tuve al principio, cuando me operaron en Mallorca. Y en Toledo durante las dos primeras semanas. Estás medio moribundo...los sustos que me llevé un par de veces bebiendo agua con la jeringuilla, que casi me ahogo. El primer mes es cuando ves todo oscuro, te ves con la silla de ruedas y yo súper activo diciendo: “¿Dónde voy con una silla de ruedas? Pero he descubierto que puedo ir a un montón de sitios”. El impulso en estos meses lo ha recibido de toda la Tercera mallorquina. Cada partido del Andratx, todos los goles van para él. Los equipos rivales le obsequian con una camiseta con su nombre; el Mallorca le mandó una camiseta; Marco Asensio una del Real Madrid; Antonio Sánchez, del Mirandés, también; Y Jon Sastre, del Pamesa Valencia… Así un sinfín de muestras de cariño que le han dado impulso. Ha decidido beberse la vida a sorbos para alimentar su corazón, que sigue latiendo como nunca. Sudando ahora con el bádminton, antes con el fútbol. Pero siempre en el Tims Bar, lugar donde ni un accidente de moto, ni la COVID le dejarán sin lo más importante: el cariño de sus amigos y familia. Ése es Rubén Nova. Una historia de pura grandeza.

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