La semana pasada escribí el perfil de Sean McVay para el especial Super Bowl LIII, e hice una (para mí) inevitable comparación con la saga de Star Wars. Sean McVay era Luke Skywalker y Bill Belichick era Darth Vader. En realidad no pienso que Belichick sea Darth Vader, pero me venía bien para explicar los orígenes como entrenador de McVay. De hecho pienso que Belichick es el mismísimo Emperador Palpatine. El malo malísimo, el dueño total del Imperio, el maestro sith (jedis oscuros. Los malos, vamos) que controla absolutamente todo y del cual Darth Vader no es más que su aprendiz y mano derecha. Vader sería más bien Tom Brady, el ejecutor de los terribles planes de su maestro y mentor. Y, rodeándoles, un ejército de soldados con blancas armaduras que en el fondo son un poco prescindibles.
Y es que, en estos Patriots, da un poco igual quienes sean los receptores o quién esté en el backfield. Este año tenían el peor cuerpo de receptores en mucho tiempo, después de perder a Brandin Cooks y a Danny Amendola. Ficharon a Josh Gordon, pero también causó baja indefinida poco tiempo después. Y aun así, el equipo no se resintió ni un poco y siguió con su rutina habitual: campeones de división, bye en la ronda de Wild Card, una victoria en Foxboro –su particular Estrella de la Muerte en el mes de enero– y volar por los aires Alderaan... perdón, quise decir Arrowhead, para plantarse por enésima vez en la Super Bowl.
Y si el año pasado la Super Bowl fue una dolorosa derrota a manos de los rebeldes de la NFC (en esa ocasión personificados en los Eagles), en esta edición, y como en El Imperio Contraataca, los Patriots ajustaron cuentas y dominaron el encuentro de principio a fin, llevando a los Rams por donde más les interesaba exactamente igual que hace el Imperio con la Alianza Rebelde en la segunda entrega de la saga galáctica. Estoy seguro de que Belichick, al final del partido y cuando fue a saludar a McVay, le dijo al oído aquello de "yo soy tu padre" (sí, ya sé que quien lo dice es Vader y no el Emperador, he visto la peli mil veces).
Bueno, un inciso. No todos los soldados imperiales son carne de cañón como he dicho antes. En el universo expandido (se llama así a los cómics y novelas surgidos a raíz de las pelis originales y que continúan las aventuras de los personajes), Darth Vader tiene un regimiento de élite llamado la Legión 501. Y, por supuesto, también lo tiene Tom Brady. Me refiero por supuesto a su línea ofensiva, capaz de parar a monstruos como Aaron Donald o Ndamukong Suh y darle a su jefe el tiempo suficiente para mantener vivo el drive, conectar con Edelman, Gronkowski o James White e ir sumando minutos vitales mientras la defensa del rival, los Rams en este caso, se va desgastando inevitablemente. Por supuesto, capaces también de abrir los huecos para que Sonny Michel sume yardas de carrera o anote el único touchdown del encuentro.
Y es que, al igual que en las películas el Imperio extiende su reinado de terror por la Galaxia durante más de 20 años, el Imperio Patriot lleva aterrorizando a la galaxia NFL durante casi el mismo tiempo. Desde 2001, las tropas del Emperador Belichick y Darth Brady han estado de promedio en una de cada dos Super Bowls y han ganado una de cada tres. 9 finales y 6 anillos de campeón en 18 años, algo nunca visto antes. Es indudable que la Fuerza está con ellos.