ATLÉTICO

El Atleti del futuro se prepara para competir como en el pasado

Espera que en 2020 su presupuesto sea ya de 400 millones y la expansión internacional mantenga una inercia de crecimiento que, junto a la fiabilidad deportiva, le acerque al Madrid y al Barcelona.

JAVIER GANDUL

Los últimos 50 años han sido, probablemente, los más brillantes de la historia del Atlético de Madrid. Coincidiendo con el Calderón como su domicilio, el club ha sido capaz de en esta última mitad de siglo sumar 20 de sus 30 títulos oficiales, excluyendo en esa lista la Copa Intertoto, la Copa Ibérica y la Copa de Campeones de España. Pero no es menos cierto que, justamente durante ese mismo periodo, o durante una fase de él, el status que el Atlético se había ganado entre los años 60 y 70, el de segundo club en importancia de España, fue diluyéndose hasta su desaparición completa. El declive que el club vivió durante las dos décadas finales del siglo XX dejó a la entidad al borde del precipicio y a una distancia sideral del Real Madrid y también del Barcelona, quien ocupó de manera más que rotunda el puesto que antaño fuera rojiblanco.

La ley Bosman, la pujanza de la televisión con cifras astronómicas de venta de los derechos y la internacionalización y expansión de los clubes en los mercados mundiales dictaron unas reglas del juego que el Atlético no alcanzó a manejar de la mano de unos nefastos resultados deportivos, que se ejemplificó de manera cruda con el descenso a Segunda División en el año 2000. Se bajó hasta tocar el fondo con unas pérdidas a todos los niveles. El Atlético se sumergió durante dos años durante los cuales el único patrimonio que no perdió fue el de su afición. Deportivamente, cuando retornó a Primera las diferencias ya no eran tales, ahora se trataba de escalar un siete mil a poco más que a pulmón. El Real Madrid y el Barcelona habían hecho los deberes y aceleraban de manera vertiginosa ante un Atlético que entonces miraba a equipos como el Valencia, el Sevilla, el Villarreal o el Athletic como rivales. Incluso superado por alguno de ellos en esos primeros años del nuevo siglo.

¿Cómo recuperar la etiqueta de grande cuando el sprint hacía tiempo que se había lanzado y el Atlético no se había subido ni siquiera a la bicicleta? Lo primero fue sobrevivir. Luis lo tenía claro. Sentenció que el Atlético tardaría diez años en empezar a ser lo que fue y no le faltó razón. Primero arrimados a la figura de un Torres que aparecía como el mesías colchonero. Se intentó rodearle de algún notable futbolista que despuntaba en alguno de los equipos españoles donde el Atlético aún se podía permitir pescar y el resto de la sección de oportunidades. El club se puso en manos de agentes que se habían granjeado fama asistiendo a estrellas, pero el bolsillo colchonero aún no daba para ellas y hacer más corto el regreso a la Champions. Ni por esas.

Hubo que tomar una decisión y fue la que cambió el rumbo la partida de Torres dio para contratar a un jugador como Forlán, el único que ha sido bota de Oro vistiendo la camiseta colchonera. Y además, por fin, antes se había acertado de lleno en el scouting con Agüero. Dos movimientos que han tenido incidencia directa en el aspecto deportivo y el económico. La regeneración rojiblanca empezó a contar con mimbres en el vestuario y, aunque los rivales de antaño, el Madrid y el Barcelona seguían inalcanzables se daba el pasito de igualarse y pelear con los del escalón inmediatamente posterior. Con Aguirre se volvió a la Champions, con Quique regresaron los títulos, pero faltaba carbón en la sala de máquinas. En 2008 el Atlético era todavía el 67º equipo en el ránking UEFA.

Un año antes el club se presentaba en bolsa y comenzaba una estrategia de internacionalización de su marca tras superar lo "década más complicada en la historia del club", según Gil Marín, su consejero delegado. En paralelo, el club debía enjugar una deuda con Hacienda que limitaba aún sus operaciones. La Champions se había catado durante dos temporadas consecutivas, pero el Atlético no terminaba de instalarse de nuevo en la élite y la situación económica seguía limitando las operaciones. El club entonces se agarró a los fondos de inversión para fichar y financiar jugadores que sí han marcado un cambio de rumbo como Falcao o Diego Costa. Además, se encontró con que los brotes verdes de su cantera, primero con los De Gea, Domínguez y Camacho, encontraban continuidad en los Koke, Mario Suárez, Saúl, Gabi y ahora en otros como Lucas y Thomas. Pero en 2011, tras un par de títulos, la inercia corría el riesgo de nuevo de frenarse. La deuda era todavía de 215 millones y el presupuesto alcanzaba los 129. El Atlético se había frenado en el 23º puesto del ránking UEFA, pero ya era el 17º en ingresos, según el informe Deloitte.

Faltaba un último empujón, el más difícil, el deportivo. Simeone ha provocado una onda expansiva en el Atlético a todos los niveles. El Atlético, por fin, volvió a sentir sensaciones del pasado. Volvía a ser un club respetado en su país ganando, contra pronóstico, una Liga que ha alimentado una maquinaria que comienza a elevar el status del club. El equipo rindió, gracias al trabajo de su técnico y a la entrega de los futbolistas, por encima de sus posibilidades para levantar una Liga diecisiete temporadas después. Con más de una década de retraso, el Atlético se incorporaba al siglo XXI con la responsabilidad de que esa llama de renacimiento encendida por el Cholo no se apagara y se están encontrando las vías. La Champions es el combustible para mantener una plantilla con una exigencia salarial histórica en el club. Pero se mantiene. No se había levantado el ansiado título, pero Diego Costa fue la última estrella a la que el club se vio obligado a vender en 2014. Esa temporada se concluyó como el séptimo equipo UEFA y el vigésimo en ingresos de Europa. Simeone se ha encargado de que nadie se relajara en el campo, la Champions es un hábito y el club, ahora sí, se plantea acortar distancias con los dos grandes. Y eso ya es tarea de los despachos.

La Televisión ha ayudado. El Atlético ha pasado de ingresar 41 millones en 2015 a más de 100 en la campaña actual. Ningún club de Primera aumentó tanto. Pero no era suficiente. Hay que ampliar miras para mantener un crecimiento exponencial y eso apunta a los nuevos mercados. El Atlético ha encontrado en Wanda a un poderoso socio que le ha abierto Asia de par en par. El nuevo accionista es un aliado estratégico en el que el club ha puesto muchas de sus esperanzas de expansión. El club concluyó el ejercicio anterior pasando del 16º puesto en ingresos al 13º, siendo el cuarto en la clasificación de la UEFA. Para la temporada actual se aprobó un presupuesto ya de 266 millones y el próximo superará ya los 300 millones. Esa cifra le situaría ya cerca del top ten, que en este momento marca la Juventus con unos ingresos de 341 millones. Ahora ya se trata de limar distancias con los clubes más poderosos de Europa y que, a pesar de que todavía exista una diferencia salarial perceptible, esta pueda equilibrarse con el buen tino a la hora de reforzar al equipo y con el creciente trabajo en la cantera.

Ese momento, según el club, debería llegar en 2020. Para entonces la inercia debería propiciar que el club manejara un presupuesto de 400 millones. Lejos aún de los más de 600 de Madrid y Barcelona, pero ya con más garantías para competir y para seguir manteniendo a piezas codiciadas como Griezmann, Carrasco u Oblak. El nuevo estadio, el Wanda Metropolitano, es otra de las herramientas que los gestores esperan añada su granito de arena para recaudar. El aumento de la capacidad en cerca de 13.000 localidades y su funcionalidad deben ayudar. El núcleo de la plantilla, su columna vertebral, se hace mayor. Los Filipe, Godín, Juanfran y Gabi han marcado, junto a Simeone, una época. En breve será el turno para que los Koke, Saúl, Lucas, Correa, Thomas... recojan ese testigo. A ellos corresponderá formar a los que vienen. A chicos como Amath, Salomón, Ferni, Juan Moreno o Werner. La planificación pasa porque una cuota importante de la plantilla, en torno al 30 %, se nutra de la cantera. Y de jóvenes que lleguen al Atlético de todos los rincones del mundo. El ojo de los técnicos de la dirección deportiva debe equilibrar lo que el talonario no alcance. Como hasta ahora, con ejemplos significativos como el propio Oblak, Correa o Giménez. Y también es por ello que en breve la cantera tendrá ya a su disposición una ciudad deportiva como la de Alcalá, que debe ser el centro de operaciones para mantener el nivel en el cada vez más importante vivero colchonero.