Nada que no se solucione en el diamante con un pelotazo
La barrida de Anthony Rizzo de los Chicago Cubs ante los Pittsburgh Pirates pone nuevamente en relieve las reglas escritas y no escritas del baseball.

La temporada de “Cacería de Rizzos” en Pittsburgh se abrió en la octava entrada del partido del lunes, cuando con la casa llena y los Cubs al frente 3-0 Chris Gimenez sacó un rodado al shortstop Sean Rodriguez, quien disparó al plato para iniciar una doble matanza.
Hasta ahí, todo bien. Rizzo es out en home por un kilómetro y Elías Díaz ya alistaba el tiro a la inicial para completar el dobleplay. Ahí empezó el problema, Rizzo no solo se desvió más de un metro para “sacarle” las piernas a Díaz, sino que la barrida fue a destiempo y por la espalda. El tiro de Díaz salió desviado, dos carreras anotaron en la jugada y los Pirates perdieron 7-0.
Rizzo no solo violó las reglas no escritas. El primera base se llevó, junto con las piernas del receptor venezolano, las reglas que sí están escritas: la famosa “Regla Posey” que precisamente pretende proteger al receptor en su posición más vulnerable.




















Obviamente, tanto Díaz como el manager Clint Hurdle afirman que es una jugada sucia, que la revisión debió cambiar el resultado de la misma y que es inadmisible. Por otro lado, Rizzo y Joe Maddon defienden lo sucedido como una jugada limpia y afirman que es indignante que se haya revisado la repetición.
¿Saben qué? No importa.
Como bien lo explicó Chipper Jones en Twitter durante la bronca entre Yankees y Red Sox, el baseball se autoregula y ejerce sus propias reglas más allá de lo que aparezca en cualquier librito o librote. Podrá o no gustarle a la gente pero eso es algo que no cambiará. Tan cierto como que todas las mañanas sale el sol.
Lo único sorprendente es que los Pirates no hayan optado por buscar justicia en la novena entrada, cuando Rizzo tuvo un nuevo turno al bate. Tal vez las cosas estaban muy calientes, los Pirates tenían alguna duda sobre la jugada o, tras la expulsión de Hurdle, no hubo quien se animara dar la orden de “arreglar” a Rizzo con un pelotazo y enmendar la situación.
Muy en el fondo, Rizzo sabe que hay algo que no está bien y que en su futuro no muy lejano hay un pelotazo en las costillas esperando por él.
“Si cambiamos las cosas y ellos nos lo hubieran hecho a nosotros, ¿estaríamos aquí sentados diciendo lo mismo?”, se preguntó Rizzo después del partido, en lo que parece una admisión de culpa.
Maddon, por otro lado, no tiene remedio.
“Fue una jugada perfecta de Rizzo”, dijo el manager de los Cubs. “Lo que me preocupa es que les están enseñando a los fanáticos las cosas equivocadas. Los fanáticos reaccionaron con Rizz como si hubiera hecho algo malo. Así es como se les debe enseñar a sus hijos a barrerse, a romper el dobleplay en home”.
Claro, como a Maddon no le van a lanzar ningún pelotazo…