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Un farmacéutico da la explicación científica de por qué cuando tenemos hambre estamos enfadados: “Aumenta la irritabilidad”

“La próxima vez que te enfades tanto, a lo mejor solo necesitas darle a algo un buen bocado”, explica en Instagram Farmacéutico Fernández.

Un farmacéutico da la explicación científica de por qué cuando tenemos hambre estamos enfadados: “Aumenta la irritabilidad”

El enfado y la irritabilidad son respuestas emocionales comunes cuando sentimos hambre, pero ¿por qué reaccionamos de esta manera? La sensación de hambre no solo afecta nuestra motivación para comer, sino que también puede desencadenar una serie de cambios hormonales, químicos y neurológicos en nuestro cuerpo que influyen en nuestro estado de ánimo.

Estas respuestas biológicas tienen raíces explican por qué a veces nos sentimos fácilmente irritables o enojados cuando no hemos comido lo suficiente, tal como explica el creador de contenido Farmacéutico Fernández a través de su cuenta de Instagram: “No te puedes enfadar solo por tener hambre, ¿no crees? Pues resulta que sí”.

“Es de lo más razonable y hay una explicación científica que lo justifica. Cuando no comes, descienden los niveles de glucosa en sangre, y eso afecta para mal a la zona del cerebro que controla las emociones”, comenta este experto en divulgación.

Más cortisol

Por otro lado, la falta de alimentación también genera cambios hormonales: “Además, se produce un descenso de energía que aumenta los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y eso hace que aumente la irritabilidad, que te enfades con más facilidad. Así que, ya sabes, la próxima vez que te enfades tanto a lo mejor solo necesitas darle a algo un buen bocado”, añade el creador de contenido.

Desde un punto de vista evolutivo, los mecanismos biológicos que nos hacen sentir hambre y enfadados son, en parte, una respuesta de supervivencia. Nuestros antepasados experimentaban períodos de escasez de alimentos, y una de las estrategias que desarrollaron fue la de experimentar emociones intensas, como el enfado, cuando no podían encontrar comida. Este enfado puede haber impulsado un comportamiento más activo y agresivo para conseguir alimentos, ya sea mediante la caza, la recolección o la búsqueda de recursos.

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