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Los dueños de una frutería alertan de la ‘trampa’ en la que caen los clientes de muchos supermercados

Los encargados de la tienda Harlem, en Alcalá de Henares (Madrid), denuncian las prácticas engañosas de algunas grandes superficies en cuanto a los precios.

Los dueños de una frutería alertan de la ‘trampa’ en la que caen los clientes de muchos supermercados
Carlos Luján | Europa Press
Marta Rodríguez Peleteiro
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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En los pasillos de frutas y verduras de muchos supermercados, los carteles de precios parecen invitar a la compra impulsiva: “¡Manzanas a 0,75 €!” o “Plátanos por solo 0,49 €” llaman la atención de inmediato. Pero cuando el cliente llega a la caja y ve el precio total, si se fija, el enfado puede ser de proporciones bíblicas.

La respuesta está en una estrategia de marketing engañosa que aprovecha la psicología del consumidor: mostrar precios muy bajos en grande, pero correspondientes a cantidades pequeñas (por ejemplo, 250 g o medio kilo), mientras se oculta el precio real por kilo en letra minúscula.

Una práctica que han denunciado a través de redes sociales los encargados de la frutería Harlem, de Alcalá de Henares (Madrid): “Tengo que hablar de esto. Resulta que esta mañana pongo la tele y veo de unos grandes almacenes (da igual el que fuera porque todos utilizan esta manera): cereza, 1,79 euros. Me acerco, porque yo no veo bien, y resulta que abajo pone: 250 gramos. Anda, mira, qué te parece. Flipa”.

“Pero cuidado, más abajo, más pequeño, y de color grisáceo, te pone precio por kilo: 7,14. Lo que se busca es, aunque no estés engañando al cliente, engañar. Darle una sensación de que están pagando un precio mucho menor por un producto. Presuntamente, ojo, no estamos aquí acusando a nadie de hacer nada, agregan”.

Por qué es engañoso

Aunque técnicamente el etiquetado no siempre incumple la ley —ya que el precio por kilo suele aparecer en algún lugar del cartel—, el hecho de destacar en grande un precio correspondiente a una fracción del kilo busca deliberadamente confundir o inducir al error.

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“Es verdad que nosotros en el mismo cartel donde ponemos el precio por kilo muchas veces también ponemos en cuánto se queda el precio por cuarto y el precio del medio. Porque queremos que la gente no tenga que estar echando cálculos. Pero nunca vamos a jugar a pongo el kilo en chiquitito y el cuarto en grande. Si lo que quiero es poner el kilo, el cuarto y el medio, lo pongo todo igual de tamaño. Intentan dar una sensación de barato cuando realmente el precio es muy similar al de una cereza de gran calidad. Pero con ese juego intentan colar producto cutre porque como ves un formato pequeño cerrado piensas que están baratitas”, añaden desde Harlem. “La publicidad muchas veces está hecha para engañar al consumidor. Presuntamente. Fijaos bien y no os dejéis engañar”.

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