Aurelio Rojas, cardiólogo: “Las personas que no desayunan tienen más riesgo de problemas cardiacos”
Uno de los médicos con más seguidores de Instagram ha recomendado que, en caso de ayunar, se haga siempre a última hora del día.


Los madrugones y el ajetreo con el que empieza el día para muchas personas provoca la aparición de tendencias nutricionales que no son adecuadas para cualquiera. Muchos, para aprovechar quince minutos más de cama, toman la decisión de no desayunar. Una actitud, sin duda, peligrosa teniendo en cuenta que el desayuno es la comida más importante del día.
En este sentido, el cardiólogo Aurelio Rojas, uno de los referentes en la creación de contenido en internet, ha aportado un estudio de investigadores de Harvard a lo largo de 22 años. Según cuenta, usando una muestra de 16.000 personas los científicos concluyeron que “las personas que no desayunan tienen más riesgo de problemas cardiacos”.
Sin embargo, no desayunar no era el único criterio determinante, pues dentro de ellos, aquellos que “dormían peor, vivían estresados y comían fatal” tenían, todavía, más opciones. “Las personas que no comen por la mañana viven en un estado de ayuno intermitente natural”, explica.
Todo tiene que ver con los procesos que realiza nuestro organismo sin que seamos conscientes de ello. Mientras no comemos, sobre todo durante la noche, el cuerpo activa la autofagia, un proceso “de limpieza celular donde el cuerpo elimina las células viejas y defectuosas y activa a las células madre creando nuevas”. ¿Cuál es el problema? Que desayunar en ese momento, especialmente si la comida es rica en hidratos de carbono, interrumpe el proceso.
Ayuno intermitente, una posible solución
Por ello, Rojas recomienda hacer unos desayunos ricos en proteínas para evitar los picos de azúcar y que el hambre vuelva a aparecer repentinamente. En este sentido, el ayuno intermitente emerge, a su juicio, como una buena opción (siempre bajo supervisión médica), pues permite “mejorar la sensibilidad a la insulina, la función cardiovascular y la calidad del sueño”.
Para adaptar al cuerpo a ese ayuno de entre 13 y 16 horas sin comer, Rojas recomienda hacer una cena muy temprana alrededor de las 21:30 horas e ir reduciendo media hora cada dos días hasta llegar a las 20:00. Con el desayuno, el proceso contrario. Empezar comiendo a las 9 y terminar retrasándolo hasta las 12:00 horas. Las comidas han de ser ricas en todos los nutrientes y comer mucha proteína para “estabilizar la glucosa y no dispararla”.
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Así, acompañándolo de una buena hidratación, se podrá conseguir una disminución “de la glucosa basal y la resistencia a la insulina”, una “mejora de la presión arterial y la variabilidad cardiaca”, favorecer “la reparación celular y la salud mitocondrial” y, por último, una reducción del “apetito nocturno y una mejora de la calidad del sueño”.
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