TELEVISIÓN

Qué fue de Pilar Soto: la azafata de ‘Grand Prix’ que cayó en las drogas y le salvó la religión

La presentadora que se hizo famosa entre los 90 y los 2000 tuvo sendos problemas, pero fue entonces cuando la religión llamó a su puerta.

Qué fue de Pilar Soto: de azafata en ‘Grand Prix’ a caer en las drogas y desaparecer

El mundo de la televisión sigue teniendo presente el posible regreso del ‘Grand Prix’, aquel fenómeno que reunía a familias enteras en torno al televisor de sus casas con un ya legendario presentador como Ramón García, quien estaba acompañado de Pilar Soto, la azafata del programa.

De él ya sabemos que sigue ligado a este mundo de la pequeña pantalla, concretamente desde la cadena pública de Castilla-La Mancha. Ella conquistó también este escenario en 1999 y el año 2000, siendo la encargada de explicar el funcionamiento de todas y cada una de las pruebas a las que se iban sometiendo los habitantes de los pueblos participantes.

De ahí, Pilar llegó a presentar ‘Peque Prix’, un formato similar al ‘Grand Prix’ en el que participaban centros escolares en lugar de los pueblos. Pero, ello también le llevó a dar un paso más en su carrera como presentadora, formando una dupla junto a Víctor Sandoval en Telemadrid, en el espacio ‘Mamma Mía’, entre el 2000 y el 2001. Fue precisamente en la cadena pública madrileña donde presentó también las Campanadas.

Pero su carrera no comenzó de la mano de Ramón García, sino que antes estuvo junto a Laura Valenzuela en ‘Date un respiro’ (1993), un programa de Telecinco que compaginó con ‘Hablando se entiende la Basca’, que presentaba Jesús Vázquez, quien también le acompañó después en ‘La ruleta de la fortuna’, ‘La Chistera’ y ‘La tarde es joven’.

Después puso tierra de por medio. Un periplo de dos años (1996-1998) donde estuvo en Londres para trabajar como modelo en la agencia Crawfords. Lo cual cambió después por la televisión y lo que fue su momento álgido, pasando a interpretar a Pamela en ‘Al salir de clase’ y su llegada al ‘Grand Prix’.

Su caída en las drogas

Pero, no es oro todo lo que reluce, y eso es lo que quiso hacer ver la presentadora en una entrevista en el ‘Deluxe’ en el año 2014, cuando confesó que había caído en dos trastornos como la anorexia y la bulimia, a lo que se sumó su adicción al alcohol, la medicación y las drogas: “Sufrí varias sobredosis, pero yo seguí trabajando, perdí muchísimo peso”.

Todo cambió precisamente cuando se dio cuenta del momento tan delicado que estaba viviendo: “Sabía que me estaba muriendo. En ese momento, llamé a Cristo, y con los ojos de mi alma vi su rostro. Estaba todavía en la cruz, lloraba. Y pensé: Dios mío, ¿qué he hecho? Perdóname Señor”. Ello le hizo cambiar las drogas por la religión católica.

La religión como salvación

La exazafata se dedicó al catolicismo, ingresando en el convento de Las Clarisas de Madridejos, Toledo, donde luchó contra sus trastornos de conducta alimentaria. Después viajó por todo el mundo, desde Los Ángeles hasta San Junípero Serra (México), pasando por el Valle de los Caídos y otros lugares icónicos del cristianismo, como Medjugore (Francia), Fátima (Portugal), Lourdes (Francia) y el monasterio de Guadalupe, acabando en 2014 con la beatificación de Juan Pablo II. Un año en el que también hizo su profesión de votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia como Franciscana Seglar de la Orden Tercera.

A ello también acompañó su carrera en la pequeña pantalla, colaborando con diferentes canales como Popular TV e Intereconomía, además de incurrir en la radio, de la mano de la cadena COPE y escribiendo en la sección ‘Alfa y Omega’, de ABC.

La cosa no quedó ahí, pues en 2017 decidió aventurarse en la escritura, publicando su autobiografía, ‘Conversión’, donde relata cómo ha sido su vida, con éxitos y fracasos a nivel profesional y personal, incluyendo testimonios de sus más allegados. Un proyecto en el que se ha volcado en los últimos años.