TIKITAKAS MÚSICA | ENTREVISTA AMARAL
Amaral: “Discutimos bastante. Como Liam y Noel, pero sin insultarnos en Instagram o X...”
Eva Amaral y Juan Aguirre se sientan con AS a propósito de la publicación de ‘Dolce Vita’, su noveno disco de estudio, para hablar de sus canciones y carrera, de la presión, a veces sobre las mujeres, y aquel Sonorama de 2023.

Desde el viernes 7 de febrero, el grupo Amaral tiene 15 canciones y 47 minutos más que sumar a toda la música con la que, durante 27 años, han llenado tantas vidas. Porque siempre hay una canción de Amaral para todo. Del ‘Cómo hablar’ a ‘Nuestro Tiempo’ pasando por ‘El Universo sobre mí’, ‘Sin ti No Soy Nada’, ‘Moriría por Vos’, ‘Revolución’, ‘Días de verano’ o ‘Marta, Sebas, Guille y los demás’. Los títulos llevan asociado al tarareo, solo, en la cabeza. Tantos momentos como los que, desde ahora llenarán, con los títulos de ‘Dolce Vita’, este último disco en el que tanto Eva Amaral como Juan Aguirre se han “desnudado emocionalmente” para hablar de los paraísos “aunque terrenales” y la libertad.
Un disco con canciones que solo dos horas después de publicarse en las plataformas de streaming se coreaba ya como un hit durante su actuación en el Benidorm Fest. Pero es que Amaral es patrimonio nacional. En la gira de festivales, por ejemplo, confiesan que les sorprendió “el karaoke colectivo”, que les obligaba a subir interno para poder escucharse sobre la voz del público. Y mientras la terminaban las nuevas canciones les bullían en la cabeza y los dedos. Juan Aguirre (San Sebastián, 1970) y Eva Amaral (Zaragoza, 1972) se sientan con AS en las oficinas de Sony Music en Madrid para hablar de ‘Dolce Vita’, de la industria, de su proceso creativo y el yugo social a veces sobre las mujeres y sus cuerpos (“los 2000 fueron muy complicados...”, con Eva convertida en icono después de que en el Sonorama de 2023 mostrara sus pechos mientras cantaba ‘Revolución’. “Por Rocío Saiz, por Rigoberta Bandini, por Zahara, por Bebe”. Porque, como sus canciones, ella misma es un mismo canto a la libertad. Ellos. Y de eso va ‘Dolce Vita’.

Dolce Vita es su noveno disco de estudio, en la calle desde el pasado viernes. ¿Por qué ese título?
Eva Amaral: Es el de una de las canciones. Este es un disco en el que hemos intentado generar un refugio, un paraíso que se encuentra de frente con la realidad. Que no hay paraíso perfecto. Y las fotos paradisiacas no son fijas, seguramente el agua esté fría aunque parezca todo hermoso. Hay cosas que complican la realidad y hay que aprender a lidiar con ellas. De eso habla el disco un poco, de relaciones humanas y contigo mismo, de libertad. De alguna manera nos hemos desnudado emocionalmente, son paisajes emocionales.
Dicen que tenían canciones para hacer otro disco…
Juan Aguirre: Más de uno. Ha sido mucho tiempo sin grabar y casi todos los días se te ocurre algo, aunque no sea una canción, sí el germen. Pero la última gira se alargó muchísimo y, cuando ya llegaba a su fin, nos pusimos en serio con el disco pero las canciones estaban compuestas de antes. Deberíamos ponerle un poco de límite a la siguiente gira, que no empecemos a sumar conciertos sin parar, si no que podamos grabar antes.
¿Han contabilizado alguna vez el número de conciertos que llevan?
E.A.: No, no. Y son una pila, eh (sonríe).
J. A: Hemos tocado y hemos viajado muchísimo. Pero es que en realidad tú no ves los conciertos como si fueran una pila, tú vas a vivir el próximo como si fuera el único que vas a hacer, y te centras tan en eso que, cuando ya ha pasado, ya viene el siguiente y vuelta a empezar. En tu cabeza no se van sumando si no que es vivir el presente.
Cuando tienes tanto material y son solos uno con otro, dos ¿cómo se ponen de acuerdo?
E. A.: Si fuera número impar sería mejor porque habría un desempate (ríe). Es lucha de titanes (ríe de nuevo).
J. A.: Discutimos bastante. Como Liam y Noel, lo que pasa que no nos insultamos en Instagram o en X… (ríen los dos). Yo no tengo un Twitter, le escribo al de Eva y le digo: “Fuck you” (ríen).
E. A.: Estaría gracioso, eh.
J. A.: La gente lo fliparía si lo empezásemos a hacer… Pero cuando tenemos que discutir por algo, un arreglo, una canción, lo que sea, pues no nos cortamos.
“Nos sorprendió mucho la especie de karaoke colectivo que se terminaba montando en la gira que hemos hecho de festivales. ¡Teníamos que subirnos el sonido interno para poder tocar por encima de la voz del público!”
Han comentado que la gira de festivales del año pasado les sorprendió mucho por el recibimiento del público.
J. A.: En realidad no porque estamos un poco mal acostumbrados. Lo que sí que nos sorprendía era la especie de karaoke colectivo que se ha terminado montando. Había veces que teníamos que poner nuestro sonido interno más alto para poder tocar por encima de la voz del público.
Los hits a ustedes se les caen de los bolsillos. ¿Cuál es el secreto?
E. A.: Pues no sé. Nosotros tampoco nos vemos como constructores de hits.
J. A.: Primero va lo que tú quieres transmitir. La canción no sale siendo un hit, sino que nace de forma muy solitaria.
E. A.: El otro día cuando tocamos por primera vez ‘Dolce Vita’ en el Benidorm Fest alucinamos muchísimo. Era una canción nueva, había salido dos horas antes, la poníamos en escena por primera vez ahí y nos sorprendió muchísimo la respuesta de la gente. Fue extraordinario.
¿Les cuesta cada vez más hacer los setlist para los conciertos?
E. A.: Sufres porque te dejas cosas que te gustaría tocar. Canciones que son más especiales pero no tan conocidas y muchas se pueden quedar fuera.
‘Riazor’, por ejemplo.
E. A.: Nos la piden muchísimo, la verdad (sonríe). Y luego te das cuenta que no puedes contentar a todo el mundo porque no pueden ir todas las canciones de los nueve discos, pero siempre hay alguien que echa de menos alguna. Que yo les entiendo. Yo muchas veces voy a conciertos de otros artistas, de gente que me gusta y admiro muchísimo, y dejan de tocar justo la que yo quiero. Y mira que yo estoy al otro lado también para saber que no puede entrar todo, pero aún así me mosqueada, ¿sabes? (ríe).
Se conocen desde 1993, su primer disco, ‘Amaral’, se editó en 1998. ¿Cómo ha cambiado la industria musical desde entonces?
E. A.: Cuando nosotros empezamos en la música ya estaba cambiando en la forma de escucharla.
J. A.: Es que no ha dejado de cambiar. Lo hace todos los días desde que llegamos a la revolución digital. Y todavía no somos conscientes de lo que será la Inteligencia Artificial, IA. Eso va a ser una revolución 3.0.
Hace unos meses, Tikitakas entrevistó a Rocío Saiz, quién aún se emociona profundamente cuando hablaba de usted, Eva.
E. A.: Y yo me emociono con ella. Le tengo mucho respeto y admiración. Es una mujer muy valiente que lleva muchísimos años enfrentándose a lo que yo me enfrenté cinco minutos.
Al hilo del Sonorama 2023, cuando usted mostró sus pechos en apoyo a lo que Rocío Saiz estaba viviendo, cuenta que después recibió “montañas de odio”.
E. A.: Recibí montañas de todo porque vivimos en el mundo de la desproporción, yo creo (sonríe). Es una cosa que me llama mucho la atención.
“Rocío Saiz en una mujer muy valiente, que lleva toda la vida enfrentándose a lo que yo me enfrenté cinco minutos (en el Sonorama 2023)”
¿Imaginaba que iba a provocar algo así?
E. A.: No, porque yo en todos mis años de carrera he visto muchas veces a hombres subirse a un escenario y quedarse desnudos totalmente. Y risas. Y aplausos. Y yo no me imaginaba que algo así sería tan hiriente para algunas personas. Para otras no. Que también recibí muchos mensajes de mucho cariño, muchísimos. En realidad fueron más que los otros, pero nuestro cerebro tiende a fijarse en lo negativo y los negativos eran muy bestias. Y creo que hay una línea que no hay que traspasar. Un poco de respeto.
J. A.: La primera vez que tocamos con Love of Lesbian, que son amigos y hemos colaborado mucho…
E. A.: Yo no quería decir nombres...
J. A.: Sí, pero lo digo porque fue muy divertido. Hubo un miembro de la banda que se desnudó. Y era una cosa como festiva y lúdica. Y sin críticas.
Red Hot Chili Pepers han terminado muchos show todos desnudos.
J. A.: Y tú llegas a una prueba de sonido en verano, que suelen ser temprano y, a lo mejor, te quitas la camiseta, que yo tengo que tener cuidado porque soy super blanco y me quemo, viene la gente hace fotos y no sale en ninguna tertulia…
Pero en 2025 el cuerpo femenino sigue siendo debate.
E. A.: Sí, efectivamente. Sometidas a juicio y valoraciones que no aportan nada.
¿Usted ha sentido eso a lo largo de su carrera?
E. A.: Durante muchos años sí que sentí, sobre todo cuando era mucho más jovencilla, acerca de cómo se supone como tenía que ser yo. Y, además, los 2000 fueron unos años muy complicados. El canon de belleza que se intentaba imponer era de una extrema delgadez. Y sí: sentí mucha presión en ese sentido y, además, yo nunca he sido una tía canónica. Ni extremadamente delgada, aunque lo haya estado en algunos momentos, ni tengo unas facciones canónicas, ni nada de nada. Pues sentía que no encajaba, como que yo era una especie de bicho raro. No me sentía identificada con la imagen que tenía que tener una mujer. Y esto lo he hablado con muchas amigas y les ha pasado lo mismo. Y es un sentimiento muy raro y muy difícil de verbalizar. Ahora lo veo en la distancia y digo: “Qué cosa más rara”. Pero, claro, la sociedad es, o era, tan tremendamente machista y misógina porque eso de querer que todas las mujeres sean un patrón igual es pura misoginia que te lleva a veces a rebelarte contra tu propia naturaleza o a cuestionártela.
“Durante muchos años sí que sentí, sobre todo cuando era mucho más jovencilla, mucha presión acerca de cómo se supone como tenía que ser yo. Y, además, los 2000 fueron unos años muy complicados. El canon de belleza que se intentaba imponer era de una extrema delgadez. Y yo nunca he sido una tía canónica”
Tuvieron una vez un concierto con una persona sola en Vitoria.
E. A.: Y los camareros (risas). Nos aplaudían.
J. A.: Estábamos empezando y nadie nos conocía. Es que nosotros empezamos muy pronto a ser músicos. Hasta que el proyecto empezó a hacerse popular pasó tiempo y fueron ya entrados los 2000, por lo que no lo veo como algo raro. Cuando alguien empieza a tocar lo normal que es no vaya nadie a verlo. Sus amigos y cuando toca en tu ciudad.
Eva ha huido de Madrid hacia lo salvaje, la naturaleza.
E. A.: Pero Madrid me persigue rápidamente y me alcanza (ríe). Tengo que pasar mucho tiempo aquí. Es una ciudad a la que tengo muchísimo cariño. Vine desde Zaragoza y, hasta hace cuatro años, he pasado veintitantos aquí, muchísimos, pero en los últimos es verdad que vivía en los parques o en la Sierra buscando ese contacto con la naturaleza que en la propia ciudad. Y mi pareja y yo dimos el paso para irnos a una aldea, que era un experimento y sobre todo en invierno porque en el verano es muy fácil.
¿Qué hacemos con el Zaragoza que no hay manera de devolverlo a Primera?
J. A.: Es difícil. Yo llevo dos meses en la ciudad y es el tema de los bares. Cuando bajas a tomar café esta todo el mundo está halando de eso. Pero yo no tengo la solución, a mí no me mires (ríe).
¿Recuerdan partidos?
E. A.: Yo es que vivía al lado del estadio. Recuerdo los domingos cuando había partido, aparte de que no se podía aparcar, cuando acababa, si había perdido, ver a todo el mundo caminar con la cabeza hasta los pies.
J. A.: Yo me acuerdo de ir cuando venía la Real que yo nací en San Sebastián y llevaba muy poco en Zaragoza y era como si fuera de dos sitios a la vez. Y tengo que decir que el fútbol me gustaba más jugarlo que verlo. Es un deporte divertido, más que ningún otro. Y yo no era bueno, pero sí tenía muchísima velocidad. Corro bastante aunque tengo cero técnica.
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