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Joaquín Torres, desgarrado tras la muerte de su madre: “Mi mundo se apagó”
El arquitecto ha dejado por escrito en su Instagram qué sensaciones le asaltan un día después de perder a su progenitora.
Poco ha tardado en teñirse de negro el mes de marzo. Cuando la primavera retorna al calendario para pintar de verde los campos y las colinas, Joaquín Torres anuncia, con el corazón en un puño, la dura pérdida de su madre. “Se ha ido esta mañana rodeada de amor y una parte de mí se ha ido junto a ella. Mamá se fue como ha vivido, discretamente, sin lamentos y dando amor”, escribía el arquitecto en sus redes sociales.
Apenas un día después, Torres ha vuelto a publicar una carta que dedica a su madre y en la que, a falta de tinta, se desangra —sentimentalmente hablando— convirtiendo en letras que brillan en una pantalla todo aquello que siente que le brota, que necesita exteriorizar.
“No hace ni 24 horas que mamá se fue”, inicia su texto. El tiempo suficiente para darse cuenta de que nada volverá a ser como antes: “Mi mundo hoy es otro ya para siempre. Mi casa, mi calle... Mi mundo se apagó sin remedio”. Los campos y las colinas verdes son ahora retazos incoloros de una vida, una flora, que estos días crece irremediablemente ante la tristeza de la partida de su progenitora: “Amarillos, naranjas, azules, verdes... se han transformado en tonos sin vida”.
Luego confiesa su profundo dolor, las nubladas consecuencias y la dificultad de obrar cuando las luces se apagan. “Exactamente mi vida se fue un poco con ella. Le prometí que se podía ir tranquila, que yo estaba preparado y que me ocuparía de mi padre hasta su último aliento. Siento tal vacío que no sé si podré cumplir lo prometido”. Finalmente se despide: “Desde aquí y ahora, toda mi gratitud por las innumerables muestras de apoyo y cariño. Gracias”.
La sombra del dolor
Sus palabras son la prolongación de un sentimiento que ya quedó manifiesto en el propio anuncio del fallecimiento de su madre. “Hoy estoy completamente roto anímicamente y físicamente. El vacío que ha dejado en mí es desolador y lo ha arrastrado todo”, escribía el mismo día en el que confirmaba el deceso.
“Sé que tengo que aprender a no verla, a no tocarla, a no oírla, a no olerla. Aunque sé que parte de su energía siempre estará conmigo. Me ha dejado tanto amor y un ejemplo de vida que siempre será su legado, que nada ni nadie podrá superar”, añadía, personificando la dificultad de entender los sentidos cuando uno pierde la capacidad de encontrar cariño en el tacto y extraña el tacto del cariño.
“Quería haceros partícipes a todos de mi gran pérdida y pediros un poco de paciencia para que vuelta a estar con vosotros”, se despedía también. Pese a la dureza de este episodio, el arquitecto no se ha olvidado de sus seguidores en ningún momento; a ellos ha extendido la sombra del dolor, no para hacerlos partícipes, sino para compartir el recuerdo de su madre. De su querida madre.