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Javier Gutiérrez: “Aspiraba a ser detective, misionero o futbolista del Racing”

El intérprete habla con Diario As de su próximo estreno, ‘Honeymoon’, repasando los valores de la cultura dramática y echando la vista atrás hacia un tiempo en el que soñaba con celebrar goles en su Ferrol natal.

Hace semanas que el frío empezó a consumir Madrid. Las noches se comen a las tardes y los atardeceres engullen las meriendas. Las horas son pesadas. Sin embargo, cuando Javier Gutiérrez (Luanco, 1971) entra en el Hard Rock Hotel de Ronda de Atocha lo hace con un aire fresco, de presura, y con una mirada cuyo poso brinca de manera automática por el salón haciendo acopio en su retina de todo lo que le rodea. En cierta parte es innato, pero también se entrena. Lo sabía bien el Javier que fantaseaba con marcar goles vestido del Racing de Ferrol y lo corroboró el mismo que levantó, décadas después, dos premios Goya.

En unos días volverá a ver su rostro protagonizando, junto al de Nathalie Poza, una nueva película: Honeymoon. Sin perder el brillo en sus gestos —ni la intensidad en un pensamiento que grita pausadamente— habla de esta última nota en el pentagrama de su trayectoria; también de la cultura como valor imperecedero y de los sueños futbolísticos de aquel niño que se colaba en el estadio para ver a sus ídolos.

Me he fijado en cómo miras al entorno y se percibe el detallismo. ¿Es muy maniático Javier Gutiérrez?

Soy muy supersticioso (ríe). Mucho. Sé de compañeros y compañeras que también lo son. De hecho, he coincidido varias veces con Carmen Machi y los dos somos un poco ‘enfermitos’ en ese sentido; ella dice que yo un poco más. Supongo que parte de la inseguridad o las ganas de aferrarse a algo. Igual que los deportistas se santiguan o salen y dan tres saltitos con la pierna derecha. Cada uno tiene su ritual a la hora de salir al campo, y yo de salir a escena.

El 12 de enero se estrena Honeymoon. Al ver la película, a uno le da la sensación de que la falta de comunicación puede llegar a desdibujar todo hasta el punto de que nada es lo que parece.

Bueno, la sociedad en la que vivimos fagocita eso. Que cada uno esté más encerrado en su universo, consigo mismo. El cáncer es este aparato móvil (saca el suyo) que todos llevamos en el bolsillo; hay personas que llevan hasta tres o cuatro. Creo que eso nos hace perder el foco y dejamos de atender a lo realmente importante, que es el otro, y dejamos de estar en contacto con lo que nos rodea.

Pero la película también apuesta por el amor, por las segundas oportunidades. Y en un momento en el que todo va tan aprisa en nuestra vida, en el que la hora nos pasa por encima, creo que es vital pararse y dedicar tiempo a aquellas personas que han sido importantes para nosotros.

20/12/2023 ENTREVISTA ACTOR JAVIER GUTIERREZEDUARDO CANDEL REVIEJODiarioAS

En la película vemos cómo una pareja en caída libre logra tirar hacia adelante a raíz de un suceso fatídico. ¿Se puede encontrar la reconciliación dentro de la tragedia?

Lo que ocurre en la película sería muy poco probable en la vida real. Imposible no, aunque sí poco probable. Pero la ficción también está para eso: para fantasear, para soñar. Y yo creo que en un mundo en el que nos diéramos más a la pausa y no a la prisa sí tendría lugar algo así. Es una pareja que roza la toxicidad, que ya se ha dicho todo, en caída libre, pero que, sobre todo, necesita hacer equipo.

¿Todo en la vida merece una segunda oportunidad?

Creo que el ser humano tiene derecho a equivocarse. Hay cosas muy tremendas y, puestos a elucubrar, sí que existen situaciones que son imperdonables. Pero la mayoría de los casos pueden perdonarse y abogo por ellas.

Es un buen eslogan.

¿Y por qué no? Es que yo creo que creemos poco en el otro. Parece mentira que sea así después de una pandemia, un confinamiento y dos crisis en los últimos tiempos. Tenemos que apoyarnos y ayudarnos los unos a los otros para salir del agujero. Después de todo aquello pensamos que podríamos salir más fortalecidos; y creo que hemos salido, por desgracia, como una sociedad más enferma, egoísta y menos empática. Por ello abogo por las segundas oportunidades.

Hubo margen para la introspección.

¡Pero no sirvió de nada! (ríe). A las pruebas me remito, todos salíamos a aplaudir a las ocho de la tarde a los sanitarios y cuando han pedido unas mejoras laborales les hemos dado la espalda. De nada vale si cuando tenemos que dar el ‘do’ de pecho no estamos concienciados.

Honeymoon denuncia esas carencias a través de su forma cinematográfica.

Porque a pesar de ser una historia por momentos dramática también transita la comedia. El humor negro, más bien. Y luego tiene componentes, en el medio de esa road movie, que la convierten en un thriller.

También has vuelto al ruedo teatral con El traje, una obra que ya representaste hace diez años.

Más tiene Hamlet (ríe). Le encargamos a Juan Cavestany un texto que hablase de la corrupción política hace más de diez años: la estrenamos e hicimos gira junto a Luis Bermejo. Pasado el tiempo nos dimos cuenta de que ese texto, además de la corrupción, hablaba de otras muchas cosas. Detrás había un mensaje sobre la soledad del individuo, la deshumanización de la sociedad que era enfermiza y compulsivamente consumista. Había muchos toques que nos invitaban a pensar que estaba más vigente que nunca. Y así ha sido. Es una función que divierte desde el pasmo y deja un poso de reflexión importante.

20/12/2023 ENTREVISTA ACTOR JAVIER GUTIERREZEDUARDO CANDEL REVIEJODiarioAS

Tanto Hamlet como El traje pueden seguir representándose durante mucho más, ¿pero qué mella deja el paso del tiempo en las obras como transmisoras de un mensaje?

Depende de lo que quieras contar. Lo que nos mueve desde hace siglos al ser humano es lo mismo: sexo, dinero, relaciones humanas, etc.

Y si lo cuenta Shakespeare...

Es que son palabras mayores. He interpretado varias veces sus obras y para mí es como subir una montaña y nunca llegar a la cumbre. Por mucho que estés preparado, por muchas horas que le eches, por mucho entrenamiento que haya... Jamás. Por eso es el autor más importante de la literatura dramática: porque sabía muy bien diseccionar el alma humana. Esa es la clave de lo que preguntas. A día de hoy seguimos tropezando con la misma piedra.

¿Se puede hacer teatro sin esa catarsis?

Es que yo creo que el teatro tiene que ser un espejo de la sociedad. Y cuanto más pegado esté a la realidad que lo rodea, más interesante será. Creo que el teatro tiene que entretener y divertir, depende de lo que cuentes, pero sobre todo hacer reflexionar.

¿A la cultura se le otorga más un fin utilitarista para el divertimento o se emplea más para la crítica?

La cultura es una cosa y el ocio otra. Y a veces se funden. Hay gente que va al teatro a divertirse, pero no todo es cultura. Por otro lado, sí que creo que hay un tipo de cine, de teatro e incluso de televisión que sí la fomenta y ensancha el pensamiento del individuo.

¿Es el humor una buena herramienta para hacer pensar?

A través de la comedia uno puede hacer llegar mejor el mensaje. Con las tragedias disfruto mucho, siempre que estén bien hechas, pero la comedia es inmensamente más difícil. No hay nada más triste que una sala de teatro en la que el público no se contagia de lo que está sucediendo, ni se ríe ante una obra humorística.

El teatro tiene que ser un espejo de la sociedad. Y cuanto más pegado esté a la realidad que lo rodea, más interesante será

Javier Gutiérrez

¿Has visto Champions?

No, pero el hecho de que hayan respetado que los actores sean personas con algún tipo de diversidad funcional me parece un completo acierto. Y que hayan calcado escenas completas, también. Que se hiciese un remake no me invitaba a confiar en que fueran fieles a la película de Fesser, pero lo han hecho. De los ‘yankis’ te puedes esperar lo mejor y lo peor, como del país.

Sé que cojeas del Racing de Ferrol

Cojeo, ¡y de las dos piernas! Yo aspiraba de pequeño a ser o detective privado o futbolista del Racing o misionero comboniano. Lo primero porque siempre me ha alucinado la novela negra, desde los personajes de Andreu Martín y Juan Madrid hasta, por supuesto, Vázquez Montalbán, y lo último porque era alumno del colegio de La Salle y cada cierto tiempo llegaban hermanos que venían de África y te tocaba un poco la patata. Que uno puede hacerlo también sin ser misionero, eh (ríe).

Y futbolista.

Siempre lo tenía en mente. Yo vivía en un barrio periférico, a unos 40 minutos caminando del centro de la ciudad. Me escapaba de pequeño e iba al estadio Manuel Rivera, que ya no existe. Ahora los campos están a las afueras, pero este estaba en el corazón de la ciudad. Había un agujero en una de las tribunas del fondo norte y yo me colaba por ahí para ver los entrenamientos cuando el Racing estaba en Tercera División. Ahora está en puestos de ascenso a Primera. Yo he sido forofo. Y he ido al campo cuando éramos 700 pobres almas viéndolo.

20/12/2023 ENTREVISTA ACTOR JAVIER GUTIERREZEDUARDO CANDEL REVIEJODiarioAS

El Racing de Ferrol es el equipo que más temporadas ha estado en Segunda División, pero nunca ha subido a Primera. ¿Este año hay licencia para soñar?

Eso debe haber siempre. Ahora, licencia para tener los pies en la tierra, este año más que nunca. Hay un músculo financiero detrás que es importante, hay un equipo que invita a soñar por cómo suda la camiseta y por el compromiso que tienen con el club y la ciudad. Y todos tienen una cohesión que ha conseguido Cristóbal Parralo, que es un entrenador que espero que siga muchos años antes de que nos lo birle otro club. Es uno de esos entrenadores de la vieja escuela que sabe mucho de fútbol.

Quisiste ser un ‘Pazolo’ y terminaste levantando dos Goya.

Así es (ríe). El ser actor es vocacional y uno tiene que tener muchas ganas. Yo lo soy por vencer una timidez enfermiza. En Ferrol llovía mucho en invierno y no podíamos salir todos los findes, así que me encerraba en mi habitación y hacía mis partidos de fútbol con los cromos: los pegaba en una cartulina y hacía las porterías con las cintas de los casetes. Me montaba mis ligas.

Y no sólo eso: las retransmitía. Cogía un equipo de música de mis hermanas y una cinta de 120 de BASF, imitaba la voz de José María García o del locutor de turno y me ponía a ello. Siempre ganaba el Barça, no sé por qué. Me recuerdo así, echándole mucho morro e imaginación. Un actor sin imaginación es inimaginable. Los actores somos como esponjas y observamos todo para aprender.

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