ENTREVISTA AS

Gurrutxaga: llegar a Primera División le provocó TOC y ahora triunfa riéndose de ello

El exjugador de la Real Sociedad atiende a AS antes de estrenar el domingo 4 de septiembre su monólogo ‘FutbolisTOC’ en el Teatro Reina Victoria de Madrid.

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Gurrutxaga: llegar a Primera División le provocó TOC y ahora triunfa riéndose de ello

Zuhaitz Gurrutxaga (Elgóibar, 1980) tenía tan solo 19 años cuando debutó en Primera División. De la mano de Javier Clemente, ante el Atlético en el Vicente Calderón y con la difícil tarea de defender a un Jimmy Floyd Hasselbaink que un año antes se había coronado pichichi de la Premier. El vasco fue uno de los hombres más destacados y ese día Michael Robinson aseguró en televisión que se podía ir “con la cabeza muy alta” tras ver la segunda cartulina amarilla. En Guipúzcoa, de hecho, todavía recuerdan aquel partido. Han pasado más de 20 años y Gurrutxaga se acuerda de todo aquello sin rencor, con humor y con el deseo de encontrarse de nuevo con el delantero para contarle cómo un marcaje muy especial sigue siendo noticia dos décadas después.

Campeón de Europa sub-16 con España, disputó un Mundial sub-17 compartiendo once con Iker Casillas y Xavi Hernández, fue subcampeón de Liga con la Real Sociedad y logró un ascenso con el Real Unión de Irún, con el que además vivió una noche histórica al eliminar al Real Madrid de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu. Gurrutxaga fue durante 15 años futbolista profesional y cumplió su sueño de jugar con el primer equipo de la Real, pero desgraciadamente durante su etapa en Primera también conoció la peor parte del deporte rey al desarrollar un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) por la presión. Por suerte ha aprendido a reírse de ello y, mejor aún, lo utiliza para hacer reír a los demás con un monólogo que este domingo llega a Madrid. Todos los domingos de septiembre el exfutbolista, y también exmúsico, ofrece en el Teatro Reina Victoria de la capital un espectáculo llamado ‘FutbolisTOC, o cómo sobreviví a la Primera Divisón’ que tendrá dos actuaciones más el 30 de octubre y el 6 de noviembre. Antes del esperado estreno, Zuhaitz atiende a Diario AS para recordar su etapa como jugador y cómo ha cambiado su vida.

Seis fechas en el Teatro Reina Victoria de Madrid entre septiembre y noviembre con ‘FutbolisTOC’.

A ver el resultado de los partidos, si va la gente y a la gente le gusta. Para mí es una oportunidad muy buena. Yo siempre he actuado hasta ahora en el País Vasco, y salir a Madrid que no me conoce nadie y que puedas optar a un teatro bueno para actuar pues es lo más difícil. Me han dado esta oportunidad y a ver si cumplo bien estas seis jornadas y veremos si se amplia.

En el monólogo hablas de tu etapa como futbolista, ¿pero cómo fue esa transición hacia el humor? ¿Por qué monólogos?

Ahora es distinto, los futbolistas pasan muchas más horas en las ciudades deportivas. En mi época entrenabas dos horas o dos horas y media y tenías todo el día libre. En mi época de jugador de Primera empecé a tocar la guitarra, empecé a hacer canciones y después cuando estaba en Segunda División en el Real Unión saqué un disco y empecé a dar conciertos. En ellos, entre canción y canción, explicaba las letras en tono humorístico y me daba cuenta de que a la gente le interesaba más lo que yo contaba que mis canciones. Así que poco a poco fui cantando menos y hablando más en los conciertos hasta que un día decidí que lo mío no era la música y que, de ser algo, pues sería cómico. Dejé la guitarra y empecé a ser monologuista y cómico.

¿Has dejado la música por completo?

Totalmente. Por suerte para mí y seguramente para el público. Fui bastante valiente porque con muy pocos acordes y poca sapiencia sobre música saqué un disco, no sé si por valiente o inconsciente. De broma digo que mejor para el público, pero habría sido muy difícil sacarme la vida y por suerte con la comedia lo estoy consiguiendo.

Uno de los temas principales de tu monólogo es tu debut con la Real Sociedad, en el Vicente Calderón y con Hasselbaink como rival. ¿Cómo lo recuerdas?

Tenía por entonces 19 años y Clemente, que era mi entrenador, me encomendó el trabajo de seguir o marcar a Hasselbaink. Y yo me lo tomé al pie de la letra y lo hice desde muy cerca. A Jimmy obviamente le molestó que estuviera tan cerca, es normal, entonces empezamos a intercalar acciones duras, nobles, porque se ve en los vídeos que ninguno de los dos protesta demasiado ni finge. Está claro que visto ahora 20 años más tarde eran acciones que ya con el VAR serían imposibles. Fue un marcaje duro y él como es normal se molestó y también dio. Dimos y recibimos los dos. Todavía la gente en Guipúzcoa se acordará de aquel partido y yo también he de admitir que el nombre de Jimmy Floyd Hasselbaink va unido a mí y seguramente siga unido a mí toda mi vida.

De hecho, él te dio un codazo en el estómago.

Yo en aquella época era un pesado, físicamente era rápido, era fuerte, pero sobre todo era un pesado para los delanteros rivales. Entiendo que Jimmy se aburriera de mí y le saliera eso. El árbitro no lo vio en el partido pero sí que es verdad que después lo sancionaron con dos o tres partidos, de las primeras veces que se sancionaba a alguien a posteriori viéndolo en vídeo. El árbitro no lo vio en el campo pero a mí sí me vio hacer unas cuantas entradas a destiempo y yo sí fui expulsado en mi debut. Por eso el nombre de Hasselbaink y aquel partido irán unidos a mí durante toda mi vida y por eso son parte importante del texto de este monólogo.

Incluso has invitado a Hasselbaink al monólogo.

Sí, era una manera de publicitar un poco el monólogo en Madrid, pero ojalá viniera. Creo que es entrenador en Inglaterra, por lo que será difícil para él. Han pasado muchos años y yo no he vuelto a ver a Jimmy, seguramente él no se acuerde mí, pero sí que me gustaría algún día verlo, saludarlo y contarle mi historia, cómo mi partido o nuestro partido ha seguido unido a mí hasta ahora, hasta este monólogo. Jimmy es parte importante y personaje importante en mi monólogo. Me gustaría saludarle y contarle esto, a ver si algún día lo consigo.

En Madrid viviste además otra noche muy especial en el Bernabéu con el Real Unión de Irún.

Fue cuando estaba en 2ªB y fue mágico. Conseguimos eliminar a un equipo tan grande como el Real Madrid a doble partido. Ahora puede haber sorpresas a un partido en el campo del rival pequeño, pero hacerlo a doble partido como en aquella época fue sorprendente y algo mágico. Además fue en el Bernabéu, en el último minuto, con 70.000 personas viendo el partido, parte de la afición acabó aplaudiéndonos... Fue algo inolvidable. Seguramente lo más bonito y más mágico que me ha pasado en mi carrera como futbolista.

Y eso es mucho decir, porque fuiste campeón de Europa, jugaste un Mundial con jugadores como Xavi y Casillas, lograste un ascenso...

Y con la Real tuve la suerte de quedar subcampeón en la 2002-2003 y clasificarnos para la Champions. Aún así, creo que probablemente porque ya tenía una edad lo pude disfrutar más. Todo lo demás me pilló muy joven y gestionar todo aquello era muy difícil para mí. Los éxitos también, pero sobre todo los fracasos. En el Real Unión con 28 o 29 años ya relativizaba más todas las cosas y las disfrutaba más. Por eso creo que es lo más mágico que he vivido y he conseguido.

Esos momentos que viviste tan joven te llevaron a un trastorno obsesivo compulsivo del que también hablas en el monólogo. ¿Cómo te diste cuenta de que lo padecías?

Entonces no sabía que estaba padeciendo esto pero hacía cosas muy extrañas. Cuando era jugador de la Real Sociedad, yo creo que debido a la presión que no supe gestionar tan joven con 19 o 20 años, empecé a tener ansiedad, algo de depresión y al final desencadenó en un TOC. Al final, lo que para cualquier persona son manías pues se convierten en obsesiones que te inhabilitan durante el día. Pasas horas y horas con esas obsesiones o esas compulsiones. Es decir, si te entra la obsesión de que todo lo que tocas está sucio y tiene virus y bacterias pues la compulsión es limpiarte las manos obsesivamente. Empecé a hacer muchas cosas como esta. Yo quería esconderlas porque era algo que no entendía por qué lo hacía pero cada iba a más. Intenté esconderlo hasta que era imposible, porque son cosas tan extrañas que al final el entorno lo ve. Por suerte mi familia lo vio y me invitaron a buscar ayuda profesional. Lo hice y es lo mejor que he hecho en mi vida, buscar ayuda de un psicólogo y conocerme un poco más y tener las llaves para gestionar todas estas alteraciones mentales.

¿Y ahora cómo estás?

Bien, uno aprende a conocerse, a saber gestionar sus ansiedades, sus nervios. Yo creo que el TOC es algo que no es crónico porque seguro que hay gente que lo ha superado del todo, pero es algo que siempre ronda alrededor. Yo diría que estoy un 400% mejor que en aquella época, pero sobre todo en épocas de nervios como ahora que tengo un estreno o si alguien tiene un examen pues siempre surge algo. Entonces hay que estar atento para que no coja fuerza ese trastorno y combatirlo. Por suerte ahora tengo mis herramientas para hacerlo.

Y una de ellas es reírte de ti mismo, que no todo el mundo es capaz.

Es la mayor herramienta que tengo. Lo he hecho en privado, lo he hecho con amigos, con familia... Reírme de mí mismo, de mis fracasos de mis problemas, incluso de este trastorno. Reírme de él me ha ayudado para ver más fácilmente que las obsesiones que tenía o que tengo son absurdas, porque normalmente son irracionales. El humor te ayuda a que veas más claramente que es absurdo lo que haces. Es una herramienta fantástica y diría que es la manera más realista de ver el mundo, o tu vida. Por eso hago humor y ahora profesionalmente sobre un escenario, digamos que me ayuda a liberarme de mis pequeños fantasmas.

¿Debería tener límites el humor?

Cada uno tiene que poner sus límites. Yo tengo una forma de hacer humor y es reírme de mí mismo, yo me río de mi sufrimiento pero no me reiría del sufrimiento de otro. No me reiría de alguien que tiene TOC, pero sí hago chistes sobre mi TOC, sobre mis obsesiones y sobre mi sufrimiento. Creo que es lícito. ¿Si debería tener límites? Es una pregunta difícil y lo he pensado mil veces, pero a la conclusión que llego es que yo sí le pongo mis límites. No sé si lo debería hacer, pero yo se los pongo y uno es ese: no reírme del sufrimiento de otro.

¿Qué te produce más nervios: 50.000 personas en un estadio de fútbol con otros 21 protagonistas o un escenario en el que estás tú solo pero con menos espectadores?

Sin duda alguna un estadio de fútbol con 50.000, 40.000 o 20.000. Es incomparable esa presión a cualquier otra. También ahora tengo algunos años más y gestiono mejor las cosas. Tengo amigos actores con los que trabajo en obras teatrales, actores consagrados aquí en el País Vasco, que se han sorprendido de la tranquilidad con la que salgo al escenario. Y les digo siempre que con la presión que yo he sufrido en un estadio con 30.000 personas, aunque haya otros 21 al lado, es incomparable. Para mí que haya 300 en un teatro, sin quitarle ningún mérito a eso, es mucho más tranquilo. Ojalá en mi actuación en vez de 100 haya 1.000 personas. Creo que me ha ayudado mucho la presión que sufrió en el fútbol para ahora salir tranquilo al escenario.

Y lo de disfrutar, ¿mejor en el césped o sobre los escenarios?

Disfruté mucho más en un escenario. Yo creo que es un tema de confianza. Yo de joven fui internacional sub-16, sub-17, campeón de Europa, jugué un Mundial, etcétera. Siempre sentí esa presión y nunca confiaba del todo en mí. Sobre todo cuando llegué a Primera División y en adelante no tenía mucha confianza en mí dentro del terreno de juego y así no se puede disfrutar. Por suerte ahora en los escenarios confío mucho en lo que tengo entre manos, sé que le monólogo tiene un texto que funciona, es una vivencia que a la gente le gusta, que se ríen, entonces confío mucho más ahora que antes y eso hace que disfrute más sobre el escenario que cuando jugaba al fútbol.

Más de un año de gira, has actuado en el Reale Arena, pero llama la atención un actuación que hiciste mucho antes frente al eterno rival, frente a los jugadores del Athletic Club.

Sí, fue hace unos cuantos años cuando Marcelo Bielsa era el entrenador del Athletic y me contrató él personalmente para hacerles un monólogo a los jugadores del primer equipo. Y he de admitir que fue el mejor público que he tenido nunca. Me di cuenta al acabar de que lo que yo cuento en mi monólogo es lo que siente casi cualquier futbolista de élite pero no puede contar. Porque si lo cuenta o se sale un poco de la línea establecida mañana saldrá en un titular y muchos, o casi todos, no quieren eso y quieren centrarse en jugar al fútbol. Entonces cuando me pongo delante de estos futbolistas, también lo hice con los de Osasuna, y cuento estas historias siento que soy un poco su voz, lo que ellos sienten y quisieran contar pero no pueden hasta que pasen unos años y cojan algo de distancia. Fue un gran público.

¿Sigues viendo fútbol?

No te voy a mentir: llegó un momento en el que no sé si odiar pero me aparté muchísimo del fútbol. Los recuerdos que me traía no eran buenas y poco a poco fui haciendo las paces con él. Sobre todo he hecho las paces con este monólogo. Tenía cuentas pendientes con el fútbol y con él se ha cerrado un círculo, se han cerrado heridas. Hace un par de años que ya veo más fútbol, sigo a la Real mucho más... Creo que he hecho las paces con el fútbol y ahora poco a poco me vuelvo a aficionar a lo que cuando era niño era mi gran pasión.

¿Fútbol de ahora o el de principios de los 2000?

Ahora les veo a todos sacarla desde atrás y me da una envidia... Yo empecé a entrenar con la Real con 13 años en infantiles en el terreno que había dentro de un hipódromo, en el terreno de hierba en mitad del hipódromo. Los terrenos de juego que veo ahora en Zubieta son fantásticos, tienen no sé si 7 campos buenísimos de hierba, y veo que todos la sacan jugada desde atrás y me da envidia. Nosotros en aquella época jugábamos de otra manera. Yo que era defensa sobre todo. Siempre somos nostálgicos con los tiempos pasados pero ahora el fútbol es mucho más vistoso y creo que el juego es más bonito ahora. La nostalgia siempre está ahí, pero ahora es mucho más bonito.

Fútbol, monólogos, televisión, música... ¿Qué le queda por hacer a Zuhaitz Gurrutxaga?

¡Puf! Pues igual algún día apartarme de los focos, coger una huerta y plantar verduras y estar tranquilo. Me doy cuenta de que salí de un lugar que era el fútbol profesional en el que había focos y me metí en otro que hay focos y también un público que juzga tu trabajo. Igual algún día me aparto de todo esto, es lo que me falta, poner una huerta con unas verduras y no estar delante del público. No sé si lo haré algún día pero de momento estoy feliz en los escenarios y creo que la huerta tendrá que esperar.