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Viggo Mortensen se mudó a España hace más de una década y siempre ha alabado un aspecto de nuestro país: “Tiene mucha riqueza cultural”

El intérprete se sinceró en Cadena Ser acerca de la variedad lingüística patria y valoró positivamente las diferencias “de norte a sur, de este a oeste...”.

Viggo Mortensen se mudó a España hace más de una década y siempre ha alabado un aspecto de nuestro país: “Tiene mucha riqueza cultural”

El cine se divide entre aquellos que se sorprenden al escuchar hablar a Viggo Mortensen y los que ya sabían previamente que su acento es argentino. El actor, nacido en Nueva York y de origen danés, pasó gran parte de su infancia en Argentina. Su perfil encarna un globalismo especial que todavía alcanza mayor proyección al destaparse el amor que siente hacia España: está casado con la actriz barcelonesa Ariadna Gil, es un reconocido seguidor del Real Madrid (también de San Lorenzo de Almagro) y un apasionado de la cultura española.

Este flechazo cultural y social que siente hacia el país fue el hilo conductor de una conversación que mantuvo el último verano con el pianista y escritor James Rhodes en los micrófonos de Cadena Ser. “Creo que a los dos, que no somos de España originalmente, por lo que hemos hablado y lo que te he escuchado a ti también, nos gusta mucho España”, confesó Mortensen, quien reside desde 2009 en el centro de Madrid.

Uno de los aspectos que, según reflexionó en la entrevista, más le atraen de la magia cultural de la península fue “la diversidad de España, los idiomas, los dialectos, las diferencias de norte a sur, de este a oeste...”; a sus ojos, “es un país de mucha riqueza cultural en muchas cosas”. Rhodes no podía sino asentir. Ambos nacieron lejos y se enamoraron del país al cruzar sus fronteras.

“Lo más triste es el miedo al otro”

En concreto, es el asunto de los idiomas el que atrapa al intérprete. Y de eso sabe. “Cuando fuimos a Estados Unidos, mis hermanos y yo nos fuimos a una parte donde no se hablaba otra cosa que inglés”, dice en el mismo castellano que hablaba cuando acometió dicha mudanza. Su hermano menor, sin saber él por qué, odiaba el inglés y lo llamaba “idioma porquería”; aunque esto le provocaba risa, con el tiempo rechazó aquella sensación porque, dice, “lo más triste es el miedo al otro”. Y eso las lenguas lo reflejan con precisión.

Rhodes, hábil, identificó un símil, un parecido a la sensación que muchas veces se tiene con otros idiomas peninsulares distintos al castellano. “Cuando hablo o escribo algo en gallego o en catalán, mucha gente me regaña. La cantidad de gente que son perfectamente bilingües aquí en España con catalán y castellano o gallego es una pasada”, sentenció, ante la mirada aprobativa de Mortensen.

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