Un extrabajador de Dabiz Muñoz, sobre el motivo que le llevó a dejar su restaurante: “Decidí cambiar mi vida”
Nicolás Nájera, quien recientemente ha abierto un ‘delivery’ de alitas de pollo, ha alabado al cocinero madrileño en una entrevista con ‘El Español’.


El arte de los fogones, como el del taconeo, se lleva en la sangre. Hay quien tiene mano y quien no. Y Nicolás Nájera es de los que sí: el cocinero de 28 años, discípulo de Dabiz Muñoz, emprendió una nueva aventura empresarial hace tres meses al abrir su propio delivery de alitas de pollo en Madrid. Lo hizo tras cuatro calendarios como jefe de producción en GoXo y otros proyectos en el marco del imperio culinario del laureado cocinero.
Ha sido en una entrevista con Madrid Total, de El Español, donde se ha sincerado el cocinero acerca de su éxito precoz. “Vendemos unos 300 kilos a la semana. Esperamos vender 3 toneladas mensuales a final de año”, dice. Pone alto el listón. Pero no es para menos: su historia le avala. “Mi tía es americana-ecuatoriana y tiene más de 15 restaurantes en Ecuador. Por ella aprovechaba cada verano para irme a trabajar a Nueva York y Nueva Jersey, a fábricas, restaurantes...”, confiesa a la mentada cabecera, detallando cómo después estudió “Tecnicatura Superior de Gastronomía en Argentina” y, más tarde, llegó a España.
Reconvertir la mala suerte con iniciativa
Tuvo la mala suerte de poner un pie en la península Ibérica y, a los pocos meses, toparse con la pandemia. Encontrar trabajo parecía imposible. Menos en hostelería. Pero no paró quieto y, pleno de confianza, envió el currículum a GoXo, el servicio delivery de alta cocina de Muñoz, que había abierto varias semanas atrás. Y así fue como con 24 años de volvió jefe de producción del sitio.
“Me enamoré de mi profesión con David, de la producción de comida... Trabajaba 14 horas al día, pero porque quería. Hacíamos toneladas de comida para el delivery, los foodtrucks, eventos privados... Éramos el obrador central que daba apoyo con caldos, salsas y otras elaboraciones a todo“, rememora el chef. Luego vino el salto de Muñoz a los restaurantes en aeropuertos. Y ahí se rompió el amor.
“Decidí cambiar de vida y abrir mi propio delivery de alitas", reconoce, amén del exceso de trabajo y el estrés que sufría. En un parque de su barrio de Madrid conoció a un tal Javier, vecino y socio de WingWing, y juntos idearon el negocio, sustentado en la idea de “lanzar al mercado un producto que ya existe de manera más sabrosa y saludable”.
Alitas cocinadas a la brasa y servidas por unidades de ocho piezas. Medio centenar de salsas para elegir, aunque las favoritas sean “gorgonzola y pera, ajo y parmesano, miel y mostaza, búfalo, limón y pimienta y las tres versiones de salsa barbacoa”. Todo casero. Todo bien elaborado. Porque hay gente que los fogones los lleva en la sangre.
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