Raúl Ruiz: “Michael Robinson decía que yo había inventado ‘Mi cámara y yo’ y ‘Callejeros viajeros’”
El exfutbolista del Logroñés y el Numancia, entre otros, y reportero de Canal+, publica su primer libro: ‘Las temporadas de mi vida’.


De jugador a reportero y de reportero a escritor. Uno de los exfutbolistas más queridos del panorama nacional, Raúl Ruiz Benito, acaba de escribir su primer libro: Las temporadas de mi vida. En él, el reconocido comunicador de Canal+ y Movistar recoge numerosos recuerdos y anécdotas del fútbol modesto, además de rendir homenaje a su gran amigo Michael Robinson, quien falleció en 2020 y siempre le animó a compartir sus experiencias en el fútbol profesional. Es una forma de recordarle y narrar todas esas historias que no pudo contarle.
El libro está lleno de memorias y vivencias, cada una más divertida y alocada que la anterior, en equipos pequeños como el Logroñés, el Palencia y el Girona. Ofrece una mirada a la cara B del fútbol y a una realidad de este deporte que rara vez se ve en la televisión, así como a futbolistas que no salen en las portadas. Así, aparecen jugadores y entrenadores que son desconocidos para el gran público, pero también figuras míticas como Lotina, Mendilibar o Schuster.
El libro está escrito con el característico sentido del humor del exfutbolista, que alcanzó la fama junto a Michael Robinson en El día después, el icónico programa de Canal+ que cubrió un partido de Copa entre el Barça de Johan Cruyff y el Numancia, donde él militaba.
Charlamos con él antes de su presentación, el 28 de abril, fecha del quinto aniversario del fallecimiento de Michael Robinson (“Es mi pequeño homenaje: le echo muchísimo de menos”). Esta se llevará a cabo en Madrid (Casa del Libro, Gran Vía, 19:00) en recuerdo a su amigo. Acompañarán al autor el exfutbolista y entrenador Bernd Schuster y el periodista y exdirector de AS Alfredo Relaño.

¿Cómo recuerda sus primeros pasos en el fútbol profesional?
Con muchísima ilusión y también un poco de añoranza, porque ha pasado ya mucho tiempo, ya soy muy mayor. Era ese sueño que tienes de niño. Yo quería ser arquitecto y futbolista. Me quedé solo en delineante, pero pude vivir del fútbol. Bueno, y sin quererlo, prácticamente he vivido y puedo seguir viviendo del fútbol toda mi vida. Pero para mí fue sobre todo cumplir un sueño de debutar en el equipo de mi tierra, que era el Logroñés. Esa era la referencia que teníamos todos los niños del Logroño. En aquella época no había tantos medios, televisiones, internet, redes sociales, entonces te fijabas en lo que tenías cerca, que era el Club Deportivo Logroñés. Y, para mí, jugar en el Logroñés, viniendo de mi barrio, de Yagüe, y luego llegar a jugar en Primera con el Logroñés y de capitán, era un sueño cumplido.
¿Qué jugador o entrenador marcó más su trayectoria?
Yo, cuando me fijaba en el Logroñés, me fijaba siempre en los estandartes. Tengo el recuerdo de Belaza, que era un defensa de aguerrido, y luego tuve la suerte de tenerlo de entrenador. Cuando eres niño y tienes enfrente a alguien que ha sido tu ídolo, es la leche. Y luego, como compañero, he tenido muy buenos, pero en mis comienzos, Lotina, que sigue siendo mi amigo. Luego lo tuve de entrenador del Numancia. Pero referentes, los primeros que tengo, son los de mi tierra.
Cuando empecé a jugar al fútbol, me impresionaron muchos. Pero tengo uno en la retina, que en el libro hablo de él también, que es Schuster. Cuando lo vi jugar in situ, en el Camp Nou, que me enfrenté a él con el Logroñés, con esa personalidad, ese desplazamiento, esa elegancia, me impresionó muchísimo Bernardo.
¿Qué diferencias notas entre el fútbol que se jugaba cuando usted estaba en activo y el de hoy en día?
Afortunadamente ha mejorado muchísimo el fútbol, sobre todo en el aspecto físico. Ahora los futbolistas son atletas, tienes que estar sin un gramo de grasa, tienes que estar al mil por mil, porque es más físico que en nuestra época. Entonces era más duro. Las entradas, las patadas, los encontronazos, los codazos…, eran muchísimos más duros que ahora.
También hay una gran diferencia en los estadios, ahora es muy difícil ver un estadio donde el césped esté mal, embarrado, con las porterías sin césped. Si te vas a los ochenta, siempre veías en todos los campos de Primera que la parte del área era tierra, casi todo estaba pelado. Los campos ahora están perfectos. Y el material también: balones, camisetas, medias… Nosotros nos teníamos que poner las medias atadas con cinta, para que no se te cayeran cuando llovía. Y las vallas de los estadios que desaparecieron. Mi padre no era futbolero, no le gustaba el fútbol. Siempre decía que en los toros había barreras para que los toros no saltaran al público. Y en el fútbol no entendían por qué había vallas si éramos todos civilizados. “¿Por qué coño hay vallas?”. Vallas para que no salten del público al campo.
También hay otras cosas que han cambiado, creo yo, para mal. Ahora hay menos pertenencia a los clubes. La ley Bosman, el poder tener futbolistas de toda Europa que no ocupen plaza de extranjero, hace que haya mucha rotación, y ya es difícil ver a un futbolista que esté nueve temporadas en un club.
Y los cambios. Era muy difícil entrar en el equipo. Al banquillo íbamos cuatro o cinco. Y solo había dos cambios. Ahora, como hay tantos partidos y hay tantas rotaciones, prácticamente en la plantilla juegan todos. Y eso es bueno para estar contentos. En nuestra época, ibas a entrenar e igual te tirabas meses sin jugar un minuto.

¿Qué club le dejó una mayor huella?
Tengo la suerte de guardar un buen recuerdo de todos los equipos en los que he estado. Incluso en los que he estado sin cobrar, que son varios. Pero, evidentemente, el Logroñés, que era mi referente (desgraciadamente ahora ha desaparecido), y el último, el Numancia, porque me dio a conocer. Ahí fue cuando Michael Robinson me ofreció la oportunidad de poder vivir de esto, y de estar en los medios, de estar en un programa de referencia que yo veía como aficionado, y acabé presentándolo.
¿Cómo fue ese salto de futbolista a los micrófonos?
Fue con el Numancia, en la Copa del Rey. Era a doble partido y empezamos a eliminar a equipos de primera, Real Sociedad, Racing de Santander, Sporting de Gijón, y nos tocó el Barça. Y todo aquello se nos fue de madre.
Yo siempre he sido así. De hecho, dejé un año de jugar al fútbol por hacer teatro, tenía esa faceta de comediante. Entonces, siempre que venía alguien de la prensa, hablaba yo. Era un poco la cara visible del Numancia en aquella Copa, y cuando terminó fue Michael Robinson quien dijo: “Quiero fichar a este pavo”. Y me llamó Chus del Río, que estaba en Canal Plus, y me dijo: “Oye, qué te quiere Michael Robinson”. Y yo le dije que no, que iba a seguir jugando al fútbol, es que no hay vida más bonita que jugar al fútbol. Pero entonces me llamó el inglés: “Coño, Raúl, tú ya has hecho todo en el puto fútbol”. Como diciendo: “Tú ya no vas a hacer nada”. Y me convenció, y, de hecho, termino el libro con esa frase.
Lo hice un poco por probar, porque no sabía qué hacía ahí, no había estudiado Periodismo, en aquella época no había móviles con cámara ni nada. Me dijo que cogiese una videocámara, de aquellas con cinta: “Vas, grabas un reportaje, vienes, lo montas y lo presentas”. Y así empecé, un poco autodidacta. Michael decía que yo había inventado Mi cámara y yo y Callejeros viajeros.

¿Resultó difícil adaptarse a ese rol?
Aunque parezca mentira, mi época en el teatro me ayudó a ponerme delante de la cámara. Tuve la suerte de tener de director de teatro a alguien que después recibió un Goya por Mar adentro: Celso Bugallo. Las primeras veces eran difíciles, porque iba con una videocámara yo solo. Era muy casero, tenía que hacer yo todo, pero me sentó una base espectacular para después. Tienes que aprender a base de golpes. De hecho, hubo un momento en que el inglés dijo: “Oye, hemos mandado a Raúl con cuchillo y tenedor a la guerra, ahora vamos a mandarle con armamento”. Y me puso un cámara al año.
¿Cuál ha sido la entrevista o cobertura que más le ha emocionado o desafiado?
Hubo un reportaje que fue un reto. Michael, yo creo que con buen criterio, no quería que utilizáramos la lágrima fácil, lo facilón. Y yo fui a hacer un reportaje a un pueblo de León con un chico que era portero de fútbol. Yo estaba todo el reportaje diciendo que tenía una lesión, pero no decía cuál. Y no le había dicho nada a Robinson. Lo vieron en directo: al final él se quitaba una pierna ortopédica.
Y ¿cómo ha sido el paso ahora a escritor?
El libro lo he escrito con un amigo, Juan Apolo. Siempre me decía que tenía que escribir un libro con todas las anécdotas. Pero a mí me daba pereza. Robinson también me decía: “Coño, Raúl, tienes que contar esto. Tienes que escribirlo”. Pero ahora ha llegado un momento en que ya mi vida ha cambiado, ya no estoy en la tele. Y entonces me llamó la editorial Penguin, yo pensé que me iban a decir que escribiera un libro de cómo entrar en la tele, eso es igual más curioso de lo que he hecho, y no, querían uno de las temporadas que había vivido, a través de mis ojos, sobre lo que ha cambiado el fútbol. Eché la vista atrás y llamé a Juan. Era el momento: quizá con menos años no lo contaría igual o no tendría tanto que contar. De hecho, termino el libro con la entrada en la tele.
Mi último partido fue con el Numancia. Fue también el último de Michel, del Real Madrid. Él se iba a México y yo, sin saberlo, estaba jugando el último partido de mi vida, porque luego entré en Canal+.
¿Cómo son sus días ahora?
Estoy en un momento de transición de mi vida porque sigo en Carrusel Deportivo, en El Larguero, hago un programa en redes de Primera Federación, que es una categoría que me encanta, y con la que me identifico. Hay grandes clubes como el Murcia, el Hércules, el Recre… Muy buenos equipos. Y me he metido en un berenjenal, digamos, para cambiar un poco, y salir de la tele. Quiero intentar entrar en la Federación Riojana de Fútbol con Gustavo Sáenz, que se presenta a presidente de la Federación. Es algo que me ilusiona, poder entrar a trabajar en el fútbol de mi tierra. Me encantaría poder trabajar para el fútbol riojano. Es un reto fantástico y me gustaría poder aportar toda la experiencia que tengo acumulada. No sería como cerrar un círculo, porque creo que puedo hacer muchas más cosas en mi vida, pero es un reto importante.
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