La vida personal de Karla Sofía Gascón: su infancia en Alcobendas, el libro donde reveló su transexualidad y su historial amoroso

El sueño de Karla Sofía Gascón comenzó a desvanecerse apenas unos días después de que hiciera historia: la actriz de 52 años está nominada al Oscar por su papel protagonista en Emilia Pérez, una de las cintas que más sensación ha causado en el sendero de festivales y premios que preceden a la magna fiesta del séptimo arte que cada año acoge el Dolby Theatre. Sin embargo, una serie de desafortunadas y antiguas publicaciones en X, cargadas de un odio que la industria ha rechazado por completo, han posicionado a Karla, a pesar de sus disculpas públicas, como una de las menos favoritas para llevarse la estatuilla dorada.

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En el comunicado que recogía las disculpas de la actriz se aludía al daño que, además de ella, estaba sufriendo su entorno más cercano. Estas palabras se amontonan en torno a la figura del amor de su vida: Marisa Gutiérrez. Se conocieron cuando la intérprete tenía 19 años y ella, 18. Fue en una discoteca de Madrid. Ambas procedían de una familia humilde y habían nacido en Alcobendas; y el flechazo, que ya se antojaba incondicional, culminó cuando se dieron el ‘sí, quiero’ en 2004.

De su libro a corazón abierto a la crisis de matrimonio

Aunque Karla, tal y como ha mencionado en más de una ocasión y según recoge en su libro Karsia: Una historia extraordinaria —donde ahonda en los procesos mentales y psicológicos, así como en la realidad social y familiar, que vivió durante cada momento de su transición—, se sintió mujer desde una temprana edad, lo cierto es que todavía no había transicionado cuando conoció a Marisa. Pero el amor todo lo pudo. “Mi mujer siempre ha sabido con quién se casó, pero se quedó de piedra al verme mujer”, reconoce la intérprete en una reciente entrevista a El Mundo.

Y aunque esto resultó un reto para la pareja, no fue el punto más difícil de su relación. El matrimonio atravesó una crisis cuando en 2009 Karla viajó a México para revitalizar su carrera artística; y allí, en tierras aztecas, conoció a una senadora con la que mantuvo otra relación. Y aunque sabía de su intención de convertirse en mujer, no soportó el peso de la decisión. Karla regresó a España, Marisa le perdonó y continuaron con su matrimonio: en 2011 tuvieron su primera y única hija y, finalmente, en 2016 la actriz transicionó.

Siempre ha sido consciente Karla de la paciencia de su pareja. “Ha pasado de todo conmigo y siempre, al final, el amor que me tiene ha podido más que todas las putadas que le he hecho y que sigo haciendo”, confesó la intérprete a Vicky Martín Berrocal en su podcast, valorando el amor que ambas se tienen y confesando que en aquellos difíciles años en México, cuando sentía que la tierra la tragaría, pensó en quitarse la vida: “Sin mi mujer no estaría aquí”.

El salvavidas de su relación ha sido, precisamente, y tal y como reconoce en el reciente y mentado comunicado de sus disculpas, el motor de semejante ruptura de silencio. Karla, como dice, sólo tiene una misión. Cuidar de su gente, proteger a su “hija maravillosa” y seguir disfrutando de su familia, conscientes de lo rápido que pasa el tiempo y la contundencia de sus cambios: “Empecé con mi mujer a los 19 años en un parque, sentadas en un banco comiendo gominolas, ahora podemos comer caviar sentadas en nuestro jardín”.

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