La desgarradora carta de la nieta de Mario Vargas Llosa tras su muerte: “La vida no volverá a ser igual”
Josefina Vargas Llosa ha lanzado una extensa misiva a su abuelo a través de redes sociales que ha sembrado la emoción y la nostalgia en todos sus seguidores.


La partida de Mario Vargas Llosa deja huérfana a la literatura universal. El Premio Nobel, último estandarte vivo del boom latinoamericano, movimiento que catapultó a jóvenes y talentosos novelistas de México a Argentina y de Colombia a Nicaragua —se considera a Julio Cortázar, a Carlos Fuentes y a Gabriel García Márquez, así como al difunto autor peruano, como los padres de esta corriente—, deja tras su muerte un legado de valor incalculable que transita diferentes géneros, desde la propia novela hasta el ensayo, pasando por el cuento y el teatro y llegando hasta la columna. Más allá de lo literario queda lo humano. Y ahí Vargas Llosa también deja un vacío difícil de llenar.
Este dolor, palpado desde la nostalgia y el amor, es el que llora en tinta Josefina Vargas Llosa, nieta del laureado escritor. “Con el corazón roto y la tristeza más profunda que he sentido en mi vida te escribo estas palabras. Antes que nada, quiero agradecerte, porque fuiste mucho más que mi abuelo: un segundo papá que me regaló la vida y me acompañó durante treinta años”, inicia una extensa carta que ha compartido a través de redes sociales.
“Un recordatorio del amor y la gratitud que siento”
La misiva es el reflejo de una familia conmocionada, pero que reconoce en la felicidad el recuerdo de un importante pilar. “Gracias por estar siempre presente en todos los momentos importantes, por tu cariño, tu generosidad y tus lecciones de vida. Siempre me harán falta tus carcajadas, todas tus historias y nuestras conversaciones comiendo huevos rotos en Casa Lucio”, prosigue, reconociendo que le entristece pensar que todos esos momentos ya no volverán a repetirse; que tendrá que ser ella la que cuente a sus hijos que “su bisabuelo fue un genio absoluto”.
Alude entonces a su pilar fundamental para referirse a la historia de amor que ambos compartieron. “Junto a la abuela Patricia, tu compañera de más de 60 años y el amor de tu vida, construiste una vida extraordinaria. Cumpliste todos tus sueños y recibiste innumerables premios y distinciones. Pudiste vivir la vida que quisiste: escribiendo todos los días”, escribe.
Y ahí tocó el cielo: “Trajiste un inmenso orgullo a tu amado país al ser el primer peruano en ganar el Premio Nobel. Tus palabras cambiaron el mundo y lo seguirán haciendo en las generaciones por venir. Dado tu espíritu rebelde, tenías que escribir: para imaginar otras realidades y crear posibilidades de lo que podría ser. Utilizaste tu obra literaria no solo para entretener, sino también para condenar la tiranía, promover la democracia y defender la libertad y los derechos humanos”. Todo ello, expresa, le hizo permanecer pasivo ante la injusticia sin importar los obstáculos que tuvo que enfrentar porque jamás dejó de luchar por aquello que creía.
Pero todo ello son ahora recuerdos. “Sé que la vida nunca volverá a ser igual sin ti. Siempre habrá un hueco en mi corazón, y estoy agradecida por ello. Será un recordatorio constante del amor y la gratitud que siento”, escribe, asumiendo la responsabilidad de cuidar de la familia y agradeciendo la lucha que mantuvo para rascar tiempo a su enfermedad y poder dedicarlo a los suyos. “Siempre ha sido, es y será el privilegio y orgullo de mi vida ser tu nieta”, sentencia; luego, la rúbrica: “Hasta que nos volvamos a encontrar. Josefinita”.
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