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Carla Bruni y el adulterio: “Para mí no es un pecado, soy hija de ese amor”

La actriz y cantante se ha sincerado sobre las infidelidades, el amor y las adicciones en la televisión italiana.

Carla Bruni y el adulterio: “Para mí no es un pecado, soy hija de ese amor”

Los temas controvertidos son dignos de debate. Esta máxima se grabaron a fuego los creadores de Belve, un programa de la cadena italiana RAI que es ampliamente conocido por la manera en que emplea temas controvertidos como motor de entrevistas. La última en acudir al plató de este formato ha sido Carla Bruni, a quien han interrogado sobre las formas en que se presenta el concepto y el fenómeno de la infidelidad.

La interrogación arrojada a la cantante, compositora, modelo y actriz, también Primera dama de Francia durante una legislatura, fue concisa: “¿Perdonarías una infidelidad?”. Y ante la brevedad de las preguntas contundentes sólo hay un arma, que es tan efectiva como elegante. La sinceridad. “Si supiera de la traición de mi hombre, no le dejaría de una vez. Para mí la fidelidad es un principio, pero yo nací de ese amor. Por eso para mí el adulterio no es un pecado”, confesó, haciendo referencia a su historia personal. Luego completó su respuesta: “Si fuera sólo una traición física, sí. Pero si mi hombre se enamora de otra persona, no podría soportarlo”.

En realidad, ella es fruto de una aventura de su madre, Marisa Borini, con un hombre de negocios, Maurizio Remmert, algo que transmitió a su marido, el compositor de ópera Alberto Bruni, quien aceptó cuidar de ella como una hija. Lo cierto es que no falta verdad en su contestación. De hecho, es dos veces cierta: Bruni sacaba 15 años a Borini, que a su vez era 17 mayor que su amante.

El erotismo y la adicción al alcohol

Bruni había dado rienda suelta a su sinceridad y, con la elegancia y la sutileza que le caracterizan, explicó cuál era su concepto de lo erótico. “Para mí el sexo es erotismo, y para mí el erotismo es secreto. De hecho, no encuentro eróticas todas estas imágenes de hoy. El misterio me parece erótico, por eso casi nunca hablo de sexo, hablar de ello me quita la chispa de la sensualidad”.

Se mostraba transparente a las preguntas del presentador hasta el punto de que, al recordarle este último que tenían una copa de vino pendiente, la actriz no dudó en explicar el motivo de su rechazo. No a él como amable conversador, sino a la bebida espirituosa: “Prácticamente he dejado de beber. Tengo problemas de adicción desde pequeña, tiendo a ser adicta a todo: azúcar, cigarrillos, alcohol. No me gustan las drogas, pero me engancho a cualquier cosa”.

Luego contaba, paso a paso, qué siente al beber alcohol. “Algunas personas pueden tomar una copa de vino y listo. Si acabo de tomar un sorbo de vino de la copa, un diablillo me calienta y me dice: ‘¿cómo estás, bien? Eres graciosa, mira qué simpática eres. Ahora que la gente te quiere, bebe tu tercer vaso. Ahora que te tienes que ir a la cama, tómate el cuarto, que si no no dormirás’”.

Su confesión fue tan nítida como el resumen: “Lamentablemente no tengo límite. El alcohol es un problema y está hecho para personas que saben moderar”. Bruni había decidido desnudar sus palabras y ataviarlas con la verdad.

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