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Las 6 mejores ciudades para pasear: hay una española

Caminar es una de las mejores maneras de descubrir los encantos más ocultos cuando se visita una ciudad y The Guardian selecciona las mejores en Europa para hacerlo.

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Berlín puede considerarse perfectamente como una de las capitales europeas más poliédricas. Con su omnipresente Muro, símbolo de la Guerra Fría y de la división de Alemania, en el recuerdo, la ciudad ha evolucionado hacia un lugar lleno de contrastes en el que la historia está muy presente. El bulevar Karl-Marx-Allee, las tiendas deslumbrantes a lo largo de Kurfürstendamm, el barrio de Hansa (Hansaviertel), el parque urbano de Tiergarten; Alexanderplatz, que aún rezuma algo del antiguo Oriente; y Prenzlauer Berg, donde hay agradables cafeterías y lugares para almorzar, son algunos de los lugares imprescindibles para el transeúnte.
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Berlín: historia y modernidad

Berlín puede considerarse perfectamente como una de las capitales europeas más poliédricas. Con su omnipresente Muro, símbolo de la Guerra Fría y de la división de Alemania, en el recuerdo, la ciudad ha evolucionado hacia un lugar lleno de contrastes en el que la historia está muy presente. El bulevar Karl-Marx-Allee, las tiendas deslumbrantes a lo largo de Kurfürstendamm, el barrio de Hansa (Hansaviertel), el parque urbano de Tiergarten; Alexanderplatz, que aún rezuma algo del antiguo Oriente; y Prenzlauer Berg, donde hay agradables cafeterías y lugares para almorzar, son algunos de los lugares imprescindibles para el transeúnte.

Florian Wehde
A la sombra de otras grandes ciudades como Roma, Milán o Florencia, Trieste se revela como opción quizá no tan evidente para disfrutar, pero igualmente hipnótica en el que destacan cafés históricos, como el Caffè degli Specchi o imponentes museos como el Joyce, dedicado al escritor, o el Museo Revoltella. El elegante barrio Borgo Teresiano o la Villa Opicina, desde la que disfrutar del golfo de Trieste, son lugares para perderse, o el camino de grava de la Strada Napoleonica hacia Prosecco donde se encuentra el Castello di Miramare, la casa de verano del Archiduque Ferdinand Maximilian y su esposa, Charlotte, al pie del acantilado.
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Trieste: la perla desconocida del Adriático

A la sombra de otras grandes ciudades como Roma, Milán o Florencia, Trieste se revela como opción quizá no tan evidente para disfrutar, pero igualmente hipnótica en el que destacan cafés históricos, como el Caffè degli Specchi o imponentes museos como el Joyce, dedicado al escritor, o el Museo Revoltella. El elegante barrio Borgo Teresiano o la Villa Opicina, desde la que disfrutar del golfo de Trieste, son lugares para perderse, o el camino de grava de la Strada Napoleonica hacia Prosecco donde se encuentra el Castello di Miramare, la casa de verano del Archiduque Ferdinand Maximilian y su esposa, Charlotte, al pie del acantilado.

Tom Wheatley
La antigua ciudad francesa lo tiene todo: el Vieux-Port frente al mar, las calles estrechas y sinuosas del barrio de Le Panier, la vista panorámica desde la Basilique Notre-Dame de la Garde y el barrio de la Rue de la République, con su Circunferencia Haussmannien y grandes edificios de mediados del siglo XIX. Puede que los turistas encuentren la ciudad algo desordenada y caótica, pero hay belleza incluso en su efervescencia. Sin olvidar que sus mercados son muestra de la convivencia de culturas a orillas del Mediterráneo.
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Marsella: un crisol de culturas

La antigua ciudad francesa lo tiene todo: el Vieux-Port frente al mar, las calles estrechas y sinuosas del barrio de Le Panier, la vista panorámica desde la Basilique Notre-Dame de la Garde y el barrio de la Rue de la République, con su Circunferencia Haussmannien y grandes edificios de mediados del siglo XIX. Puede que los turistas encuentren la ciudad algo desordenada y caótica, pero hay belleza incluso en su efervescencia. Sin olvidar que sus mercados son muestra de la convivencia de culturas a orillas del Mediterráneo.

Julian Hacker
Las ciudades que se extienden sobre colinas empinadas pueden convertirse en una dura prueba para quienes gustan de los paseos, pero las calles lisboetas de Alfama, Bairro Alto y Chiado bien merecen un esfuerzo. Más, si se tiene en cuenta la reconfortante gastronomía de la capital portuguesa que puede degustarse en el restaurante más insospechado. El bacalhau à brás (bacalao salado con huevo y patatas), las sardinas a la plancha o la cataplana (estofado de pescado blanco y marisco) son algunas de las especialidades más recomendables. Como imprescindible es también disfrutar del encanto de aquellos bares y cafés que se llenan con las melancólicas notas del fado en vivo después del anochecer.
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Lisboa: bajo el influjo del fado

Las ciudades que se extienden sobre colinas empinadas pueden convertirse en una dura prueba para quienes gustan de los paseos, pero las calles lisboetas de Alfama, Bairro Alto y Chiado bien merecen un esfuerzo. Más, si se tiene en cuenta la reconfortante gastronomía de la capital portuguesa que puede degustarse en el restaurante más insospechado. El bacalhau à brás (bacalao salado con huevo y patatas), las sardinas a la plancha o la cataplana (estofado de pescado blanco y marisco) son algunas de las especialidades más recomendables. Como imprescindible es también disfrutar del encanto de aquellos bares y cafés que se llenan con las melancólicas notas del fado en vivo después del anochecer.

Paulo Evangelista
La capital de Dinamarca es un reconocido paraíso para los ciclistas, pero es igualmente amable para quienes gustan del tránsito a pie. El distrito de Nørrebro, lleno de tiendas y galerías de ropa, murales y establecimientos de cerveza artesanal, puede ser un buen punto de partida. Pero es imprescindible visitar también el cementerio Assistens o el área portuaria. Para comer algo o tomar una copa, elije entre el Paludan Bogcafé y el opulento Library Bar del hotel Plaza, conocido por sus sillas Chesterfield, conciertos de jazz y excelentes cócteles.
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Copenhague: una cálida experiencia en el norte

La capital de Dinamarca es un reconocido paraíso para los ciclistas, pero es igualmente amable para quienes gustan del tránsito a pie. El distrito de Nørrebro, lleno de tiendas y galerías de ropa, murales y establecimientos de cerveza artesanal, puede ser un buen punto de partida. Pero es imprescindible visitar también el cementerio Assistens o el área portuaria. Para comer algo o tomar una copa, elije entre el Paludan Bogcafé y el opulento Library Bar del hotel Plaza, conocido por sus sillas Chesterfield, conciertos de jazz y excelentes cócteles.

Julien Widmer
El núcleo histórico de Sevilla es bastante compacto, pero si visitas Triana, a través del Guadalquivir, y la Isla de la Cartuja, las distancias se hacen más evidentes. A los ojos del foráneo, la Feria de Abril y la Semana Santa pueden ser los motivos más recurrentes de visita, pero el Real Alcázar, un complejo de palacios, fortificaciones, patios, piscinas reflectantes y hermosos jardines y olivares dispuestos en una cuidada cuadrícula, es una delicia. Imperdonable no visitar la Plaza de España, la Giralda o la Torre Del Oro. Además, sus barrios, llenos de arte y embrujo, ofrecen innumerables rincones para disfrutar de la gastronomía y del flamenco. Como dice la canción, Sevilla tiene un color especial.
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Sevilla: Semana Santa y mucho más

El núcleo histórico de Sevilla es bastante compacto, pero si visitas Triana, a través del Guadalquivir, y la Isla de la Cartuja, las distancias se hacen más evidentes. A los ojos del foráneo, la Feria de Abril y la Semana Santa pueden ser los motivos más recurrentes de visita, pero el Real Alcázar, un complejo de palacios, fortificaciones, patios, piscinas reflectantes y hermosos jardines y olivares dispuestos en una cuidada cuadrícula, es una delicia. Imperdonable no visitar la Plaza de España, la Giralda o la Torre Del Oro. Además, sus barrios, llenos de arte y embrujo, ofrecen innumerables rincones para disfrutar de la gastronomía y del flamenco. Como dice la canción, Sevilla tiene un color especial.

Reinhard Bruckner