LA ENTREVISTA EN AS

Miki Núñez: "'La Venda' fue la canción que más se bailó, para mí eso era ganar Eurovisión"

El último representante de España en Eurovisión explica al AS cómo vivió su experiencia y qué siente al regresar a los escenarios con su nueva gira 'Iceberg'.

Miki Núñez es uno de esos artistas a los que uno siempre debe acudir, y más cuando uno quiere que la música le motive una sonrisa. Su trayectoria aún está despegando, y él mismo reconoce al AS que se encuentra en una ligera curva ascendente que, muy poquito a poco, va despegando. El que fuese concursante de ‘Operación Triunfo’, programa que le catapultó a la fama, y último representante español en Eurovisión, experiencia a la que debe gran parte de su último trabajo, nos presenta su gira ‘Iceberg’.

Este sábado, mismo día que Blas Cantó se sube por fin al escenario de Eurovisión recogiendo su testigo, él hace lo que más le gusta en Castellar del Vallès, aunque con más mascarillas y protocolos de los que les gustaría. Entre sus canciones de alegría y buena vibra también deja hueco para la emotividad, la cual interpreta como nadie en catalán, su lengua materna; la misma que le ha valido más de una incomprensible crítica en redes sociales. Sobre éstas, su pasión por la música -aunque él la rechazase al principio- e incluso el Barça, hemos charlado horas antes de dos acontecimientos que resumen su prometedora carrera. A Miki 'le vale' con las cosas sencillas, quizá aquí encontremos la base de su éxito.

¿En qué momento está ahora Miki Núñez?

Ahora mismo estoy ahí en medio de la curva que sube poquito a poco. Sin prisa pero sin pausa. El hecho de haber sacado el segundo disco, que el single se esté escuchando muchísimo, que el disco tenga casi igual de reproducciones que el primero… todo eso indica que la gente ha venido para quedarse y parece, deseo, que esto sea a largo plazo.

¿Cómo has vivido la vuelta a los escenarios?

Muy bien. La verdad que yo vivo para y por tocar en directo. No hay otra. Me gusta estar en directo, con la gente, en contacto, mirarles a los ojos, antes verles bailar y verles sonreír y ahora solo mirarles a los ojos pero bien, ya recuperando la normalidad.

¿Ha sido un poco frío con las medidas de seguridad, no?

A ver… soy el más indicado para decir que ‘me vale’. Así me vale. Nos adaptamos pero no nos conformamos. Si hay que hacerlo así se hace así, y obviamente haremos lo que nos digan, pero no es lo mismo. Ahora mismo hacer un concierto es un follón: solamente pueden venir si no han estado en contacto con alguien con COVID en 14 días, mascarilla puesta, sentados; en muchos conciertos, depende del sitio, tienes que estar sentado con dos butacas de distancia, gel hidroalcohólico, la temperatura, no puedes levantarte, todo el equipo mascarillas, antígenos, no se la pueden quitar salvo para cantar… son un montón de cosas pero se hacen con mucho gusto si eso sigue demostrando que la cultura es segura.

¿A qué protocolo tienes que someterte cada vez que das un concierto?

Nosotros hemos tenido que certificar que no hemos estado en contacto con nadie en 14 días. Yo me he hecho dos test de antígenos, uno 72h antes y otro al principio de la semana, y todo el equipo tiene que hacerse test de antígenos. Todo lo demás es normal pero con mascarilla. Solamente me la quito cuando estoy en el escenario y los de la banda sólo si hacen voces. Distancia. En vez de un camerino, dos… no podemos compartir la comida… pero ya ves tú, que al final somos el mismo grupo burbuja.

Al ver al público separado, con las medidas de seguridad, a vosotros los artistas, ¿os es más complicado ‘conectar’?

Claro, yo tengo que dar el doble de energía que doy normalmente. Normalmente la gente me devuelve la energía bailando, veo a este emocionarse, veo cómo mueven los labios y es como que te vienes más arriba. Así está bien, pero cada dos canciones pregunto: ‘¿Estáis bien? ¿Os está gustando?’. Porque claro, imagínate ver a la gente sólo los ojos, con los focos, es un desastre. Pero bueno, no pasa nada, la gente mueve los brazos hacia los lados y es lo que hay.

¿Cómo te has preparado para la Gira ‘Iceberg’?

Pues a lo mejor hace un tiempo antes de preparar la gira me hubiera relajado un poco a la hora de hacer ejercicio: más pádel, ir a la piscina… cosas de disfrutar solo. Y ahora no, he vuelto a ir al gimnasio, una rutina de cardio, voy a la piscina con unos metros, con un objetivo, porque es muy exigente. Estoy una hora y media de pie sin parar de moverme, es una pasada. Hay que cuidar todo muy bien, la alimentación. Mi madre siempre me ha dicho que cuando tienes algo en la cabeza, todas las decisiones que tomes, por pequeñas que sean, tienen que estar enfocadas y dirigidas en lo que quieres conseguir. Entonces yo si quiero conseguir un buen directo, pues a las 7 de la mañana me da un palo increíble ir al gimnasio pero quiero conseguir un buen directo, entonces decido despertarme. Esas pequeñas cosas...

Has dicho en más de una ocasión que vas al psicólogo, ¿cómo te ha ayudado?

La verdad es que sí. Todo ayuda. Fui al psicólogo por el tema de la ansiedad, por estar expuesto, que era algo nuevo para mí. Pero entra todo, cualquier pequeño problema que tengas en el día a día también se lo puedes contar, hablar de ello y no sé si solucionarlo, pero sí apaciguarlo. Simplemente con la pandemia en mi sector, que desde mi punto de vista egocéntrico, hemos estado muy jodidos. No hemos podido estar en contacto con el público más allá de colgar canciones en redes sociales, no había otra cosa. Y sí, me ha ayudado muchísimo y es algo que me encantaría que se desestigmatizara. Que la gente viera igual de bien ir al psicólogo como se ve ir al oculista. Claro, que también vale lo que vale... Estaría increíble que la seguridad social en ese caso lo cubriese porque al final la salud mental y las enfermedades mentales son las enfermedades más recurrentes en el siglo XXI.

¿Lo recomendarías?

Claro. A mí me pasó algo muy curioso. En la primera entrevista que lo comenté, al acabar la entrevista yo vi que la gente decía ‘ay, qué guay Miki hablando de la salud mental’, mi madre también me felicitaba… y yo pensaba: ‘Si me hubiesen preguntado por un golpe en el dedo hubiese dicho que iba al traumatólogo’. Para mí no es nada extraño. De hecho con mis colegas, muchos de ellos y de ellas van al psicólogo y en ningún momento lo hemos considerado como un hito. Agradezco muchísimo que a la gente le mole que yo hable del psicólogo pero para mí no es nada raro. Yo animo a todo el mundo. Si no ves bien vas al oculista. Si ves que ahí arriba algo no funciona, pues ve al psicólogo.

¿Y las redes sociales? ¿Qué tal las llevas?

Pff… pues las redes sociales es otra de las razones por las que voy al psicólogo. El estar expuesto y que todo el mundo pueda opinar sobre ti sobre cualquier cosa que digas o cualquier cosa que interpreten sobre algo que es o no es es duro. El problema no es que sólo me salpique a mí sino que también salpique a mis seres queridos. Parece que en las redes sociales hoy en día está de moda odiar, está de moda el hecho de criticar. El otro día estaba en Twitter y vi ‘El mejor X del mundo’ y ‘El peor X del mundo’. Pues ‘El peor X del mundo’ tenía 500.000 tweets y el mejor 5.000. Y yo pensaba: ‘Ostia, a mí me es muy difícil hablar de una cosa que no me gusta’. Si hay algo que me gusta un montón, me interesa y hablo sobre ello, pero ahora parece que no. Solamente comentamos para decir lo que no nos gusta, retuiteamos para rebatir lo que ha dicho otra persona… Entonces al ser un personaje público me toca por todas partes. Es lo que hay, no pasa nada, apechugo.

¿Y cómo lo lleva tu familia?

Fatal, mi familia fatal. Mis padres tienen 50 y pico años y no han tenido Twitter ni Instagram en su vida y a veces entran y me preguntan: ‘Oye, ¿por qué esta persona dice que te va a matar?’. Y yo les digo: ‘No, porque he dicho que tenía un concierto en Castellar del Vallès. Y lo he dicho con acento catalán y a esta persona no le gusta que lo diga con acento catalán’. No lo entienden todavía, pero bueno poco a poco le vamos dando la importancia que tienen, que es poca.

¿Te arrepientes de algún comentario que hayas hecho?

Creo que no. No es el hecho de arrepentirme, sino a lo mejor el hecho de haberlo intentado decir de otra manera. Soy una persona que creo que desde el respeto, la empatía y el amor se puede decir todo y dar tu opinión desde todos los puntos. Y hay veces que la he cagado muchísimo y que no se tenían que haber dicho las cosas como las dije, y lo reconozco. Pero creo que no, que tengo un altavoz muy amplio en redes sociales y que a parte de cantante soy persona y que cuando hay algo que me parece mal creo que es necesario que lo exprese. No hace falta ser el abanderado de todos los movimientos y de cosas que surjan, pero sí que hay cosas que te tocan de más cerca y que te apetece dar tu opinión y obviamente hay veces que la lío muchísimo y no lo digo bien por el momento o justo el cacho que se coge de la entrevista está super descontextualizado. No me arrepiento de lo que digo pero sí de la manera, a lo mejor...

¿Qué supone para ti cantar en catalán?

Para mí es la cosa más normal del mundo. Soy bilingüe. El otro día estaba en redes y había un chico que hablaba en catalán. Y una persona respondió: ‘En español, que no te entiendo’. Y esa misma persona respondió: ‘Oye, pero ¿si tú vas a ver un vídeo en inglés también vas a decir ‘en español, que no te entiendo’?’. Es porque es catalán o porque es una lengua que no entiendes. ¿Estamos mezclando política y cultura, que es el error que cometemos habitualmente? La lengua catalana para mí es preciosa, igual que la castellana, igual que el francés… ojalá pudiera hablar 200 idiomas. Para mí cantar en catalán es igual que cantar en inglés o en castellano. Es una manera de expresarme y una manera de entenderlo.

¿Con qué canción te quedas de este nuevo álbum?

La más especial ha sido ‘Sin noticias de Burb’. Es la canción basada en mi libro favorito, que además tuve la oportunidad de sentarme con David Otero para componerla. Es una pasada.

¿Cómo has vivido ese proceso con David Otero?

Maravilloso. David es… para mí de los mejores compositores y cantantes que hay ahora mismo en lengua española. Es una pasada. El hecho de que un día nos encontráramos en unos premios y me dijera: ‘oye, Miki, que me mola lo que haces, a ver si quedamos un día y preparamos un tema’… y dije: ‘Joder, claro que sí. David Otero. Dios mío. Eh, ¿hola? Puedo tocarte. Oh, Dios mío, eres real’. Para mí eso es David Otero. Entonces para mí que me invitase a su estudio y haber sacado una canción pues es un sueño.

¿Qué sientes tú con esas canciones?

Para mí las canciones son la manera de expresar lo que siento, o lo que quiero pero con el significado completo. Ósea yo puedo hablar y decir algo y quedarme con las ganas. Entonces, le pongo música, melodía y ritmo y digo ‘ahora sí que sí’. Soy una persona bastante feliz, entonces me salen canciones felices.

¿Esperabas este éxito?

No, qué va. Jamás. Soy una persona que tiene sueños muy pequeños. Para mí el sueño de mañana es poderme despertar, ir a sacar a la perra y poder ir luego a la piscina con mi novia. Ese es mi sueño de hoy. No voy más allá. Tengo sueños pequeñitos. Luego me voy encontrando estas cosas, que me hacen súper feliz y durante unos días estoy pensando: ‘Joe qué guapo, que hay un montón de cantantes y canciones y me han dado el premio a mí’. No me lo creo, pero es maravilloso e increíble. No me esperaba nada de lo que está pasando.

¿Cómo te empezó esa pasión por la música?

Pues mis padres me obligaron a estudiar piano. Más mi madre que mi padre. Porque mi madre me decía que todas las personas -ella es profesora- que habían estudiado música tenían una sensibilidad especial y una manera de ver el mundo y quería que yo tuviera esa oportunidad.

¿Y a ti te gustaba?

No, qué va. Yo le decía ‘mamá, déjame en paz, yo no quiero estudiar piano, yo quiero ser libre’. Y ella me decía: ‘Sí, sí, pero si un día estás en una habitación cerrada con otra persona y hay un piano, ¿quién es más libre: tú que podrás escoger entre tocarlo o no tocarlo, o la otra persona que no sabe tocar y no puede escoger?’.

¿Y qué te dice a día de hoy?

Pues nada, está súper orgullosa. Sufre mucho porque no estoy mucho tiempo en casa, nos vemos poco, por todo el tema de lo que dice la gente de mí… Pero luego hay muchas alegrías, que es lo que realmente importa y la balanza siempre es positiva.

¿Qué supuso para ti 'OT'?

'Operación Triunfo' para mí fue el trampolín de 10 metros de altura que me expuso a la gente para que viera lo que yo hacía. No puedo decir que fuese el inicio de todo, porque yo llevo cantando desde los 5 años y tengo una banda desde los 12 que son los mismos que vienen ahora conmigo. Sí que fue el inicio de mi carrera profesional. Entonces se lo debo. A 'Operación Triunfo' y a Noemí Galera que ese día le sopló el viento por otro lado y me dio la pegatina.

¿Es dura la caída de este ‘trampolín’?

Sí, y volver a casa y separarte de las 15 personas… Volver a enterarte de todo lo que pasa fuera, y ver a tu familia, y acordarte de todas esas cosas que no pensabas ahí dentro, porque estás en una burbuja. Claro, es que fueron los meses más felices de mi vida. Rodeado de gente a la que quería haciendo lo que más me gustaba.

¿Cumplió tus expectativas?

Las superó. Yo es que no tenía expectativas. Fue impresionante. Tú imagínate que te juntan con tus 15 mejores colegas, en una casa, y lo que más te guste te lo hacen hacer durante 3 meses seguidos, comida gratis, horas de sueño… Tu mundo es esa casa con esas quince personas.

¿Es comparable al momento posterior de Eurovisión?

No, porque en Eurovisión sí que te enteras de todo y lo sufres en el camino. Con Eurovisión no me di ninguna hostia, yo sabía que el trabajo estaba súper bien hecho. La gente estaba súper feliz a mi alrededor, yo estaba contento, todo el mundo estaba súper contento, obviamente fue rarísimo no volver a tocar la misma canción 70 veces, pero no fue un ‘shock’.

¿Y cómo te preparaste?

Fueron seis meses de mi vida, el voluntariado más grande que he hecho. Jamás había dedicado mi cuerpo y alma tanto tiempo a algo así. Son seis meses en los que repites la canción 70 veces en un día, de viajar muchísimo, de hacer 50.000 entrevistas, de estar lejos de los tuyos, de sentirte sólo. De conocer muchísima gente, de sentirte realizado y sólo para 3 minutos. Y piensas: ‘Joder, si en estos tres minutos pasara algo, ¿estos seis meses, qué?’. Pero bueno, físicamente me pedía muchísimo la actuación. Entonces estuvimos haciendo CrossFit durante seis meses cada mañana antes de ir a grabar y me puse hecho una bestia parda, que me veo entonces y parezco Ricky Merino.

Ahí sí que tiraste de fuerza de voluntad…

No, no, ahí la fuerza de voluntad era la única cosa que reinaba en mi vida.

¿Qué crees que no le debe faltar a una canción eurovisiva?

Creo que no hay una fórmula. Es que lo hemos intentado todo en nuestro caso. Somos el mejor ejemplo de Eurovisión. Llevamos una balada: no sirve, quedamos de los últimos. Llevamos una canción más animada: no sirve, quedamos de los últimos. Llevamos una canción super movida, como ‘La Venda’ y además montamos un escenario con luces, colores… todo: no sirve. Canta una pareja con un escenario austero: no sirve. Ósea si alguien tiene la fórmula, que nos la dé. Pero yo no sé cuál es.

¿Y qué nos falta entonces?

No lo sé. Ojalá lo supiera. Es algo que me raya, eh. Lo hemos probado todo. Yo creo que a lo mejor nos faltaba llevar a Blas. Esa es la clave: llevar a Blas Cantó.

¿Has hablado con él?

Sí.

¿Y qué le has dicho?

Pues nada, que muchísima mierda. Que relativice todo lo que hay a su alrededor, que Eurovisión son muchísimas cosas que se nos escapan de las manos. Que lo haga lo bien que lo sabe hacer él y que disfrute. Que sólo ocurre una vez en la vida y ya está, que lo dé todo.

¿Qué siente un cantante en el momento de las votaciones?

Fui el último y fue algo muy rápido para mí. Yo en ese momento, nos miramos todo el equipo y nos dijimos: ‘Lo hemos hecho tan bien, que vamos a disfrutar, vamos a meternos esta botella de vino y se acabó, y que sea lo que Dios quiera’. Y mis padres sí que me acuerdo que me escribían que no me daban ni un punto. Pero después todo el mundo estaba bailando, en todas las discotecas se cantaba ‘La Venda’, era la única canción que cantaba y bailaba todo el mundo en Eurovisión y para mí eso era ganar Eurovisión. Y para mí eso es lo que me ha dado la visibilidad y el escaparate para que yo hoy pueda haber grabado un segundo disco y suene en la radio y es increíble. Con ver que mi gente estaba orgullosa de mí tuve suficiente.

¿Valoras positivamente que se te conozca como ‘el de Eurovisión 2019’?

Por supuesto. Y ‘el triunfito’ también. Me da igual. Obviamente son las dos cosas que más visibilidad que me han dado en el mundo. Es que lo soy. Si lo negara sería mentira. Me parece maravilloso.

¿Cambiarías algo de Eurovisión?

No lo sé. Creo que nada. Está muy bien montado. Recuerdo estar dentro y todo iba clavadísimo, profesionalidad… quizá la manera de escogerlo. Que hubiera como se hacía antes, aquel ‘Objetivo Eurovisión’. Eso estaría chulo. Algo que fuera más participativo para la gente del país.

¿Cuál es tu deporte favorito?

Ahora mismo el pádel. Yo juego desde que tenía 15 años y ahora todo el mundo juega a pádel. Fui de los primeros en jugar porque a mi padre le operaron de la rodilla, y jugábamos a tenis. Y un día me dijo: ‘Vamos a jugar aquí, que es más pequeño'. Y luego se dio cuenta de que es igual de jodido que el tenis y, a veces, más. Y ahora me lo paso increíble.

Uno de los pioneros del pádel en España…

(Risas) No… tampoco digamos eso.

¿Sueles seguir las competiciones?

Lo intento. Soy más de hacer deporte en vez de verlos. Pero el pádel es una cosa que me gusta mucho. Tengo una amistad bastante guay con Fernando Belasteguín y la verdad es que a él le sigo muchísimo.

¿Y a otros deportes?

Soy muy culé, muy muy culé. Me sabe mal.

Has sufrido entonces…

Sí, la verdad es que hemos sufrido muchísimo. Soy muy culé. A ver, no voy a dejar de hacer cosas por ver un partido del Barça, ¿sabes? Ni mi día a día va a cambiar porque el Barça gane. Pero sí que me está jodiendo el año que estamos teniendo la verdad. Vaya desastre.

¿Te quedarías con Koeman?

Yo que sé… Yo lo que sí que creo es que hay un ambiente ya en el Barça que se ha ido generando estos últimos años que… bueno, ahora ha llegado Laporta y yo creo que en cuanto pueda va a dar un golpe sobre la mesa y hará lo que haga falta. Hace falta un poquito de aire fresco. Llevamos muchos años bien, siendo muy buenos y ganándolo todo, no se podía hacer toda la vida.

¿Con Leo o sin Leo?

La verdad es que yo soy muy de Leo. Soy muy de Xavi Hernández, muy de Puyol, muy de Iniesta, muy de la época dorada obviamente. Pero creo que Leo es súper importante para el equipo y es el mejor jugador del mundo.

¿Firmarías Xavi de entrenador y Leo con el ’10’ el año que viene entonces?

Claro que sí, y Piqué de segundo de Laporta. Xavi y Puyol de entrenadores, Messi de capitán. Cualquier cosa que haga Xavi me va a parecer bien.

¿A qué deportista le cantarías ‘Celébrate’?

Mira, se lo cantaría ahora mismo a Sergi Roberto, que está pasando por un mal momento y además le conozco y es colega mío. Y le cantaría ‘Celébrate’, que tenemos malos momentos todos. Otra vez la lesión, parece que ahora se ha creado una ola de gente a la que de repente no le gusta Sergi Roberto. Entonces yo se la cantaría, que es lo más importante el celebrarse uno mismo y reconocerse que lo que hace está bien.

¿Y a quién le pondrías una 'venda'?

A Fernando Belasteguín para hacerle algún punto alguna vez. Hemos jugado pachangas y no hay manera. Se queda quieto y me las devuelve todas y me hace unos puntazos increíbles. Entonces le pondría una venda en los ojos para ver si le gano algo.

Sigue a Tikitakas

Lo más visto

Más noticias