Nadal, tras ganar su primer Roland Garros: “Lloré con la primera Liga de Tenerife...”
“Els arxius d’en Rafel”, de IB3, repasa los inicios de la leyenda española, con imágenes inéditas. París 2005, muy protagonista.

Pese a su corta edad, 18 años en el inicio del torneo y 19 cuando se tiró al suelo vencido por la emoción, Rafa Nadal llegó como uno de los favoritos a Roland Garros 2005, su primer Grand Slam y el inicio de la leyenda, que terminaría con 14 Copas de los Mosqueteros. Antes de aterrizar en París, y después de un año de lesiones (el inicio de la otra cara de la misma leyenda), el español había ganado Montecarlo, Barcelona y Roma. Ya todos le conocían. “Recuerdo que la gente estaba muy pendiente de mí. Cuando iba a entrenar, todos me seguían. Me cansé de escuchar las semanas anteriores que yo era el favorito, que debía ganar. Todo eso me generó un exceso de nervios, una presión mucho más exagerada de lo normal”, recuerda un Nadal posterior a ese torneo, aún no el actual, en “Els arxius d’en Rafel”, de IB3, una serie que se estrenó este domingo y que repasa la carrera del balear con imágenes inéditas.
Pese a ese exceso de nervios y de presión, Nadal cumplió con esa precoz etiqueta de favorito. Primero, “partido a partido”, dejó atrás a Lars Burgsmuller (6-1, 7-6 (4) y 6-1), Xavier Malisse (6-2, 6-2 y 6-4), Richard Gasquet (6-4, 6-3 y 6-2), Sebastien Grosjean (6-4, 3-6, 6-0 y 6-3) y David Ferrer (7-5, 6-2 y 6-0). En semifinales, se topó con Roger Federer. “Los ánimos son buenos, pero sabemos que este partido es muy difícil. Tenemos la satisfacción de haber llegado a las semifinales de un Grand Slam. Mi impresión, lo he dicho siempre, es que Federer es el favorito”, decía Toni Nadal, entonces entrenador de su sobrino, ante la prensa. “Era el partido que todo el mundo esperaba desde el inicio del torneo. La mayoría decía que yo era el favorito, pero para mí lo era él, que estaba mucho más acostumbrado a jugar unas semifinales de Grand Slam. Para mí, eran las primeras”, coincide Rafa al repasar las imágenes.
Federer, sin embargo, también cayó (6-3, 4-6, 6-4 y 6-3). Y Nadal lo celebró soplando las velas de su 19º cumpleaños. En la rueda de prensa posterior al partido, Pau Gasol apareció con un pastel para festejar el día. “Ha hecho un partidazo y se lo merece. El domingo habrá otro gran partido, también importante, y espero que lo gane”, le dedicaba el ganador de dos anillos de la NBA. En el inicio de una larga relación entre leyendas, Rafa no le falló a su amigo. En la final, el balear tumbó a Mariano Puerta, que se hizo con el primer set (6-7 (6), 6-3, 6-1 y 7-5). “En ese momento, sentía que no se me podía escapar. Era una oportunidad muy importante para mí, contra un Puerta que es un gran jugador de tierra, pero que a lo mejor no es un Federer o un Coria. Sabía que si en ese momento había llegado a la final era porque estaba jugando mejor que el resto, pero pensé que debía ganar”, recuerda un Nadal postadolescente. Y ganó, recogiendo el trofeo de manos de Zinedine Zidane.
La celebración fue intensa. Las fotos con la Torre Eiffel de fondo, la cena y una noche que se alargó hasta altas horas de la madrugada. El día siguiente siguió: entrevistas, sesiones de fotos... y, por fin, algo de calma para asimilar todo lo ocurrido. “Puertita, madre mía, cómo jugaba, le pegaba unas hostias con la derecha...”, se comenta mientras Nadal come. “Y de revés, también. Creo que es el partido en el que he corrido más de mi vida”, se une Nadal. “¿Lloraste un poco? ¿Fue la primera vez que llorabas?“, se le pregunta. ”Por ganar, sí“, responde Nadal, al que se le repregunta. ”¿Lloraste por el Madrid?“, le lanzan. ”De hecho, cuando mi tío (Miguel Ángel) jugaba en el Barça. En la Liga de Tenerife, la primera", termina aceptando el balear, recordando la Liga que el Real Madrid, su reconocido equipo, no pudo alzar en la temporada 1991/92 tras caer contra el conjunto tinerfeño en la última jornada y con polémica (como el siguiente año, también tras derrota frente al Tenerife, se la quedó el Barça). Los entresijos del primer Grand Slam de Nadal. Y de sus primeras lágrimas, que fueron antes.
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