OPEN AUSTRALIA

Bolas huecas y tenis plano

Nadal y Andújar explican por qué ya no hay variedad de estilos en el circuito desde que las pelotas se fabrican menos rellenas.

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Bolas huecas y tenis plano
MARTIN KEEP AFP

En 2019, el Open de Australia decidió cambiar de bolas. Pasó de la marca Wilson a Dunlop y arreciaron las críticas. El australiano Bernard Tomic directamente dijo que eran “una mierda”. Su compatriota John Millman también fue muy expresivo al hablar de ellas: “Están muertas”. Y Federer avisó de que era “muy difícil darles ‘spin’ (revoluciones)”. Tampoco le gustaron a Rafa Nadal, que advirtió de que se ponían “blandas” y se hacían “más grandes de noche”. Tres años después, este cambio de características se ha mantenido en el torneo y se ha extendido por todo el circuito, lo que según el balear “favorece a los que le pegan más plano a la pelota”.

“Con más humedad la bola se pone muy lenta, cuando el clima es más seco, se pone más rápida. Creo que la tendencia de las bolas estos últimos años es que cada vez sean más huecas, que cojan menos efectos, cosa que no comparto, pero me adapto a ello”, dijo antes de que arrancara la presente edición del torneo oceánico. Un compañero de generación, Pablo Andújar, está de acuerdo con él. “Cuando Rafa y yo empezábamos, las pelotas eran mucho más vivas, y hacían mucho más caso. Ahora los jugadores miden 1,90, entonces la idea ha sido hacer que el tenis se juegue un poco más despacio, con bolas más lentas”.

Según el conquense, eso provoca “que todos los tenistas jueguen más o menos igual, que no haya tanta diferencia como hace 20 años, cuando los había que sacaban y subían, y más especialistas de tierra. Esto hace que en cierto modo se iguale todo y que la técnica no sea tan importante”. Los estilistas como Feliciano López son una especie en extinción. Apenas hay competidores distintos, aunque de vez en cuando aparecen excepciones, como el estadounidense Cressy, octavofinalista en el Abierto aussie, que juega mucho a saque y volea y fue elogiado por el propio Nadal hace unos días en la final del ATP 250 que ambos disputaron en Melbourne. O como los franceses Gastón, que usa efectos, dejadas y variaciones, y Mannarino, rival esta madrugada (04:00, Eurosport) de Rafa, que ejecuta un ‘swing’ corto. El resto juega a ver quién le pega más fuerte. Es el caso, entre otros, de Berrettini, Rublev, Medvedev y Zverev, dominadores actualmente.

Djokovic, a quien no le ha ido tan mal el cambio, y Nadal, que prefiere el golpeo liftado, sobreviven. Pero el ganador de 20 Grand Slams insiste: “Cuando llegué al circuito las bolas cogían mucho más los efectos, volaban, eran mucho más vivas. Hoy en día no saltan mucho, eso quita posibilidades de jugar con diferentes estilos, con ángulos, alturas… Los pegadores golpean sin sensación de error. Yo he tenido bastante éxito igualmente, no me quejo, pero el espectáculo se pierde, porque al final todos juegan de una manera muy similar y entiendo que el tenis es mucho más divertido cuando hay diferentes opciones”. ¿Por qué ha ocurrido esto? La contestación del multicampeón es tajante: “Pregúntale a las marcas, a la ATP, no tengo ni idea…”.