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COPA DAVIS

"En 1967 estuvimos jugando tres meses y medio la Davis"

Manuel Orantes, Lis Arilla y Joan Gisbert, que jugaron junto a Manolo Santana en las finales de 1965 y 1967 en Australia, miran con optimismo al futuro.

MadridActualizado a
De izquierda a derecha, Gisbert, Orantes y Arilla, en la Caja Mágica.
Jesús Mínguez

En la Caja Mágica, donde el tenis mira al futuro, se rinde tributo también al pasado. En sus pasillos recuerdan batallas cuatro de los cinco protagonistas de las finales que perdió España sobre la hierba de Australia, en 1965 y 1967. A la primera acudieron Manolo Santana (81 años), José Luis Arilla (78), Juan Gisbert (77) y el fallecido Juan Manuel Couder. En la segunda, Manolo Orantes (70) reemplazó a este último.

"Me gusta el cambio. La Davis se debía regenerar porque se había perdido la importancia que tenía sin los grandes tenistas. Ojalá con este formato parecido al Mundial de fútbol recobre la importancia que merece", suelta sin mirar hacia atrás Orantes, campeón del US Open en 1975.

Manolo Santana, con su esposa en la Caja Mágica.
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Manolo Santana, con su esposa en la Caja Mágica.Sergio R MorenoGTRES

"Tocó abrir la lata", dice orgulloso Arilla, que sigue siendo junto a Santana el mejor dobles de España (15-7) y recuerda que TVE hizo con Juan José Castillo "la primera retransmisión vía satélite" con la final del 67. "Ahora es mucho más justo. Antes, el campeón esperaba en su pista al ganador del torneo de retadores y era dificilísimo ganarla", apunta Orantes.

Tanto, que había que estar muy centrado en la Davis en una época en la que otros como el recientemente fallecido Andrés Gimeno se habían pasado a profesionales. Joan Gisbert, que lleva cincuenta años afincado en Miami, deja una anécdota: "España tiene el récord mundial de eliminatorias en un año, con ocho en 1965. Estuvimos un mes entrenando en Australia para la hierba. ¡Así que pasamos tres meses y medio jugando la Copa Davis!". Y suelta un dato. "He animado a España en directo en todas las finales que he disputado… y en las dos primeras me animé yo", bromea. No fue suficiente para tumbar a Emerson, Roche, Newcombe, Stolle y compañía. "Pero con el equipo de 1967, si hubiéramos podido jugar en casa y en tierra, España habría sido campeona", advierte. Ahí queda.