Se miraban y sonreían. Hablaban y volvían a hacer lo mismo. Rafa Nadal y Roger Federer vivieron un día histórico en la Laver Cup. Nunca habían jugado juntos un partido de dobles. Por primera vez persiguieron un mismo fin y parecían sincronizados. Vestidos igual, desde la televisión parecían dos clones, sólo la mano que agarraba la raqueta les distinguía. Eran 35 Gran Slams los que coincidían del mismo lado de la red. Los aficionados sólo podían mirar sin perder detalle. La historia se estaba escribiendo en el O2 de Praga.

Debutar juntos les pasó factura. Querrey y Sock estaban más compenetrados y se notó. Aun así Nadal y Federer se apuntaron el primer set por 6-4. Chocaban a la hora de rematar en el centro de la pista, dialogaban mucho y repasaban cada jugada... no importaba los dos sonreían sin parar y el público les imitaba. Rompieron el servicio al equipo del Mundo en el séptimo juego y lo consolidaron en el octavo tras salvar tres bolas de break. La calidad individual les salvó. 

En la segunda manga Nadal y Federer salieron más atascados. Querrey y Sock lo aprovecharon. Pronto se pusieron 1-3 y con un buen saque pusieron el 1-4. Con la eliminación del tercer set en este torneo de exhibición ambos se dejaron ir y pensaron en el super-tiebreak que lo sustituye. Nadal sacó certero para el 1-0, Federer remató bien para el 2-0. Tomaban ventaja. El español y el suizo apretaban, la calidad individual se volvía a imponer. 10-5 en el desempate y 9-3 para Europa en la Laver Cup. El conjunto capitaneado por Bjorn Borg está a cuatro puntos (los partidos del domingo suman de tres en tres) de llevarse el torneo.