Una victoria balsámica, reconfortante. Es la que obtuvo David Ferrer en el Open de Suecia en Bastad al derrotar a Alexandr Dolgopolov por doble 6-4 en 1h:26 y tras disponer de siete bolas de partido. No levantaba un título desde hace 636 días, en octubre de 2015. Con 35 años, desde que en mayo de 2016 abandonara el top-ten en el que ha sido habitual, Ferrer transita un camino difícil.

Sus piernas, prodigiosas, no son las mismas. Llegó a Bastad como 43º del ránking y subirá diez puestos merced al título 27 de su carrera, el 13º sobre tierra.

Ferrer, que este año rompió la barrera de las 700 victorias, frenó el mordiente de Dolgopolov, que salió dispuesto a no permitir un tercer título en Suecia para el español, tras los de 2007 y 2012. Pero el de Jávea se hizo fuerte con sus virtudes y a base de riesgo, pundonor y cambios de ritmo se llevó el título y se dio una alegría merecida. Que se resistía.

“Voy semana a semana, partido a partido, y tengo motivación. Sé que es difícil volver al top-10, pero si soy competitivo como esta semana, seguiré jugando el próximo año seguro. Aún disfruto con el tenis, aunque sea diferente con 35 años”, dijo.

David Ferrer

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