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Ni la suerte, ni el VAR: al Barça le falta fútbol

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Xavi Hernández puso el acento en la previa del partido ante el Inter en una palabra: personalidad. La presencia que tenía el Barça en la Champions se ha ido haciendo añicos después de cada sopapo europeo y el técnico, tras caer en Múnich y echarle la culpa a la falta de puntería, había apuntado al segundo viaje para mostrar las credenciales. Pues tampoco. Otra derrota y la clasificación en peligro.

Las ideas, el estilo, el modelo, el empeño constante en elevar el discurso y que parezcan mejores y hasta más altos, guapos y listos de lo que son se estamparon contra un Inter que va noveno en la tabla de clasificación en el calcio y está lejos, lejísimos, de ser un equipo top en Europa. El invento de Xavi de colocar a Marcos Alonso de extremo, a Raphinha de interior y de darle carta blanca a Dembélé, que perdió 20 balones solo en la primera mitad, resultó un desastre porque tocaba la versión Desesperé (la ocurrencia no es mía, sino del fabuloso narrador de la SER Lluís Flaquer). En las asignaturas de elegir bien, tener inteligencia y saber leer el juego, el francés es pésimo por muchos galones que el entrenador le otorgue.

El discurso, la retórica no pueden enterrar la realidad y lamentarse por el penalti no pitado es de equipo pequeño. Después de ganar el sábado al Mallorca por la mínima Xavi afirmó: “Resumir esta victoria en Ter Stegen y Lewandowski sería muy pobre”, cuando precisamente el triunfo se explicaba única y exclusivamente por los dos. Si el polaco no aparece el Barça se funde porque carece de otros argumentos futbolísticos y en Europa se le ven todas las costuras. En el Giuseppe Meazza cada vez que atacaba el Inter les temblaban las canillas y el equipo está demasiado tierno como para hacer disertaciones filosóficas sobre si la Champions no la gana siempre el que más lo merece cuando ni la suerte, ni el VAR, pueden disfrazar el hecho de que si Lewandowski no marca, tienes un problema. Fútbol es lo que falta: fútbol.