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La Selección emite señales contradictorias

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El fútbol fluye sin detenerse y a la vez proporciona fotografías fijas de su estado, combinación que lo vuelve tan impredecible como sencillo para las opiniones, análisis y pronósticos. La foto fija del partido de España anima al optimismo: victoria frente a un rival de gran calado, ingreso en las semifinales de la Liga de las Naciones y agradables titulares en la prensa. El gol de Morata en el minuto 88 estableció un relato apetecible, animoso, pero el resultado no oculta el discurrir del encuentro, muy flojo durante la primera hora, ni la intranquilidad que generó el equipo después de su decepcionante actuación contra Suiza.

A seis semanas del comienzo del Mundial, el equipo ofrece menos motivos para la confianza general que hace seis meses. La inquietud se aprecia en una alineación donde varios titulares parecen menos titulares de lo que deberían. Los centrales y los extremos han perdido crédito en los dos últimos partidos. En las demás posiciones, las prestaciones han sido correctas, en el mejor de los casos. Por las razones que sean, la Selección no se ha engrasado.

En el capítulo positivo, lo más noticioso ha sido la irrupción de Nico Williams. Su velocidad, desborde y atrevimiento añadieron el picante que necesitaba el equipo en la última media hora. No conviene disparar las expectativas con un jugador que empezará a sentir una presión desconocida para él, pero esa inexperiencia, bien aprovechada, puede producir un efecto beneficioso en el equipo, que en estos dos partidos ha trasmitido una impresión de acorchamiento.

La preocupación procede del estancamiento en el juego y de las concesiones en varios aspectos. La selección ha sido poco fiable en el capítulo defensivo, hasta el punto de aparecer el nombre de Rodri como posible alternativa en el centro de la defensa. No será la primera elección, pero su actuación en la segunda parte fortaleció la línea defensiva y ayudó a la mejora de Pau Torres, inconsistente frente a los suizos y vulnerable en el primer tiempo en el partido de Braga.

Los centrocampistas flojearon en los dos partidos. El que se supone trío titular -Busquets, Pedri y Gavi- no controló el juego contra Suiza. A Busquets le colocaron un sabueso que no se despegó del capitán del Barça y Pedri se movió con aire ensimismado, doliente. Nada que ver con el jugador bandera del Barça y de tantas noches con la Selección.

En La Romareda, tres habituales suplentes en sus equipos jugaron de titulares: Ferran, Asensio y Sarabia. No atraviesan un buen momento y juegan sin confianza. Este Mundial es inédito por las fechas en las que se disputará. Hasta ahora, en España solo se han jugado seis partidos de Liga, en un año inusual por las largas vacaciones de los jugadores. La mayoría terminó la temporada anterior a mitad de mayo y regresó a las competiciones a mitad de agosto. Muchos meses de parón si no juegas, con un posible problema de oxidación y desánimo. Algo de eso indicaron los Ferran, Asensio y Sarabia.

El problema con las fotos fijas es que recogen una pequeña parte de la historia. El comportamiento de la Selección en los dos últimos años ha sido notable. Semifinalista en la Eurocopa, dos veces finalista en la Liga de las Naciones, clasificada en el Mundial, España ha recuperado prestigio con unos futbolistas muy jóvenes. Luis Enrique ha hecho un fenomenal trabajo, ahora perjudicado por la ausencia de cuatro o cinco jugadores de empaque: Oyarzábal, Gerard Moreno, Laporte y Dani Olmo, entre ellos. La baja de Ansu Fati en la última convocatoria profundiza en el problema porque es el delantero que mantiene una relación más natural con el gol.

Hace 14 años, en las vísperas de la Eurocopa 2008, España ganó 1-0 a Francia e Italia en dos amistosos que mereció perder. Solo el resultado proporcionaba algo de margen para el optimismo. Era un equipo joven, sin buenos precedentes. Llegó a la Eurocopa sin ruido. No figuraba entre los favoritos. España ganó aquella edición y dio comienzo al periodo más brillante de su historia.