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De Jong y el club de los valores

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Frenkie de Jong está señalado. Por su propio club, concretamente. Primero llegaron a un acuerdo con el Manchester United al que el jugador se negó y un día después, el 15 de julio, según publicó esta semana The Athletic, amenazó por carta al futbolista con invalidar su contrato y llevarlo a los tribunales. A la noticia respondió el Barça reuniendo a un grupo de periodistas esa misma tarde para explicarles que creían que hay indicios de delito no solamente con el holandés, sino también en la última renovación de contratos de Piqué, Ter Stegen y Lenglet. Curiosamente, ni en la Auditoría ni en el exhaustivo Forensic que fueron encargadas por la actual Junta directiva, aparecían. Se han dado cuenta ahora, justo cuando no les salen las cuentas para inscribir a todos los jugadores que han fichado y renovado. ¡Tachán!

La presión por tierra, mar y aire a De Jong es tal que ha terminado salpicando a Ter Stegen, que se enteró por la prensa de que su nombre estaba en la lista. Nadie se lo había comunicado. Es un daño colateral, porque aquí de lo que se trata es de acorralar al centrocampista para que se marche o acepte rebajar su salario. Hasta le han increpado cuando acudía a un entrenamiento. Fueron cuatro, sí, pero ha calado la idea de que él es el problema y abundan en las tertulias las opiniones que apuntan que debería ser comprensivo con la situación económica del club que le ha puesto a los pies de los caballos, le ha empujado a irse a un equipo que él no quería, le ha amenazado por carta, que llegó a plantearse que no viajara a la gira por Estados Unidos y ahora filtra que hay indicios de delito en su renovación.

Para ser una entidad que presume de valores el asunto les está quedando regulín tirando a feo. Por ahora, De Jong resiste al bombardeo a pesar de que se le señale como un pesetero que está impidiendo la marcha triunfal de Laporta y sus palancas. El daño a su imagen ya está hecho. Y a la del Barça, también.