La tormenta Mbappé acaba con el campo y playa

Todo le ha ido bien al Madrid en el campo de juego, donde su consistencia le ha permitido el más tranquilo de los finales de temporada. Campeón de Liga, finalista de la Copa de Europa, perfecto administrador de la salud y fatigas de sus jugadores, empujado por sus vibrantes soluciones a las eliminatorias con el PSG, Chelsea y Manchester City, el Real Madrid caminaba sin problemas hacia sus dos horizontes más cercanos. Los dos estaban en París. Uno, el estadio de Saint Denis; el otro, Mbappé, el jugador más cotizado del mundo, que terminaba su contrato con el PSG y se daba por hecho su fichaje por el Madrid. En un mundo ideal, avanzaba hacia el mejor de los destinos posibles, pero la renovación de Mbappé por el equipo parisino ha sacudido los cimientos del fútbol y coloca la final contra el Liverpool en un plano diferente.

El Bernabéu se tomó la última jornada como un acto festivo, de despedida a Marcelo, uno de los mejore laterales izquierdos del mundo en este siglo, y de homenaje a los incombustibles veteranos, caso de Modric. Todo discurrió impecablemente. Ancelotti alineó al equipo que se enfrentará al Liverpool, con una variante. Jugó Rodrygo y Valverde se sentó en el banco. Los dos tienen derecho a sentirse titulares. En París, se anuncia la segura presencia del centrocampista uruguayo. Alaba no compareció. No lo ha hecho en ninguno de los últimos cuatro partidos, dedicado a recuperarse antes del viaje a la capital francesa.

A estas alturas del año, con todos los objetivos conseguidos, el resultado no mereció atención alguna. Se festejó al Madrid en las vísperas del partido del año, sin nubarrones. En algunos corrillos se hablaba de la posibilidad de un cambio de rumbo en la decisión de Mbappé, pero el madridismo considera que su club es infalible en esta clase de operaciones, anunciadas con meses y hasta años de anticipación.

Es el Madrid que fichó a Figo (Barcelona), Zidane (Juventus), Ronaldo (Inter de Milán), Beckham (Manchester United), Cristiano (Manchester United), Kaká (Milán), la nómina de jugadores y clubes que dominaban el paisaje del fútbol en la primera década de este siglo. Nadie se resistió al Madrid que había organizado Florentino Pérez. ¿Por qué tendría que ser diferente Mbappé, pretendido por el club más importante del planeta, prestigiador como ningún otro de las carreras de las mayores estrellas del fútbol?

Por primera vez, el Real Madrid no ha logrado el fichaje que identificó como absolutamente necesario, estratégico para esta década. Lo ha detenido Qatar, un coloso del petrodólar, dique que no existía en los primeros años del siglo XXI. Barça, Juventus, Inter de Milán, Milán y Manchester United no disponían de los ilimitados fondos de Qatar. Mbappé, que se ha aburrido de ganar el campeonato francés, es sin duda el jugador más relevante de este tiempo, el sueño de cualquiera de los grandes patricios del fútbol europeo. Y entre todos, ninguno se acerca al Real Madrid. La economía del Barça está en los huesos. Los clubes italianos han perdido pie en el mercado y el Manchester United se ha instalado en una mediocridad que no resulta atractiva para una estrella del calibre de Mbappé.

El Real Madrid le ofrecía al delantero francés un pastizal y la atalaya perfecta para gobernar el fútbol. Florentino Pérez sabe utilizar esa carta mejor que nadie, y hasta ahora el rédito ha sido magnífico para los jugadores. Figo, Zidane, Ronaldo y Cristiano se favorecieron de ese amplificador incomparable que es el Real Madrid. Mbappé ha rechazado este factor para quedarse en un equipo sin competencia en la Liga francesa, alejado del histórico eje de gravedad del fútbol, que desde luego no pasa por París, adonde el próximo fin de semana acudirá el Real Madrid con el fascinante aura de sus 13 títulos en la Copa de Europa, insuficiente reclamo para extraer al futbolista bandera de un club que no ha ganado ninguna.