Mbappé, ese patriota

Mbappé seguirá en el PSG y el Madrid pierde al mejor futbolista del momento. Eso sí, vaya por delante que de Di Stéfano a nuestros días ningún jugador ha cambiado la historia del club y probablemente ya no vendrá ninguno que la cambie. Es el momento de recordar que este equipo ha llegado a finales con los Garcías, que las rondó con la Quinta del Buitre, que las conquistó con los yeyés, con la Quinta del Ferrari y con Zidane, que luego encadenó cuatro con Cristiano y que ahora anda en otra de la mano de Benzema, que un día pareció caso perdido. Pero el desenlace deja algunas lecciones para el futuro. Durante meses el Madrid filtró un acuerdo con el futbolista. Siempre dijo que de manera verbal. En los próximos días conoceremos si existió algún compromiso escrito con cláusula de penalización en caso de incumplimiento, blindaje de uso común en el fútbol. Yo así lo espero, porque al menos el Madrid podrá consolarse en sus cuentas. Los tiempos de los futbolistas/estrella han derivado en futbolistas/empresa. Y en ese mundo del petrofútbol las palabras no tienen honor. Y si una megaestrella no quiere ir más allá de un apretón de manos, hay que aceptárselo, cortar los cables y dedicarle un educado “hasta siempre”.

Al otro lado está el jugador, rodeado de un entorno tóxico. La payasada de su madre anunciando en Egipto un acuerdo con dos clubes “en condiciones idénticas” no era más que una argucia para justificar ante los qataríes y los ultras del PSG el tonteo de meses con el Madrid. Así se guardaban las apariencias de que el jugador, con el mismo salario, se quedaba en París en gesto patriótico que alabará hasta Macron. Lo del mismo salario lo dijo incluso sin reírse.

Pasada esta página, le espera a Florentino un ejercicio de funambulismo. El caso merece una explicación, paso a paso, que imagino dejará en muy mal lugar al futbolista, porque el Madrid lo intentó todo, incluso el traspaso por 180 millones cuando solo le quedaba un año de contrato.

La tercera pata del banco es ese ‘fair play’ financiero de la UEFA ornamental que tolera año tras año que lo muleteen emiratos diversos mirando al tendido. Por ahí se empieza y al final se acaba cambiando el calendario completo del fútbol, por primera vez en la historia, para que Qatar pueda organizar un Mundial, plagado de sospechas, sin que se achicharren hasta los lagartos.

Y luego queda el ahora qué. No hay futbolista comparable a Mbappé en el mercado, Benzema tiene 34 años y carece de relevo, hay glorias a un paso de que se les pase el arroz y jóvenes prometedores sin madurar. Cierto es que el equipo está en la final de París, una gesta. Puede, incluso, que la gane, pero en las tres eliminatorias previas, ante juguetes de oligarcas, tuvo la soga al cuello. Y el Madrid, engañado por otro, no debe esta vez engañarse a sí mismo.