Gareth Bale: un tratamiento que cuesta 2.270.000 euros

La Iglesia debe respirar aliviada. El pinchazo de la burbuja de la fe y la drástica reducción de milagros en un mundo cada vez más necesitado de ellos preocupaban. Si cogemos como ejemplo a Lourdes, uno de los principales centros católicos de peregrinación, los datos ponen de manifiesto la crisis: en 2018 se anunció el último milagro en las faldas de los Pirineos, la curación de una monja que sufría una grave discapacidad. Aquello hizo ascender la cifra de prodigios a 70 en un total de 160 años. Desde entonces, nada. Pero como Dios aprieta pero no ahoga, en los últimos meses la Iglesia mira a Madrid y ve que es posible aumentar ese listado con el milagro de Gareth Bale. Hace dos días volvió a ser baja en una convocatoria aduciendo problemas de espalda. Y este martes, de nuevo, como sucede cada vez que sus pies tocan suelo galés, se le ha visto sonriendo y saltando como Lázaro. O el aire de las islas posee las mismas propiedades que el barro del Mar Menor con el que se pringaban el cuerpo mis vecinas octogenarias para aliviar el dolor de sus huesos o se va a estar riendo del Madrid y de su afición hasta que cumpla su último día de contrato.

En otra temporada, en otro momento vital del Madrid, la imagen de Bale brincando junto a su compañero de selección Joe Rodon, estirando la espalda como un junco, hubiera indignado tanto a la afición que el agente del jugador ya habría provocado una subida repentina en el precio del pan. Pero el madridismo pasó de la fascinación a la sorpresa, la emoción se transformó en enfado para acabar en una indiferencia que haría sangrar a cualquier jugador con sangre en las venas. El Bernabéu ya no le pita porque tampoco tiene muchas oportunidades de hacerlo. Lleva dos años sin jugar ante su afición, porque se borra o porque le borran, y cuando no está convocado no le da ningún ataque de vergüenza torera para ejercer al menos de figurante y dar apoyo a sus compañeros. Con este decorado, hoy en Francia han publicado los sueldos brutos mensuales de los jugadores. Después de Piqué (2.330.000), Bale es el que más dinero percibe: 2.270.000. Este mes de marzo, por poner un ejemplo, el Madrid le ingresará el dinero y Bale sólo jugará con Gales. En eso consiste el tratamiento. Así son las cosas y así se las hemos contado.

Más allá de sus curaciones milagrosas, Bale es un tipo con suerte porque en sus etapas más traviesas, por no caer en términos dañinos, ha tenido en el Madrid a Zidane y Ancelotti como entrenadores. Hombres de club, que han antepuesto (y anteponen) el volumen bajo-medio en las conferencias de prensa a romper la calma señalando públicamente al jugador. El último botón de esa muestra lo expuso Carletto, en la previa del Clásico. Llegó a decir que estaba contento con Bale “porque no ha faltado a ningún entrenamiento”. Algo así como si tu padre te dice que está contento contigo porque has suspendido todas pero bueno, al menos has ido a clase. Un discurso templado que, por su comportamiento con el club y con la afición, Bale está lejos de merecer. A Ancelotti se le puede achacar no haber sabido conectar a jugadores como Ceballos, talento desaprovechadísimo en la plantilla. Pero no reprocharle no tirar de Bale, impermeable a la esencia y los valores del club, y tan desenchufado como seguro en sus prioridades (Gales. Golf. Madrid). Él solo ha conseguido enterrar sus goles en las finales, coartada de sus incondicionales, con paladas de despropósitos y malos gestos hacia la entidad que le paga. Concretamente 2.270.000 euros brutos al mes.